Mañana es Sant Jordi y es un Sant Jordi muy especial.
Huelga decir que adoro este día -uno de los pocos que celebro con entusiasmo-, día en el que aparco mi lado más sardónico y deshago el nudo del estómago.
Por desgracia no lo pasaremos en Barcelona -algo que suelo asociar-, así que Albert y Xavi no podrán ver a su sobrino y éste no podrá conocer la ciudad de las mil caras.
Mis preferencias no han cambiado, si bien ya tengo preparada una novela de Javier Sierra para el verano (si es que la playa y los nuevos utensilios dejan algo de espacio y tiempo, que ya tenía ganas de encontrarme él).
Espero que sea un buen día soleado y feliz rodeado de gente que adoro y gente que públicamente compre y lea libros y rosas sin descifrar.
Barcelona podrá esperar un poco más.
Que lo disfrutes con buen humor y alegría. Regala amor.
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