martes, 27 de noviembre de 2007

BAJO DESGARRO 3.0

CAPÍTULO TERCERO
LAS RUINAS DE MIS RITOS SE MUEVEN


En el combate recrudecido de los últimos tiempos, Enzo halló un hueco para escapar de aquél lugar.
Parecía que el dolor se estaba largando por momentos, aunque siempre volviera, así que decidió coger el camino hacia adelante y no pararse más de lo necesario. Era la única posibilidad, en aquél estado, se decía, "todo este dolor es una ilusión"; y con sus bártulos y un gorro para el frío empezó a pensar en las 2 horas de viaje que tenía por delante. Intentaría dormir -iba falto de horas de sueño- pero claro, sin estraños ni turbulencias mucho mejor. Ya llegaría.
- Esa canción fue uno de los culpables, tío. Estamos locos, pero cuando tengamos 40 seremos sanísimos, ya lo verás.
La música no pertenece a nadie. La música es arte en movimiento para invocar, nunca para denostar. Es la categoría más alta a la que podemos aspirar.
Era probable que no se entendiera, pero fue sobre la marcha y sin previo aviso, como cuando llega la muerte. Había decidido actuar como lo hace la mismísima portadora de la guadaña sagrada: de ahora en adelante eran iguales. Seguía el miedo, cierto, pero éste mutaba y mutaba y no paraba de mutar. No acertaba, se decía,
- "¿Qué forma quieres adoptar hoy?"
- Tenemos una deuda pendiente.
- Tú no eres mi hermano, mi hermano no atraviesa paredes.
Por ahora así debía ser, digamos, con una base clara a la que agarrarse, una clara sintonía en su cabeza.
- Lo voy a arreglar todo cuando vuelva, pero ahora no puedo. No puedo pararme aquí.
- Dicen que si cierras fuertes los ojos acabas viéndola, y que te plantas ya fuera del jodido invierno; lejos, muy lejos de aquí.
- Sólo quiero que pase rápido diciembre y celebrar el año nuevo.
"Coger mi cámara", me dijo anteayer, "y salir por ahí sin nada que hacer más que millones de fotos". Pero hipotecando su vida, sus meses, no tenía muchas opciones. Le salió cómo debió salirle, de cualquier manera, corriendo, no te duermas, mantente vivo, coge aire y respira.
- Es la única manera.
- No lo soportarán; además no estás seguro del todo, a largo plazo.
- Claro, pero ahora lo que cuenta es el presente, y no mirar atrás.
El cuerpo es sabio, él sabe qué hacer cuando la mente no responde. Al final, cuando no sabes el remedio, se puede dejar todo en manos de la cara B del ser. Los valores de la carne, los flujos que corren y regeneran tu organismo.
Y mientras no haya avisos graves, crucemos los dedos. Se puede seguir así, coge la directa y no la dejes. Dale la bienvenida a cualquier cambio, amigo mío, y ya te llegará la hora.

domingo, 25 de noviembre de 2007

BAJO DESGARRO 2.0

CAPÍTULO SEGUNDO
UN COMBATE DESIGUAL: ALMA vs LA MENTE TRAICIONERA


Empezó a acostumbrarse a vivir bajo los efectos de aquella droga letal.
Desde sus tiempos de adicto -no tan lejanos por otra parte-, nada le había hecho pensar en una recaída, o volver a ellas. Como todas estas cosas inescrutables que dirige la mente humana, no había otro remedio y no le parecía del todo mal.
Ceder una parte de su poder a un ente superior, para el bien de todos (incluído el mismo). No sufriría por pensar que su vida se le escapaba de las manos: esas batallas estaban ya muy perdidas y no había ya que temer. Si tenía que morir que no fuera porque él no delegó en las milagrosas pastillas...
Era la maldición de su tiempo. Jóvenes con proyección, con toda una vida por delante, bloqueados, absortos, e inutilizados para la causa máxima del ser humano: la búsqueda de la felicidad. Estaba marcado por esa maldición, una enfermedad de difícil cura, una tara, un defecto de fábrica;
-¿Quantos hay como yo?
- De momento estoy separando las características propias de los originarios, para después aíslarlas y encontrar la raiz de las ramas del genoma que difieren en cuestión. Esto me permitirá hallar a otros como tú y será más fácil diferenciarles...
-¿Para meterlos a todos en un campo de concentración?
- Sé que has estado en Alemania últimamente, pero no es para tanto...
- ¿Y qué pasa si Sylar los encuentra antes?
Deseaba ser jodidamente especial, siempre se sintió así. Nunca pudo absorber los poderes de los otros, pero se decía que ya tenía bastante con lo suyo:
- ¿Porqué no me habías dicho nada?
- No podía, de hecho me cuesta... estoy como... no sé, bloqueado, joder. No puedo pensar, ni actuar ni tomar decisiones. Me estoy dejando llevar, pero siempre pensando en mi beneficio, sin forzarme a nada.
- O sea, que te has convertido en un abuelo prematuro...
risas
- Sí, algo así.
- Todo lo que haga no tiene ningún sentido. Yo sé lo que es verdadero, y lo verdadero eres tú. Y yo quiero lo verdadero en mi vida, ¿entiendes?
Todo lo demás me da igual, menos lo que no tiene sentido.
- Sólo quiero escuchar y dejarme en paz.Necesitaba una válvula de escape y la halló justo a tiempo. Tanto cuesta, se repite, "tanto cuesta luego ríes y la suma te desajusta", qué terrible ironía.
De verdad que podía vivir en aquél estado de puertas abiertas de nuevo cuño, drogado, abismado y confundido. Que desfalleciera o no: eso lo dejaba para gente más docta, y ese era el principal problema;
vivía en un mundo, un planeta, una sociedad, tenía congéneres, había ADN y seguían unos avances de la hostia en el tema. Y a eso nunca se adaptaría.
Como tantas veces -cual animal incomprendido- callaba la boca, bajaba la cabeza y seguía a lo suyo.
Era una especie en extinción luchando contra otra del mismo calado.
El samurái contra el dinosaurio.
El alma contra la mente traicionera.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

BAJO DESGARRO

CAPÍTULO PRIMERO
SOSPECHA DE UN APOCADO BOTARATE

Notaba que le quedaba poco tiempo ya.
Estaba cerca de exhalar su último suspiro y, en esas condiciones, no podía dejar de pensar en lo que todavía le faltaba por hacer; tenía tantas deudas pendientes que las palpitaciones, localizadas en la parte izquierda del cuello con un agudo pitido en momento de ataque o presíncope, se multiplicaban y amenazaban con echarlo todo por la borda.
"Aún no ha llegado tu hora", se decía, pero el trabajo que estaba desarrollando en esa época no le ayudaba demasiado. Lo veía todo oscuro: que si un chico de 25 años que de la nada padece un derrame cerebral, el hermano de un amigo -un chiquillo también- con un tumor cerca del corazón, etc. La muerte asomaba, andaba cerca, y no había escapatoria. ¿Cómo afrontaría aquél momento?
Pensaba que de todas formas, esos días, nadie parecía estar cerca y había poca disponibilidad. Lo sabía porque tenía demasiado tiempo para él, para pensar, para olisquear la muerte. Y eso era lo que le causaba más dolor y le atemorizaba por completo.
Volvía a no poder dormir. Cuando por fin lo conseguía, después de horas de lucha por no desfallecer y orientar pensamientos en la cama, temía no volver a levantarse tanto como una puta losa de esas que te marcan, por lo que el tema se alargaba indefinidamente. La última esperanza dormía en un latido tenue en forma de caso clínico, simple y llanamente, pero se lo decía con voz baja en un arranque -de lo poco que le quedaba- de delirium artisct.
Le costaba aceptarlo, ya que significaría estar loco y no tener ninguna enfermedad secreta, y esa opción le disgustaba demasiado; o, en caso de estar enfermo, padecer las mil singularidades de un proceso semejante, por no mencionar la posible reacción-desastre de su familia. Y era, también, demasiado cobarde para aceptarlo: se vendría abajo y eso provocaría un deslizamiento de su mente a cotas extremas, la enfermedad mental que comentaba antes.
Como su vida, todo era un círculo vicioso, un pez que se muerde la cola, una sucesión de hechos que ya había vivido, Vértigo, Nietzsche y el puto Forrest Gump. Odiaba darse cuenta de que el miedo a permanecer en los anales había sido sustituído por uno más terrenal, más físico. Íba a palmar, desaparecer, tenía que dejarse ya de tonterías de aspecto literario teñidas por artificios tan manidos. Estaba aterrorizado.
Había dejado innumerables vicios para no encontrarse en ese lugar como el que reza a un Dios para salvar su alma, pero no era suficiente. El tabaco y la falta de deporte, al final seguramente los dos más importantes, retumbaban como ecos molestos que avisaban y avisaban... hasta que fuera demasiado tarde.
Sólo quería intentar no sufrir, pero nunca había tenido demasiada suerte y no creía que fuera a cambiar ahora. Era demasiado tarde joder, y se odiaba por ello, ¿qué diablos hizo mal?
Estaba y seguía completamente perdido.
Notaba que le quedaba poco tiempo ya.

domingo, 11 de noviembre de 2007

UNA DE PINGÜINOS


-2 grados centígrados hoy por estos lares... y una manada de pingüinos aquí al ladito de mi campana de cristal, fuera, esperando que acabe mi turno para asesinarme a martillazos fríos como el frío, a que muera congelado por la acción de los rayos cósmicos de esta maldita y desagradecida ciudad. O a riesgo de que me toquen y muera congelado...
¿Alguna vez viví aquí? ¿Soy de aquí? ¿Cómo puedo haber nacido aquí y no recordar este puto frío? ¿Siempre fue así?
Me espera un bonito invierno, necesito purgar los demonios de la noche en algún lado porque si no no voy a encontrar motivos... ¿el dinero?
Poderoso caballero es don dinero, pero a costa de esta tortura es más bien jodido;
tampoco tengo nada mejor que hacer, y ya que decidí volver... pues a pasar frío, joder.
¿Tener las manos frías siempre es síntoma de algo?
¿Y los pies?
¿Vuelvo a los jerseis de cuello alto? Los veo cutres y poco cómodos, molestan. Me recuerdan a Seinfeld y me ralla. Pero podría ser una opción buena para la supervivencia.
¿Me compro una bufanda más gruesa y de tonos lilas?
Empiezo... a ver. ¿Empiezo a ponerme camiseta de tirantes debajo? Sí, de esas blancas míticas Ferrys, la vestidura habitual de los ociosos mafiosos que se sientan fuera de sus negocios a charlotear y pedigonarse. Solían ser un componente de apoyo agradecido al resto de la ropa, ¿lo recuerdas?
También recuerdo que mi hermano pequeño usaba medias de futbolista -aunque el nunca jugara- para hacer más llevaderos estos climas. ¿Me hago con unas?
¿Y los gorros? Sombreros... no, va, no. Gorros...s í. Ayer, entre mi ajuar de invierno manrusiano, encontré mis dos de siempre, uno negro más ancho y abrigador y otro más fashioneti, Kangol Samuel L. Pero va a caer otro aún más abrigador, está por ahí cerquita.
En cuanto a las chaquetas tengo un problema eh, aunque siempre me quede mi antigua Levi's. Guantes paso, siempre he pensado que son tan inútiles y estúpidos como los paraguas, aunque quizá deba replanteármelo, y esto es lo que más me jode de este invierno del carajo que preveo, y que acaba de empezar. Por no hablar de los paraguas un poquito más... me parece absurdo salir a la calle equipado con uno. Primero ya es incómodo porque te elimina una mano; segundo es de mongolo llevar uno encima como esperando la lluvia, ¡casi deseándola! Esto lo atribuyo al daño que hizo en su tiempo la peli de Cantando bajo la lluvia, arraigada por desgracia en la cultura popular. Tercero... que son horribles, joder, y que nadie se lo ha dicho aún a Rihanna.

Me cruje una ligera obsesión, pero espero no darme cuenta y salir vivo del envite.

1, 2, 3... sol, para paliar estos jodidos efectos, porque es duro de cojones, de verdad.
Creo que voy a pedir un aumento de sueldo. Veo las montañas de Montserrat desde aquí, garantes de una antiguo estilo de vida y puede que del Santo Grial, Himmler vino a buscarlo...
Pues no, ¡¡a la mierda!! Putos monjes samoanos... ¡¡es por culpa de esa gran muralla de piedra que aquí pasamos frío!!
Cazzo!!
¡¡Voy a morir por inhanición, congelación e hiperglucemia!!
¿O por un fallo múltiple orgánico?

miércoles, 7 de noviembre de 2007

EL MUNDO DERRUÍDO*

- Estás tosiendo.
- Sí bueno, estoy ahí-ahí. Estoy tomando vitaminas.
- Vitaminas, ¿para no ponerte mala?
interrumpiendo un principio de explicación
- ¿Para prevenir?
Me mira con cara incrédula y un principio de cabreo, ¿de qué hablas?
Me he perdido y sumergido en un diálogo mío de una canción que debió ser mía o ser yo, aun no estoy seguro.
Si acumulas ceniza tanto tiempo, ¿qué sucede?
(Se hace una montaña que es más fácil eliminar de un soplido, si vuestros lazos los forman cimientos de este tipo).
Preguntas, ¿es tan triste el cometido? Ya no tienes que buscarle un sentido.
Viniste a mí en mi reyno, un día cruzaste el charco,
un día que yo miraba y asentía, preguntaba por el remedio más parco.
Dijiste si me atrevía y yo respondí: "Tenemos un trato".
Empezó en un bar que nunca nos abandonó; soñaste y el delirio me atizó: "Sabes, las noches no acaban así, entre tú y yo".
Una palabra de tu boca mientras yo me buscaba: "Qué te pasa con los besos? Porqué yo ya no pienso hacer nada".
Bandido o ladrón, no importaba
dos bares más y el humo no me alcanzaba, poca paciencia: "Quizás en un iglú funcionara".
Y piensas: los caminos se debieron perder, pero reencontrarse no es menester.
Cuando la cabeza me alejó, volví a sentirte cerca, de nuevo un camino: "El médico me lo tiene totalmente prohibido".
- Ehem... no sé... ¿por dónde iba?
- Tú callate, anda. Pero eh, si tienes algo pensado suéltalo, que te vas viendo menos cohibido.
Yo en realidad seguía a lo mío,
dentro de mi mundo por construir derruído,

seguía perdido...


* POR 43 CANDADOS

jueves, 1 de noviembre de 2007

EL MARIDO HUÉRFANO

21,37 del 31 de octubre. Acabo de salir del Coliseum de ver El Orfanato, en el día de los muertos. De las prisas a todos los lugares, ahora desde el Viena comiéndome mi bocata preferido, he saldado una deuda pendiente. Me venía rondando después de ver la clase magistral que hicieron los jóvenes realizadores del film en Sitges. No las tenía todas, a los amiguetes de elfuegoestáencendido ya les posteé algunas dudas y un dinerillo como mal menor. Pero no, me equivoqué. Cierto es, como decía su director J. A. Bayona, que su proyecto viene de mucho antes que Los Otros (la eterna dificultad de los que quieren llegar), pero le apesta demasiado y, en consecuencia, denota cierta incapacidad para adaptarse y crear algo diferente teniendo en cuenta eso. La peli no tiene ritmo y es previsible, está descompensada y los personajes están muy desdibujados. Mención especial al marido de Belén Rueda, que pinta cuadros. Da la sensación de que le quieren echar de la peli, sobretodo la misma Belén, porque no se entera de nada. ¡Y además tiene la desfachatez de cerrar la peli! Ah, de la Chaplin ni hablo, che schifo... y sí, Belén está mayor ya, pero sigue...s igue... ahí, sí.
Deberían explotarse más los recursos musicales, el sonido, los silencios... poco miedo he pasado, aunque mi partenaire ha tenido un par de sobresaltos y dice que le ha gustado.
- Será la cerveza. Joder, esta es la segunda y voy morao. Y el marido,
riéndose a carcajada suelta ¡que coño hace, que diga algo, mira qué caras pone todo el rato!
- Shhhhttttttttttttttt, no chilles...
Pero no rajaré más. Está claro que el instinto crítico está cerquita, pero a veces también hay que dejar espacio libre para valorar otras cosas. Como por ejemplo la técnica: está realmente bien hecha. Tiene unos planos cojonudos, impropios de novatos. Y la sensación de aire fresco que nos traen esta gente, así que habrá que estar atentos a sus próximos movimientos.
- La próxima vez elijo yo.
Sí, será la cerveza, tampoco he comido mucho. Me mareo mirando las luces de la ciudad y todo me baila, aunque puedo controlarlo, he estado en sitios peores mientras pienso en Johnny Depp por segunda vez hoy, ahora cuando entra al hotel y habla con la recepcionista en Miedo y Asco.
Estoy sentado en el asiento de justo detrás del chófer, delante de todo. He pensado que sería el más cómodo, pero me he equivocado: ya me están doliendo las rodillas.