lunes, 29 de octubre de 2007

LA GIRA DEL MILENIO

Ayer se cerró la gira de reencuentro de 10 conciertos ofrecidos por Héroes del Silencio tras 11 años en la sombra.
Ya que le dediqué uno de los posts más emocionados de este blog, quisiera ofrecer mi visión sobre el asunto. Es cierto, sí, no he ido a ninguno de los 5 (creo) que han dado en España.
He seguido con toda la atención posible el desarrollo de los mismos: fotos, noticias en Google, alguna cosilla del Youtube y escaseces de la prensa escrita. Incluso sé de gente -de procedencia diversa- que ha ido y en el de ayer en Valencia participé desde mi campana de cristal sin puerta, gracias a mi camarada Bati y su teléfono. Escuché la presentación del grupo que hacía Bunbury, frases de despedida y acordes de Avalancha y La Herida.
He estado ahí, sin estar, como tantas otras veces. Puede que esto responda a cierta intranquilidad por no haber cerrado una etapa en mi vida, pero no creí oportuno cerrar nada nunca y no voy a empezar ahora. No hace falta que leáis nada sobre prefabricados, dinero (¿1 millón de euros a cada uno por volver?), descohesión o enfrentamientos entre Valdivia y el cantante-solista. No en este sitio.
El día que empecé a tirarme del barco fue cuando vi en la Sexta que hicieron cobertura para el primer concierto en España. Había en los alrededores millones de personas, todas perfectamente ataviadas para la ocasión. Camisetas, tatuajes, greñas,etc. Personas a las que en teoría tenía que unirme cierta comunión, valga la rebundancia. Teniendo en cuenta lo que el grupo significó para mí, para mi devenir como ser humano, comprobar todo aquello en un ambiente tan festivo me sumió en una profunda tristeza: en realidad no eran como yo. No tenían nada en común conmigo: eran unos mierdas. Siempre creí que era algo exclusivo o como mínimo excluyente. De ahí una ola de pesimismo escéptica pasó a envolverlo todo.
Así que curiosamente he pasado por encima, casi de puntillas, por todo este fenómeno. También por el especial de El País que le están dedicando -libros-cedés-, la gota que ha colmado el vaso. Hay varios posos de contradicciones -aún como tantas otras veces y tan aplicado a mi vida- como que es evidente que me lo estoy comprando. De todas maneras haré selección (como en las numerosas e inútiles recopilaciones que la discográfica ha ido sacando todo estos años), porque la obra en solitario de Bunbury me ne frega un cazzo, me pregunto qué cojones tiene que ver con todo lo de Héroes.
No han parado de llegarme voces, rumores, noticias... cosas sobre ellos desde que cruzaron el charco. He estado atento, pero ya tenía ganas de que se acabara. Necesito que lo dejen estar ya de una vez, no quiero oir más que vuelven ni nada por el estilo. Eso es lo que dicen ellos, o eso parece. Esperemos que sea cierto, y puede que en dos años se me ocurra ponerme mi camiseta del grupo sin que nadie haga mención a este 2007.
- Yo voy al de Valencia, el último, será increíble, dicen que van más de 80,000 personas, flipa.
- Ya, pero también he oído que el sonido es una mierda y que Bunbury canta con una pantalla gigante porque no se sabe las letras.
- Menudo fraude pues.
- Me la suda tío, sabes lo que es escuchar por última vez a Héroes, las canciones de siempre, las míticas, hoy en día?
- Deberían haber sacado disco nuevo. He escuchado las mismas canciones mil veces. Este regreso es falsísimo, se ve claramente que es por la pasta.
- ¿Y qué cosa no se hace por dinero hoy en día?
Los dejaré ahí en ese rincón en el que estuvieron tanto tiempo, es como si alguien te dijera que Elvis ha resucitado y que te viene a cantar a casa... perdería todo su encanto. Los muertos muertos están o... coño. No... ehem... creo que no. Puede que tuviera que haber ido, podía haber forzado para hacerlo,
nadar mar adentro, y no querer salir...

sábado, 27 de octubre de 2007

VIDA EN TRES MUJERES


La velocidad. El movimiento.
La velocidad y el tipo de movimiento que cada uno le imprime a su vida. Unas veces puedes elegir, otras te viene impuesto. Velocidad es un término que implica tiempo, tiempo recorrido. Darte cuenta de ello o no, ser consciente, según los momentos vividos. Momentos buenos y momentos malos, velocidades rápidas y velocidades lentas tal vez. Movimiento constante, velocidad rápida también. Poco movimiento, velocidad lenta, tiempo recorrido eterno. Siempre según los niveles de consciencia de cada uno.

Segunda parte: Tiempo. Al final es el gran hechicero, el gurú de turno, Michael Jackson, Sylvester Stallone, presidentes muertos. El auténtico protagonista de este blog y verdadero tormento del que escribe.
¿Cómo te das cuenta? ¿Te levantas un día y dejas de tener pelo? ¿Así de repente? Es como... a ver. Te crece la barriga, te... duele más el cuerpo, ¿acaso te cuesta más recuperarte de las borracheras?
Deberías dejar de mirarte la coronilla con el espejo de mano del baño -aunque te pique no te rasques más-, afróntalo. Las entradas también son sexys.
Tener una buena higiene personal puede ayudarte, si es que eres de estos. El hecho de arreglarte, puede que incluso depilarte, cortarte más a menudo el pelo -si es que te queda-, ir al gimnasio aunque siga siendo una idea absurda, tal vez echar unas canastas, un partidillo de fútbol para acabados; comprarte ropa nueva, prueba... sí, intenta ir un poco a la moda, pero sin renunciar a tu estilo.
Disfrutar de los numerosos placeres que tiene la vida, como la comida. Follar. Primero el comer como acto por ejemplo. El elemento culinario gana fuerza, es obvio. El vino... el vino sí, hay que explorarlo. Puede que algún día hagas un curso de catas o un viaje de esos gastronómicos por Castilla, e incluso puede que Robert Parker te acoja en su seno si se te gira la castaña y descubres que es la pasión de tu vida. O podrías probar el Callejo, de la Ribera del Duero, no te costará ni 7 euros el joven.
Asumir tu puretismo patéticamente, con algo de Houellebecq para hacerlo menos traumático.
Tienes dinero, y pronto tendrás más. Y tranquilo, esos derrames cerebrales que le vienen súbitamente a la gente no son para tí, a tí no te pasará. Gasta dinero, viaja. Organiza combates de boxeo clandestino de bienvenida al club.
Viaja. Y folla. Dos de las cuestiones más importantes de la vida. Busca también cómplices, o asegura los que ya tienes y ni siquiera sabes. Recónocelo.
Echa un vistazo al pasado. Tal vez no sea tan pasado ni pesado como parecía.
La velocidad, el movimiento, el tiempo. El follaje. Viajar. Todo esto como modo de vida, y aprende a saborear todo lo que pueden ofrecerte. No digas no a nada, coge un tren y bájate en una estación que tenga bancos azules.
No hay que rendirle cuentas a nadie, sólo a tí mismo.
No hay arrepentimientos posibles, sólo decisiones. Lo que venga después hay que asumirlo, pero si se orienta bien no tiene porque salir mal. Sé consciente de tus actos.
Yo ya tengo mi vida en tres mujeres, un par de autobuses y unos pantalones negros.
Mensaje patrocinado por Karma Tours, ciudad de vacaciones.

jueves, 18 de octubre de 2007

EL MENDIGO

UNA HISTORIA DE LA NOCHE
Érase una vez un mendigo harapiento que malvivía en una ciudad cualquiera de tamaño medio.
Llevaba 3 noches apareciendo por el hospital más grande de la misma. El guardia de seguridad y el administrativo -las 2 figuras habituales y casi solitarias del servicio- no tardaron en percatarse.
Las noches son largas en esos sitios y hay muchas horas muertas en las que ni tan siquiera el personal médico (camillero, enfermeros, doctores) se acerca al chiringuito de cristal, que está justo en la entrada. En él, los 2 compañeros cuentan las horas y minutos del turno de guardia que les queda, se entretienen con algún juego online y despachan con el resto del personal nocturno de la ciudad (sanitarios, conductores de ambulancias, policías, etc.) que, tarde o temprano, acaban visitando el hospital.
El segurata se preguntaba qué diablos debería hacer aquél hombre y dónde iba. ¿Tendría algún pariente hospitalizado?
Esa misma tercera noche, el guardia de seguridad decidió seguirlo -esperó no más de dos minutos- al verlo entrar de nuevo. Con la excusa de que iba a hacer la ronda avisaba al administrativo. Eran las 3 de la mañana de una noche inusualmente tranquila y normal (por ser viernes). Nada más llegar a Admisión Central vió una puerta cerrarse y fue tras ella: el mendigo yacía en una silla rojas de esas de espera, como queriendo dormir.
- Hola buenas noches, ¿qué hace usted aquí?
- Brrrr... mascullando algo ininteligible
- ¿Sabe que no puede estar aquí? ¿Lleva tres días viniendo, verdad?
interrumpiendo una batería de preguntas y alzándose
- Sí, ehem... lo siento. Es que no tengo dónde ir.
el segurata se queda un tanto perplejo: aunque está acostumbrado a situaciones parecidas, una nueva de este tipo nunca deja de sorprenderle
ESPACIO PARA UN RECOVECO DE SILENCIO
el mendigo semi-recostado, haciendo esfuerzos para mantener cierto equilibrio
SEGURATA: ¿Ha comido usted hoy?
MENDIGO: No, ehem... llevo tres días sin comer. Mi mujer me ha echado de casa.
El segurata tiene ya muy claro lo que va a hacer, y en un arranque de compañerismo nocturno le dice:
S: De acuerdo. A ver. Espérese aquí que ahora le traigo algo de comida, ¿de acuerdo, caballero?
El mendigo, que había dejado de escuchar, yacía otra vez en una posición que debía de ser muy incómoda... hablamos de esas sillas de espera. Esas putas sillas que te joden la espalda, ¿sabéis?
Mientras bajaba a la cocina y cafetería como maestro de llaves que es, pensaba en la desgracia de aquél hombre y en que, como mínimo, esa noche iba a cenar. Es el "compañerismo nocturno" del que hablaba antes y al principio, y que se manifiesta sobretodo en personajes de la más diversa calaña que habitan y pueblan el mundo cuando el resto duerme. Eso es suficiente para que el guardia de seguridad se entretenga con esmero a buscar alimentos para hacerle 3 bocatas. Fuet, jamón, queso... y algo de fruta también. Unos Drakis que había por allí y un par de Coca-colas.
llegando al lugar del mendigo, vociferando como si no le oyera
- Venga, aquí tiene, para que cene usted.
- Ehem... ¿cómo? No puedo pagarlo eh, yo...
- No se preocupe, usted coma caballero, no tiene que pagar nada.
ya estaba devorando bocadillos antes de que el segurata acabara la frase
Vuelven al silencio típico de estas situaciones mientras el mendigo sigue a lo suyo.
A medio comer le cambia la cara. El segurata se percata y se adelanta:
- Ala, ¿usted fuma? ¿Vamos a fuera a fumarnos un cigarrito?
- El mendigo, con la cara iluminada, asiente con un gesto agradecido y algo temeroso. Se apresura recogiendo toda la comida que el segurata le ha traído.
- No se preocupe que nadie tocará nada.
ya saliendo, fuera, en la entrada del hospital y sacando humo
- Muchas gracias por todo, se está portando muy bien conmigo. Hacía mucho tiempo que nadie me trataba así.
- De nada hombre, no hay nada que agradecer. Bueno qué, ¿mejor, no?
- Buff, sí gracias, joder, hacía 3 días que no comía...
- ¿Y eso, cómo es?
empieza un diálogo de verdad entre los dos hombres en el que el mendigo se dispone a explicar su historia
- Me lo quitaron todo. Todo. Llevo 2 meses en la calle, ya no sé dónde ir. Mi mujer y los abogados me han jodido joder, y no levanto cabeza. Ehem... siento molestarle, no quiero ocupar su tiempo, me iré enseguida eh...
- No se preocupe venga, fúmese otro pitillo.
ofreciéndole otro Marlboro y más conversa. Pequeña pausa, y continua. El mendigo se saca varios papeles de su gruesa y roída chaqueta marrón: fotos y lo que parecen viejos recortes de periódicos.
- ¿Ve a este? ¿Lo conoce?
el segurata niega con la cabeza mientras examina varios papeles
- Era yo.
La cara del guardia de seguridad va asumiendo un matiz perplejo a más no poder. Poco a poco se da cuenta de que ese tío -ese harapiento mendigo del carajo que tenía delante- era un boxeador de cierto renombre en España e incluso de nivel mundial. Mientras le recorren varios flashes de la vida mediática del boxeador (sabía que había ganado un campeonato del mundo y alguna medalla olímpica), observa otros: fotos con un ex-presidente del gobierno, con mil famosos e incluso con el rey. Artículos de prensa general, de prensa especializada... Y lo tenía justo delante. Al hombre, claro, o lo que quedaba de él. El mendigo intentó explicarle cómo llegó arriba, y cómo bajó de golpe y porrazo.
- Cuando estás arriba nada te hace pensar que acabarás así, dice echándose un vistazo
El segurata reacciona después del shock inicial del descubrimiento:
- Qué putada, joder. Ya veo ya... sí, me acuerdo de usted. Ganó hasta una medalla en Atlanta, ¿verdad?
- Sí, tuve que empeñarla.
Y así continúan departiendo largo rato sobre las vicisitudes de ese pobre hombre, hasta llegar a un nivel de conversación igualitario, de tú a tú pero sin tutearse, con el máximo respeto. Como dos animales de la noche que son.
Con las primeras luces de la mañana el mendigo se despide. El segurata vuelve a su redil y le explica la historia al admisionista, que no se ha movido de su campana de cristal en toda la noche. Éste busca por internet lleno de asombro y encuentra mil cosas sobre el boxeador, pero nada sobre el hombre. Él lo recordaba pero vagamente, era aún pequeño en aquellas épocas.
- ¿Por qué no me has llamado? Hubiese querido saludarle...
No hay respuesta por parte del segurata.
Ya son casi las 6. Llega el nuevo guardia de seguridad, el relevo. Al admisionista aún le queda 1 hora y media más. Todo vuelve a empezar y al cabo de unos pocos días sólo será una anécdota más de estas noches locas de trabajo.
Al cabo de 1 mes el mismo segurata y el admisionista repiten guardia, como tantas otras. Se acerca un hombre al mostrador, bien vestido y de buen ver.
dirigiéndose al segurata
- Hola, ¿se acuerda de mí?
- Ehem... no, ¿dígame?
Se levanta de la silla y salen fuera, lejos del meollo de Urgencias.
- Sí, el de los bocatas, los pitillos, el boxeador.
- ¡Vaya, sí! ¿Cómo está? Mientras observa a un hombre completamente nuevo y aseado.
- Bien bien, he vuelto a casa, con mi mujer. Me han devuelto el dinero y estoy volviendo a empezar, pero bueno, no quiero robarle más tiempo. Sólo quería agradecerle cómo se portó conmigo, y a decirle que nunca lo olvidaré.
sacándose del bolsillo un sobre y entregándoselo al guardia de seguridad, que lo recoge escépticamente
- ¿Qué es esto?
- Mi agradecimiento.
Abre el sobre: varios billetes de 50 euros asomaban.
- No no, no puedo aceptarlo hombre... ¡mi ayuda o soporte era gratuíto!
gesticulando y devolviéndole el sobre
- ¡Me está usted ofendiendo!
Se dan la mano, el hombre se guarda el sobre de nuevo y se disculpa, repleto de dignidad.
- Bueno, si alguna vez va por Barcelona, no dude en buscarme, ¿de acuerdo?
- Hecho.
Los dos hombres se despiden. El segurata vuelve flipando a la campana de cristal.
Aún no eran ni las 11 de la noche.
Toda una noche que les quedaba por delante al segurata, al admisionista... y al resto de los animales nocturnos, categoría a la que dejaba de pertenecer el otrora mendigo y ahora hombre.

martes, 9 de octubre de 2007

AULLIDOS DE UN AMOR CONSCIENTE: EL REVERSO DE AMÉLIE

Debe de ser por la pesadumbrez adherida a su ADN y por su mala conciencia, pero no podía dejar de verla, ni de pensar en ella cada día un poquito. Quizás le trajera de nuevo aquella vida que tanto anhelaba y tanto le aportó, visto con la distancia que dan el tiempo y el olvido. O puede que solamente fuera la nostalgia de una vida mejor, más pedigüeña, ya que no podía entender cómo seguía varado aún sin hallar una salida.
Sí, se inclinaba más por esta opción, debería ser por aburrimiento total, por KO. Sin desmerecer a nadie, era un maldito egoísta hijolagranputa, que sólo en tiempos de paz absoluta se acordaba de los otros. También había una corriente que decía que ella seguiría ahí por un largo periodo por otros motivos, que valía realmente la pena y que su encuentro no fue casual. Casual en la medida que lo son todos; básicamente el contacto con otras personas que aspiran a dejarte huella, y a permitirte que lo valores en su justa medida sin tener en cuenta las circunstancias de la vida que estés pasando.
También era una buena opción. Probablemente sería una mezcla de ambas, o quizá haya otras. Lo que es seguro: ni el lugar ni el contexto se repetirán jamás, aunque no le importara demasiado.
Por suerte parece no haber cambiado mucho, aparte de esta última evidencia.
-He visto a casi todos en septiembre.
-¿Todos?
-Todos los que yo quiero ver.
enumerando 4 o 5 nombres
-Pues vaya, será que falto yo...
suspirando
-Jodeeeeeeer...
Se acuerda de aquél día en el Movida. Se dice que sentó las bases para establecer una relación normal-guay que nunca ha podido tener con ninguna otra chica. El sexo está por todas partes incluso cuando no lo practicas con asiduidad. Consiguió superar esa barrera y llegar a un espacio de máxima libertad y disfrute para los sentidos, cerquita de la nada y el todo. No impresionar ni querer impresionar; no es importante nada de lo que has hecho antes hasta el momento de ir a buscarla, no hay nadie más. La vida empezaba en esos huecos, esos impasses que ambos se sabían recovecos de pura realidad.
Autenticidad, tranquilidad... y una cámara de fotos.
-Pues vente y si no llueve salimos a hacer unas fotos.
-Bueno, y si llueve también, ¿no? Salen fotos guays también.
-¿Tú has visto la que está cayendo por aquí? Me da miedo salir de casa.
-Tranqui, que para cuando llegue yo ya no lloverá...
-¿Me lo prometes?
Para alguien que no puede escapar de su pasado esto es una bendición. Seguían sin darle cuartelillo, le ahogaban con sus pretensiones, pero Amélie no; ella nunca le pidió nada. En un breve intervalo se hicieron inseparables.
-¿Cuál es tu canción favorita?
-Y yo que sé...
En Alemania bien lo saben. Dicen que si dejas de buscar acabas encontrando. Que hay gente ahí para tí en el mundo.
La gente dice un montón de chorradas. No hay nada que pueda explicar nada, nada de nada. Las palabras suelen desmerecer a quién más lo merece, son injustas. Esto les creó alguna que otra comidilla entre la muchedumbre; pero, ¿qué sabrán ellos? ¿Acaso alguien puede ponerle nombre, letras y demás mierdas a algo así?
"La palabra destruye, separa; cuando es lo único que queda entre un hombre y una mujer, justo es concluir que la relación ha terminado. Cuando, por el contrario, la palabra viene acompañada, suaviza y en cierto modo santificada por las caricias, puede cobrar un sentido diferente, menos dramático pero más profundo, el de un contrapunto intelectual despreocupado, sin un desafío inmediato, libre".
En realidad es lo bonito del asunto, aunque para Houellebecq seamos sólo cuerpos, sobretodo, principal y casi únicamente.
Para hacerle justicia a alguien no hace falta mucho. La verdad es que nada.
Eso lo aprendió de ella.
Así que se acabó este escrito. Por miedo al agotamiento y por esto último: a la mierda con las definiciones.
Tengo entendido que le gusta que hablen de ella, verse reflejada por ahí a ver si alguien se enamora de ella o algo por el estilo. Enzo me dijo que le había preguntado estos días incluso por la foto que encabeza este texto:
-¿Qué te ha dicho la gente?
-Que estás buena. Bueno, me decían: "joder, está buena, ¿no?"
-¿Y tú que les respondías?
-Que sí bueno, que suponía que sí pero que la foto te hacía mucho, mucho bien...
-Qué cabrón que eres... Pues a mí no me gusta, salgo de puntillas como una korky.
-No sé, parecen dos personas distintas, bueno, como 2 caras de tí, es una foto rara, ¿no crees?
Ya es lo que se oye, romper un silencio así no tiene perdón, digan lo que digan y aunque le cuelgue esta semana que viene por estas últimas líneas...