viernes, 31 de diciembre de 2010

CLAUSURA 2010

ANTOLOGÍA VISUAL
2010 ha sido un año para no olvidar.
Empiezo así, a saco, la difícil tarea de resumir en un puñado de fotos y vídeos un año entero de mi vida, el de mi trigésimo aniversario.

ENERO
Enero es mi mes. Y este año, además y como decía, he llegado a la simbólica cifra de los 30. Lo hice en tierras vikingas otra vez (como en mis 28), disfrutando de la compañía de mi amigo Kristian y sus secuaces Edvard y Gustav en Oslo, Noruega.
Es un mes de angustioso frío, pero para mi es el mes del final del invierno; psicológicamente después de mi cumpleaños se abre febrero, y es como si la primavera estuviese llamando a esa misma puerta entreabierta.

FEBRERO
En febrero se palpaba el cambio. Recuerdo haber estado muy agobiado y creer que volvía a toparme contra un muro (el de turno), pero me equivocaba; en realidad, estaba llegando a un punto de lo más saneado. Todavía no era muy consciente del todo cuando bajé a Valencia a ver a mi amiga Isalén (antigua Amélie).
Aún hacía frío.
MARZO
El mes de las avalanchas. Atolondramiento (positivo).
Muchas salidas, cenas y buena salud. Con los alacenos a tope, aunque la cosa empezaría a menguar pronto (justo como Standstill y su nuevo disco). Y una nueva y breve historia que tuve que cerrar antes de la llegada de abril debido a la irrupción del huracán Laura (categoría 5).
Ha sido un mes para recordar.


ABRIL
En abril besos mil. Primavera total: conciertos, borracheras como prórroga y de aúpa, excursiones varias (incluido el interior catalán) y risas por doquier.
Primeros pasitos. Alegría

MAYO
Mayo es el mes de la consolidación definitiva. El guaje Villa ficha por el Barça mientras vuelvo a recaer de mis putas anginas. Empiezo a pasar mis días entre Manresa y Gironella, y yo encantado de la vida. También empiezo a plantearme otro tipo de vida, descartando sueños absurdos y centrándome en la construcción de cimientos sólidos.
Terracita aquí y cervecita allí entre medias (bandera orgullosa).
Plenitud.

JUNIO
Junio es el mes del Mundial. Combinando faena y partidos en el piso vía Internet con Beppe, mi compañero de piso y amigo. Ilusionado como un niño y disfrutándolo como nunca (no me lo tomaba así desde el Mundial de EEUU’94). Mi amigo Ace (antiguo Teddy KGB), aunque desdeñe velocidades, bien lo sabe: este año todo se paralizaría hasta llegar a Sudáfrica.
La noche de San Juan (un clásico), en Cal Ribalta, un enclave sagrado.
Por el interior a toda vela, viento en popa. Disfrutando de los pequeños placeres (y de los grandes).

JULIO
Mi puto mes preferido, y además este año de verdad: al undécimo día, España se proclamó Campeona del Mundo de Fútbol por primera vez en su historia. Derrotó a Holanda en la prórroga de la final de Johhanesburgo por 1 a 0. Para los anales.
Vacaciones en mi Cerdeña desconocida: una semana en el paraíso. Cuartos de final alquilando el coche y semis en un camping de Palau, al norte de la isla. Cabezazo de Puyol en nuestra intimidad foránea, entre plato y uñas: qué gran momento… Y una de las mejores cenas que recuerdo haber tomado (Linguine all'astice, tercera foto).
También vino Arthur un fin de semana largo, lo pasamos en grande y escalamos por Montserrat y todo.
Como suelo decir: verano total.

AGOSTO
Encierro laboral. Como de costumbre.
Agosto dice: septiembre se huele, cerdo, ¡espabila!
Sorpresas positivas: visita de Kristian, alguna excursión y buena mesa.
Poco más.

SEPTIEMBRE
En septiembre continuamos con la misma tónica de trabajo y depresión otoñal, con la excepción de la escapada a Madrid para ver a mi amigo Tognâo, recién mudado.

OCTUBRE
En octubre ya estaba muy metido en el pueblo y hubo el cambio de oficina en Urgencias. Ha sido muy sonado, casi tanto como las partidos de tenis con mi suegro.
Primeros fríos… y ya sabes cómo odio esa puta sensación que se te cala por estas lares.
Continuamos con la buena mesa y una figura que languidece y protesta por el poco caso (y yo pagando un puto gimnasio).
Se confirma que los intereses propios pesan mucho, opción vital tan lógica como el curso de un río, que es el morir (como diría aquél).

NOVIEMBRE
Frío total. Con la mochila a cuestas todo el día, intentando no enfermar.
Trabajo. Mucho trabajo.
(Y buena cocina también).

DICIEMBRE
El fin de mis 30 y del inolvidable 2010.
Escapada a Bélgica por el cumpleaños de Laura y para recargar pilas de cara a la dura recta final.
Y lo que es mejor: esperanza. Algo que, obviamente, no se tiene que perder, pero que si (además) existe a ciencia cierta y tiene una base real y palpable,
es totalmente embriagador. Lo mejor de lo mejor.


el equilibrio

El vídeo del año sería el del gol de Iniesta en la final, pero no lo cuelgo porque no encuentro uno que me guste. A cambio, os dejo mi breve visión de ese gran acontecimiento. No pude cambiarme el día: si el partido llegaba a la prórroga, iba a perderme el desenlace. Y así fue, y además no tenía batería en el teléfono, pero la sensación de felicidad era tan grande, que, en esa noche, ya nada tendría ningún tipo de sentido ni valor excepto esa sensación (y alguna cosilla más).

En cuanto a música, no soy muy fan de hacer listas como mis amigos Albert y Xavi (más que nada porque el tipo de música que me gusta no suele estar en boga), pero sí que diría que el disco del año es el Adelante, Bonaparte, de Standstill. No colmó todas mis expectativas pero sí que fue muy llamativo y destacado.
Por lo demás, desear mucha salud para todos y una buena entrada de año, que el 2011 seguro que presenta retos verdaderamente apasionantes…
arrivederci!

viernes, 17 de diciembre de 2010

ESTIBADORES

¿Por qué no escribes sobre las injusticias?
Porque no escribo sobre mierdas sociales.
¿Qué eres, crítico de cine?
¿Cómo? ¿En qué cojones te basas para decir eso?
¿Y sobre qué escribes pues?
Sobre el individuo, supongo.
Pues entonces escribe sobre el individuo que está amargado y amarga a todo su entorno.
Ya, es que la gente es muy mala, ¿eh? 

{Lo que hay que aguantar}
¿Y por qué se ha vuelto mala, porque ellos también han sufrido injusticias?
(...)
Y yo que sé tío, la gente siempre ha sido mala, no tienen nada en el cerebro.
¿No quieres decir que todas las personas absorben todo lo negativo fácilmente y lo positivo cuesta más de transmitir?
Supongo que lo fácil es estar siempre cabreado, no sé. Me la suda bastante. Paso de la gente.
Eso no puede ser bueno, eso de pasar de la gente. 

Y qué malhablado eres, Javi…
Últimamente me pongo de mala leche con mucha facilidad. No es que no soporte a más de uno y no sepa llevarlo, no es por eso. Estoy acostumbrado a lidiar con chusma y a tratar con taraos de todo tipo, pero al reducir gran parte de mi vida social al asqueroso microcosmos laboral, todo se contamina. Incluyéndome a mi mismo. Mis valores, mis capacidades. Las cosas que me caracterizan. Si me hago el desinteresado me crucifican igual, así que me suele salir el tiro por la culata. Debo llevarlo escrito en la cara, cuatro breves golpes después, como todas las cosas que inexorablemente hacen BUM.
Pero no era ese el tema. Quería escribir sobre el sedentarismo nómada. Es decir, sobre el llevar la casa a cuestas constantemente. Y que conste que ya no le hago lavar la ropa sucia a mi madre, esa flor se marchitó. Todo se cuece en un radio de unos 40 kilómetros, no más. Con el depósito seco todavía, pero con la presión muy cercana, zumbándome al oído como el taladro del vecino de buena mañana y el pesado martillo de Thor. Es una de mis últimas fronteras, y yo no quiero ni oír hablar de altos muros o veredas cortadas.
Cargo macutos más pesados que los pedruscos del Fullet Tortuga, pero no consigo volver a filtrar toda la información que hierve a mi alrededor. Si al final llego al punto deseado, por más que pueda verlo desde aquí y sude sangre intentando palparlo, valdrá la pena el sacrificio. Eso es lo que me digo. No hay peor cosa que estar ante una puerta y no poder traspasarla.
La impaciencia es una enemiga implacable que hay que saber aplacar. No hay más remedio (no hay más remedio que ser soez). Pero como no puedo influir en la gente ni en sus designios y no quiero combatir la poca educación, la incultura o la falta absoluta de salud mental que hay, mejor no insisto en cargar con esas cosas también; si se riega lo anhelado con la frecuencia necesaria, una vez conseguido no habrá problemas para encontrar el camino y recorrerlo sin las huestes de Atila (sin necesitarlas).
Adoro esta presión. No me importa que haga frío, y por mi como si cae un puto rayo aquí al lado que corrompa el pensamiento y haga perder el rastro de aquél chico atormentado.
Últimamente pero quizá ya no tan últimamente, cuando me pongo de mala leche {mientras me hago la maleta veinte minutos antes de embarcar corriendo de mala manera}, miro a ambos lados, jugueteo con mi alianza y (me) sonrío. 
Y no es porque me esté volviendo loco {ni esté amargado},
no es por eso.


domingo, 5 de diciembre de 2010

CUESTIONES DECENALES


Me he llegado a preguntar muchas cosas tradicionalmente, y a medida que se acerca la Navidad y fin de año, todavía más. ¿En qué he cambiado? ¿Cuáles son las cosas que me preocupan ahora? Y un sinfín de mierdas por el estilo.
De los viejos amigos no reniego. Siempre creí que nunca me abandonarían. Hoy me cuestiono cómo, desdeñando tatuajes y cervezas, pero con este puto frío no apetece un carajo. Lo llevo fatal. Salgo de trabajar con -1 o -2 y llego tieso a casa. De las anginas todavía no hay noticias, pero no importa demasiado: en ambos casos estaría jodido.
Casi he acabado la selección de fotos que hago anualmente para la Clausura. Sólo falta diciembre, naturalmente. Supongo que la Navidad será el centro de atención del último mes de este primer decenio, o puede que no. Puede que encuentre consuelo en esta puta silla, como es menester, qué sé yo. Sólo sé que el tiempo pasa volando, y que lucho para que esa jodida obviedad no pese más de lo acostumbrado.
Respiro tranquilo, finalmente. Ha sido un camino pedregoso, pero el trabajo no está acabado. De vez en cuando aparece una oscura esquirla a la que reservo un buen asiento en mis sueños. La muy jodida no me da tregua, aunque esté lejos de convertirse en pesadilla.
Sigo sin encontrar mi verdadera vocación {si es que tiene que ser obligatorio tener alguna}, así que estoy a un paso de convertirme a la religión de esta puta silla. Sólo me falta un ingrediente para completar la receta y echar el ancla en el deseado puerto. Mientras tanto y por si acaso, seguiré esperando en plena armonía. ¿Qué más podría pedir?
Diez años atrás y apenas un par de certezas. Eso sí, de las más trascendentales; es excitante comprobar cómo se exhiben para dirigir el cotarro con absoluta maestría, de tal manera que huiría del país si me llegara a faltar una de ellas. Sobre todo una en concreto. Y adelanto que la otra es un grado de madurez que no discute ni se confronta con el paso del tiempo.
Me he llegado a preguntar muchas cosas tradicionalmente, incluso sobre qué demonios debería tener la gente en la sesera. Pero ahora que se acerca la Navidad y fin de año, finiquitada la década, mucho menos de lo acostumbrado.
Y un sinfín de mierdas por el estilo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

ESTERTORES DE TRISTURA

Estábamos buscando un lugar para tomar el sol con mi hermano Ricardo. Bajábamos por una especie de cornisa muy escarpada, cuesta abajo, se supone que al final de la cual se encontraba la mar. El sitio en cuestión se hallaba repleto de gente, pero curiosamente no había ni una sombrilla. Estando ya tumbados, noto una repentina sensación de pánico generalizada que precede a un maremoto de proporciones devastadoras. Me despierto sobresaltado en el momento en el que el agua, que me va cubriendo el cuerpo lentamente, acaba por ahogarme por completo.
Cuando la muerte golpea súbitamente es inútil echarse a un lado porque nadie escapa al dolor de la pérdida. Puede ser un sentimiento circunstancial pero no por ello menos doloroso, sobre todo si no hablamos de familia directa.
De todas formas, lo peor es ver sufrir a los tuyos. Sufres por ellos disfrazado como el espectador más cínico del mundo, atento a cualquier gesto de debilidad o desvarío, justo antes de que todo se tambalee. Al ponerles en tan macabro púlpito, te desarmas de inmediato. Y cuando ya no sabes qué hacer ni cómo diablos moverte, escudriñas el suelo intentando no cruzar la mirada con nadie, cosa que puede provocarte un desagradable picor por todo el cuerpo.
Cuánta suciedad. Ella estaba destruida por una pena que, lejos de remitir, era de todo menos frívola, y yo contra eso no tenía ningún antídoto [aunque supiese de antemano que no tendría ningún motivo para necesitarlo].
Toda la vida batallando, ¿para qué? No podrías soportar tanto pesar. Crees que también te podría pasar a ti. ¿Y por qué no? ¿Deberías estar toda la puta vida privándote de cosas? ¿Haciendo números, cábalas y demás cabriolas? Es inevitable vivir el presente posando un ojo en el futuro [probabilidades de desastre a parte].
Ese dolor ajeno ha llegado a poseerme. Me he sentido asténico total. ¿Lo arregla el paso de los días? Inútil es pensar que todo va a ir bien. Pensar que hay que vivir al día, como dice la canción, o que, a modo de reset, todo tiene que acabar para poder gozar de un nuevo y esperanzador amanecer... Sea como fuere, me suena fatal.
Es jodido porque la conciencia de un estado similar evita a la pasajera suerte con mucha mala leche, nada que una capa de tristura, en estos asquerosos días de noviembre, pueda subsanar del todo.
Oigo el silbar de una guadaña que corta las noches con su acero más atroz. Es desesperante, suerte que el barman es amigo mío. Quisiera un funeral irlandés, bañado por alcohol y música nuestra, ya me entiendes, le digo.
- ¿Cómo?
Y que los que todavía se mantengan en pie, que velen sin pesadumbre ni caras sacadas del Actors Studio, y que limiten el aforo y los  putos silencios incómodos [a ser posible]. 
Recuérdalo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

PERIPLOS ESPACIALES


TRATADO AERONÁUTICO SOBRE UN ESTADO NATURAL
No ha sido especialmente duro volver a la noche, atisbar todos los canales permitidos hacia remotos confines como reflejo de una soledad que está al final de la adolescencia [según Pavese].
No obstante, sobre la exploración del espacio sideral, fuera del alcance de nuestra órbita, pocas noticias hay. Aquella vieja sonda espacial debió rebelarse, dado que la soledad no ha vuelto a ser lo mismo desde entonces. Puede que haya sido, incluso, un objeto convenientemente sobrevalorado.
Mucho ha cambiado desde entonces, aunque no todo para bien. La economía no consigue estabilizarse ni una regulación adaptable a los tiempos que corren, pero esto no es nada nuevo. Más cerca, en los límites de la verja exterior, todo parece haberse paralizado; supongo que la coyuntura actual ha favorecido, en parte, cierto alejamiento del centro de gravedad idolatrado otrora. C’est la vie.

Como todas las cosas que mutan y están en constante movimiento, la soledad como tal no les es ajena. Huelga decir que mi concepción del término, en valores absolutos, ha cambiado radicalmente, de tal manera que no imagino una visión menos estrecha que la que pueda sentir mi otro yo lejos de mi.
No pienso abandonar esta elipse. No podría alcanzar la velocidad de escape necesaria; no lo pienso sólo por poseer las llaves del portal, emblema que ratifica la existencia de materia oscura, ni tampoco a causa de los campos de atracción que pueda originar mi nuevo anillo de poder [me toparía con Doppler]. En verdad, se trata de una rotunda sensación: la certeza de un estado natural nada desbarbado.


No concibo ningún otro viaje ni vida sin esos parámetros.



sábado, 23 de octubre de 2010

COSAS QUE HAY QUE ESCRIBIR EN UN BAR CON UN PAR DE CERVEZAS EN AYUNAS...

... siempre que te moleste la conversación que mantiene tu compañero solitario de barra.

Es decir, yo no saco el teléfono y me pongo a hacer ver que escribo mensajes o me invento conversaciones imaginarias con un ser (in)determinado al otro lado de la línea. Joder, arrastro un catarro que no veas.
Si estás solo, pues solo estás y solo te quedas. Asúmelo. ¿A qué viene ese afán por demostrar que no estás marginado? De verdad, petimetre, no me interesa nada de lo que estás hablando con tu amigo imaginario. No t'hi escarrassis, olvídalo tío. Das pena. ¿Que no lo ves?
Si llegas solo a un bar y te pides una copa de vino blanco, deja el puto teléfono de lado y dedícate a saborearlo sorbo a sorbo, joder. Enciéndete un pitillo si se tercia, busca las musarañas. Observa distraídamente, si te apura, a toda belleza que entre por la puerta. O no te quites la chupa, como hago yo. Puede que así des la impresión de que estás a un paso de largarte, abandonando así esta puta pesadilla que estás viviendo. Coño, ¡pero si has sacado un libro y todo! Una Novela Criminal. Tú sí que eres un jodido criminal, mequetrefe.
Aún no has soltado el teléfono. A mi hasta me ha dado tiempo de ir al baño. Miras a banda y banda, como si esperaras a alguien... ¿o es que quieres que alguien te escuche? Deberían juzgarte por crímenes contra la humanidad, berzas. Tienes una barba de pega que no veas, máquina. Parece dibujada.
No sé cuánto tiempo ha pasado ya, amigo mío. Puede que más de media hora. Te va a costar cara la llamada. Me encantaría hacerte una foto e inmortalizarte, lo que yo daría, joder. Ya debe ser la hora de ir a cenar. Hostia, me estoy meando otra vez. Vaya torta. Tengo que ir a buscar a Laura.
Pues nada, ahí te dejo. El barman me hace un gesto de condescendencia. Ambos sabemos lo que está pasando aquí. Ponme otra. Espera... joder, ¡ha llegado un colega suyo! O alguien que saluda sin mirarle a la cara. Eso es amistad. Qué asco. Nada cambia, mi amigo de barra sigue al teléfono y mirando alrededor. El otro no parece ser mejor. No me lo puedo creer.
Ya llevo tres quintos. No sé si podré soportarlo.
Esto tiene que acabar.
Voy a ir a decirles algo.

domingo, 10 de octubre de 2010

10

Símbolo de totalidad o perfección, el número 10 nos traslada desde la Rueda de la Fortuna hacia una nueva esperanza constantemente, siendo '1' el Dios Supremo, y el '0' la Nada.
Es un número con una largo recorrido en las diferentes tradiciones religiosas, pero, ¿a quién coño le importa?
Lo que pretendo hoy, en este día señalado, es homenajear a una raza de jugadores de fútbol, una que está prácticamente extinta: la del Diez. Y cuando hablamos de Dieces, automáticamente aparece el máximo exponente de esta especie en declive, Diego Armando Maradona. Mis primeros recuerdos para con D10S son de cuando fichó por el Sevilla, junto con alguna imagen bastante difusa del Mundial de Italia {¡hijosdeputa!}.
Los Dieces son raras avis dentro del deporte de equipo que es el calcio. Suelen tener un talento excepcional, fuera de lo común. A menudo se les ha echado en cara su excesivo individualismo que, unido a una más que demostrada actitud anárquica, les ha hecho acarrear reacciones y sanciones de todo tipo. Y es que a los Dieces, o les amas mil, o les odias hasta la muerte...
A algunos entrenadores no les entran tembleques a la hora de sentar en el banco a estos fantasistas -dado que no aportan mucho al sentido del juego colectivo-, pese al grave peligro que eso supone, mientras que otros no han ni pestañeado a la hora de otorgarles todos los galones: no es nada raro que a estos elementos diferenciadores se les acabe otorgando el brazal de capitán y el timón de la escuadra en el campo. Fuera de él, por su carácter acentuado les conocerás, y de su personalidad mucho se hablará. Para entendernos: hablo de Mark Lenders, no de Oliver Aton. 
Tácticamente, sigo hablando de esos Dieces que aparecen como un rayo fulminador y desaparecen con la misma frecuencia que un último bostezo (el del asco). Mediapuntas que acaban jugando de segundas puntas y que, hoy en día -con estos esquemas ultradefensivos de un solo punta-, apenas se ven.
Ahora, tú debes elegir con qué clase de Diez te quedas: con el partícipe del juego, con clase y llegada pero uno más del montón, o con el tío ese que camina casi deambulando por la hierba y parece que vaya borracho...
Para no cansar más, os dejo aquí una serie de jugadores con los que siempre me he sentido identificado por representar esos valores y poseer esas características (aunque algunos hayan jugado en posiciones más retrasadas, otros estén todavía en activo y no todos cumplan a rajatabla con esos mandamientos).
Porque una vez, y puede que esa vez no me haya abandonado nunca, yo fui un Diez, y ese es y será siempre mi jodido número y emblema. Y con ese espíritu encaré mi vida y expresaba en qué clase de persona me estaba convirtiendo.








Pinturicchio os desea un feliz día del 10.

miércoles, 6 de octubre de 2010

MORDIDA

Octubre.
Vuelven las mantas demasiado pronto.
Me veo envuelto en un cuadrado perfecto, de color naranja como en el Bloque B, justo el mismo día que me entero del regreso de A Perfect Circle. Ya era hora de que Maynard dejase un poco de banda sus putos viñedos, joder. Habré escuchado el Mer de Noms un millar de veces mínimo.
No me han puesto la mampara de los cojones, pero no puedo dejar de darle vueltas a eso ni rebajar el nivel de tensión. Me jode mucho no poder hacerlo. Lo intento con todas mis fuerzas, pero cuesta trabajar a este nivel de desamparo.
Pienso que no debería dejar pasar tanto tiempo, estamos en octubre (repito), y se me va a hacer tarde. Tengo demasiadas cosas que hacer, pero me ahogo en un vaso de agua, casi tanto como J. J. entre sus fuentes y las piedras de Ica
Estoy cerca.
Pronto, tarde. Siempre calculando.
Nueva vida, vida anterior. No, mejor 'vida pasada'. O vidas vividas. Sea como fuere, no creo haber dejado de ser 'yo'. Un 'Yo' pulido y maleado por esas vidas vividas y ese 'Tiempo' transcurrido. Un 'Yo' mejor. El pasado perfecciona. Sólo pienso en él en cuanto a falso. Falso por pasajero. Falso porque siempre está en movimiento.

Como ves, no tengo mucho que decir. Sólo quería colgar esta foto y dejar claro que todavía sigo aquí. Estoy engordando, lo noto. Peso 72 quilos. Cuando vine de Cagliari bordeaba los 66, pero de eso hace ya más de tres años.
Ah, y sigo buscando series de TV. Estoy bastante apartado del cine. Fringe y Breaking Bad. También The Clon Wars, aunque parece que estoy consiguiendo escapar del universo galáctico por fin, y eso que estos días dicen haber encontrado un nuevo sistema parecido al solar ('habitable'). Pronto hablaremos de marcianos sin que nos miren mal, si bien yo nunca he visto un OVNI. Me gustaría ver uno antes de que se haga 'oficial' (Íker e amiguetes así lo creen).
Qué curioso... pensaba en lo falso que es el pasado y en la gente que va desfilando en general (como norma vital global impepinable), y, de repente, ya estoy pensando en colonizar el espacio, cuando para mi la gente que está fuera de mi núcleo o alcance no existe.
Pese a estas pequeñas contrariedades internas, todo lo demás brilla como el sol de la mañana junto a la mordida de mi vida. Como no quiero ser cutre ni clarividente a estas alturas, no voy a dar más detalles, que pese a que estemos en octubre, todavía amanece demasiado pronto, y yo ya noto como quiere traspasarme el frío.


viernes, 24 de septiembre de 2010

TURISTAS ACCIDENTALES


¿Dónde estaba Wally?
He perdido la quintaesencia del sacrificio y el miedo al delirio, pero eso no me convierte en un ser convencional.
Fui un turista de la soledad apelmazado al que le inocularon un peligroso virus, y he tardado treinta años en encontrar el antídoto. Treinta que nunca son muchos, si la dicha es buena.
Me veía paseando entre las multitudes de la capital de turno evitando el roce y el aliento ajenos analizando cada paso, cada mirada y cada segundo transcurrido con mi Casio F-91W ese feo -recuperado por el 'fashionvictimismo' actual-, renegando del dichoso teléfono {de la misma manera que el que reniega hoy del facebook y de las múltiples posibilidades que ofrece el mundo virtual} y del agradable placer de la compañía humana.
Sin embargo, mi cámara de fotos siempre estaba en estado de espera y no gozaba de una auténtica libertad de movimientos, por lo que la naturaleza cíclica de las cosas jugaba a rebelarse a través del citado germen.
No es que no quisiera ser convencional, ya que en realidad ansiaba todos estos placeres que parecían escabullírseme siempre, y yo, como decía, lo achacaba a los defectos de la Gran Obra. Pero todo depende de cómo se lea el guión, de cómo se interprete el hecho de buscar la Piedra Filosofal.
No juzgando los caprichos del destino y por más que buscase y viajase, he llegado a concretar la visita sin antecedentes de interés, de modo que la pérdida, en este viaje, ha resultado ser de lo más banal (ya que no era real). En cuanto se me reveló la verdad, supe que era eso lo que daba y daría sentido a mi existencia. Había hallado el enclave exacto: todo lo demás se explicaría a partir de ese punto {incluyendo ese pasado que cito y las recetas mal entendidas y peor ejecutadas}. De la concepción del Tiempo es difícil librarse, así que tampoco vale la pena incidir en lo de la treintena, pero sí en querer continuar cerca de ciertos postulados herméticos tras la espectacular eclosión que tuvo lugar hace casi seis meses.
Volveré a hacer turismo y a visitar todos aquellos lugares que circunden nuestro mundo, pero esta vez no estaré solo y no será demasiado difícil reconocerme en ellos.

lunes, 30 de agosto de 2010

PSICOPATOLOGÍA

Tengo unas ganas enormes de matar a alguien.




Matar a algún hijo de puta, a uno de esos cabrones que te putean cuando tú no puedes responder. Jodidas ratas.


Me quedan casi tres horas. Estoy tan cansado de esperar a que pase algo que creo que me va a estallar la puta cabeza.


Qué ganas tengo de matar a alguien. Todo me molesta. Todos me molestan. ¿Quién me alivia esta psicopatología hecha brote?


Se las saben todas. Haz que me lleven a casa, me dice el hijo de la gran puta. Que te jodan, gilipollas de mierda, pienso. Miro alevosamente y con el máximo desdén posible. Puto parias. Suelto tres o cuatro palabras clave en voz alta, para que quede bien claro. Pero la razón escapa a aquél que sólo busca trampear por sistema. Te he pillado, pedazo de mierda. Reconozco tu mascarada a kilómetros de distancia, pero tú insistes igual. No te importa lo más mínimo. Patético. ¿A eso lo llamas ‘necesidad’?


Qué ganas tengo de matar a alguien. Tú y yo funcionamos diferente. Mi mujer dice que, a veces, le entran unas ganas locas de apuntar con una pistola a alguien. A alguien que se lo merezca, naturalmente. Apuntar y disparar, debo precisar. Arrancar la vida de cuajo. Jugar a ser Dios.


Qué hijo de puta. Te las das de listo y eres un puto tirado. Joder, si por mi fuera te rajaba el cuello de oreja a oreja. Puta mierda. La gente es estúpida. Como diría Casillas, yo lo flipo. Dan ganas de agarrarte por el pescuezo y sacarte toda tu estupidez a hostias.


La incultura engendra violencia, pero la violencia cultivada es mucho peor. Siempre que la razón escape al intelecto. Lamentablemente ocurre en demasiadas ocasiones, en demasiados grupos de gente. Lo más inteligente no es quedarse parado, Mahatma. A tomar por el culo. Aquellos putos cabrones que demuestren semejante desfachatez deberán rendir cuentas. Alguien tiene que abrirles los ojos. Juez y verdugo. Jodida chusma de mierda. ¿De qué tú eres mejor que yo? No me hagas reír, caraculo, que te reviento la cabeza. Tu demostración pública no funciona para conmigo. Estás haciendo el ridículo. Mírame a la cara. ¿A que te resulta incómodo?


Estás pintao.


Ya me queda poco.


Pero me muero de ganas de matar a alguien, joder.


sábado, 28 de agosto de 2010

HORAS DEL DESIERTO

Las horas están contadas.
El verano muere matando en lo alto de una duna dibujada a cuatro manos con el teclado habitual.
Sólo dos días para finiquitar aquellas largas travesías por el desierto en las que no tuve más remedio que quedar a merced de los elementos, aunque de pequeño aprendiera que un saludo cordial no tiene porque trasladarme a un oasis. Instalado en el vergel del elíseo {en los extramuros}, nunca he mirado directamente a los ojos, y espero que siga así.
La fuente de la que brotó aquél generoso licor permanece inalterada. Alta graduación en una añada sin precedentes. No es un espejismo. Puro fuego abrasador en un terreno yermo en apariencia.
La Naturaleza es eterna debido a que carece de conciencia de sí misma. Ella no necesita mucho para entenderlo todo y saber de lo que hablo. Parece que camina un pasito por delante de toda la comitiva; es una suerte no tener que asaltar el convoy para impresionarla ni liberar a los esclavos, ya que se desenvuelve maravillosamente bien en cualquier terreno {por abrupto o impío que sea}. La suerte está echada: nunca hubo noticias de un enclave similar.
Pese a la falta de honra, espero no abusar de las mismas atenciones que exige un éxodo a campo abierto o un destierro involuntario: sentido común, disciplina y mucho celo. Un precio nada desorbitado teniendo en cuenta los atenuantes, mientras cuento los segundos que paso esperando a que llegue la lotería de los viernes.
Pero las horas están contadas.
Y ya sólo me quedan dos días en el extrarradio del Tao.

domingo, 15 de agosto de 2010

DEMASIADAS NOCHES (DE MOMENTO, ONCE DE CATORCE)

La noche es para dormir. O, si se tercia, para emborracharse.

A estas alturas, me hago cruces con la misma inercia con la que tecleo una visita, respondo a la siguiente llamada o intento solucionar cualquier problema de mierda (a cada cual más estúpido e inoportuno).

He perdido la cuenta, no puedo pensar con claridad. Cuando lo hago, un río de billetes verdes inunda mi sistema límbico. Sólo sé que ya llevo demasiado tiempo aquí.

Y ya no me quedan más muecas en mi disfraz.


sábado, 7 de agosto de 2010

NUEVO ORDEN MUNDIAL

Hay procesos que, una vez iniciados, no se pueden detener. Un acontecimiento concreto será el encargado de acelerar o marcar el cambio delimitándolo, como en el caso del asesinato del archiduque de Austria en Sarajevo.
Así es como se escribe y como se ha escrito siempre, pero... ¿cómo puedes llegar a tener consciencia de que estás metido de lleno en uno?
En un momento único y diferenciado. Y antes del hecho concreto, antes de que se encienda la luz de alarma. Por una vez estaría bien poder tomar decisiones a sabiendas de lo que hay, me dijeron ingenuamente.
A veces es como oír una palabra concreta -puede que dicha por una voz cercana-, que resuena como un eco extraño, lejano, como si fuera imposible descifrar el código que se le supone: Pan es 'alimento' a la vez que el nombre del antiguo Dios griego de los payeses, pero si la escuchas detenidamente, esta palabra no significa un carajo. Alguno pensará que eso tiene un nombre: accidente vascular cerebral transitorio. Vuelvo a nadar más lejos de la realidad; es como si llevara allí toda la eternidad y no tuviese que significar un carajo, ya que no hay nada que no acabe cayendo por su propio peso y el que es malo, en el infierno acaba. Ningún término médico puede explicar eso.
A estas alturas, debería ser capaz de volver a darle otra media vuelta de tuerca para poder compartirlo todo, absolutamente todo. Y pese a que lleve tanto tiempo aquí fuera, en la puerta, tanto que ya ni siquiera recuerde cuál era el jodido detonante.
La cuestión es que he llegado a un punto en el que necesito que haya cierto retorno. O posibilidad de retorno mejor. Me duele pensar que, desde hace algún tiempo y en adelante, sea incapaz de abrir un puto libro. Estoy perdiendo vocabulario. Memoria. Recursos. No puedo ni cantarle al oído aquella melodía tan sobada. ¿Son cosas que quedaron atrás? Yo lo vengo achacando a la pérdida de la capacidad de concentración y me pregunto por ello, pero ya no me quedan asuntos por resolver ni me asusta ninguna Gran Guerra, por lo que sé que lo tengo claramente coloreado.
No quiero volver a ser la persona que era entonces. Además, eso es imposible y ni siquiera lo pretendo. Si miras atrás es porque no te gusta lo de hoy o porque estás cagado de miedo, chaval. La verdad es que no veo más allá ni escucho esa pesada voz, y lo que tradicionalmente me ha parecido simple, hoy me resulta mucho más atractivo y adecuado. Después de todo, quizá no sea capaz de hacer dos cosas a la vez. Será que estamos asistiendo ante un Nuevo Orden Mundial, pero ya que pasaba por aquí parafraseando a Lampedusa, algo tendré que cambiar para que todo siga igual (de bonito). No necesito acicate alguno para darme cuenta de que estoy viviendo una época dorada {porque es así como me hace sentir ella}, comprobando día tras día que es así como hay que vivir, y que no hay huecos permeables a los que les cueste poco sentirse reemplazables.
Mantener ese estatus junto al caudal del mismo río como un butrón en mi memoria, pasa a ser un asunto de prioridad total y absoluta, ya que no puedo ni quiero asaltar el bajel que recién atracó en Nueva España.

viernes, 23 de julio de 2010

AMADA DEPENDENCIA (BIEN ENTENDIDA)

Hoy me he levantado con el nombre de Walter Riso en mi cabeza, sobre todo en aquél libro suyo, Amar o Depender. También he soñado con Thomas Müller, pero eso ya es otro tema que tiene que ver más con el calciomercato que otra cosa.
Nunca llegué a leerlo, pero sí que me quedé con la idea de los vampiros emocionales, una raza peligrosa de cojones. Seguramente no iba de eso, pero tampoco voy a averiguarlo. La cuestión es que todos y cada uno de nosotros sabe perfectamente a qué tipo de gente hemos podido estar expuestos en algún momento de nuestras vidas.
Siempre he pensado que esa gente tiene que recibir su merecido o, como mínimo, sonrojarles, hacerles ver qué clase de personas son (Justicia de la Conciencia). Porque si no, pensarán que no les cuesta nada salirse con la suya y volverán a matar impunemente, aprovechándose cruelmente de la debilidad del prójimo. Y eso, amigo mío, no se puede consentir. Alguien tiene que pararles los pies.
En pareja o en una relación amorosa, sentirse dependiente (que vas a destiempo) y comprobar que la otra persona, la persona que tú amas, se aprovecha de ello. Alguien dirá: 'será que no te quería del mismo modo'. 'Siempre puedes elegir', dirá otro. Pero es un tema de frecuencias y niveles de intensidad. Incluso puede que tú hayas sido uno de esos vampiros también. Porque cada persona que te encuentras en la vida está marcada por un momento emocional y un contexto. Y al inrevés. No se puede explicar la obra de Lorca sin entender la época que le tocó vivir. Entonces... ¿qué diablos pasa con la idea romántica del amor? Amor incondicional total. ¿Se puede llegar a ese punto?
No creo en la suerte. En la suerte de encontrarte a alguien en el momento adecuado y en el lugar exacto. Hay que persistir o saber abandonar el barco a tiempo. ¿Cómo se consigue eso? Con el tiempo, quitándole hierro a todo, incluso a tí mismo. Sobre todo a tí mismo. No esperando a que aparezca ningún redentor.
Respecto a las situaciones de poder, hay que saber gestionarlas. Si no te interesa, lárgate antes de que el diablo sepa que estás disponible. Para que eso no ocurra, un principio puro es la base de todo buen puerto. La sinceridad. La confianza. Valores difíciles de compartir por el miedo a quedar al descubierto y con el culo al aire. Prolongar esas sensaciones, junto con cierta vulnerabilidad que se les supone, parece casi imposible. Yo lo estoy logrando.
Pese a todo, a veces me pregunto cuál es la frontera entre amar o depender. ¿Qué diablos significa amar? ¿Hay algún manual para eso? Un día te despiertas al mediodía y descubres que tu primer pensamiento es ella. La llamas. Y así día tras día, sumando momentos, sumando tiempo. No ha habido ni un solo día en que no la hayas encontrado o sentido de alguna manera, y, de ahí, inevitablemente te vas al desastre. Sientes miedo. Miedo a la soledad, al desamparo, a caer otra vez al maldito pozo oscuro de siempre. No puedes obviarlo porque forma parte de tí, aunque tampoco te impide disfrutar el momento en todo su esplendor, cosa que te corroe sobremanera.
No creí que esa idea, la del amor romántico, estuviese hecha para mí, la verdad es que no. Sigo, otras muchas veces, esperando mantenerme fiel conmigo mismo y no errar el camino. Incluso ni se discute el trecho recorrido, ni el que queda por recorrer.
Estamos a finales de julio y ya estoy bastante bronceado, aunque tenga mi ordenador en el taller todavía. Hay mucho en juego, pero por primera vez, no me importa reconocer que aquella pesadilla era muy real: la vida está hecha para vivirla con otra persona, y, depender amando y ser correspondido, un lujo güeno al que someterse sin pensar en qué cojones vas a perder.