martes, 31 de diciembre de 2013

CLAUSURA 2013: LUCA (AÑO I)

Hoy despedimos el 2013.

La clausura, este año, sólo lleva una palabra, un nombre: LUCA, el iluminado.

Pondría el vídeo de la Botella con el 'relaxing cup of café con leche', pero paso. Este año sólo se explica a través del nacimiento de mi primogénito, mi sol, no cabe nada más. Y la gratitud a mi compañera de viaje, mi amor y sostén. Un privilegio ver pasar los días junto a ella.

Adiós dos mil trece, el primer año del resto de mi vida. Del resto de NUESTRAS vidas.

¡Feliz 2014!


































viernes, 27 de diciembre de 2013

MI TIERRA QUERIDA


Mi tierra querida -esa mía- que arde tras mis pasos al huir,
con mi alma _que va con ella, presta
despedazada, obligada a elegir país, obligada a sentir.

Mi tierra querida que se despide estos días sin tiempo,
con mi cuerpo, sostén de ingravidez, bastión de penalidades
_mártir principal de un desconocido adiós sin rencores ni lamentos.

Mi tierra querida bañada por ríos de alcohol y tinta,
con mi vergüenza, tan versátil ella, y tan funesta
_añada remota que no es ni tan exigua ni menos sucinta.

Mi tierra querida que se extraña de ella misma en mi ausencia,
_con mi consciencia, tan desmejorada ella, y tan selecta.

Padre mío, escúcheme, sálveme de su esencia,
regrese usted a su tierra querida, esa que no es la mía.

jueves, 19 de diciembre de 2013

HIJO DE PALACIO


Todo hijo de palacio que levante una mano al aire, que nos estamos yendo y no pensamos volver.

En la carretera de doble carril que acostumbro a recorrer con mi flamante utilitario rojo había un coche parado. Acababa de oscurecer pero extrañamente no llevaba las luces. Al rebasarlo me di cuenta de que además era de color negro. No estaba en el arcén. Pensaba... ¿Y si un jodido desgraciado no lo ve y lo embiste por detrás? Quizá tuvo una avería inesperada y no pudo señalizarlo a tiempo. Pensé... joder, sólo tengo un triángulo. Y el puto chaleco reflectante, de entre toda la mierda que hay en el maletero... a saber. Y con este puto frío... ¿iba a correr menos? ¿Iba a estar más atento de lo que ya de por sí se está al volante?

Fui hilando hasta la doctrina Parot. ¿Tengo que preocuparme porque varios condenados estén de nuevo en las calles, excarcelados? ¿He de extremar las precauciones, sobre todo ahora que soy padre? Cunde la alarma social y odio aguantar conversaciones con la cara en las que tirarse de los pelos ha dejado de ser una opción. Y es en este punto en el que recuerdo la sensación que tuve al escuchar por primera vez el 10.000 Days, en 2006; Vicarious, la canción que habría el disco, hablaba un poco sobre toda esta mierda de las breaking news y la cultura del miedo como método de control, o eso interpreté en su momento. De ahí a la canción So Appalled, que baña estas líneas, la conexión que impacienta el poco probable nuevo trabajo de mis añorados Tool.

Mi hijo crecerá en un palacio. Ese mismo coche negro podría transportar gente criada en un barrio como el mío, en un piso de protección oficial. No será hijo del ladrillo ni compartirá litera con su hermano/a. No será parte del hacinamiento selectivo ni del miedo a vivir en una campana de cristal. Y aunque no haya futuro, sabrá de dónde viene. Hacia dónde vaya ya no será cosa mía.

¿He de comprarme un vehículo más grande, de mayor potencia? Observo los primerizos como ojean el catálogo de estos nuevos híbridos, todo terrenos urbanos, y el afán consumista sigue sin atosigarme. La vena guerrera e inconformista que inauguré el día que R. me entregó una cinta de casete con El Espíritu del Vino grabado (piratería, ¿no?) hace que busque los siete errores en la entrevista inaudita a mi viejo aliado Bunbury, de la que extraigo a Kanye West volviendo a la canción que titula este escrito.

Y me digo... todavía no soy tan viejo, joder.

Como todo hijo de palacio.




jueves, 12 de diciembre de 2013

UN FOSAR PARA LOS COCODRILOS DE SLOTH*

Han pasado casi dos meses desde mi última vez;

-Holaaaaa, cómo estááááááis, cuánto tiempooooo.

El frío pasó de ser una amenaza a una realidad, como que los políticos hicieran política y mi buzón de voz estuviera repleto de mensajes del ignorante y chillón padre de mi vida anterior.

Sloth* es como el prisionero olvidado que ansía su vendetta desde la humedad de unos muros oxidados; ha dejado de crecerle la barba y no es tan refinado como Edmundo Dantés, sin embargo es consciente de que los cocodrilos, como el aceite hirviendo, son un recurso muy preciado por estos lares.

Por suerte no soy como mi maldito buzón. Mi amigo el marchese (marqués, en italiano) A. du M. me envió correspondencia al fin. En ella, tras un par de releídas, constaté un par de ideas melancólicas y otras tantas realidades dolorosas. Decía leerme y no entender el por qué de mis preguntas repetidas ('prueba de cambiar las preguntas que pasan por tu cabeza', en italiano), así como añorar a los veri amici (amigos de verdad). Junto con alguna nueva pasión que espero aclarar (¡¿boxeo?!), ese recuerdo alegre con las llamadas de mi padre ('queremos ver al niño') y la faena atronadora de la Casa Nova (como la han bautizado los de aquí) me han tenido de lo más ocupado.

Estoy leyendo 'El Mecanoscrit del Segon Origen', de Manuel de Pedrolo. La Navidad se acerca. Tengo el fosar abandonado pero tengo fe en una próxima adecuación. Es difícil ver el final cuando dependes de los demás para llegar a buen puerto. Laura, en vísperas de su trigésimo segundo aniversario, me decía que hay que reconocer las propias limitaciones, pero cuando veo a mi Príncipe aprender cosas nuevas casi a diario me detengo y congelo sin tiempo a calzarme el habitual doble calcetín. Mi rencor tradicional es mi principal limitación, si bien en este constante bombardeo informativo-comunicativo la memoria no parece querer ser valorada.

No pude resistir la tentación de buscar vuelos a Saint-Laurent du Maroni. Fue en mi santo, dos días antes de la muerte de Mandela. Los más jóvenes -y los tarados como S. R.- apenas tendrían a M. Freeman in mente y, buceando por la red, me partía de risa del esperpento general (en el estadio en que España conquistó su primer Mundial de fútbol). Es como los amigos de Whatsapp, la aplicación de mensajería tan famosa, y los amigos de la vida real: hoy en día estamos tan atados al Big Brother tecnológico-digital que ya no sabemos ni quiénes eran -los auténticos, los del barrio- ni si vale la pena quedar o hay algo que decir que no se haya tecleado antes: esta es la verdadera (y con mayúscula y negrita) Crisis. ¿He oído valores y educación a la una?

En cuanto al fosar, es muy evidente que no soy el jodido súper Mario Bros. y que la paciencia invernal está teniendo extraños frutos. Podría irse todo al carajo de lo bien que va. Justo antes de bajar, pensé en * Sloth, el de Los Goonies (* véase la película y olvídese de los asteriscos), y en mandar traer una manada de putos cocodrilos australianos. Pregunté por ahí si alguien tenía enemigos a condenar a galeras y, los políticos, al igual que Jax Teller (SOA season 6), seguirían ajenos tanto en el mundo terrenal como en el digital -tan en boga y que tanto cuenta, dicen de las redes sociales que todo conectan-, así que pensaré en hacerme mi propia bodega y, si se me gira,
nuestro propio refugio nuclear (independiente, se entiende).**

** Notas: dejar de escuchar hip-hop y la banda sonora de BB. Escribir una entrada sobre la cuestión catalana y el proceso sobiranista independentista.

jueves, 17 de octubre de 2013

LO INEXORABLE


La humanidad está inexorablemente destinada a emigrar al espacio, que es de donde procede.
Me hago viejo inexorablemente y no soy ni una mota de polvo en el océano cósmico.
Mi hijo crece y crece y no hay nada que yo pueda hacer para impedirlo. Es, así mismo, inexorable.

¿Estaré aquí el tiempo suficiente para orientarlo bien? ¿Lograré tener éxito?
Mi pequeño rubiales, ahora que te levantas y me recibes de pie con una sonrisa desde los barrotes de tu cuna, mi amor.

No quiero morir o, en su defecto -ya que es inexorable pese a Punset-, ¿podrían extirparme la conciencia? ¿El pensar?

Te preguntarás por qué vuelvo a estos temas otra vez. Estoy leyendo a Hawking, el de la silla. Mientras paralelamente busco información para escribir una entrada decente sobre la cuestión catalana, no puedo dejar de situarme en esta nada tan poco atractiva. No hay consuelo para nuestra reproducción en cuanto a especie... Es que es tan exiguo... El paso por la vida terrenal... Cuesta asimilarlo.

Sé que cuando me acerque a la muerte volveré a recuperar mis clásicos sobre religión oriental. Buscaré respuestas que ahora no me preocupan demasiado, ya que es evidente que lo inexorable nos persigue y delimita por igual. Querré ir más allá pero antes he de preocuparme por la educación de mi hijo de casi nueve meses y la puta reencarnación podrá siempre esperar en ese invernáculo desconocido.

Esa canción olvidada para poner el punto y final a la segunda mejor serie de la historia de la TV. Si no leí mal, aumentaron sus escuchas un 9.000 % en en una conocida plataforma de streaming, una que paga muy mal. Esa canción para hacer de lo inexorable una apoteosis digna de los mejores fuegos de artificio del mundo. Esa, que hace que no disfrutes Gravity en el cine un martes de VOSE en la sala abandonada al no congeniar con la historia personal del personaje de Sandra Bullock pese a que todo encajaba en mi actual momento espacial; quizá si la hubiera visto en 3D pensaría que el mensaje, con ese momento fetal y el silencio y la epifanía de verte fuera de tu planeta, me habría calado más que no el de profesor con cáncer terminal convertido en capo de un imperio de la droga. Pero no. El auge y caída de un ser humano me importa más (por resumir el cambio radical de un hombre al que sólo aspira a que le respeten).

El cine sigue estando inexorablemente lejos, si bien mi lista de films va bajando poco a poco. ¿Significa eso que ya no tengo nada que decir? ¿Mis preocupaciones sólo versan entre los primeros pasos de mi primogénito y los divertimento de los shows de TV? GTA V aparte, desde luego.

Me pregunto cuándo tendré un horario laboral normal. Con no estar pendiente del teléfono me conformo, si bien el conformismo me ha condenado a una vida que no estoy seguro de haber programado de antemano; todavía hay gente que me dice: 'tío, con tus aptitudes, qué sigues haciendo aquí?', como si mi currículo bastase para ser un jodido don Giovanni de las artes y las ciencias y Wall Street estuviera a mis pies al alzar un dedo. Yo les hablo de la crisis y me quedo tan ancho, pese a la mierda y el tráfico de influencias latente que sigue estando tan en boga.

Es como con el puto tabaco. Las bodas de este año me han matado. No fumo en casa ni tengo las mínimas ganas, pero es llegar al curro y pensar en decaer. Esta es otra batalla pendiente que debo superar. A la Bullock le podría caer otro Oscar: también tendría que tomarme un poco más en serio a la puta Miss agente especial. Sé que estoy destinado a hacer historia.

Van a pasar cosas al respecto. Es tan inexorable como que los políticos hagan política y los ciudadanos la suframos. Como que mi niño se arrastre como un gusano y no haya bolets si no llueve de una puta vez.

Inexorable, hasta donde yo sé, como la muerte.

Inexorable como la caída, cuanto más subas, tan dura y despiadada ella.

Inexorable como el primer santoral de mi hijo, a celebrar mañana sin ninguna filia.

¿Cómo voy a dejar de pensar en lo inexorable?

lunes, 7 de octubre de 2013

HUELLAS

Mi amigo G. me decía el otro día, al vernos tras mucho-demasiado, '¿qué pasa, es que ya no tienes nada que decir y ahora sólo haces listas y mierdas así?', a lo que yo le respondí afirmativamente y sin palabra alguna.

La verdad es que me quedé mudo, como cuando alguien te señala con sorna ese horrible grano que te ha salido en la frente (sí, todavía pasa). Y ayer bajamos al barrio a dar una vuelta con nuestros hijos, a seguir el rastro.

Fue imposible no recordar viejas batallas. He vuelto una infinidad de veces pero pocas con ellos, G. y T., los dos tipos con los que pasé tantos años. Años de aprendizaje forzoso y ciertas penurias, años inolvidables. Nos encontramos a D. C., no era de los nuestros. Diría que era un año mayor entonces y que iba con un grupo patibulario, con sus carismáticos apodos y todo. Dijo: 'quién nos ha visto y quién nos ve, ¿eh?', y era verdad.

Paseamos. Me puse a hablar (hasta llegar a etapas más recientes). Dije: 'mi mejor época fue la del piso. Las palabras fluían y tenían sentido' (compartíamos un piso-local). 'Conectamos', decía G., 'a un nivel espiritual', seguía T. Dudé en asociarlo con las drogas y el alcohol (qué menos). Echaba de menos aquellos ratos y pude notar como G. suspiraba y miraba a un lado y otro buscando sus propios recuerdos ante la nueva realidad a capear. 

La jornada transcurrió sin mayores incidentes y T., en su cavilación constante, seguía entre muros. Uno no alcanza a entender cómo diablos sigue admirando a los mismos tíos. Hubo una época que me tildaron de 'payés', de pueblerino. Yo siempre traté de no separar mi ascendencia con las nuevas ciudades que me acogían, pocas y grandes urbes ellas, ya que creía que el sentido de pertenencia a un grupo humano me hacía más fuerte (señalando la 'X' en el mapa). Pronto me di cuenta de nuestra capacidad de adaptación, con T. como guía y punta de lanza, si bien tradicionalmente y en todos los demás ambientes, los que cortaban el bacalao éramos Yo y mi verborrea hilarante.

Confianza. Hoy no sólo es una vaga ilusión en mi memoria. Hay un legado que perpetuar. Un legajo de nuestra historia ante nosotros. Estemos donde estemos, aguante o no el físico, no queda nadie que pueda arrebatarnos esta sensación imperecedera y auténtica.  Era el barrio, fue el piso, siguen siendo T. y G. Una mirada, una palabra. 

domingo, 29 de septiembre de 2013

LA ESTACIÓN

La estación cambiante provoca miedo al caminante.

La estación del murmullo, siempre que se sea dueño del propio silencio: qué desidia al acostarse (y qué dolor).

Llega el frío, bueno, quiere llegar. No estoy preparado para seguir anticipándome mientras mi gobierno quiera apoderarse de lo intangible. Yo me apeo en la siguiente parada y recorro el paseo marítimo como antaño.

No había nadie. Ni agobios ni sofocos. El barco acababa de zarpar y, con el, todos los turistas hambrientos de paellas cocinadas a toda prisa y diques mal expuestos en alta mar. Así da gusto, carajo.

Quería hacer nuevas listas, nuevos aportes. Escuchar nueva música. Encajonar la ropa de verano. Me llamaron para trabajar. Tenía entre ceja y ceja The Place Beyond The Pines y en menor medida Cloud Atlas de las hermanas Wachowski. En otra época me hubiera encantado aunque las tres historias no encajaran tan bien. Y casi me cargo al Gosling, que estoy cerca de no soportar su cerúlea cara.

Fue el 23 de septiembre. Tuve que correr hacia el tren. Hubo cuórum. Estábamos los mismos que en Sicilia. Los mismos que nos colamos en los templos y descubrimos otro planeta en aquel volcán. Te voy a extrañar, amigo. Nuestras charlas. Uno nunca sabe que pasa con 15 años de antemano.


No soy melancólico. Hice una foto en el apeadero. Eran las 2:40 de la madrugada. Y miraba... a mi hijo. A mi pequeño príncipe. ¿Fueron diez minutos? ¿Quince? ¿Llegó con la tercera hora? Nos lo pasamos en grande incluso con otros quebraderos de cabeza latentes.

La estación reinante. Sólo para darle un sentido, en serio. Echaba tanto de menos al mar... qué dolor. Reviso los libros que me han acompañado este año y encuentro un sorprendente patrón. ¡Y resulta que estoy con Sciascia en una edición del 80, año de mi nacimiento! El mar tiene el color del vino, cómo solía doler.

La estación puede cambiar, yo seguiré aquí. Entre murmullos.

Dueño de mi propio silencio.

lunes, 9 de septiembre de 2013

LISTAS (III): DIEZ LUGARES PARA EL RECUERDO

Una noche menos, una lista más. E iban ocho -¡semana trágica!- por fin (después del ridículo de Madrid 2020 y la gran cadena de la Via Catalana).

Esta vez me adentro en aquellos lugares mágicos que me dejaron huella -aun a sabiendas de que queda mucho por descubrir- aprovechando, de paso, los ajustes que un recorrido sentimental por los recovecos de la memoria provocan gracias a la perspectiva y el alcázar construidos.

Alegría, tristeza, miedo. Muchas veces lo asociamos a sitios concretos o a nuestro tiempo libre. Las vacaciones. ¿Quién no recuerda una playa paradisíaca? ¿Quién no las afronta con la mayor de las ilusiones? No obstante, a veces puedes toparte con algo que te impresione sobre manera de repente (cosa que tiene gran mérito), como por casualidad.

El deseo, objeto de estudio -por incomprensión y desconocimiento- tempranero en este blog, una sensación escurridiza que con los años ha tendido ha evaporarse, juega aquí un papel fundamental; junto a la capacidad de emocionar -o su probabilidad- existe el efecto de la compañía -no la solitudine- como acicate para destruir o crear una imagen distorsionada que posiblemente te acompañe el resto de tus días.

AVISO: De todos es sabido que siento cierta predilección por el país transalpino de Leonardo, así que no te sorprendas si hay espaguetis de más en el bufé. 

Por orden inverso, de menor a mayor:

10.- LA ALHAMBRA (Granada, España). Una fortaleza que parece sacada de un cuento de hadas. Preciosa, culmen del arte andalusí y del antiguo reino nazarí. Te tele transporta fácilmente. Poesía. Llegué a la ciudad por sorpresa y me fui encantado. Sus tapas y comida también nos encandilaron.

9.- PLAÇA SANT FELIP NERI DE BARCELONA (España). Un rincón de poder. Un espacio en que las paredes de piedra parecen susurrarte al oído. Bombas insurrectas, en nuestra guerra civil, dejaron marcada la iglesia para siempre, y con ella sus muertos y una sensación de extraño sosiego flotando en el aire (por no hablar de que fue un cementerio en época medieval). Visita obligada cada vez que bajo a la city. Refugio.

8.- LA CIUDAD AMURALLADA DE DUBROVNIK (Croacia). De moda otra vez gracias a Game of Thrones, mi recuerdo de la antigua Ragusa gira más en cómo la descubrí volviendo de Zadar y Split en coche: tuve que apearme del mismo súbitamente, anonadado ante tanta belleza; aquella maravilla medieval, la perla del Adriático, hizo que me planteara agenciarme una cota de mallas y todo. Emocionante.

7.- BASTIONE DE SAINT-REMY Y CAGLIARI (Cerdeña, Italia). El bastión en sí, reminiscencia tardía del dominio francés, no es gran cosa. Su ubicación privilegiada, en lo alto de mi ciudad de adopción en 2006-2007, le otorga un cariz de dominio y bienestar propio de las azoteas de los grandes edificios. Cagliari significa paseos y su barrio de Marina y el Zio Franco y el Castello e il Poetto también. Melancolía.

6.- BURG ELTZ. Flanqueado por el río Elzbach, afluente del Mosel, este castillo cercano a Koblenz (Renania-Palatinado, Alemania) fue como una revelación para mi. Frío, niebla y varias referencias mentales desde Sleepy Hollow a Gladiator. Fantasmagórico (ver vídeo de la nada surge el burg), gótico.

5.- SCALA DEI TURCHI. Otro descubrimiento que cambió nuestro humor al otearlo. Está en Realmonte, al sur de Agrigento (Sicilia, Italia). Su pared de tiza blanca le da un toque exótico a este enclave maravilloso, único. Playa especial, espacio de paz y desembarcos ensoñados.

4.- PIAZZA DELL'ANFITEATRO DE LUCCA Y LA TOSCANA (Italia). Otro lugar con una magia y fuerza propias. Construida sobre los restos del teatro del siglo II d.c., su forma ovalada la caracteriza y distingue sobre manera. Llegué borracho y creo que por eso magnifico la influencia que ha tenido su descubrimiento en mi. Sobre la Toscana, que tanto adoro, Firenze y su Duomo destacan, así como sus pueblos renacentistas encaramados en colinas recorridas por carreteras secundarias.

3.- PANTEÓN DE AGRIPPA Y ROMA (Italia). El edificio histórico que más me ha impresionado junto al Colosseo. La ciudad en sí es un jodido museo entero. En cuanto al Pantheon, recuerdo tomarme un refresco sentado en los bares de enfrente mirándolo fijamente. Recuerdo que pude abstraerme por completo y disfrutar de la belleza del templo en todo su esplendor, sintiéndome cercano a Augusto e interiorizando el Imperio como tuvo que ser algún día.


2.- VIGELANDSPARKEN (PARQUE DE VIGELAND, Oslo-Noruega). El parque público más bonito que he visto jamás. Rodeado por estatuas que muestran a la raza humana en todas sus vertientes, está coronado por un monolito hecho de cuerpos entrelazados que hacen pensar en dólmenes y estructuras del tipo prehistórico. Oslo es Vigeland y Munch, pleitesía eterna. Evocador.


1.- MACHU PICCHU Y LAS LÍNEAS DE NAZCA (Perú). La montaña vieja. Grandes secretos incaicos oculta. Pese a verla mil veces en fotos o la TV, el placer que se siente al adentrarse en ella es indescriptible. Y desde lo alto del Huayna ni te cuento. Número uno de este ránquing de calle. Conquistadores, Pizarro. Alucinante.
En cuanto a las líneas, simplemente espectacular. Hay algo atávico e indescifrable en ellas que me paraliza. Mi vuelo más raro (en avioneta) y peligroso. Misterio puro.

Me dejo muchos lugares y reconozco que ha sido harto difícil crear una lista tan personal y definirla aislando lugares y rincones. ¿Cómo podría olvidarme de Córcega y de Corti (Pepe Botella's house) y de Calvi? O de las islas en general. Cerdeña, mi isla, o Mallorca (Valldemossa y la súper playa de Es Trenc), mi primer refugio. Ya hablé sobre la insularidad en algún post, sobre cómo identifico ese aspecto en mi.


Soy injusto. Lisboa me encantó. Los barrios del Chiado y Alfama, con la sombra grandilocuente de Fernando Pessoa.


Poco he cruzado el charco. Sicilia merecería un aparte. Vulcano y sus humeantes volcanes y su aire decadente. El otro planeta que es el Etna... y me dejo todo lo romano (Agrigento). Palermo y su mercado de la Vuccirìa en ebullición, como Nápoles y su quartiere spagnolo. Ischia, ya citada. Pompeya... ¿conoces algún lugar más aterrador? 


Soy un enamorado del Mezzogiorno italiano. No puedo negarlo. Me arden las posaderas sólo de pensar en mi próximo viaje hacia mi amado sur.


¿Y qué me dices de pasear borracho de noche por Siena o Venecia? ¿Esconderse por los muros de Carcassonne*


Brujas, centro Europa y la Costa Brava (Cadaqués, Calella de Palafrugell y las calas del Parc Natural del Cap de Creus, mucho más cercano) y el interior (ancha es Castilla) y norte de España con Santiago y San Sebastián... Son tantos los lugares inolvidables e imperecederos que siento lástima por todo aquello que no podré visitar, así como por todos aquellos momentos vividos que jamás nadie me podrá arrebatar.


Una lista más. Ésta, la más personal. ¿Qué opinas? ¿Harías tu una con tus lugares mágicos?


* (diciembre 2007)


sábado, 7 de septiembre de 2013

LISTAS (II): TV, ACTORES MEMORABLES (REPARTO)

En mi sexta noche seguida encargo una nueva lista, esta un tanto particular.

Actores de series de televisión, las del nuevo milenio con el cambio promovido por Los Soprano, que me han dejado colpito (impresionado); a cuento de la tendencia que abandona el cine por esta nueva televisión (¡calidad!), y un poco abrumado por la cantidad de shows que sigo anualmente, no he podido obviar algunas actuaciones memorables que pretendo destacar en esta entrada (no siempre en roles protagonistas). 

HBO, mecenas y precursora (necesito reengancharme a A Dos Metros Bajo Tierra urgentemente).

Por orden, tras mucho pensarlo:

1.- Tony Sirico como Paulie Gualtieri en Los Soprano. Insuperable. Ese gesto con la mano, tan característico suyo. La leyenda dice que la única condición que le puso a David Chase (creador) para participar en la serie fue que su personaje no se convirtiera en un pentito (rata). A saber por qué.

2.- Ian McShane como Al Swaerengen en Deadwood. Muy impresionado por el porte y la capacidad de intimidación que muestra en esta pequeña joya del Far West más bizarro. Carisma es poco.

3.- Michel K. Williams como Omar Little en The Wire. Gángster que va por libre en la selva de Baltimore. Y encima gay. Papelón.

4.- Kim Coates como Tiggy y Tommy Flanagan como Chibs en Sons of Anarchy. Dos secundarios de lujo del séptimo arte metidos en roles de apoyo en una serie que, Shakespeare mediante, es la nineta dels meus ulls. Personalidad a raudales.

5.- Jeremy Piven como Ari Gold en Entourage (El Séquito). El agente súper desquiciado de la súper estrella atontada y con pocas luces. Lo borda. Ocupa toda la pantalla el solito. Abrumador.

6.- Michael Emerson como Ben Linus en Lost. Es pensar en su cara y sentir cierto repelús. Misterio y un físico peculiar para alargar el argumento de la serie más adictiva de la nueva era (un engaña bobos, vamos).

7.- Peter Dinklage como Tyrion Lannister en Game of Thrones. El puto amo de la serie. Equilibrista en los márgenes y malabares del poder como método de supervivencia pese a su desventaja física (enanismo) y el rechazo general. Ironía e ingenio on y, recuerda: un Lannister siempre paga sus deudas. Maravilloso.

8.- John Slattery como Roger Sterling en Mad Men. De vuelta de todo, uno de esos papeles caídos del cielo para el lucimiento de un actor que parece encajar perfectamente en la atmósfera (alcohólica) de la época. Carisma.


9.-  Bob Odenkirk como Saul Goodman en Breaking Bad. LA SERIE, con mayúsculas. Fina, cocida a fuego lento. El abogado del profesor chiflado, otro superviviente desmarchado. Un Ari Gold criminalizado (Better call Saul). Memorable.

10.- Mads Mikkelsen como Hannibal Lecter en Hannibal. Decir que este danés de rostro agrio y facciones gélidas como la puta Escandinavia le da una nueva vuelta de tuerca al personaje del archiconocido doctor psicópata/monstruo/caníbal sería menospreciarlo. Por favor. Simplemente brutal.

Hay muchos más. Personajes como el Lafayette (Nelsan Ellis) de True Blood, el Charlie Runkle (Evan Handler) de Californication, el Tito Pulo (Ray Stevenson) de Roma, el 'Bubbles' (Andre Royo) de The Wire o el Stevie 'corqui' (Steve Little) de De Culo y Cuesta Abajo, se han quedado fuera de este ránquing pero no por ello serán fácilmente olvidables ni dejan de ser menos impresionantes.

¿Qué opinas?

¿A quién me dejo?

Me quedan dos noches...

¿Alguna petición?

Decir que HBO no es la única productora que ha hecho (y hace) televisión de calidad. AMC, FX o NBC, entre otras, contribuyen también a ocupar un lugar privilegiado en la industria del entertainment, tan necesitada de nuevos aires y de una renovación intelectual que ha puesto en peligro el vetusto reinado del cine (y el negocio de Hollywood de rebote).

viernes, 6 de septiembre de 2013

LISTAS (I): DIEZ DISCOS IMPRESCINDIBLES

Ya sé que todavía falta mucho para acabar el año y que no suelo prodigarme en hacer listas como mis amigos A. y X.
Son las noches, que son muchas en cantidad laboral, las que me hacen levitar y evadirme con los pensamientos más dispares.
Viniendo en coche últimamente me motivo sobre manera. Y pensaba... qué cojones. Voy a recopilar los discos que más influencia han tenido en mi vida. He ido retrocediendo desde mi adolescencia, cuando mi hermano escuchaba El Último de la Fila, hasta mis principios con Héroes del Silencio y el momento en que mi viejo amigo R., en el camping, me descubrió una cinta de cassette con El Espíritu del Vino grabado. Y de ahí al siglo XXI.
El resultado es una selección de diez discos que han marcado mi existencia y que, cuando los escucho hoy, siguen teniendo un significado y no pasan de moda ni pierden relevancia.
La música es una compañera de viaje fiel y mutante que no pertenece a ninguna persona en concreto (no define ni caracteriza a nadie) y se alza majestuosa sobre las ruinas de las relaciones perecederas que, como el tiempo, sólo manifiestan la naturaleza volátil de nuestra especie.

1.- Héroes del Silencio -- El Espíritu del Vino (1993). Punto de inflexión en la adolescencia, este disco marcó mi devenir como persona al abrir de par en par las puertas del conocimiento y la consciencia. Máxima influencia.

2.- Tool -- Lateralus (2001). Pongo este disco en segundo lugar pese a ser más tardía su influencia (pero no por ello menos importante). Lo englobo en la época en que compartíamos piso con mis amigos de la Alacena en Manresa, una etapa bañada por el alcohol y los excesos (primeros veinte). Su tuviera que elegir un disco-disco, uno completo y redondo, me quedo con este.

3.- Standstill -- Homónimo (2004). Este disco es 'Barcelona'. Ya vivíamos en la ciudad condal y con este grupo nos sentíamos de lo más identificados. Mi fratello T. siempre decía -y dice- que la conexión que nos une es debida a que podríamos ser nosotros (literalmente). Son como nosotros, y piensan y evolucionan como tal.

4.- Deftones -- White Pony (2000). El nuevo milenio. Recuerdo el momento del cambio con el efecto 2.000 y no sé qué más mierdas apocalípticas típicas oportunistas. Ordeno por importancia, y a este disco, que trata los mismos años que el Lateralus de Tool, le dimos muchas vueltas en el piso de la calle Urgell. Definido por Chino Moreno (cantante) como 'disco-porro'. Lo confirmo.

5.- Piratas -- Fin (De la Primera Parte, 1999). Recopilatorio de esta banda de Vigo tras su 'Manual para los Fieles'. Llenaron el traumático vacío tras la separación de Héroes del Silencio con soltura. En letra hispánica, breve referente del cambio de milenio y los retos de la edad adulta (como decía en mi último post).

6.- The Mars Volta -- De-Loused in the Comatorium (2003). Más de la época del piso. Musicalmente indescifrables y virtuosos. Rock progresivamente delirante en mi cabeza de hombre exiliado y viajero indomable. La primera vez que los oí pensé que su cantante era una fémina (era 'Inertiatic ESP' con su intro de 'Son et Lumiere'). Torrente energético.

7.- A Perfect Circle -- Mer de Noms (2000). Otro de mis primeros veinte (años), época de descubrimiento y ampliación de horizontes. Siempre pensamos que eran unos Tool 'accesibles', menos oscuros. La voz de Maynard James Keenan -el mismo frontman, de hecho- inundando los placeres de la existencia (espiritual y terrenal).

8.- Radiohead -- OK Computer (1997). Uno de los discos que más he escuchado (con bastante posterioridad a su lanzamiento). Sobre todo lo enmarco en los 23 y mi huída hacia adelante, psiquiatras y psicólogos mediante. Horta, mi amigo V. y el duro enfrentamiento cuerpo a cuerpo con la realidad (estudios poco reconfortantes, dinero escaso).

9.- Negramaro -- Mentre Tutto Scorre (2005). Italia. El Belpaese. Nuevos caminos. Los descubrí investigando para organizar mi exilio de 2006, mi segundo blackout. Sus letras, entre brillantemente cutres y evocadoras, suelen trasladarme a mi ideal literario-existencial-vital oxigenado. Alegría.

10.- System of a Down -- Toxicity (2001). Este décimo disco podría orbitar entre la potencia de Chop Suey (la seis) llegando a Amsterdam (qué recuerdo) y la posibilidad de nuevos enfoques como el Mezzanine de Massive Attack o el Vespertine de Björk, así como el más de lo mismo del Songs for the Deaf de Queens of the Stone Age o el adolescente Cryptic Writings de Megadeth o el Dark Side of the Moon de Pink Floyd o el primero de Led Zeppelin o alguno de Metallica y de Muse (el Origin of Symmetry)...
Me refiero a que podría variar, lo dejo abierto.

¿Qué opinas? ¿No crees que hay cierto agujero desde la preadolescencia hasta los veinte?
Como todos, reconozco que en ocasiones me dejé llevar por la música del momento y por la tendencia más heavy de mis amigos, pero yo siempre seguí mi propia evolución. Tras el descubrimiento de HDS, que cambiaría mi vida, tuve claro el camino a seguir. Muchas veces me tildaron de 'raro' y otras tantas me tacharon de outsider, una imagen que cultivé con esmero, si bien nunca me importunó demasiado y no tuve dificultad para salirme por la tangente.

Hoy, a las puertas de 2014, la música ya no es el elemento cultural que antaño nos unía y hacía crecer y evolucionar al mismo tiempo pero no ha perdido ni un ápice su poder; la etapa de absorción de conocimientos se detuvo bruscamente y esperó pacientemente nuevos frentes, entre los cuales la música, como los libros, pasó a ocupar un lugar secundario, más cerca de la frontera mitológico-legendaria que de la rabiosa actualidad, que pasa por hacerse viejos y criar a nuestros hijos mientras convertimos las miradas en melancolía pasajera.

lunes, 2 de septiembre de 2013

PÚSTULAS EPISTOLARES

Era como si me despidiera del verano.
Estábamos casi todos. Había algo grande en aquello, algo que podríamos llegar a convertir en hábito; los niños, inocentes ellos, correteaban a lo loco como pollos sin cabeza, ajenos a los desafíos de la edad adulta. La montaña, una ladera improductiva de la provincia de L., ofrecía un aspecto desolador y deprimente con sus enormes y pelados bloques de piedra caliza en lo alto. Las nubes -para mi gusto demasiado frecuentes para ser verano todavía- dejaban escapar un aire que, en según que horas, podía llegar a cortarte la cara como un cuchillo bien afilado e impreciso al mismo tiempo.
Lo importante era la ceremonia. Todo el folclore que acompaña la estancia en un reducto semejante, lejos de todo: creo recordar que comimos sobre las seis de la tarde tras empezar la barbacoa antes de las dos del mediodía. Había vino. Había humo. Y sonrisas, aunque no de todos. Cada uno asumía su papel, cuando no había que perseguir a sus respectivos retoños, si bien alguna actitud taciturna daba que pensar y desmitificaba las bondades de la vida de sacrificios y penalidades que supone tener y crear una familia de la nada. No había que precipitarse, no estaba todo perdido.
Era imposible descartar las huellas de dinosaurios de Fumanya y pasar hacia las décadas, quizá siglos, en que aquella falda imponente debió permanecer intacta. Llegué a plantearme mi papel en la historia y la cuestión del legado (aparentemente resuelta). Recordé un par de nombres e intenté retroceder un poco más para tener una visión de conjunto aceptable. Me agregaron en un grupo de esos en que varios pueden inundarte el teléfono de mensajes, y no era la primera vez. No sentí la necesidad de explicar el desapego. Al mirar hacia adelante, vi un par de familias rotas y las eternas inquietudes terrenales martilleando sin parar. Mi diario, el diario de mi primogénito, ¿y si le importaba un carajo? ¿Entendería mi letra? ¿Tenía sentido perder el tiempo en algo tan obsoleto? Por qué... ¿quién cojones iba a leer libros en 2030? En un problema de madurez y olor a tristeza, Luca no tardaría en conocer los placeres bípedos (lo inexorable no perdona).
Las palabras. Antaño podía dominarlas. Ahora son como pústulas en mi piel bronceada y caduca, como las cartas que solía enviar; a veces, cuando evito mirarme en el espejo por las noches, rescato la teoría del manual del buen padre y me digo a mi mismo que sé que puedo hacerlo como el que más (¡cuando ya estoy haciéndolo!). Sé como no tengo que ser para ejercer de lo que la ley y el nacimiento no obliga pero luego soy incapaz de desenmascarar lo obvio mientras, recorriendo aquellos desérticos parajes, miraba al suelo y echaba en falta los instantes que perdimos sin remedio, como una relación epistolar desgastada (despidiéndome secretamente del verano). 
Llega un día en el que ya no distingues a tu interlocutor y las dudas, sin un referente claro, vuelven sádicamente a asomarse. Aquello era el fin y pronto la sagrada y párvula inocencia vendría puesta a prueba con más exigencia y menos decoro contemplativo.
El viejo hábito de la melancolía volvía.
La montaña se despedía.

domingo, 18 de agosto de 2013

FALSOS DIOSES A HIPNOTIZAR

Es una historia simple. 
En verano, en plena ola de calor si es posible, escucho siempre Radio Italia. Anima la espera y rescata la cuerda de mis días soleados que ansían sus ofrendas correspondientes anuales.
Luego, como no, estaba la cuestión de las primeras vacaciones con el niño. No sé cuándo decidimos que mis suegros se venían o si fue consensuado o qué cojones. Debió de pertenecer a mi breve época de humo verde, con sus lagunas correspondientes, o a un momento de dejadez infinita e inconsciente (por si los porros no se agotaban y la lucidez fuese puesta en duda). 
La realidad del rosario de relaciones intrafamiliares es igual de extraña aunque no hubiese motivo para alarmarse; a priori, nada hacía sospechar que los dos últimos días me convertirían en un mero espectador, hastiado hasta del mismo hastío. Tal era el motor del anticorporativismo que jamás podré comprender aquello que me trasladó a un mundo hipnótico en el que resoplaba al son de antiguas imágenes y viejos miedos y dioses atávicos, si bien soy consciente de que estoy creando un corporativismo puro sin ningún tipo de referencia anterior.
Me acordé de un día soleado, esplendoroso en su calor matutino, en el que fuimos con Chloe a pasear allá por donde voy a correr, en la campiña bergadana. Hay una masia de turismo rural (el agriturismo vecino al que suelo referirme), una casucha de esas de campo impresionante, y de alquiler suelen celebrar bodas de estas que se llevan ahora que empiezan a las seis de la tarde. Pero era por la mañana, temprano. A las nueve ya pega el sol y curte la piel de los pocos campesinos que me saludan con un ademán ajeno mientras piensan para sus adentros '¡extranjero!'. Había un coche de alta cilindrada en la puerta, fuera un pareja de mediana edad miraba alrededor con desdén y ganas de preguntar a cualquiera. Los reconocí al instante aunque tardé un poco en situarlos. Me había escabullido por una costa lateral en el que mi perrita suele hacer sus cosas, sin cerciorarme de que ya me estaban preguntando algo que parecía urgirles de verdad. Respondí con un exabrupto en plan psicópata, así debí quedar seguramente, como los payeses cuando me miran mal. Agarré a mi Chloe y seguí a lo mío alejándome dando saltos como si pisara brasas, no fuera que algún falso dios me quisiese captar y yo hubiese perdido mis poderes hipnóticos que un día me hicieron famoso.
Eran los padres de un antiguo compañero de colegio con el que tengo un contacto menos que casual. Luego me sentí mal y pensé para mis adentros que esa no era la figura paterna que mi hijo merecía. Y seguí cavilando: ¿cuándo he sido yo un tío familiar? ¿Qué sé yo sobre familias, cuánta familia tengo yo? ¿Debía de ganarme a mis suegros aún?
Tenía que aprender de la nada y rápido.
La vuelta fue dulce y amable y las aguas volvieron a sus cauces. Recordé que había salido ¡cinco! mañanas a correr y que, en una de ellas, hice la foto que subtitula esta entrada. El aroma a mirto y la conciencia mediterránea perenne me sobresaltaron y tuve que pararme un momento. Al cabo de ese par de días encendí el ordenador y la primera canción que sonaba era una de Negramaro que no conocía. El verano aún resoplaba.
È una storia semplice.

lunes, 5 de agosto de 2013

PERCEPCIONES A CARCAJADA LIMPIA



La carcajada. Esa sonrisa extrema y ruidosa que me eleva hacia los cielos del encaje.
Tres grandes momentos distinguí recientemente:

Primero; al ir a trabajar el último lunes de julio -último día del mes para mi también-, tarde y con las prisas para variar. Con el coche a todo trapo, esquivando moscas al ritmo del último de Queens of the Stone Age. Surcando los aires -cayendo la noche- poseído por la adrenalina de la velocidad y sus límites.

Segundo; la serie Hannibal. O mejor, el actor Mads Mikkelsen y su juego de equilibrios, tan refinado como terrorífico en este Lecter superior y renovado. He tenido que controlarme para ver sólo un par de episodios diarios (para disfrutarlo mejor en el tiempo, se entiende).

Tercero; hoy por ayer domingo en la piscina de plástico de nuestra terraza. Me fui al tumbarme, pude percibirlo claramente (un auténtico momento de joya y bienestar). Era un apoteosis fugaz como el nirvana, cercano a la ostra desde la que mi Príncipe pavoneaba el equilibrio.

Esta semana partida de inicio del mes de agosto, con sus tormentas de tarde frenadas y un sofoco abrumador, pensaba en esa risotada como el sonido más maravilloso que había oído jamás. Y eso me creó una ansiedad terrible y amenazadora por si se apagara y el llanto inundara la habitación sin remedio, ya que antes de ese derroche -como en el Big Bang- no había nada, todo era oscuridad.

Todavía no estamos de vacaciones y ya pasamos de los seis meses y una semana. Lo de las 6 de la mañana no se lo tendré en cuenta, así como mi absoluta falta de bronceado. El jodido danés. Qué pulcritud, qué saber estar...
Paseando con Chloe por la campiña se me coló en un agriturismo vecino, tan desobediente y acalorada ella. Estaban preparando la cena según su horario y pocos aspavientos excepto por cuatro banderines daneses estratégicamente situados. Pensé: jodidos daneses. Jodidos noruegos. Jodido Mads Mikkelsen...

La carcajada. Ese canal directo entre la excelencia de la felicidad y el desarraigo del deseo efímero (por suerte pude percibirlo en toda su amplitud).


domingo, 28 de julio de 2013

ALGÚN DÍA TE HABLARÉ DE...


 ... cómo me cuesta levantarme por las mañanas.
Algún día te hablaré de lo que estaba haciendo cuando tú, pequeño adalid de mis alegrías tempraneras, cumpliste seis meses...




Algún día te hablaré del accidente de tren de Santiago (24.07.13), una tragedia atroz que ha conmocionado al mundo en vísperas de la festividad del apóstol (el horror en su máximo esplendor).
Algún día te hablaré de la Alacena y me taparé la cara en su presencia (por vergüenza, se entiende).
Algún día, espero que no muy tarde, te hablaré de este mes de julio que se cierra y sus tormentas encerradas en la garita de la mala salud y la peor educación.
Algún día, y puede que ese día no llegue nunca, acudiré a ti para cobrarme el favor, y ese día tendrás que responder y dar la talla.
Algún día te hablaré de mi amiga Isalén, que hoy precisamente y después de mucho me ha escrito unas líneas. Pincha en su nombre y leerás un relato con ella.
Algún día te hablaré de lo que tanto para mi como para tu madre significa 'Italia' en general, y cómo la echamos de menos sobre manera y planificamos nuestro primer viaje juntos hacia casi seguro el mezzogiorno (pero no este año).
Algún día te hablaré bien de mi amigo K. y de mis viajes por Europa mientras leemos juntos a Julio Verne.
Algún día te hablaré de Sigrid de Thule, el capitán Haddock y el druida Panoramix. Recuerda estos nombres, te los susurraré en sueños.
Algún día te hablaré de cuando viví en Barcelona y de los dos veranos que pasé en Mallorca, así como de las motivaciones y desazones que me empujaron al exilio que estos días comparten dos de mis mejores amigos (A. y V.). Fuga de talentos, hijo mío, la Crisis de 2008 es ya un sistema de vida.
Algún día te hablaré de ello. Y del hospital. Y de la Font, mi barrio. Y del fútbol, pasado que se resiste, y del tenis, futuro que nos asiste. Sabes, viví la gran época del mejor tenista español de la historia.
Algún día te hablaré de tu madre. Te lo contaré todo, incluso sobre la suerte que hemos tenido y el ángel que nos acompaña.
Algún día te hablaré de Toni. Tuvo muchos enemigos que hoy le adulan, y en agosto o septiembre de este año hubiera sido abuelo.
Algún día te hablaré de las drogas.
Algún día te hablaré de mi música. De la música.
Algún día te hablaré de tu abuela Angie.
Algún día te hablare de tu abuelo R.
Algún día te hablaré de tu abuela L., espero que a tiempo (me sonrío);
Algún día te hablaré de política.
Algún día te hablaré de sexo.
Algún día te hablaré de astronomía, astrología y el New Age.
Algún día te hablaré de Cosa Nostra, la mafia de Sicilia. Y de las otras mafias.
Y de 'El Padrino';
de Edward Norton,
'Los Soprano', SOA, BB y la nueva televisión;
el mar,
el vino,
los días soleados,
Chloe,
la cerveza que pensamos en beber siempre con K.,
el mirto,
los árboles,
el deporte en general,
los falsos mitos y el fast food y la globalización y el auge de las redes sociales y el postmodernismo;
Michael Knight, Son Goku y el Pequeño Saltamontes;
Munch,
Fabián Estay, Lionel Andrés Messi, Gianfranco Zola y todos los grandes 'dieces' de la historia;
el olor a albahaca y la canela,
Gengis Kahn,
Alejandro, el Imperio Romano de Occidente, Akhenatón (el hereje) y Aleister Crowley.

Del sentido de la vida.

Fernando Pessoa.

Algún día...

jueves, 11 de julio de 2013

EL VALHALLA


El destierro.
Cuando se confirma, un halo de luz acude a ti con estruendosa claridad y las puertas del Valhalla se abren de par en par; mi mundo se estaba desmoronando, ya no aguantaba más. Los motivos surgen como churros, por doquier: estaba al límite de mi capacidad de aguante, no había por donde cogerme.
Necesito urgentemente un cambio.
¿Te suena familiar?
Súmale un par de fiestas con drogas y desfases horarios y estarás listo; hay que mantenerse dentro de la luz, aunque por cierto lo nuevo de Standstill no me apasione (excepto 'Adiós, Madre, Cuídate' y 'Tocar El Cielo'). Al cargarte de energía negativa, los días no pasan, son eternas condenas a galeras. Torturas poco piadosas que te minan lentamente y destruyen tu capacidad de regeneración en un contexto de supervivencia como el actual, que para algunos es una losa de peor digestión (por ficticia, se entiende). Los cambios siempre vienen bien, pero algún día hay que parar (¿al encontrar tu salón ideal?) y no dinamitar constantemente lo construido como excusa o modus operandi cíclico. Si te vas, que sea porque puedes, no con una mano delante y otra detrás, como suele decirse. Ya tendrás tiempo para volver y decidir si nunca es tarde o si la vida es demasiado breve.
Así solía ser yo; hoy, en mi garita, siento que 'Vikings' colma mis necesidades mientras -como diría Alaska- miro la vida pasar y disfruto del momento. Tengo quebraderos pendientes, nada grave, si bien no dejo de pensar en el drakkar de Oseberg que me deslumbró en Oslo y en las buenas nuevas de este esplendoroso julio. Con mi amigo noruego por la zona, me pregunto de dónde sacaron esa fiereza que les permitió asolar y aterrorizar a media Europa (para luego desaparecer en apenas tres siglos). K., medio vikingo, me fue devuelto como reverberación del camarada del Capitán Trueno, el leal Gunnar, tierna obsesión que nunca me abandonó (incluso quise llamar así a mi hijo). Desde entonces, siempre miro hacia allá arriba con interés y cierta nostalgia, sobre todo con los casos de Breivik y la baja maternal de 9 meses de su compañera, C. No me olvido de Vigeland ni de Munch (la aplicación de TV3 para Apple reza,'no es un sueño, son tus vacaciones', o algo así), al que fui respetuosamente a saludar, ni de esa capacidad guerrera -escondida, hoy- para afrontar los problemas de la vida; el Valhalla es el Paraíso de los vikingos, pero allí no hay ningún vergel ni una felicidad bucólica que se preste a una versión dionisiana del más allá (frívola, digo). El Valhalla es un salón donde los guerreros caídos elegidos por Odín se preparan para la lucha final y el inexorable apocalipsis, el Ragnarök.
Cosas de la paciencia y los descontentos propios de nuestra era: no todos nos conformamos y luego pasa lo que pasa. A. debe de ser un soldado de los dioses, ya que ha decidido no detenerse y probar suerte. No es un destierro, es una huída hacia adelante. Hasta cierto punto, tú haces tu propio destino. De momento vive con el nervio y la adrenalina de la antesala, veremos qué opinan los hijos de Utah; 
por lo pronto, en este jodido calor de julio ahora sí (¿qué hago yo aquí en estas fechas?), los paseos con los cochecitos son de lo más agradable y no hay sombra de lamento en mi corazón cuando se estremece al observar la sonrisa desdentada de mi retoño mientras busco cómo convertirla en carcajada y me deshago entre promesas de un futuro bañado por el amor y las travesuras del príncipe de mi Valhalla -en vida, dentro de la luz- particular.*
* Felicidades, Junior!

viernes, 31 de mayo de 2013

UN BUEN DÍA


Hoy ha sido un buen día.
Conseguí el nuevo de Daft Punk y me sentí bailongo mientras cambiaba a mi niño, temprano. Es un disco muy de Laura. Yo he vuelto a preguntar por el Dentro de la Luz de Standstill, pero nada. Seguía nublado y con amenaza clara de lluvia. Hay que prestar atención a las señales.
Fui a correr ocho quilómetros y casi bajé de los cuarenta y seis minutos, cosa que me hace feliz, y luego me dediqué en cuerpo y alma a limpiar el baño. Parecía que iba colocado debido a la pasión con la que me aplicaba, si bien la dormidera permanecía bajo llave en la espera crepuscular de la jornada. Raúl cumplía treinta y dos años y yo lo consideraba mi amigo.
Como no he trabajado, he seguido con lo mío -como estos días, un tanto vacíos- y mi amada ha hecho bacalao con tomate y huevo y pasas. Estaba tremendo, tremendo. Esto me recuerda a que ayer de madrugada no pude acabar de ver Silver Linings Playbook ('El Lado Bueno de las Cosas'). Bradley Cooper me gusta y no lo noté muy forzado en ese bipolar con concesiones, y hasta encontré a De Niro creíble y todo; he hallado la serie Hannibal que vi anunciada en Londres e intentaremos verla junto con The Following en espera de las mejores nuevas temporadas de nuestras series y mientras el niño se porte y según cómo.
La Patum es estos días y hay que organizarse y ser sociable. 'Excelsior', a saber cuántos matices me he perdido por obviar la versión original... pero en serio, hoy ha sido un muy buen día. He tenido buen feeling, ¡he visto a mi hijo de mayor! Y mi padre ni siquiera molestaba. El único 'pero' era la sospechosa caída de mi hermano en las oposiciones aquellas (aunque se pueda remediar).
A las 16,35 circa el pediatra nos ha dicho 'aquest nen està perfecte' y me ha tranquilizado al instante. Espero hasta ver el preciso segundo en que la enfermera le pincha la vacuna en su piernecita y su carita se retuerce de dolor y estalla en llanto sincero y amargo; me detengo un instante en que todo se para conmigo y recuerdo pensar: 'qué frágiles somos'.
Volví sólo en el coche escuchando a toda mierda Change (In The House Of Flies) de los Deftones, motivándome y cavilando, y luego me imaginé la comida de A. del fin de semana pasado. Recogí a Chloe y paseamos por 'Cal Puntas' con el miedo a que se nos cayera el cielo encima; ella, primavera que aleja -la pobre-, volvió a correr y a disfrutar como antaño, y yo me sentí genial. Miré dos segundos hacia arriba y se me ocurrió: Take Shelter!, y no vi a nadie al menos en una hora mientras hablaba con mi perra y los pucheros de mi retoño.
Ya en casa, esperé con un Martini bianco en la terraza y decidí volver a bajar con Chloe a tomarme una cerveza con mis suegros y parte de la familia. El más que fresco mestral no me había despejado y puede que notaran algo raro pero apenas importó porque, aunque no soy nada productivo y hasta pienso que soy vago, hoy ha sido un buen día y me siento realmente bien. Quería darle gracias a la vida y que me notaran resplandeciente.
Cené cuscús preguntándome porque no renovaban a Abidal y mi hijo y su madre ya dormían a las 23h. Escuché el mensaje de Zio Franco en el buzón de voz: Savier, sono Zio Franco da Cagliari, un bacione grande-grande a te... al... al tuo fenomeno di bambino e alla tua dolce metà. Ciao-ciao!, palideciendo. La película acabó hace escasos minutos y me emocioné con la escena del padre y el hijo al final y hasta la vi en dos idiomas diferentes para comprobar si surgía el mismo efecto. Me instalé en la melancolía y volví a dar gracias y a pensar en la suerte que tengo y en el amor que comparto porque leí los signos y no llueve eternamente y hoy era un jodido buen día de la hostia.

martes, 28 de mayo de 2013

DISTRÁIGASE


Distráigase, por favor.*
Nos dieron los novios, y si alguna canción tuvo que sonar sería de HDS. Ya lo sabía, y que rondarían las tres de la mañana también (2:35 no cuadraban con las fotos de la carnicería), si bien yo no iba a ceder ni un centímetro.
Los nervios de un pasado que se aleja irremediablemente, perdida su belleza en vano, apestaban y convertían el aire en pociones demoníacas a no aspirar; distráigase un poco y está listo, no se contentarán con pasarle la mano por la cara. Esa humillación pelea por subir a bordo del sagrado corcel del bagaje juvenil que, insensatamente, se resiste a abandonar puerto sin su amada Beatriz... ¡ya nadie le trata de usted!
Había gente que pretendía saludarme durante los años que jugué a distraerme, anteayer no (y como no, una negativa consciente e implacable): en el último segundo giraba la cara con el mentón levantado, blandiendo un buen habano. Uno no puede despistarse ni un segundo (luego las cosas no cuadran y acabas sacando un 76). Haga como que no me ve y sigamos como hasta entonces, por favor: inconscientemente, siempre pienso en dejarme algo para la vuelta (pude esquivarla al final).
Con Neymar, la gran distracción. Estábamos nosotros y una mesa redonda. Pudimos mirarnos a los ojos. La despedida me escupió todo el viento frío impropio de esta época mientras se tornaba T. tratando de encender su puro, lidiando con un presente demasiado ajeno y los ecos de antiguas batallas ganadas. Vi como se iba, como caminaba con desdén y lejanía.
El enlace me hizo especial pero yo andaba distraído, algo desapegado quizá. Un tiempo cruel me hacía hilvanar hacia dónde nos encaminaríamos y, si buscaba testigos, a mi lado sólo hallaba oscuridad y alevosía. Sé quién tiene la culpa, apunto, y trato de enterrar los nervios propios de un momento que no es el mío y que me pervierte en demasía. Digo, que cese semejante crueldad, por favor, usted que ya no es vos. 
Distráigase todo lo que pueda y aléjese de la primavera.

*Dedicado a Mireia y Xevi. Felicidad para siempre. Cent'anni!

viernes, 17 de mayo de 2013

EL PRÍNCIPE Y LA ESCAFANDRA


No entendía como un tipo como yo nunca había estado allí.
Quizá era, si me devanaba mucho los sesos, porque ese tipo no era yo. Mi vida, entonces, debió vivirla otro. Pregunté al viejo literato si conocía al fulano que ocupaba mi cuerpo, poco se acercó: él no había notado nada raro a mi alrededor (si es que ese que me creía era finalmente yo).
Tras demasiadas tribulaciones, concluí, de ese petimetre algo hubo de mi, supuse. Me avergüenzo del mínimo rubor que asomaba, de mi yo cercenado. Si aquel era yo, menudo desengaño me hubiera llevado hoy. Luego llegué a la conclusión de que abarcábamos un espectro más amplio de difícil encaje (si no estás acostumbrado a sufrir lejos de tu yo).
Qué desastre... No me temblaría la mano. Incluso habiendo perdido mi don de dandi seguiría siendo letal. Aunque nunca estuviera allí seguiría sintiendo esa rabia asesina, ese yo implacable que sobrevive dentro de mi yo más dúctil actual. ¿Le reconocía Durant a Marc su valía al final del 4-1? ¿Por qué le hacía especial de aquella manera? ¿Qué cabía del Marc de la playa de hace casi diez años en este que defendía a uno de los mejores jugadores del mundo?
No entiendo cómo se reparten las porciones de cada uno al otear su yo originario, siempre que no se deba a un error de percepción achacable a la humareda que durante años gobernara y consumiera las últimas horas de estancia en aquel desconocido lugar. Para algunos Constantino es Clint y para otros sólo Darth Vader; el don más preciado es al mismo tiempo el enemigo más despiadado, el mismo que oscurece tu yo y pone en duda todo tu legado.
Todavía aquí, repartiendo de miedos semejantes, desde la decadencia al extremo del fusil de la paciencia y el minutero voraz. ¿Qué yo conocerá mi primogénito? De los treinta a los cuarenta (supongo) me estoy fabricando otro traje a medida, feliz y dichoso como solo yo. Con responsabilidad y cercanía, con borracheras caseras y olor a marihuana en la ropa tendida, Dios... ancora qui?
Mi yo sobre la escafandra y debajo de ella escondiéndome de los peligros de la vida sin el palomar -del destino más atroz, se supone-, cara a cara con el rencor de antaño sin cansarme, príncipe (mini yo). ¿Cuántos años faltan para moldear y definir al auténtico y definitivo yo? Siendo feliz, me refiero.
En un tipo como yo volviendo de allí,
del futuro donde me escondí para no explicar ni entender cómo pude llegar a mentir y sufrir así.
(Que nadie se apiade de mi).

lunes, 6 de mayo de 2013

LONDRES EN LAS DE ANTES

Londres, en las de antes, hubiera hecho temblar los cimientos de cualquier desazón mal desatascada.
Vi sus lágrimas, pude sentirlas. Estaba muy cansado pero noté un chasquido en mi fuero interno desde aquel pub de Camden Town, con sus calles remozando jolgorio y algarabía. Hacía frío y el suelo peligraba en un rumor, una antigua mastaba, cuando el tiempo de golpe se paró. Dejó de correr y, con él, nuestra alma quedó fuera.
De Londres, de sus calles, ¿que sabía yo? ¿Qué tengo yo de británico? Los pies ya no andaban, la zona lumbar temblaba.
Londres, en la noche, me tenía reservado algo de familiar y cercano. Son esas lágrimas apátridas. En las de antes, Londres habría recorrido nuestro sino sin extrañeza, como una profunda calada de cal; el humo, entre sus casas adosadas de estilo victoriano, disfrazaría las intenciones reales repercutiendo directamente la flema entre el carácter raro y amanerado de los nuevos amores, viejos rencores.
Londres, en las de antes y en las de ahora, hizo que transportáramos todo el tinglado hacia orillas del Támesis. Era de noche en los mayos del norte, aunque el inglés de S'Arenal, tatuado y de un rojo gamba histriónico, no pondría reparos en pasearse en manga corta. Nuestros hijos esperaban en casa mientras nosotros regatearíamos una mísera libra para cuadrar las cuentas y apurar un último lap dance agotados y con la actitud (y la cara) del que es difícilmente impresionable después de darlo todo.
Era Londres, una de antes, y éramos nosotros, muchos de antes. Uno se casaría y sería necesario llamar al deshollinador y revolotear por Picadilly Circus y el maldito Big Ben (recuerda, recuerda... el parlamento no se lamenta).
Y me tumbé con ropa y todo en la incómoda letrina de muelles chirriantes, de boca supino. Había un cementerio detrás, el Saint Mary. No seríamos los únicos moradores y los cimientos temblaron de verdad al oírme platicar el inglés con cincuenta copas de más y me giré a un lado y vi a T. escupiendo al griterío vivo. Con él estaban G. y P, expectantes, a flor de piel. Y X. ocupando espacio, aguantando una cerveza.
Y, aunque sin prisa, diría que el reloj parecía que volvía a a correr de nuevo.
Nuestra alma volvería a estar dentro.
Como en las de antes.

lunes, 22 de abril de 2013

EL PÚBLICO DEL LIBRO Y LA ROSA DE TRES MESES

Mañana es Sant Jordi y es un Sant Jordi muy especial.

Huelga decir que adoro este día -uno de los pocos que celebro con entusiasmo-, día en el que aparco mi lado más sardónico y deshago el nudo del estómago.
Por desgracia no lo pasaremos en Barcelona -algo que suelo asociar-, así que Albert y Xavi no podrán ver a su sobrino y éste no podrá conocer la ciudad de las mil caras.
Mis preferencias no han cambiado, si bien ya tengo preparada una novela de Javier Sierra para el verano (si es que la playa y los nuevos utensilios dejan algo de espacio y tiempo, que ya tenía ganas de encontrarme él).
Espero que sea un buen día soleado y feliz rodeado de gente que adoro y gente que públicamente compre y lea libros y rosas sin descifrar.

Barcelona podrá esperar un poco más.

Que lo disfrutes con buen humor y alegría. Regala amor.

jueves, 18 de abril de 2013

SUPERHÉROES


Algunos recuerdos tiñen la primavera de amor al prójimo y ansias de salir a comerse el mundo.
Ser melancólico va con los cambios de estación -con los cambios de temperatura-, y un nuevo uso y descubrimiento de las herramientas del gigante de la manzana mordida fomentan el reclamar del destierro algunos archivos inconexos y algo confusos.
Son seis años desde que volví dispuesto a centrarme y labrarme un futuro a pesar de la crisis (esta eterno crash), antes de que aconteciera. Me fui para reencontrarme por segunda vez tras la caída de 2003 -mi primera huída- y gran parte de los meses que estuve en esa tierra tan querida los pasé refunfuñando y maldiciendo mi mala suerte. Recuerdo que al volver de año nuevo todo empezó a ir sobre sobre ruedas y hubo tregua y que fue un invierno muy suave.
A la postre, Batman siempre ha sido mi superhéroe favorito si excluimos al tebeo español de la ecuación (en esas, El Capitán Trueno no tendría rival). Me sentía atraído por la oscuridad de un personaje dramáticamente atrapado por el asesinato de sus padres de pequeño, pese a ser multimillonario, y cómo el manto de la noche y una máscara servían para dar forma y sentido a su existencia al hacerse adulto (y vivir así atormentado).
Hoy en día hay mucho superhéroe suelto por ahí. Hay que serlo, viendo cómo está la cosa, o al menos creérselo para no derrumbarse y coquetear con el abismo más de lo deseado. Según oigo, todavía me pregunto qué clase de educación voy a darle a mi hijo, si bien soy perfectamente consciente de que tanta frivolidad apesta, o puede que fuera ayer: no tengo delirios sobre qué clase de mundo le voy a legar ni nada por el estilo, al menos no antes de que las anginas me delaten. Mi miedo es más frugal y versa sobre las auténticas posibilidades de alcanzar el éxito que yo pretendo sin vomitar mis frustraciones más profundas y oscuras ya que, por desgracia, carezco de todo súper poder.
La oscuridad, otra vez. Boston y nosotros, los maratonianos. El amor al prójimo se impone a las tinieblas del borracho que lucha por mantener el equilibrio y se aferra a la vida como un bufón sin gracia; 'es la actitud', alcanzo a oír claramente, 'no eres tú, soy yo'. El problema de desembarazarse de uno mismo trasciende lo comúnmente aceptado y hace que me torture una y otra vez... ¿y si el mundo no quiere ser cercenado ni compartido con nadie? ¿Lograré despertarme con ímpetu?
No sé si encender la televisión, es una cuestión que se remonta milenios atrás.
Estaba dispuesto a centrarme y a enterrar la máscara pero, ahora que no huyo, no me hace falta teñir mis recuerdos ni aspirar a ser un puto superhéroe.