miércoles, 20 de junio de 2007

AMPLIACION DEL CAMPO DE BATALLA

ALARGANDO LA AGONIA
Ese dia se levanto a las 7, era lunes. Empezaba una nueva semana e iba a poner todo de su parte para que salieran bien las cosas. Pero eso, a veces, no es suficiente.
Normalmente no esta seguro de qué mecanismos deciden hacerle ir a la ducha o a la cocina a prepararse un café recién despertado, pero ese dia fue directo al bagno. Queria acortar los tiempos de reaccion y boicotear todo lo que pudiese escapar a su control, ya que la guerra consigo mismo la tenia ganada esa mattina. Tenia cosas que hacer.
Le esperaba un sol radiante mientras se incorporaba al tercer momento de la jornada, con ese delicioso aparato que "modula" la leche para adecuarla al capuccino casero. No habia dormido mucho, nada mas salir a la calle se percato y se preparo para sufrir las consecuencias: su primera gran sudada del verano. En esa ciudad de interminables subidas y bajadas, ese dia llego a la facultad entre gotas deslizandose por la espalda y los dedos de sus pies bailando por entre las sandalias. Se sorprendio un poco al verse sonreir, mientras sus pensamientos le llevaban al flujo constante del sagrado agujero de aquella muchacha. No recordaba su nombre y ya ni siquiera se preocupaba por la eficacia de su desodorante roll-on. Tenia cosas que hacer.
Al subir al despacho se encontro de cara con el higado succionador gigante que le atemorizaba da piccolo, y empezo a maldecir subitamente la primera eleccion consciente, el jodido sol abrasador y el puto capuccino de los cojones. La ausencia de aire, de horas de sogno y ese dolor aprisionador que le apretujaba el pecho pusieron a prueba su resistencia. Después de todo no iban a ponérselo facil, pero se sentia con derecho a patalear un poco puesto que él, esta vez, no habia fallado. También sabia que la vida podria reclamar su parte del botin en cualquier momento, asi que se centro en preguntarse si aquella imagen era la de un feto o qué diablos era, puesto que nunca lo supo del cierto. El cable que salia del mega-higado era azul y decoraba la posible rabadilla en vez del probable ombligo, pero le daba esa sensacion tétrica de vida. Se movia de un modo stranno, un bis a bis con Freud le hubiese encantado: la sociedad aristocratica vienesa decimononica no sirve para establecer pautas de comportamiento universales. Le dolia la cabeza, y aunque tenia cosas que hacer, ese dia acabo justo antes de comer, mientras el sol proseguia con su implacable tortura, mas sudores y un nombre para ponerle a la cara de un recuerdo.

lunes, 11 de junio de 2007

BUGIARDO


Sabe que está en casa porque apenas hace viento y le cuesta respirar. Las calles huelen mal -no como en Venecia-, con la piel de los alacenos multitud que también había olvidado. Sabe que hay mucha gente que la ha dejado por imposible y no puede dejar de encriptar una y otra vez:
-¿Qué esperábais? Hoy es mi primera noche sin dormir en mucho tiempo y mañana a primera hora tengo que ir al paro.
Ya es verano. Le sobran los días aquí y no puede sacarles provecho, le quema el asfalto en sus Diadora que amenazan con derretirse. Sigue jugando a ese juego tan peligroso que en cualquier momento le va a estallar en las putas manos, pero se siente fuerte. Antaño débil, no muestra ningún reparo para seguir maquinando, granjeándose el odio de los profanos allá por donde fuere.
"No es por vendetta", solía decirse, es puto egoísmo y una oportunidad perfecta para seguir calibrando sus posibilidades. Carece de un sentido lineal en la vida y es incapaz de sentir, ahora sí. Sabe que emplea mal su poder, pero ya no le importa, tal es su sufrimiento, joder.
Lo único que le atormenta es pasar de moda, quedar obsoleto, ser marginado por la Historia. Eso, para alguien que se cree único e irrepetible (y que está aquí por un bien mayor), es una jodienda. Reclama constantemente su trono, y hoy salió a pasear:
Narciso, contrariado
- Discúlpame, no te había visto.
- Tranquilo, yo tampoco te había percibido.
Narciso, con cara de sorpresa ya
- ¿Percibido?
- Ni siquiera 'tas coscao'.
Narciso, acrecentando su sorpresa
- ¿Cómo?
-¿Por qué te disculpaste al rozarme?
- ¿Qué?
- Me encantaste en Pulp Fiction, Brett. ¿Lees la Biblia?
Narciso, ruborizado, se queda blanco y sin habla
- Nada. Te he manchado la camisa sin querer al pasar, dice señalando el helado que sostiene su mano izquierda
Narciso, balbuceando, en un mal trago
-N-o- i - m p - o-- r - --t-- a-, yo...
- Nos vemos. Ponla en remojo pronto que si no se jode.
No tenía que haberse parado, él lo sabía, el puto Brett debería haberlo sabido.
Vio un par de viejos conocidos y se sintió súbitamente mal, pero no podía dar marcha atrás. Estaba/n realmente mal, para el arrastre, y se vió en un futuro 35 años y una ambientación como la de 'El Quinto Elemento'.
Por cosas como esas es por las que nadie le aguanta ya. Y se va tan pancho...
¿Quedan pocos rincones ya para esa gente, verdad?
Ya no se topó con nadie más en todo el día, tenía que estudiar. Logró concentrarse y tuvo un hijo. Lo llamó Vincenzo, y solía sacarlo a pasear los martes, los jueves y los domingos.

miércoles, 6 de junio de 2007

EL CANTO DEL FLAMENCO


En esta última semana recibió un par de visitas, por lo que no tuvo mucho tiempo. Hoy se levantó y tras su recién y momentánea adquirida libertad, no supo que hacer.
Igual que ayer. Sin objetivos a la vista, ya sólo le quedan 4 noches en el balcón. Siguió ensimismidado al toparse con esta luna radiante, llena de vida. Y se sentó a esperar a los flamencos, albatros y demás golondrinas del lugar, con sus alegres melodías su dormir placentero. Sin tubos de escape ni ruidos, soltanto intuyendo el mar. Qué cercana es y cuán bella...
Salió a compartir ese momento con alguien, pero no había nadie en el pasillo y los teléfonos estaban apagados o fuera de cobertura. No pudo concentrarse ni leer un carajo en espera de partir de nuevo, mientras recordaba porque nadie le decía lo mal que había jugado esa tarde.
Deseaba un encontronazo o un beso, pero sólo halló un diván, un trozo de papel y un viejo pilot rojo. Con los pitillos de antaño y este cielo despejadísimo, un nuevo mes y una nueva sensación. Un poco tarde (casi una semana después) pero le pareció digno de ser recordado, porque no habría muchos más instantes así, y sonrío tras captar la belleza del momento mientras apagaba las luces y recogía sus bártulos...