domingo, 22 de mayo de 2016

ARRIVEDERCI, MITO*

Cuando los viejos referentes caen y uno intenta aferrarse a lo que sea con desespero mientras el otro pierde la fe en el futuro.**
¿Dónde están los mitos? ¿Dónde están nuestros referentes, nuestro guía y amparo?
¿Tan difícil es hacer buena música aunque sea sin innovar porque ya esté todo visto y hecho?
¿Ha muerto la cultura o somos nosotros los que estamos tiesos y no soportamos la idea de hacernos mayores ya que, al hacernos viejos, perdemos la ilusión por las cosas?

De todas formas he de decir que yo no soy tan cenizo como mi amigo Ace, supongo que debido a la paternidad. Lo que sí que el efecto de esa magia que otrora duraba semanas ahora apenas alcanza, y eso jode porque crees que nada podrá volver a arrancarte un efecto como el del deseo y las reacciones químicas que éste produce en tu cabeza -como la adrenalina- estallando en tu cuerpo de manera descontrolada y febril.

* Título inspirado por el disco de Luciano  Ligabue, Arriverci, mostro! (2010), después de leer esto suyo:

"Ognuno di noi ha i propri mostri, i propri fantasmi. Li si possono chiamare ossessioni, paure, condizionamenti, senso di inadeguatezza, aspettative e chissà in quali altri modi ancora. Sappiamo, però, che sono vivi e sono il filtro attraverso cui chiunque matura la propria, personale visione del mondo".

**Me quedo con Desert Island Disk y el onirismo que destila el disco (pese a al enémiso desencanto).

sábado, 7 de mayo de 2016

DESCONECTANDO


A veces, cuando cierro los ojos y me dejo ir, tengo la sensación extraña de querer no pertenecer a este mundo e imaginarme cómo sería la vida sin mi.
Veo las cosas desde fuera y el apoyo paterno que tendrían mis hijos no existiría, tal y como nos pasó a nosotros, abandonados a nuestra suerte a no tan temprana edad.
Reconozco que me puede el sueño y que la conexión que he establecido con mi hijo mayor, mi luz, es tan fuerte como el amor lactante y desesperadamente psicótico de una madre.
Mi hijo pequeño ya sonríe y yo me veo conduciendo de noche por la ciudad desierta con la banda sonora de Drive a todo trapo; no hay nada original en pensar en la soledad que otros llevan como una pesada losa y a mi me eleva hacia lugares en los que estuve y que invariablemente forman parte de mi ser.
Siento una desconexión hipnótica irreverente que hace que, a veces, quiera ser ese puto caracol que tiene la paciencia suficiente como para llegar a buen puerto. Y me arrastro por la campiña buscando cierta decencia para mi condena, ésta que se desarrolla en la dualidad del mundo que envejece y se desgasta con las palabras que trato de utilizar mientras ubico a cada militar en su lugar.