MOMENTOS 2008
ENERO
Años. Sobre las cuatro y media de la tarde, perdido por el Parque de Vigeland, en Oslo. Sin ruidos ni gente, cual salvaje explorador a dos minutos del centro,
uno de mis mejores momentos de soledad agradecida.
FEBRERO
Primeros rayos de sol vivos. Paseando por la playa en un mar alguerés de ensueño y pequeñez asumida, en mi primer regreso a Cerdeña, con ese català embutido en una botella añeja.
MARZO
Elecciones. Razzmatazz, Barcelona. The Mars Volta, 2h y 40 minutos de éxtasis. Uno de los conciertos más sentidos de mi vida.
ABRIL
Sant Jordi. In rainbows: último renacimiento y la primavera llamando a las puertas de la alegría mientras esperaba el autobús.
MAYO
Alegría, chaqueta ligera. Había vuelto a la ciudad, y recuerdo bien esta pausa entre las lluvias de todo el mes, bajando por la calle Talleres.
JUNIO
75% Verano. Cadaqués era un sueño tan recurrente, que me asustaba que no cumpliera las expectativas. Pero resultó genial, rompiendo la tendencia, y se me escapa una sonrisa si me acuerdo de una bicicleta.
JULIO
Verano total, viajes. Dos momentos imprescindibles: los barrios de Palermo con su miedo (esa sensación tardaré en sacudírmela) y la mejor playa del mundo, la Scala dei Turchi. Ambos en Sicilia, una de las islas que adoro y siento como mías ("el lugar en que la mentira es más fuerte que la verdad", según Joan Queralt).
AGOSTO
Inestabilidad climática y el principio del fin del verano. Otra deuda pendiente, pero no diré que me rondara Portugal en general, aunque me sorprendiera gratamente (tal es el grado de desconocimiento del vecino), ni Lisboa en sí misma (bella sin reparos); Fernando Pessoa, alma de mi alma. En su busca fui y para el último renacimiento disfruté.
SEPTIEMBRE
Depresión. Manresa. Quizá no sea ese momento concreto, pero la hora ya avisa de lo jodidamente mal que me sentó la vuelta al mundo real. Mucho trabajo en todos los sentidos, un agujero negro en sanidad y los primeros síntomas del advenimiento del frío.
OCTUBRE
Últimos rayos de luz. La escapada a la Costa Brava y el reencuentro con el kongen. El apartamento. La noche, el baño de autoestima, viejas -que no anticuadas- palabras.
NOVIEMBRE
Frío, ansiedad. Y de entre el ataque de los pingüinos, el concierto de Standstill en casa; partes de mi cuerpo justo delante, alacenas, silencios y oleadas de pasos adelante en reinas del caos ordenado.
DICIEMBRE
Navidad, clausura con usura y probabilidad de riesgo alto. Santiago y cierra España, caralho. Dinámicas abrumadoras, mucho trabajo otra vez, cumpleaños 5 y 7, recta final. Pero me quedo con esa mañana en compañía del apóstol.
----------------------------------------------------------------------------------------
P. S. : Es triste resumir un año de mi vida en unas pocas fotos que ilustren unos pocos momentos de entre todo lo vivido, pero más triste es aún estar cerca de la tristeza -en la falsedad que me devora-, y sigo sintiendo la necesidad de recordarme; las hazañas institucionales las dejo para que adornen las paredes.
Un toque de humor, que me sigue ahuyentando el muy ruin, es el vídeo del zapatazo; no creo que sea la imagen del año, ya que hay muchas, pero sí que es la que más me ha hecho reír, si no lo pienso mucho y me deslizo entre Obama y la Selección Nacional de Fútbol.
Atento/a a los reflejos de Bush y su cara.
________________________________________________________________________________________
Es difícil despedir un año. Hacer balance. Unas pinceladas para recordar hacia dónde se puede ir y dónde he estado me purgan casi del todo. He avanzado mucho, pero me sigo negando a considerarlo una suma de experiencias; creo más en los arcanos (la Rueda de la Fortuna se sale) y en los días de lluvia sin frío, en mi lentitud segura, consciente, y en mi desorientación orientada (hacia la gran oscilación, que diría Pessoa), que en el virtualismo de opereta y esa falsedad referida anteriormente. Me sigo negando a llevar guantes, y no quiero volver a sacar el tema del paraguas...
El miedo y otras sensaciones jodidamente interiorizadas y de sobra conocidas se han convertido en quehaceres domésticos de alto nivel; no es queja ni premura ni tampoco travesura. Es, simplemente, pura simbología a pie de césped y hábito controlado también. Lo otro ya no depende de mí, porque como diría Samuel L. en la Jungla III, ni siquiera Dios sabe lo que hace...
El Poema nº8 se encargará del resto.
Feliz año nuevo,
allende los mares,
y con las seis copas para brindar por un futuro mejor.
lunes, 29 de diciembre de 2008
jueves, 25 de diciembre de 2008
06:19
Hay un hombre delante mía sentado en unas escaleras.
Ha aparecido de la nada. Está tomándose un café de máquina,
uno de esos diarreicos.
Un hombre que lleva una vieja chaqueta marrón y me mira entre sorbo y sorbo.
Alzo el rostro cada poco tiempo para asegurarme de que siga ahí.
Y ahí sigue.
Tiene poco pelo, pero el que peina lo hace hacia detrás, tipo Rodolfo Valentino. Parece que quiere fumarse un pitillo. Uno que, o no tiene filtro, o es un Ducados.
Fuera hace mucho frío. No parece que vaya suficientemente abrigado, a no ser que tenga una petaca escondida.
Vuelve a mirarme. Escribo estas líneas. Se pone la mano en el bolsillo de unos roídos tejanos. Saca algo punzante. ¿Una quilla? No puede ser.
Viene hacia mí, cuatro minutos y veintisiete segundos después de que me percatara de su presencia.
06.23 de la mañana.
Está hablándome...
(...)
Huele a alcohol. Carajillos.
Me he levantado de la silla y he vuelto a sentarme para escribir esta línea ahora mismo. No sé de qué coño me habla. Balbucea.
(...)
Ya está chillando. No pinta bien.
(...)
(...)
07.24
Escribo esta líneas con los brazos doloridos. No sé como, pero me he peleado con él. Ha venido la policía. Me querían llevar a comisaría por segunda vez en un mes. Les he dicho que me faltaba media hora para terminar, que si podían esperar.
El hombre de la chaqueta vieja y los tejanos roídos, Rodolfo, me debe haber confundido con otro. O puede que la tensión ya llevaba siendo insoportable.
Sí que llevaba una navaja,
y en la refriega se la he clavado.
¿Lo he matado yo?
Tengo a un policía detrás mía, le pregunto la verdad sobre mi incipiente coronilla, controla todo lo que hago menos estas últimas líneas (le he dicho que era un informe que tenía que acabar).
Y en veintinueve minutos, en cuanto llegue mi relevo,
me lleva a la puta cárcel.
He pasado de llamar a mi madre esta vez. Ha sido todo muy rápido.
(...)
Sólo puedo añadir que en tantas horas que llevo aquí apenas he llegado a una única conclusión:
o matas, o mueres.Ojalá por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte siempre en todos los segundos, en todas las visiones.*
Feliz Navidad.
* extracto de Ojalá, canción de Silvio Rodríguez que puedes escuchar al principio de esta entrada si no lo has hecho mientras leías,
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(tempus fugit)
viernes, 12 de diciembre de 2008
HOY HE SEGUIDO SIN NADIE MÁS QUE CONMIGO
Hoy he seguido sin nadie más que conmigo
al abrigo de cualquier mediador externo.
(en el cielo, la luna llena brilla y llama como un queso cheddar y alguna nube cerquita tipo Batman)
Me he perdido no muy lejos,
aquí dentro_ señalando el tercer ojo,
reflejado entre sucios espejos.
Si los días pasaran podría llegar a ser eterno
pero todo es más grave de lo que parece si no existe, si es que existe
en esta triste soledad encadenada a un mísero teléfono.
No puedo salir, ni siquiera veo la comprada luz de los éforos;
Negra aspiración del Yo que aspiraba a un trato tierno.
No es lo que parece No es lo que parece Nada es lo que parece y menos aquéllo que trajiste.
Toreo los mareos con la poca fuerza mental que me queda,
me digo: no te está pasando a tí, no vaya a desmayarse, duerma, ¡no ceda!
No escucho, estoy bloqueado_ sólo soy Yo y nadie más Yo conmigo y sin mi si me levanto, amarrado, desesperado, alunado.
La vena hinchada de mi frente ataca al ritmo de mi corazón de lado a lado
y de ahí hacia el costado
ladeado;
Coloco las manos entre mi pecho y el estómago para contastar un hecho;
son mis incapacidades que explotan mi ansiedad de Peter Pan,
y eso significa que, bajo desgarro, el diablo interior volvió al tran-tran.
Hoy, a estas horas de la noche, sigo sin nadie más que conmigo.
(a no ser que tenga una enfermedad secreta)
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Y CIERRA ESPAÑA
He aprendido a medir el tiempo en su verdadera expresión.
Cada vez que viajo me doy cuenta de lo memorable/miserable que es la vida.
Soy demasiado joven para morir y demasiado viejo para ser joven.
El peregrino que no descansa nunca ya me advirtió de lo difícil que podría llegar a ser, siempre que no tengas fe, sobretodo si de un plumazo se puede ir todo a la mierda.
Me pregunto de qué sirve crear o ser en esta existencia fugaz del carajo.
Las estadísticas son abrumadoras: nadie lo consigue. La fe es lo que separa una existencia plácida de una atormentada. La fe en "algo".
Hay que creer, que es lo mismo que cerrar los ojos. Aunque sepas que el amor no existe, que es una artimaña imaginada tanto tempo fa, debes "creer". Crear y creer. No mirar atrás, taparte la boca. No escuchar a la puta conciencia, perdonarle la vida a tu almohada. Ya es hora de volver a blandir tu espada al grito de sus y a ellos.
Pero para qué me voy a hipotecar si mañana podría morir. Todo cambia en un segundo. Valoro mi vida justo en el mismo punto en el que soy consciente de su fragilidad, de mi fragilidad. Hay mucha gente ahí fuera. Mucho amor. Querer es creer en poder llegar a tiempo.
Lugares maravillosos que, tras llegar a ellos, te decepcionarán. Y piensas: para qué todo este percal, toda esta energía (mal)gastada, para llegar aquí y ver como se esfuma en un minuto.
Todo por una sensación de un minuto. Te planteas si el riesgo está a la altura de la recompensa; la gloria se desvanece tan velozmente como un montón de arena de la playa que se desliza entre tus dedos. ¿Y si ya sólo nos quedara el mar?
No hay nada peor que el deseo realizado. Ni las palabras ni el intento me acompañan, arma de doble filo; es como estar parado en esa estación siempre tan concurrida.
Creo que por eso me compré una cámara de fotos. Quería sentir la melancolía aún más de cerca, comprobar que era una jodida realidad irrefutable.
Un aliento justo, un acento perspicaz, si la actualidad limita tu arte y tu pensiero.
Hay una vida vivida, una vida por vivir y maneras de vivir.
No existe el tiempo como tal.
Será que habrá que levantarse por la mañana y empezar a vestirse por los pies, pero yo no soy así. Intento desembarazarme de todo con todas mis fuerzas, créeme, pero soy débil y bastante iluso. Puedo llegar a crear vidas paralelas y sentir la eternidad en la palma de mi mano, no lo dudes, eso sí.
Si se acerca la Navidad y sientes un fuerte impulso que te lleva directamente a querer creer, a querer hallar tu espiritualidad ligada a "algo" palpable, es que no tienes suficiente con esa floreciente agresividad.
- Es posible que haya algo de tu pasado que no hayas acabado de digerir.
Desde luego, no acepto NADA de lo que pasó, y no me tires de la lengua, porque del futuro no pienso hablar, no te jode...
Necesitas algo más que la aceptación agresiva del preludio a los putos renos y la música descorazonadora típica de esta época (me niego a llamarla por su nombre).
Rajar es gratis, pero sentirse ultrajado no es mucho mejor.
Viajar es una grandísima estupidez, porque lo único que consigue es hacerte sentirte peor.
Puede que haya aprendido a medir el tiempo en su auténtica y real expresión. He descubierto su verdadero sentido, pero eso no me hace más feliz, no.
Ya me advirtió aquél peregrino.
Me dijo
"Tienes que tener fe, hijo"
Y yo le dije:
Ojalá fuera usted mi padre, compañero...
Cada vez que viajo me doy cuenta de lo memorable/miserable que es la vida.
Soy demasiado joven para morir y demasiado viejo para ser joven.
El peregrino que no descansa nunca ya me advirtió de lo difícil que podría llegar a ser, siempre que no tengas fe, sobretodo si de un plumazo se puede ir todo a la mierda.
Me pregunto de qué sirve crear o ser en esta existencia fugaz del carajo.
Las estadísticas son abrumadoras: nadie lo consigue. La fe es lo que separa una existencia plácida de una atormentada. La fe en "algo".
Hay que creer, que es lo mismo que cerrar los ojos. Aunque sepas que el amor no existe, que es una artimaña imaginada tanto tempo fa, debes "creer". Crear y creer. No mirar atrás, taparte la boca. No escuchar a la puta conciencia, perdonarle la vida a tu almohada. Ya es hora de volver a blandir tu espada al grito de sus y a ellos.
Pero para qué me voy a hipotecar si mañana podría morir. Todo cambia en un segundo. Valoro mi vida justo en el mismo punto en el que soy consciente de su fragilidad, de mi fragilidad. Hay mucha gente ahí fuera. Mucho amor. Querer es creer en poder llegar a tiempo.
Lugares maravillosos que, tras llegar a ellos, te decepcionarán. Y piensas: para qué todo este percal, toda esta energía (mal)gastada, para llegar aquí y ver como se esfuma en un minuto.
Todo por una sensación de un minuto. Te planteas si el riesgo está a la altura de la recompensa; la gloria se desvanece tan velozmente como un montón de arena de la playa que se desliza entre tus dedos. ¿Y si ya sólo nos quedara el mar?
No hay nada peor que el deseo realizado. Ni las palabras ni el intento me acompañan, arma de doble filo; es como estar parado en esa estación siempre tan concurrida.
Creo que por eso me compré una cámara de fotos. Quería sentir la melancolía aún más de cerca, comprobar que era una jodida realidad irrefutable.
Un aliento justo, un acento perspicaz, si la actualidad limita tu arte y tu pensiero.
Hay una vida vivida, una vida por vivir y maneras de vivir.
No existe el tiempo como tal.
Será que habrá que levantarse por la mañana y empezar a vestirse por los pies, pero yo no soy así. Intento desembarazarme de todo con todas mis fuerzas, créeme, pero soy débil y bastante iluso. Puedo llegar a crear vidas paralelas y sentir la eternidad en la palma de mi mano, no lo dudes, eso sí.
Si se acerca la Navidad y sientes un fuerte impulso que te lleva directamente a querer creer, a querer hallar tu espiritualidad ligada a "algo" palpable, es que no tienes suficiente con esa floreciente agresividad.
- Es posible que haya algo de tu pasado que no hayas acabado de digerir.
Desde luego, no acepto NADA de lo que pasó, y no me tires de la lengua, porque del futuro no pienso hablar, no te jode...
Necesitas algo más que la aceptación agresiva del preludio a los putos renos y la música descorazonadora típica de esta época (me niego a llamarla por su nombre).
Rajar es gratis, pero sentirse ultrajado no es mucho mejor.
Viajar es una grandísima estupidez, porque lo único que consigue es hacerte sentirte peor.
Puede que haya aprendido a medir el tiempo en su auténtica y real expresión. He descubierto su verdadero sentido, pero eso no me hace más feliz, no.
Ya me advirtió aquél peregrino.
Me dijo
"Tienes que tener fe, hijo"
Y yo le dije:
Ojalá fuera usted mi padre, compañero...
domingo, 30 de noviembre de 2008
LA HORA VEINTICINCO
He tirado mi vida entera por el retrete;nunca he sido de los que creían que Dios jugaba a los dados.
Anoche el cielo estaba despejado y mostraba una reluciente luna nueva. Con la llegada de las primeras nieves el frío ha retrocedido un poco, y la gente vuelve a salir de marcha. Se acerca Navidad y parece que la crisis queda un tanto aparcada.
Uno de mis grupos preferidos tocaba en la ciudad. Llevaba un par de meses esperándolo; estar presente en un acto sentimental así, en tu propia ciudad, se convierte en todo un privilegio. Sólo un "pero": al día siguiente tenía que bajar a Barcelona a las 7 de la mañana por motivos de trabajo, algo de lo que no podía zafarme como tantas otras veces. Pero estaba de tan buen humor que no me importaba. Iba a darlo todo porque la situación lo merecía, como digo.
Estaba en tratos desde hacía días con una chica. El cortejo seguía después de 3 citas, cosa increíble por novedosa. Esta vez no había destruído el feeling a las primeras de cambio con mis habituales exabruptos de impaciencia. Ella también salía ayer.
Disfruté el concierto como nunca, y hasta en alguna canción se me escuchó por encima del cantante. Son las cosas del acústico y la emoción del momento. Estaba eufórico. Sabía que ella vendría y estaba gozando a pleno pulmón, rodeado de mis amigos del barrio, cantando al unísono. Toda iba a pedir de boca, excepto el paso de los minutos, cosa que seguro me martilleaba silenciosa y laboriosamente. Mientras hacía alguna foto, notaba como el teléfono me quemaba en el bolsillo. Hasta que pasó a vibrar en forma de mensaje: ella acababa de llegar. Yo ya llevaba 3 cervezas encima, que fácilmente al haber perdido el hábito se convierten en 6.
Verla me aceleró el corazón aún más. Me sentía como si fuera de coca hasta las trancas, pero me corté en el saludo. Me avalancé sobre ella, eso sí, pero en forma de inofensivo abrazo y posterior beso en el cuello
_bastante comedido pues. En ese instante aspiré profundamente, empapándome de su perfume mezclado con el olor a noche.
Lo que sigue después es una sucesión de hechos típicos de un desfase nada comedido en un oleaje juerguista de lo más desbocado. Mis amigos se habían ido justo al acabar el concierto, anillo obliga.
Acabamos en casa. Nos cerraron el garito. Aspirábamos los últimos coletazos de la noche cuando suena la alarma de mi celular de repente: hora de irse. Me incorporé velozmente y fui a la cocina a hacer café. Me duché a toda prisa, pero con tiempo para dejar una nota:
- Tengo que dejarte o no voy a llegar. Me gusta cuando duermes y odio madrugar. No tienes porque sentirte mal. Te echaré de menos hoy.*
Intento dormir un poco en el autobús, camino de Barcelona, pero no puedo. Me paro a pensar un minuto. Tengo la cabeza apunto de estallar.
Tenía que llegar antes de las 9 y es necesario un trasbordo que del metro me deje en el lugar acordado. En el metro siento que no puedo respirar. Son 12 putas paradas y me va a dar algo. Pienso en la magnífica noche que he pasado para no decaer y me pregunto dónde ha ido a parar el elemento exultante presente en toda la velada.
El vagón iba lleno. Todos me miran. Pierdo puntos de referencia visuales, empiezo a marearme. No puedo cerrar los ojos, tengo que mantenerme despierto. Siento un gran sofoco, empiezo a sudar.
Joder, qué calor...
He acabado desmayándome. Al despertarme estaba en el suelo de una estación de metro rodeado de gente de amarillo. Eran los putos ambulancieros del SEM (Sistema d'Emergències Mèdiques). Me alarmo al palpar en vano mi pecho buscando una cinta y descubrir que no llevo mi bandolera. Me preguntan chillando si estoy consciente y si sé lo que me ha pasado. Ese no debe estar colegiado. ¿Estás bien? Depende, balbuceo. ¿Qué ha pasado? Te has desmayado. ¿Has tomado drogas? Hace horas que no. No llevas documentación alguna encima, ¿cómo te llamas?
Cómo que no llevo documentación...
Joder, me han robado todo, hasta el jodido tabaco que llevaba en el bolsillo de la chaqueta.
Me han llevado al hospital en medio de un enorme y fastidioso trajín. Escucho palabrería médica familiar a lo lejos, como si una bomba hubiese explotado cerca y me hubiese destrozado el tímpano.
Han acabado por detectarme un tumor maligno en la cabeza, cosa que no me extraña teniendo en cuenta la infinidad de pruebas que me han hecho.
He llamado a mi madre. Se ha puesto a llorar desconsoladamente y luego me he enterado que le ha dado un ataque al corazón.
Ha muerto.
Me han llamado del trabajo, justo cuando estaba lamentándome por todo y me entraba un escalofrío por el contacto estándar con las rugosas sábanas blancas hospitalarias. Sus continuas e inexplicables faltas... Es la gota que colma el vaso... Sentido de la responsabilidad... Queda despedido... me parece oir.
No he dicho ni una palabra, pero tampoco había posibilidad de réplica ni ganas de empezar una diatriba.
Me llega un mensaje. Era ella;
Ha sido 1error,no dbría haber pasado lo dsta noxe.Eres muy special, pero no n ese sentido.Es culpa mia,xo novolverá a pasar.Spero qlo ntiendas.Lo siento.
Almenos ha escrito bien el "lo siento"...
Apago el teléfono y lo dejo caer en el suelo. Oigo el sonido seco y metálico que debe de producir tal acción, no creo haberlo imaginado. Entra una enfermera. Me trae la cena. Pienso que es demasiado temprano para cenar, no serán ni las ocho de la tarde. El menú es patatas con habichuelas, una sopa rancia de sobre y un chusco de pan duro, con una naranja de postre.
Dejo la bandeja tal y como estaba, e intento pensar fríamente en todo lo que me ha pasado hoy. Me sobreviene un fuerte dolor de cabeza. Reconozco que por un momento pienso en el suicidio, pero soy demasiado cobarde para matarme. Se me apaga la luz.
Es inútil. No me he enterado de nada. Me pregunto como es posible, pero sólo un par de veces.
Siento que han tirado mi vida por el retrete -Dios sí juega a los dados-,
y que me quedan 6 meses en este mundo para hacer algo al respecto,
tirar de la maldita cadena y mandarlo todo al carajo de una puta vez...
*extracto de "Te echaré de menos", canción de Los Piratas de su disco "Manual para los fieles" (1997).
Hay que joderse...
Anoche el cielo estaba despejado y mostraba una reluciente luna nueva. Con la llegada de las primeras nieves el frío ha retrocedido un poco, y la gente vuelve a salir de marcha. Se acerca Navidad y parece que la crisis queda un tanto aparcada.
Uno de mis grupos preferidos tocaba en la ciudad. Llevaba un par de meses esperándolo; estar presente en un acto sentimental así, en tu propia ciudad, se convierte en todo un privilegio. Sólo un "pero": al día siguiente tenía que bajar a Barcelona a las 7 de la mañana por motivos de trabajo, algo de lo que no podía zafarme como tantas otras veces. Pero estaba de tan buen humor que no me importaba. Iba a darlo todo porque la situación lo merecía, como digo.
Estaba en tratos desde hacía días con una chica. El cortejo seguía después de 3 citas, cosa increíble por novedosa. Esta vez no había destruído el feeling a las primeras de cambio con mis habituales exabruptos de impaciencia. Ella también salía ayer.
Disfruté el concierto como nunca, y hasta en alguna canción se me escuchó por encima del cantante. Son las cosas del acústico y la emoción del momento. Estaba eufórico. Sabía que ella vendría y estaba gozando a pleno pulmón, rodeado de mis amigos del barrio, cantando al unísono. Toda iba a pedir de boca, excepto el paso de los minutos, cosa que seguro me martilleaba silenciosa y laboriosamente. Mientras hacía alguna foto, notaba como el teléfono me quemaba en el bolsillo. Hasta que pasó a vibrar en forma de mensaje: ella acababa de llegar. Yo ya llevaba 3 cervezas encima, que fácilmente al haber perdido el hábito se convierten en 6.
Verla me aceleró el corazón aún más. Me sentía como si fuera de coca hasta las trancas, pero me corté en el saludo. Me avalancé sobre ella, eso sí, pero en forma de inofensivo abrazo y posterior beso en el cuello
_bastante comedido pues. En ese instante aspiré profundamente, empapándome de su perfume mezclado con el olor a noche.
Lo que sigue después es una sucesión de hechos típicos de un desfase nada comedido en un oleaje juerguista de lo más desbocado. Mis amigos se habían ido justo al acabar el concierto, anillo obliga.
Acabamos en casa. Nos cerraron el garito. Aspirábamos los últimos coletazos de la noche cuando suena la alarma de mi celular de repente: hora de irse. Me incorporé velozmente y fui a la cocina a hacer café. Me duché a toda prisa, pero con tiempo para dejar una nota:
- Tengo que dejarte o no voy a llegar. Me gusta cuando duermes y odio madrugar. No tienes porque sentirte mal. Te echaré de menos hoy.*
Intento dormir un poco en el autobús, camino de Barcelona, pero no puedo. Me paro a pensar un minuto. Tengo la cabeza apunto de estallar.
Tenía que llegar antes de las 9 y es necesario un trasbordo que del metro me deje en el lugar acordado. En el metro siento que no puedo respirar. Son 12 putas paradas y me va a dar algo. Pienso en la magnífica noche que he pasado para no decaer y me pregunto dónde ha ido a parar el elemento exultante presente en toda la velada.
El vagón iba lleno. Todos me miran. Pierdo puntos de referencia visuales, empiezo a marearme. No puedo cerrar los ojos, tengo que mantenerme despierto. Siento un gran sofoco, empiezo a sudar.
Joder, qué calor...
He acabado desmayándome. Al despertarme estaba en el suelo de una estación de metro rodeado de gente de amarillo. Eran los putos ambulancieros del SEM (Sistema d'Emergències Mèdiques). Me alarmo al palpar en vano mi pecho buscando una cinta y descubrir que no llevo mi bandolera. Me preguntan chillando si estoy consciente y si sé lo que me ha pasado. Ese no debe estar colegiado. ¿Estás bien? Depende, balbuceo. ¿Qué ha pasado? Te has desmayado. ¿Has tomado drogas? Hace horas que no. No llevas documentación alguna encima, ¿cómo te llamas?
Cómo que no llevo documentación...
Joder, me han robado todo, hasta el jodido tabaco que llevaba en el bolsillo de la chaqueta.
Me han llevado al hospital en medio de un enorme y fastidioso trajín. Escucho palabrería médica familiar a lo lejos, como si una bomba hubiese explotado cerca y me hubiese destrozado el tímpano.
Han acabado por detectarme un tumor maligno en la cabeza, cosa que no me extraña teniendo en cuenta la infinidad de pruebas que me han hecho.
He llamado a mi madre. Se ha puesto a llorar desconsoladamente y luego me he enterado que le ha dado un ataque al corazón.
Ha muerto.
Me han llamado del trabajo, justo cuando estaba lamentándome por todo y me entraba un escalofrío por el contacto estándar con las rugosas sábanas blancas hospitalarias. Sus continuas e inexplicables faltas... Es la gota que colma el vaso... Sentido de la responsabilidad... Queda despedido... me parece oir.
No he dicho ni una palabra, pero tampoco había posibilidad de réplica ni ganas de empezar una diatriba.
Me llega un mensaje. Era ella;
Ha sido 1error,no dbría haber pasado lo dsta noxe.Eres muy special, pero no n ese sentido.Es culpa mia,xo novolverá a pasar.Spero qlo ntiendas.Lo siento.
Almenos ha escrito bien el "lo siento"...
Apago el teléfono y lo dejo caer en el suelo. Oigo el sonido seco y metálico que debe de producir tal acción, no creo haberlo imaginado. Entra una enfermera. Me trae la cena. Pienso que es demasiado temprano para cenar, no serán ni las ocho de la tarde. El menú es patatas con habichuelas, una sopa rancia de sobre y un chusco de pan duro, con una naranja de postre.
Dejo la bandeja tal y como estaba, e intento pensar fríamente en todo lo que me ha pasado hoy. Me sobreviene un fuerte dolor de cabeza. Reconozco que por un momento pienso en el suicidio, pero soy demasiado cobarde para matarme. Se me apaga la luz.
Es inútil. No me he enterado de nada. Me pregunto como es posible, pero sólo un par de veces.
Siento que han tirado mi vida por el retrete -Dios sí juega a los dados-,
y que me quedan 6 meses en este mundo para hacer algo al respecto,
tirar de la maldita cadena y mandarlo todo al carajo de una puta vez...
*extracto de "Te echaré de menos", canción de Los Piratas de su disco "Manual para los fieles" (1997).
Hay que joderse...
miércoles, 26 de noviembre de 2008
LLEGAR A RECELAR
4 APUNTES PENDIENTES SOBRE HOY
Un ejercicio de sinceridad y realidad en primera persona me acercaría al nacimiento de una nueva nación en Estados Unidos de América. De todo lo leído, sólo destacar el fin de la guerra entre azules y grises. Con la victoria de Obama -el primer presidente afroamericano de la Historia- se cierran heridas y se establece esa nación tan pagada de sí misma como ente propio y como país en sí, haciendo honor a su nombre y después de todo lo mangoneado. Podríamos llegar a recelar de la ola de ilusión generalizada sobre el nuevo JFK, ya que es americano al fin y al cabo, pero lo diremos con la boca pequeña, ya que puede que lo acribillen (a balazos) un día de estos y antes de que empiece su mandato.
Me daría una vuelta también por la Copa Davis, la tercera en 8 años (siempre en año olímpico) y sin el número 1 Nadal. Además en territorio extranjero, argentino para más inri (por cierta rivalidad colonial obsoleta). La pista, convertida en una pequeña Bombonera, tuvo que asumir bien pronto el buen momento del deporte español. "Yo soy español, español, español", eso cantan mis compatriotas orgullosos a la más mínima. Podría llegar a recelar bastante rápido del apego a una bandera, pero tampoco tenía mucho que perder en estos días de anginas. No quiero olvidarme de Txeroki. Capturaron al jefe militar de ETA en un concurrido pueblo de Francia junto a Leire López. Se hacían pasar por turistas italianos. Dicen que incluso secretas hablaron con ellos por la calle, ¿te imaginas la situación? El acento italiano de la pareja seguro que fue sospechoso, ¿no? Encontraron 100 gramos de hachís en el piso. ¿Dejadez o amateurismo? El Estado se atribuye una gran victoria y minimiza la actual infraestructura de la banda terrorista, pero, sin mucho fastidio, podría llegar a recelar de algo que he oído ya demasiadas veces. Como dice mi madre: "toda la vida hace que los oigo, desde Franco". No hay un final claro, o date un paseo por Euskadi. Las cosas no son blancas ni negras por allí, al igual que por aquí (por más que sigan chillando el "Yo soy español"). Cierro con la crisis. La maldita y pesada crisis. Me joden más los -6 grados que dicen que hay ahora mismo aquí detrás en Manresa. Cada puto día en la radio (y porque casi no miro la TV) hablan de lo mismo: "Noticias económicas. La crisis pega con fuerza en Wall Street. Se hunde la bolsa...", y mierdas así. Como si fueran minutos musicales. Hay recesión. O la habrá, no lo sé. Con mi actual modus vivendi es evidente que no noto nada, pero sí que he visto algo alrededor mía. He visto pánico, al más viejo estilo breaking news. La gente se vuelve a subir por las paredes y encima nos quieren hacer pagar a los ciudadanos de a pie el pato, mientras inflan de dinero a los jodidos bancos con sus prácticas poco claras. Eso es lo que vemos, aunque podría llegar a recelar de algo que no entiendo y que apenas me interesa, y así acabo con esta estructura hueca -intento de ejercicio realista y sincero-
de un maldito plumazo.
Un ejercicio de sinceridad y realidad en primera persona me acercaría al nacimiento de una nueva nación en Estados Unidos de América. De todo lo leído, sólo destacar el fin de la guerra entre azules y grises. Con la victoria de Obama -el primer presidente afroamericano de la Historia- se cierran heridas y se establece esa nación tan pagada de sí misma como ente propio y como país en sí, haciendo honor a su nombre y después de todo lo mangoneado. Podríamos llegar a recelar de la ola de ilusión generalizada sobre el nuevo JFK, ya que es americano al fin y al cabo, pero lo diremos con la boca pequeña, ya que puede que lo acribillen (a balazos) un día de estos y antes de que empiece su mandato.
Me daría una vuelta también por la Copa Davis, la tercera en 8 años (siempre en año olímpico) y sin el número 1 Nadal. Además en territorio extranjero, argentino para más inri (por cierta rivalidad colonial obsoleta). La pista, convertida en una pequeña Bombonera, tuvo que asumir bien pronto el buen momento del deporte español. "Yo soy español, español, español", eso cantan mis compatriotas orgullosos a la más mínima. Podría llegar a recelar bastante rápido del apego a una bandera, pero tampoco tenía mucho que perder en estos días de anginas. No quiero olvidarme de Txeroki. Capturaron al jefe militar de ETA en un concurrido pueblo de Francia junto a Leire López. Se hacían pasar por turistas italianos. Dicen que incluso secretas hablaron con ellos por la calle, ¿te imaginas la situación? El acento italiano de la pareja seguro que fue sospechoso, ¿no? Encontraron 100 gramos de hachís en el piso. ¿Dejadez o amateurismo? El Estado se atribuye una gran victoria y minimiza la actual infraestructura de la banda terrorista, pero, sin mucho fastidio, podría llegar a recelar de algo que he oído ya demasiadas veces. Como dice mi madre: "toda la vida hace que los oigo, desde Franco". No hay un final claro, o date un paseo por Euskadi. Las cosas no son blancas ni negras por allí, al igual que por aquí (por más que sigan chillando el "Yo soy español"). Cierro con la crisis. La maldita y pesada crisis. Me joden más los -6 grados que dicen que hay ahora mismo aquí detrás en Manresa. Cada puto día en la radio (y porque casi no miro la TV) hablan de lo mismo: "Noticias económicas. La crisis pega con fuerza en Wall Street. Se hunde la bolsa...", y mierdas así. Como si fueran minutos musicales. Hay recesión. O la habrá, no lo sé. Con mi actual modus vivendi es evidente que no noto nada, pero sí que he visto algo alrededor mía. He visto pánico, al más viejo estilo breaking news. La gente se vuelve a subir por las paredes y encima nos quieren hacer pagar a los ciudadanos de a pie el pato, mientras inflan de dinero a los jodidos bancos con sus prácticas poco claras. Eso es lo que vemos, aunque podría llegar a recelar de algo que no entiendo y que apenas me interesa, y así acabo con esta estructura hueca -intento de ejercicio realista y sincero-
de un maldito plumazo.
lunes, 17 de noviembre de 2008
Shhhh...
No le digas a nadie que el silencio me apabulla.
No digas que no te escuché, si tan sólo gritabas a granel.
No le digas a nadie que el dañino silencio no es cosa tuya.
No digas que de la falsedad nace un árbol sano, si no quieres contemplar una polución progresiva del alma a mi ano.
No le digas a nadie que no eres así.
No digas que no he intentado sonreír, no osas, si no quieres saber cómo me pitan los oídos, ni como se quitan estas esposas.
No le digas a nadie que no hable si no tiene nada que decir.
No se lo digas a nadie...No le digas a nadie que jamás usé los ojos para ver.
No digas que malgasté mi tiempo mostrándote el camino, si luego no dudaste en escabullirte del destino.
No le digas a nadie que era fácil de preveer.
No digas que fui torpe, si la ceguera solamente fue un disfraz para la corte.
No le digas a nadie la verdad sobre aquella terapia ocultista.
No digas que el susurro te molesta, si con una venda me arde aún más la testa.
No le digas a nadie que, en verdad, tengo que ir al oculista...
¡No se lo digas a nadie!No le digas a nadie que la realidad es ficticia.
No digas que el ser anónimo no existe, si no hueles cierta sed de venganza más bien triste.
No le digas a nadie que huyes de la actual inmundicia.
No digas que te abandoné a tu suerte.
No le digas a nadie que vivo encadenado, si no quieres oir un aterrador grito ahogado.
No digas que, en esas circunstancias, te alegraste de verme.
No le digas a nadie lo de las dos cuartas partes, sobretodo si no haces nada para escapar de tus malas artes.
Pequeña, hazme el favor de no decírselo a nadie...Shhhh...
Ilumina un poco este ruido
Lejos de la adormilada multitud
En aras de un ser más fluído
No dejes que me entierre un ataúd
Coge tu espada
Inúndalo todo
Obstruye mi vena callada.
Shhhh...
No se te ocurra decírselo a nadie...
No digas que no te escuché, si tan sólo gritabas a granel.
No le digas a nadie que el dañino silencio no es cosa tuya.
No digas que de la falsedad nace un árbol sano, si no quieres contemplar una polución progresiva del alma a mi ano.
No le digas a nadie que no eres así.
No digas que no he intentado sonreír, no osas, si no quieres saber cómo me pitan los oídos, ni como se quitan estas esposas.
No le digas a nadie que no hable si no tiene nada que decir.
No se lo digas a nadie...No le digas a nadie que jamás usé los ojos para ver.
No digas que malgasté mi tiempo mostrándote el camino, si luego no dudaste en escabullirte del destino.
No le digas a nadie que era fácil de preveer.
No digas que fui torpe, si la ceguera solamente fue un disfraz para la corte.
No le digas a nadie la verdad sobre aquella terapia ocultista.
No digas que el susurro te molesta, si con una venda me arde aún más la testa.
No le digas a nadie que, en verdad, tengo que ir al oculista...
¡No se lo digas a nadie!No le digas a nadie que la realidad es ficticia.
No digas que el ser anónimo no existe, si no hueles cierta sed de venganza más bien triste.
No le digas a nadie que huyes de la actual inmundicia.
No digas que te abandoné a tu suerte.
No le digas a nadie que vivo encadenado, si no quieres oir un aterrador grito ahogado.
No digas que, en esas circunstancias, te alegraste de verme.
No le digas a nadie lo de las dos cuartas partes, sobretodo si no haces nada para escapar de tus malas artes.
Pequeña, hazme el favor de no decírselo a nadie...Shhhh...
Ilumina un poco este ruido
Lejos de la adormilada multitud
En aras de un ser más fluído
No dejes que me entierre un ataúd
Coge tu espada
Inúndalo todo
Obstruye mi vena callada.
Shhhh...
No se te ocurra decírselo a nadie...
lunes, 3 de noviembre de 2008
Te veo.
Oteas el horizonte con un catalejo de 27 huesos, tantos como años llevas esperando. Tras la mirilla, todas las ciudades y pueblos que algún día visitarás; como una luz cegadora, el arrebatador camino de los sueños no termina donde la vista pueda alcanzar, ni determina un entorno que nunca podrías rechazar.
Los párpados protestarían un abuso prolongado del sedentarismo si no fuera por esa tenue pero incombustible línea, pintada con un sensible lápiz khol sobre los restos de una noche interminable.
Ojo avizor, pestañas indómitas, atentas, que reclaman el trono de una exquisita feminidad; es el iris agradecido castaño bajo el que refugiarse, pupila en mano, por si no arrecia la tormenta antes de que el diablo nos seduzca.
Guardo las pulgadas que me diste la primera vez como el tesoro inmaculado de aquel pecio que encalló tiempo atrás, afanosamente, como arte y parte de un enigma tan inescrutable como apetecible.
Mis piernas restan temblorosas y atónitas en cubierta, lejos de los camarotes y en previsión de abordajes; es declaración la turbación de un momento si la tregua persiste y no desiste el joven petimetre que resulte del envite.
Bordeando los siete mares, como un harapiento truhán en el bajel anclado y maldito, recogeré el testigo sin mucho fastidio en un somnoliento delirio del vivir por favor, sea dulce sensación a la que rendir cuentas o una más amarga a la que honrar haya.
¿Me ves?
Oteas el horizonte con un catalejo de 27 huesos, tantos como años llevas esperando. Tras la mirilla, todas las ciudades y pueblos que algún día visitarás; como una luz cegadora, el arrebatador camino de los sueños no termina donde la vista pueda alcanzar, ni determina un entorno que nunca podrías rechazar.
Los párpados protestarían un abuso prolongado del sedentarismo si no fuera por esa tenue pero incombustible línea, pintada con un sensible lápiz khol sobre los restos de una noche interminable.
Ojo avizor, pestañas indómitas, atentas, que reclaman el trono de una exquisita feminidad; es el iris agradecido castaño bajo el que refugiarse, pupila en mano, por si no arrecia la tormenta antes de que el diablo nos seduzca.
Guardo las pulgadas que me diste la primera vez como el tesoro inmaculado de aquel pecio que encalló tiempo atrás, afanosamente, como arte y parte de un enigma tan inescrutable como apetecible.
Mis piernas restan temblorosas y atónitas en cubierta, lejos de los camarotes y en previsión de abordajes; es declaración la turbación de un momento si la tregua persiste y no desiste el joven petimetre que resulte del envite.
Bordeando los siete mares, como un harapiento truhán en el bajel anclado y maldito, recogeré el testigo sin mucho fastidio en un somnoliento delirio del vivir por favor, sea dulce sensación a la que rendir cuentas o una más amarga a la que honrar haya.
¿Me ves?
viernes, 31 de octubre de 2008
Mira atentamente la foto. ¿Qué ves?
Un amanecer.
Una hermosa y enmarañada cabellera oscura separando las cortinas del Mar Rojo. Una espalda esbelta ligeramente encorvada sobre la que se desliza un extraño y sugerente hilo negro.
Naturaleza. Un grito salvaje de libertad y anhelos compartidos.
Un paisaje agreste que, bañado por la luz del día, disfruta de su propio panorama, reflejado en una poco sutil bienvenida; curvas de mis curvas, buenos días, dulce despertar que ansía mi frío metal
-dijo el balcón.
¿O acaso ves algo más?
Un amanecer.
Una hermosa y enmarañada cabellera oscura separando las cortinas del Mar Rojo. Una espalda esbelta ligeramente encorvada sobre la que se desliza un extraño y sugerente hilo negro.
Naturaleza. Un grito salvaje de libertad y anhelos compartidos.
Un paisaje agreste que, bañado por la luz del día, disfruta de su propio panorama, reflejado en una poco sutil bienvenida; curvas de mis curvas, buenos días, dulce despertar que ansía mi frío metal
-dijo el balcón.
¿O acaso ves algo más?
viernes, 17 de octubre de 2008
DESPERTAR
Hoy me desperté a las 11 de la mañana. Demasiado tarde para hacer algo, demasiado temprano si volviese de una noche de infarto. En tierra de nadie, me he arrastrado de la cama hasta la cocina. Me he tomado un vaso de zumo de limón y he visto el paquete de tabaco encima de la mesa. He dudado por un momento, junto con la cafetera, y he decidido volver a la cama, tras un intento de pensamiento sobre el día.
Era demasiado tarde ya, no soy persona de planes. No me ha costado mucho volver a alcanzar el sueño; nada más estirarme de nuevo, he sentido ese gran placer llamado dormir muy cercano, y me he roneado como un gato. Calculo que a los 10 minutos de mi deleite me he vuelto a dormir.
Me despierto otra vez, esta vez de golpe... pero no recuerdo el sueño. No era muy agradable. He visto a una persona que suele aparecer bastante por mis sueños. Me he dejado el ordenador encendido, así que aprovecho para mirar mi arcano del día justo antes de apagarlo. Resulta que es el maldito 3 de espadas, una carta que anuncia contrariedades, dudas y confusión a todos los niveles. Desorden emocional por la no aceptación bla bla blabla...
El día a tomar por el culo. Y eso que la puta carta no tiene ni idea...
Son circa las 14,30. Me lo tomo con calma. Como poca cosa, verduras, y vuelvo a mi habitación para ver una peli que se me acababa de bajar. Una de superhéroes de ahora, pero bien hecha, con un protagonista con carácter.
Meriendo algo, me bebo un par de vasos de vino bueno del Duero. Entro en calor y sigo virtualmente jodido, atrapado. Por suerte, la cama es terapéutica y está muy cerca del escritorio. He hecho un par de llamadas, informando de mi estado. Me han entrado bien, es algo semanal, sin mas. Así he pasado la tarde.
A la hora de cenar vuelve mi arcano del día, que no ha dejado de rondarme. Siento un ligero escalofrío y varios flashes me asaltan ya en plena noche. No pretendo hacer nada, sólo me intereso y me salgo con un regusto amargo y cierta preocupación también. Puede que sólo sea hombre para lamentos, pero en realidad me jode más una mala racha que nada. Es claro que si te mueves obtendrás tu recompensa, sólo es cuestión de tiempo. No te agobies. Me pongo la radio para distraerme de mis reflejos, crisis galopante y el niñato se ha lesionado. Vuelvo a la cocina, un último vasito de vino. Último cigarrillo y de vuelta a la cueva, dónde me hallo ahora escribiendo en mi jodido blog y para una tendencia global que aquí individualizo para alejar con premura y mano firme los demonios de la noche que, en épocas de cambio como éstas, amenazan cruelmente con joderlo todo.
Aguanta un poco, si no lo crees, aunque yo no comulgue con mi credo. Sé de lo que hablo, está por todas partes, ¡sólo tienes que abrir los ojos! Creo en el sentido terapéutico de la risa más que en ninguna otra cosa terrenal. Y en la cama también.
Este ha sido mi día de hoy. Acabo de tomarme una pastilla pa dormir, que mañana toca volver a ponerme en marcha temprano, tras un día de parias como el de hoy.
Lo curioso es que tenía mil planes, y al final no he osado moverme. A veces, si tu vida te lo permite, es necesario tener días así. Es muy probable que te haga sentir mal, pero piensa que vendrán días de mucho movimiento y mucha tensión. Días que te pedirán lo mejor de tí, y es ahí cuando debes dar el callo. Lo de hoy... por lo que tenga que venir.
¿Crees que es malo engañarse un poquito de vez en cuando?
Debes saber cuáles fueron tus objetivos iniciales para no salirte del camino, y luego saber descansar. Saber que no siempre estarás bien, pero que si descansas y te rodeas por tu gente, los que quieres de verdad, y luego te mueves, nada debe salir mal.
Sólo hay que temerle a una cosa, y es a las enfermedades. A una mala salud. No conozco a nadie que quiera que padezca de verdad físicamente. A la joya se le puede engañar, créeme, lo sé.
Conozco a más de un experto.
Ya son muchos años luchando contra arcanos que pretenden sacarte los colores sin tener ni puta idea del momento actual que estás pasando, lo sabes. Eres fuerte. Vives entre el frío. Has podido crear algo nuevo de la nada.
Vuelve la guerra de cada día, amigo mío, no te agobies. No te quedes en la parra más de un día... haz como dijo mi psicóloga: ¡no fumes porros! Lo curioso es que me reí mucho en su tiempo...
Despierta.
Time to bring it down again. Don't just call me pessimist. Try and read between the lines. I can't imagine why you wouldn't welcome any change, my friend.
Un pizzino d'enema para el alma, porque sin la herramienta no somos nada; and
No te salves.
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Como Mario Benedetti, que en comunión con otra parte de mi cuerpo, ya nos dijo que si no das un paso, te estancas.
este es un mensaje patrocinado por Dimoni Solutions Old School Way, Gnöit Tirolian Alps of Wood, Mom Says Goodbye Enterprises and The Walker,
for all the people that needs something to be...
alive (including me).
martes, 14 de octubre de 2008
AMARRAS
Volvía a casa por la ciudad dormida en una noche calurosa de otoño. No corría nada de aire,
no podía creer que la chaqueta sobrara.
Era luna llena. Los edificios se pavoneaban bajo su luz inmensa y la claridad de un cielo totalmente despejado.
Me quito el walkman y miro alrededor relajadamente: no había nadie a la vista ni se oía nada por la calle. Ni tan siquiera los semáforos, pero los de nuevo cuño no emiten ningún tipo de ruido al cambiar su estado. Los viejos, sí. Era como un cambio de casilla, un sonido seco y corto. Ámbar. Clack. Rojo. Clack. Verde. Clack, peatón: avanti...
Ya no quedan muchos de esos.
Eran casi las 3 de la mañana.
Mi arcano del día aconsejaba buscar la respuesta en mi interior; la sacerdotisa podía ser caprichosa, en su pasividad, pero no había ningua duda acerca de su sabiduría en cuanto a madre y dominadora de las pasiones más mundanas.
Tuve que despertarme pronto ese día; el gran misterio que supone la mujer, la atracción de lo desconocido, andaba cerca. Teníamos que hacer algo. No era de recibo ver pasar las horas, los días y las semanas en balde. Me agobiaba no poder hacer nada, hasta que empezamos a asumir que el frío acabaría por llegar, junto a alguna que otra visita.
Y llegaron. Llegaron del norte, prometiendo que nadie se libraría, y también del sur. En mi primera semana sin mareos y desde que, casi por omisión, decidí volver a mi medicación, hice voto de obediencia ciega y me entregué a su voluntad por completo. Los resultados no podían ser más satisfactorios. Estaba recuperando pedacitos de autoestima repartidos entre la inmensidad de los siete mares.
Volví al mar, como digo, pero ahora ya no soy yo el que viaja; todo va tan deprisa que ni siquiera me ha dado tiempo a desenterrar mis viejos devaneos.
Pero... ¿qué pasaba con lo de casa?
No hay quien suelte amarras; temida disciplina ceñida, un sofá y muy poca voluntad de movimiento. Había que encontrar el equilibrio entre querer descansar, en tu paria comodidad, y ver a la gente que quieres. Había que ceder, buscar espacios comunes.
- Tío, para mí no es ninguna obligación.
- No lo digo en ese tono, joder, es como las amas de casa de las pelis que hacen clubs de lectura; quedar un día a la semana para hacer la quiniela, obligarnos de alguna manera, poner una fecha, decir: este día es nuestro y nos vemos sea lo que sea, pase lo que pase. Porqué si no, los días pasan y no nos vemos nunca...
Un estado ideal, sabiendo que cosa difícil es, podía existir entre una obligación un tanto ufana y un falso desdén;
mensaje original, una vez aceptada la amistad virtual
- Holaa! Me ha echo muxa ilusión encontrarte por akí! Cuanto tiempo! Como estas? Donde vives ahora, q es d tu vida?? He visto las fotos, estás muy delgado, dónde estuviste?? Un beso!
respuesta
- Hola, sí, mucho tiempo; es lo que tiene esto del facebook, nunca sabes quién te va encontrar. Oye, nosotros hablábamos en catalán o castellano? Porqué ya no me acuerdo. Todo bien, normal, como siempre, trabajando y tal, aquí, en Manresa. Y a no ser que tenga una enfermedad secreta, siempre he sido así de flaco: vino con lo de hacerme mayor cuando di el estirón. ¿Qué tal tú? Espero que bien, ¡un saludo!
Justo antes de las náuseas y del riesgo a los temidos mareos. Extraños conocidos.
Así pues, no habría nada malo si se forzaban las situaciones, después de todo y teniendo claro que siempre sería para mejor, ya que no queremos que los cánones que dicta facebook sean los que nos guíen;
embutido en ese espíritu y tras los recientes éxitos, la noche se abría en conjunción para estas nuevas citas. Había que adaptarse a lo que había, convertir lo viejo en nuevo otra vez, y ser cauto, pero con una alegría no disimulada, para ir bien. Nada hacía sospechar lo contrario, ni tan siquiera el frío, que ofrecía una generosa tregua para esa tarea en cuestión. Al fin y al cabo, si estás, estás. Si no estás...
Nunca un camino de retorno fue tan agradable. Se habían matado muchos pájaros de un sólo tiro.
Hacía una noche espléndida. Me entretuve un rato ante un extraño especimen, en cuya flor roja destacaba un brillante y peludo acabado blanco. Acostumbro a caminar mirando al suelo, y éste lloraba las miserias del melancólico árbol, que es bien consciente de su desdichado destino. Había pasado cientos de veces por allí, y sin embargo nunca lo había visto.
- ¿Qué viene de visita o a visitarse?
- Vengo de visitarme.
Siempre había sido así. Había que soltar amarras, pues, y dejar a un lado el jodido peso que, como una corona de negatividad, lo inflaba todo hasta llegar a no lamentar el hecho de no poder prescindir de mis pastillas salvadoras.
Navegar.
Abrir los ojos para ver de una jodida vez y dejar de estar exhaustos.
no podía creer que la chaqueta sobrara.
Era luna llena. Los edificios se pavoneaban bajo su luz inmensa y la claridad de un cielo totalmente despejado.
Me quito el walkman y miro alrededor relajadamente: no había nadie a la vista ni se oía nada por la calle. Ni tan siquiera los semáforos, pero los de nuevo cuño no emiten ningún tipo de ruido al cambiar su estado. Los viejos, sí. Era como un cambio de casilla, un sonido seco y corto. Ámbar. Clack. Rojo. Clack. Verde. Clack, peatón: avanti...
Ya no quedan muchos de esos.
Eran casi las 3 de la mañana.
Mi arcano del día aconsejaba buscar la respuesta en mi interior; la sacerdotisa podía ser caprichosa, en su pasividad, pero no había ningua duda acerca de su sabiduría en cuanto a madre y dominadora de las pasiones más mundanas.
Tuve que despertarme pronto ese día; el gran misterio que supone la mujer, la atracción de lo desconocido, andaba cerca. Teníamos que hacer algo. No era de recibo ver pasar las horas, los días y las semanas en balde. Me agobiaba no poder hacer nada, hasta que empezamos a asumir que el frío acabaría por llegar, junto a alguna que otra visita.
Y llegaron. Llegaron del norte, prometiendo que nadie se libraría, y también del sur. En mi primera semana sin mareos y desde que, casi por omisión, decidí volver a mi medicación, hice voto de obediencia ciega y me entregué a su voluntad por completo. Los resultados no podían ser más satisfactorios. Estaba recuperando pedacitos de autoestima repartidos entre la inmensidad de los siete mares.
Volví al mar, como digo, pero ahora ya no soy yo el que viaja; todo va tan deprisa que ni siquiera me ha dado tiempo a desenterrar mis viejos devaneos.
Pero... ¿qué pasaba con lo de casa?
No hay quien suelte amarras; temida disciplina ceñida, un sofá y muy poca voluntad de movimiento. Había que encontrar el equilibrio entre querer descansar, en tu paria comodidad, y ver a la gente que quieres. Había que ceder, buscar espacios comunes.
- Tío, para mí no es ninguna obligación.
- No lo digo en ese tono, joder, es como las amas de casa de las pelis que hacen clubs de lectura; quedar un día a la semana para hacer la quiniela, obligarnos de alguna manera, poner una fecha, decir: este día es nuestro y nos vemos sea lo que sea, pase lo que pase. Porqué si no, los días pasan y no nos vemos nunca...
Un estado ideal, sabiendo que cosa difícil es, podía existir entre una obligación un tanto ufana y un falso desdén;
mensaje original, una vez aceptada la amistad virtual
- Holaa! Me ha echo muxa ilusión encontrarte por akí! Cuanto tiempo! Como estas? Donde vives ahora, q es d tu vida?? He visto las fotos, estás muy delgado, dónde estuviste?? Un beso!
respuesta
- Hola, sí, mucho tiempo; es lo que tiene esto del facebook, nunca sabes quién te va encontrar. Oye, nosotros hablábamos en catalán o castellano? Porqué ya no me acuerdo. Todo bien, normal, como siempre, trabajando y tal, aquí, en Manresa. Y a no ser que tenga una enfermedad secreta, siempre he sido así de flaco: vino con lo de hacerme mayor cuando di el estirón. ¿Qué tal tú? Espero que bien, ¡un saludo!
Justo antes de las náuseas y del riesgo a los temidos mareos. Extraños conocidos.
Así pues, no habría nada malo si se forzaban las situaciones, después de todo y teniendo claro que siempre sería para mejor, ya que no queremos que los cánones que dicta facebook sean los que nos guíen;
embutido en ese espíritu y tras los recientes éxitos, la noche se abría en conjunción para estas nuevas citas. Había que adaptarse a lo que había, convertir lo viejo en nuevo otra vez, y ser cauto, pero con una alegría no disimulada, para ir bien. Nada hacía sospechar lo contrario, ni tan siquiera el frío, que ofrecía una generosa tregua para esa tarea en cuestión. Al fin y al cabo, si estás, estás. Si no estás...
Nunca un camino de retorno fue tan agradable. Se habían matado muchos pájaros de un sólo tiro.
Hacía una noche espléndida. Me entretuve un rato ante un extraño especimen, en cuya flor roja destacaba un brillante y peludo acabado blanco. Acostumbro a caminar mirando al suelo, y éste lloraba las miserias del melancólico árbol, que es bien consciente de su desdichado destino. Había pasado cientos de veces por allí, y sin embargo nunca lo había visto.
- ¿Qué viene de visita o a visitarse?
- Vengo de visitarme.
Siempre había sido así. Había que soltar amarras, pues, y dejar a un lado el jodido peso que, como una corona de negatividad, lo inflaba todo hasta llegar a no lamentar el hecho de no poder prescindir de mis pastillas salvadoras.
Navegar.
Abrir los ojos para ver de una jodida vez y dejar de estar exhaustos.
viernes, 10 de octubre de 2008
lunes, 6 de octubre de 2008
CULPABLE
Era una mañana fría de principios de octubre.
Hacía sol, pero era un sol inútil, yermo; diríase que procuraba calentar -como hasta hace bien poco hacía- casi inocentemente, si llegara a ser consciente. El verano se había perdido entre las noches del tiempo y era apenas el recuerdo de una vida mejor, y, como tal, a mejor vida había pasado.
Estábamos cerca de un lugar repleto de gente. Al acercarnos, tediosamente, distinguimos grupos de personas fuera, en la calle. Íban elegantemente vestidos, pero de negro riguroso. Cuchicheaban en un tono algo triste y más bien desinteresado. Algunos llevaban gafas de sol. Al percatarse de nuestra presencia, muchos de ellos se acercaron tímidamente a hablarnos; en ese instante, mis dos acompañantes se bifurcaron, ladeándose lentamente entre aquellos ríos de gente...
Noto que estoy, pero presencio la escena con cierta magnificencia ajena, como si la cosa no fuera conmigo. Observo cruelmente todos los detalles, hasta toparme con un edificio en el que podría desembocar toda acción. No hay niños jugueteando por ningún lado ni ruidos de ningún tipo. Yo también voy vestido de negro, pero eso no es nada raro. Hay muchas mujeres, más que hombres. Oigo el silbido del viento, que como una cuchilla de acero helada atraviesa mi cuerpo endeble, alertándome del repique de unas campanas. Miro hacia arriba y encuentro horrorizado -por inesperado- una cruz cristiana gigante en lo alto del edificio. Es una iglesia, diría que románica por su arco, en la fachada de la cual se aprecia un discreto rosetón.
Como respondiendo a una señal, la multitud empieza a entrar, torpemente y sin prisa aparente. Me descubro del amparo de mis Ray-Ban, miro el reloj, son las doce del mediodía. Mis dos acompañantes aparecen en mi campo visual, se dirigen hacia mí. Prácticamente están todos dentro ya.
- Es la hora, vamos.
Entramos los últimos. Todos nos miran, y esta vez me siento realmente observado. Llevo las gafas en la mano. Parece que nos han reservado un sitio delante. Hay un gran ataúd de madera en vez de un altar. El altar... ¿dónde está?
Hay un Pantocrátor presidiendo la sala. Se me cruza un pensamiento por San Climent de Taüll. Aparece un cura o párroco entre el más estricto silencio. Nos levantamos todos de golpe y se rompe el ambiente por el traqueteo de los bancos de madera. El hombrecillo de la túnica blanca empieza a aleccionar a los feligreses. Resulta desalentador. Me giro hacia atrás y veo bostezos en algunos presentes. Se ponen rápidamente las manos en la cara al descubrirme, tapándose. Estoy aterrizando. "Porque no pueden ponerse las gafas de sol", pienso.
Acaba el sermón o lo que sea. Mis dos acompañantes me instan a moverme. Nos acercamos al féretro. Nos ponemos en fila.
Uno a uno, todos pasan por el sepulcro y lo tocan en aparente actitud deferente, algunos incluso lo besan. Hay algunas lágrimas, no sé cuáles son de cocodrilo. Empiezo a ponerme nervioso de verdad.
El siguiente paso es saludarnos. Algunos no saben que decir,
otros nos dan el pésame en esta especie de Iglesia velada tan extraña:
"Era una mujer maravillosa", "fue una luchadora nata", "siempre os puso por delante, para ella no había nada más", etc.
(...)
Joder.
Somos la familia de alguien que se acaba de morir...
Los nervios se agolpan en la boca de mi estómago y oigo un ligero pitido en mis oídos que amenaza con ir en aumento.
No sé cuanto tiempo pasó, pero fue una maldita eternidad. Ni siquiera sé como logré mantenerme en pie.
Nos quedamos solos. Están todos fuera, cuchicheando, os oigo. "Pobres muchachos". "Menos mal que ya son grandes". Me llega un ligero aroma a tabaco. Miro a mis dos acompañantes, que de repente se han convertido en mis hermanos. Lloran amargamente. Me tambaleo hasta la jodida caja de madera, estoy a punto de caerme al suelo. Los oídos me van a estallar y me invade un mareo que me acerca a un peligroso estado de pre-síncope.
"Les quería más que nada en el mundo".
Me avalanzo sobre el ataúd, se me nubla la vista.
Me desmayo intentando ver algo,
perdiéndome entre una imagen que me dio la vida
y un último sentimiento brutal de culpabilidad...
Hacía sol, pero era un sol inútil, yermo; diríase que procuraba calentar -como hasta hace bien poco hacía- casi inocentemente, si llegara a ser consciente. El verano se había perdido entre las noches del tiempo y era apenas el recuerdo de una vida mejor, y, como tal, a mejor vida había pasado.
Estábamos cerca de un lugar repleto de gente. Al acercarnos, tediosamente, distinguimos grupos de personas fuera, en la calle. Íban elegantemente vestidos, pero de negro riguroso. Cuchicheaban en un tono algo triste y más bien desinteresado. Algunos llevaban gafas de sol. Al percatarse de nuestra presencia, muchos de ellos se acercaron tímidamente a hablarnos; en ese instante, mis dos acompañantes se bifurcaron, ladeándose lentamente entre aquellos ríos de gente...
Noto que estoy, pero presencio la escena con cierta magnificencia ajena, como si la cosa no fuera conmigo. Observo cruelmente todos los detalles, hasta toparme con un edificio en el que podría desembocar toda acción. No hay niños jugueteando por ningún lado ni ruidos de ningún tipo. Yo también voy vestido de negro, pero eso no es nada raro. Hay muchas mujeres, más que hombres. Oigo el silbido del viento, que como una cuchilla de acero helada atraviesa mi cuerpo endeble, alertándome del repique de unas campanas. Miro hacia arriba y encuentro horrorizado -por inesperado- una cruz cristiana gigante en lo alto del edificio. Es una iglesia, diría que románica por su arco, en la fachada de la cual se aprecia un discreto rosetón.
Como respondiendo a una señal, la multitud empieza a entrar, torpemente y sin prisa aparente. Me descubro del amparo de mis Ray-Ban, miro el reloj, son las doce del mediodía. Mis dos acompañantes aparecen en mi campo visual, se dirigen hacia mí. Prácticamente están todos dentro ya.
- Es la hora, vamos.
Entramos los últimos. Todos nos miran, y esta vez me siento realmente observado. Llevo las gafas en la mano. Parece que nos han reservado un sitio delante. Hay un gran ataúd de madera en vez de un altar. El altar... ¿dónde está?
Hay un Pantocrátor presidiendo la sala. Se me cruza un pensamiento por San Climent de Taüll. Aparece un cura o párroco entre el más estricto silencio. Nos levantamos todos de golpe y se rompe el ambiente por el traqueteo de los bancos de madera. El hombrecillo de la túnica blanca empieza a aleccionar a los feligreses. Resulta desalentador. Me giro hacia atrás y veo bostezos en algunos presentes. Se ponen rápidamente las manos en la cara al descubrirme, tapándose. Estoy aterrizando. "Porque no pueden ponerse las gafas de sol", pienso.
Acaba el sermón o lo que sea. Mis dos acompañantes me instan a moverme. Nos acercamos al féretro. Nos ponemos en fila.
Uno a uno, todos pasan por el sepulcro y lo tocan en aparente actitud deferente, algunos incluso lo besan. Hay algunas lágrimas, no sé cuáles son de cocodrilo. Empiezo a ponerme nervioso de verdad.
El siguiente paso es saludarnos. Algunos no saben que decir,
otros nos dan el pésame en esta especie de Iglesia velada tan extraña:
"Era una mujer maravillosa", "fue una luchadora nata", "siempre os puso por delante, para ella no había nada más", etc.
(...)
Joder.
Somos la familia de alguien que se acaba de morir...
Los nervios se agolpan en la boca de mi estómago y oigo un ligero pitido en mis oídos que amenaza con ir en aumento.
No sé cuanto tiempo pasó, pero fue una maldita eternidad. Ni siquiera sé como logré mantenerme en pie.
Nos quedamos solos. Están todos fuera, cuchicheando, os oigo. "Pobres muchachos". "Menos mal que ya son grandes". Me llega un ligero aroma a tabaco. Miro a mis dos acompañantes, que de repente se han convertido en mis hermanos. Lloran amargamente. Me tambaleo hasta la jodida caja de madera, estoy a punto de caerme al suelo. Los oídos me van a estallar y me invade un mareo que me acerca a un peligroso estado de pre-síncope.
"Les quería más que nada en el mundo".
Me avalanzo sobre el ataúd, se me nubla la vista.
Me desmayo intentando ver algo,
perdiéndome entre una imagen que me dio la vida
y un último sentimiento brutal de culpabilidad...
martes, 16 de septiembre de 2008
Tú no me conoces, pero yo a tí sí.
Te he seguido por la calle. Sé quienes son tus amigos y dónde sueles ir. Sé que te encanta hacer un café en el Maïami, aunque sea solo, porque el local es muy chulo, impropio de una ciudad como esta. Sé el diario que compras (sólo los domingos) y la marca de cigarrillos que fumas. Te he visto muchas veces saliendo de tu casa con maletas, y siempre me he preguntado a dónde irías. Por suerte, volvías pronto.
Te conozco, pero tú a mi no. No quiero parecer una obsesa,
pero estoy totalmente enamorada de tí. Me ha costado mucho dar este paso pero al final me he armado de valor. Te quiero con todo el alma, tengo el corazón que se me sale del pecho mientras te escribo...
Quería adjuntarte una foto, pero la vergüenza es demasiada. Seguramente esto te parecerá absurdo o una broma, pero tenía que escribírtelo y es todo verdad. Nunca había sentido con esta intensidad, ¡es una locura!
No suelo hacer estas cosas. No soy ninguna chiquilla. Pero hay algo dentro de mí que me arde y lleva tu nombre. Un nombre que, hecho persona y convertido en tí, me abraza y besa por las noches en mis sueños una y otra vez...
Estaré el sábado antes de cenar en ese local tan chulo que parece impropio de esta ciudad...
Tenía 23 años cuando recibió esta carta. No llevaba sello ni remite, lo que significaba que, quien fuese, la había dipositado directamente en el buzón. Era lunes.
Esa semana la pasó entre la paranoia del saberse seguido y una cierta turbación; no dejó de hacerse preguntas estúpidas hasta el día señalado. Pensó que, aunque ella lo negara, probablemente sería una niñata. Si es que era una chica... La eclosión de internet había hecho mucho daño y por un momento también pensó en Lucía y el sexo.
"Qué gracioso, a ella le arde el pecho y a mí la puta cabeza cabalística madonniana me va a estallar..."
No se lo comentó a nadie, pero tenía claro que ese sábado iba a hacer acto de presencia;
no tenía nada que perder. Estaba más solo que un perro y eso era lo más emocionante que le había pasado en un mes (por lo menos). La curiosidad era demasiada y la emoción galopaba por su autoestima como un jinete loco sin montura.
En la misiva decía que estaría en el Maïami antes de cenar, pero él se acercó mucho antes para inspeccionar el terreno. Desde una esquina casi imperceptible divisaba la zona y trataba de controlar la situación y sus nervios. En el garito habían cuatro viejos sentados en la misma mesa y nada destacable a la vista. Cuanto más tiempo pasaba, entre el humo de los coches y el de sus cigarrillos, más estúpido se sentía. Al punto de irse, apareció una chica que avanzaba titubeante hacia el local. Entró y se sentó en la barra, mirando hacia fuera sin demasiada vehemencia. Era delgada, no muy alta y con el pelo castaño. Estaba anocheciendo.
Desde la barrera, en su rincón expectante, veía sus rizos corretear por su espalda y hombros. O eso imaginó, porque así es como lo recuerda hoy cuando ha abierto el buzón. Él acabaría por decidir quedarse fuera del juego, sintiendo algo parecido al pánico, maniatado, según recuerda.
En el momento que parecía que ella iba a irse -después de más de una hora-, él saltó como un resorte. Entre que recogía sus bártulos, pagaba la cuenta y chocaba con él en la puerta del garito, apenas pasaron unos segundos. Lo recuerda como una sensación adrenalítica difícil de describir, como un acto reflejo y otro insensato sumados.
(...)
Había luna llena. No se llamaba Lucía, pero casi. Estuvieron toda la noche juntos. Toda la noche y toda una semana en que parecía no existir nadie ni nada más. La desigualdad del inicio se había esfumado, mientras ambos vivían y saboreaban largos minutos y horas de gloria con sus caras iluminadas por un maravilloso virus de algo que semejaba el pleno amor.
Aun era verano. Como toda historia increíble (o inverosímil o feliz) no duró demasiado. Una semana, para ser más exactos. Una semana de septiembre en que parecía no existir nada ni nadie más. Ella se largó por problemas e historias familiares, fuera del país; ya lo sabía antes de encontrarle -de chocar con él, mejor dicho- en el Maïami. Al octavo día, después del descanso judío, se iría como si nada, con todas las esperanzas ajenas hechas pedazos. Siempre se preguntó muchas cosas, pero no estaba seguro de lo que le pertenecía a ella por entero; ¿Cuánto tiempo llevaba observándole? ¿Lo había planeado así? ¿Cómo pasó de "ser especial querido" a arma enamoradiza y desecho quebradizo? Si le hubiera querido de verdad no se hubiera ido jamás. Le sorprendía esa especie de conciencia con fecha caducada mezclada con el amor incondicional e intenso a un desconocido tan conocido. No le quedó más remedio que no pensar demasiado en ella y dejar el egocentrismo a un lado;
con el tiempo, pasaría a ser una historieta más de su vida, una breve aparición en un extraño sueño obsoleto y una manía el abrir el buzón cada día. Todo le rozaba pero nada le tocaba, era la historia de su vida, y esto nunca sería capaz de asumirlo. Le encantaba pensar que se le negaba la vida real porque había "alguien" que tenía otros planes para él...
Lunes, 15 de septiembre, 2008. Luna llena. Hay una carta en el buzón, y el cartero no pasa los lunes. Ni mires el correo ni quieras cortarte el pelo en lunes.
Ha llovido mucho. Vuelco en el corazón. Es ella.
(...)
Siento volver de este modo. Sabes que no tengo muchas agallas. Tuve que irme y no quería hacerlo más duro. Lo he pasado muy mal todo este tiempo. Estoy independizada y vivo sola donde mis padres, no sé si lo recuerdas, desde hace una semana. 7 días en esta ciudad para rememorar otros tantos y decidirme a pasar otra vez por tu casa a dejarte una carta. Sé que no tengo derecho a hacerte esto, pero almenos esta vez no te he seguido, aunque sé que estás aquí aun. Si lo hago es porque te quiero, y si he vuelto es por tí. Te necesito, nunca he dejado de estar enamorada de tí. Es la verdad. El miedo me hace escribir en vez de hablarte directamente. Es mi intermediario hoy, pero el próximo sábado esto podría cambiar.
¿Recuerdas cuando Michael Corleone vuelve de Sicilia después de la muerte de Apollonia?
Estaré el sábado antes de cenar en ese local tan chulo que parece impropio de esta ciudad...
Entre la obligación del casarse y el amor verdadero hay un mundo...
Cuando Michael regresa, lo primero que hace es ir a buscar a Kay. El diálogo en movimiento entre la mujer herida -por el abandono y el amor desatendido- y el nuevo hombre consciente de sus actos y obligaciones, es de altura; era una manera, un tanto brusca, de reconocer que no había otra chica para él en el mundo y que "necesitaba" pasar su vida entera con ella.
El caso es que en Sicilia había empezado otra vida; hombre era, como las dos caras de una moneda (de ahí lo brusco, almenos de puertas hacia fuera y hacia ella), así que tenía que actuar rápido;
"¿Por qué ahora? Y lo más importante: ¿por qué yo?"
¿Estaría en peligro?
¿Cómo saber cuando hay que dejarse llevar por las circunstancias? ¿Cómo se decide si un tren ha pasado ya o tiene que quedarse? (Tal vez ese tren reste averiado, oxidado y repleto de graffitis como esos viejos RN080ACM-10 que decoran tantas vías abandonadas).
¿Acaso sería menos hombre?
Tenía menos de una semana para decidir que iba a hacer al respecto...
domingo, 7 de septiembre de 2008
Aquella mañana se despertó más temprano de lo habitual,
como inducido por un resorte invisible y desconocido. Se encaminó medio dormido hacia la ducha y sin dar los buenos días, como era costumbre en él. Al abrir los ojos, ante el espejo, notó un dolor de cabeza agudo, intenso, producto de una noche probablemente demasiado larga. "Ibuprofeno. Primer cajón", se dijo mentalmente. Pero no halló nada; de hecho, encontró algo que semejaba unas tijeras, aunque no parecían cortar demasiado. Mientras se quitaba las legañas -con la desidia de sus torpes movimientos almohaderos- decidió no darle más importancia y volver a la cama.
Acertó a vislumbrarla entre la penumbra; yacía en el lado de la ventana,
diríase que dormía plácidamente. Se sentía excitado y empezó a besarle el cuello lentamente; tenía un sabor extraño, seco y ligeramente perfumado.
Ya estaba completamente despierto, mientras que ella empezaba a contornearse como un gatito al ser acariciado. Separó sus bragas con delicadeza, rozando su sexo, lo que le provocó cierta expresión de disgusto_que escenificó dándole la espalda.
Pese al desaire, insistió hasta penetrarla, suavemente, sin protección y por detrás. Respondió con una serie de pequeños suspiros entrecortados, cosa que le estimuló sobremanera. Aumentó el ritmo hasta convertirlo en implacables acometidas; ella gemía a viva voz ya, como poseída en pleno sueño; no era muy usual. Tras 10 minutos frenéticos salióse de dentro suya y, cogiéndole del pelo, le giró la cabeza violentamente mientras acababa,
eyaculándole por toda la cara y dejando al descubierto un exhausto rostro que no acertaba a reconocer...
como inducido por un resorte invisible y desconocido. Se encaminó medio dormido hacia la ducha y sin dar los buenos días, como era costumbre en él. Al abrir los ojos, ante el espejo, notó un dolor de cabeza agudo, intenso, producto de una noche probablemente demasiado larga. "Ibuprofeno. Primer cajón", se dijo mentalmente. Pero no halló nada; de hecho, encontró algo que semejaba unas tijeras, aunque no parecían cortar demasiado. Mientras se quitaba las legañas -con la desidia de sus torpes movimientos almohaderos- decidió no darle más importancia y volver a la cama.
Acertó a vislumbrarla entre la penumbra; yacía en el lado de la ventana,
diríase que dormía plácidamente. Se sentía excitado y empezó a besarle el cuello lentamente; tenía un sabor extraño, seco y ligeramente perfumado.
Ya estaba completamente despierto, mientras que ella empezaba a contornearse como un gatito al ser acariciado. Separó sus bragas con delicadeza, rozando su sexo, lo que le provocó cierta expresión de disgusto_que escenificó dándole la espalda.
Pese al desaire, insistió hasta penetrarla, suavemente, sin protección y por detrás. Respondió con una serie de pequeños suspiros entrecortados, cosa que le estimuló sobremanera. Aumentó el ritmo hasta convertirlo en implacables acometidas; ella gemía a viva voz ya, como poseída en pleno sueño; no era muy usual. Tras 10 minutos frenéticos salióse de dentro suya y, cogiéndole del pelo, le giró la cabeza violentamente mientras acababa,
eyaculándole por toda la cara y dejando al descubierto un exhausto rostro que no acertaba a reconocer...
martes, 2 de septiembre de 2008
NOCIONES PARA UN NUEVO ENFOQUE
Acaba el verano,
y la pluma que yacía seca en el tintero abandonado vuelve a aparecer.
La princesa está triste. Se levanta viento por las noches, un cierto aire fresco tirando a frío. Las nubes nos sobrevuelan, los coches regresan a casa, los aviones matan personas y los atletas siguen haciendo balance.
No empezó mal esto; regentamos resplandores en un islote allá por donde Dalí se masturbaba como un loco. Uno se escondió 3 semanas por la isla que se resiste a avanzar -sometida al abandono de su propia naturaleza- hasta que se hartó de que le miraran. Desde Castellammare del Golfo al gol de Torres; España ganó la Eurocopa de fútbol y no le dedicamos ni una línea. Tocaba huir y de lejos observar a las alocadas hordas patrióticas. No hay nada peor que una multitud enardecida, solía decir el zio Franco, é meglio rimanere lontano.
La princesa está triste. El odio se acrecentó con la llegada de las anginas asesinas hasta que, de golpe y porrazo, llegó agosto. Odas lusitanas para seguir sacándonos del mundo -el billete de vuelta es inalcanzable para bolsillos roídos como estos- y la hora del diablo. Con los astros alineados, los Juegos Olímpicos de Pekín pretendieron engañarnos;
y un país tan grande como China no puede engañar a nadie. La niña feúcha y desdentada que cantaba como los ángeles por un cambiazo escandaloso. ¿Quién dicta los cánones de belleza asiáticos? ¿Mao, aun? ¿O-Ren Ishi? Occidente dirige, los aviones se caen. Más de 150 muertos en Madrid-Barajas y de vuelta al espectáculo mediático lamentable de siempre.
Me escapé un par de veces de la tangente y sin registrarlo, mientras los albatros volvieron a sobrevolar mares cercanos y la princesa seguía triste.
Me dormí en un último anhelo y no vi como la ÑBA de nuestra generación le plantó cara a los EEUU sin Calderón. Busqué una floristería infructuosamente y me instaron a olvidar el desespero, sotiene Enzo, por culpa de una historia sin nombre ni decoro. El reconocimiento de mi estómago y la piel de gallina fotografiada: un poso que anunciaba un futuro cerrado y evidente.
¿Qué cómo lo afrontaría la cabeza, si los ventiladores permanecían apagados, yermos, en espera de que alguien se percatara y los subiera definitivamente al trastero de turno? Si ni siquiera sabía cómo andar los caminos ya yo solo, y el muro de piedra nunca había tenido el efecto deseado...
Empieza el otoño,
un destello que promueve nuevos y buenos aires, casi por obligación. El mismo que hace alejar la fantasmagórica tecnología de las sudadas y frías manos, el mismo que hace sonreir a propios y extraños. Tenía una doble visión sobre la mayoría de las cosas, y seguía preguntándome el porqué. Como el porqué no distingo entre un "porqué" junto y otro separado, después de todo, yo, que me alzo y codeo con los edificios más altos. ¿Qué cosas podría saber distinguir entre la oscuridad de los caballeros y el jolgorio que recorre mi cuerpo veloz como un rayo, arma locuaz cuando una muchacha insolentemente bella me apremia?
La princesa seguirá triste. El frío, justiciero y pendenciero, se encargará de helar a más de uno y congelar todo aquello que no sirva para comer hoy. Puede que nos volvamos a ver en una cárcel de sábanas blancas, si es que el miedo escénico no desiste. Jóvenes diatribas y reflejos de sangre que decidirán dentro de poco, antes de que hayamos muerto, y ya que caí en este mundo. De todas formas, dejarlo todo en manos del juez supremo es excesivo, aunque siempre había sido así; y es en ese sentido que la certeza del movimiento el éxito puede traer.
Imbuídos por el positivismo de una carta alojada en plena ciudad, quién iba a creer algo de lo que yo escribo desde que yo soy, si es que alguien sabe de lo que hablo, porque yo, desde luego, no...
Prometo sacar más la cabeza, dijo el topo al golfista. Manos libres.
¿Qué tendrá la princesa?*
Sonría, por favor.
* la Sonatina de Prosas Profanas de Rubén Darío que me ha venido estos días una y otra vez.
miércoles, 6 de agosto de 2008
LIBERTAD CONDICIONADA
(A LA MANERA DE PESSOA)
Deseos. Sueños.
Dormir... que qué ocurre cuando "no estás". A dónde vas... para Pessoa (a quién debo estas líneas esta noche) soñar es vivir, la vida misma; muy optimista (que ya es decir para este hombre y si se puede utilizar ese término) es. La perturbación que supone no controlarlos llega a superar cualquier perspectiva al respecto. Fatiga pensar que luego tendré que acostarme; "primero es un sonido que forma otro sonido, en la concavidad nocturna de las cosas. Después es un aullido vago, acompañado del oscilar rozado de los letreros de la calle" (...) "Tengo vestigios en la conciencia". No pinta bien.
Para un hombre frágil y vulgar la inconsciencia es la felicidad. Soñar en vidas corrientes, en existencias imaginadas de otros llevadas al extremo del decálogo de un trastorno de personalidad... ¿Quién soy yo que escribo estas líneas? Y lo más importante... ¿qué tiene reservado el Destino para mí? Dentro de la gran obra de teatro que regentamos, los roles asignados siguen siendo incógnitas, como paisajes que nunca contemplaré aunque alguna vez llegue a San Pedro de Alcántara.
Libertad libertad... ¿qué cruel impostor intentó engañarnos con esta palabra? ¿Qué significa? ¿Estado del Bienestar? ¿Elegir?
-Fueron los franceses...
-Pues malditos ellos.
¿Quién no quisiera que le extirparan ese malvado gajo alojado en la cima del ser?
Inteligente sería, más que pensar a cada minuto y desmenuzar las arduas vicisitudes del Hombre.
¿Puede el amor acallar esas atronadoras voces?
"¡La fatiga de ser amado, de ser amado de verdad! ¡La fatiga de ser el objeto del fardo de las emociones ajenas! Convertir a quien quisiera verse libre, siempre libre, en el mozo de cuerda de la responsabilidad de corresponder, de la decencia de no alejarse, para que no se suponga que se es príncipe en las emociones y se reniega lo máximo que un alma puede dar. ¡La fatiga [de] convertírsenos la existencia en algo absolutamente dependiente de una relación con un sentimiento ajeno! ¡La fatiga de, en todo caso, tener forzosamente que sentir, tener forzosamente, aunque sin reciprocidad, que amar también un poco!".
Demasiada responsabilidad. Y si se eligiera -si elegir fuera cosa propia o digna o libre- andarías un ligero trecho con un aviso "sin salida" al final. Vivir el momento, sí. Pero, y no saliendo nunca de la conciencia, te toparías por el camino con un grave desequilibrio.
Desde que el alma es alma que tenemos un problema, como vemos...
266
"La vida puede ser sentida como una náusea en el estómago; la existencia de la propia alma, como una molestia muscular. La desolación del espíritu, cuando se la siente agudamente, produce mareas, desde lejos, en el cuerpo, y duele por delegación.
Soy consciente de mí en un día en que el dolor de ser consciente es, como dice el poeta,[*]
languidez, mareo
y angustioso afán".
[*] El estudiante de Salamanca, José de Espronceda.
Saudade de un país que ni siquiera es el mío y que nunca visitaré... llevaré mi cámara de fotos en el equipaje por si acaso.
Deseos. Sueños.
Dormir... que qué ocurre cuando "no estás". A dónde vas... para Pessoa (a quién debo estas líneas esta noche) soñar es vivir, la vida misma; muy optimista (que ya es decir para este hombre y si se puede utilizar ese término) es. La perturbación que supone no controlarlos llega a superar cualquier perspectiva al respecto. Fatiga pensar que luego tendré que acostarme; "primero es un sonido que forma otro sonido, en la concavidad nocturna de las cosas. Después es un aullido vago, acompañado del oscilar rozado de los letreros de la calle" (...) "Tengo vestigios en la conciencia". No pinta bien.
Para un hombre frágil y vulgar la inconsciencia es la felicidad. Soñar en vidas corrientes, en existencias imaginadas de otros llevadas al extremo del decálogo de un trastorno de personalidad... ¿Quién soy yo que escribo estas líneas? Y lo más importante... ¿qué tiene reservado el Destino para mí? Dentro de la gran obra de teatro que regentamos, los roles asignados siguen siendo incógnitas, como paisajes que nunca contemplaré aunque alguna vez llegue a San Pedro de Alcántara.
Libertad libertad... ¿qué cruel impostor intentó engañarnos con esta palabra? ¿Qué significa? ¿Estado del Bienestar? ¿Elegir?
-Fueron los franceses...
-Pues malditos ellos.
¿Quién no quisiera que le extirparan ese malvado gajo alojado en la cima del ser?
Inteligente sería, más que pensar a cada minuto y desmenuzar las arduas vicisitudes del Hombre.
¿Puede el amor acallar esas atronadoras voces?
"¡La fatiga de ser amado, de ser amado de verdad! ¡La fatiga de ser el objeto del fardo de las emociones ajenas! Convertir a quien quisiera verse libre, siempre libre, en el mozo de cuerda de la responsabilidad de corresponder, de la decencia de no alejarse, para que no se suponga que se es príncipe en las emociones y se reniega lo máximo que un alma puede dar. ¡La fatiga [de] convertírsenos la existencia en algo absolutamente dependiente de una relación con un sentimiento ajeno! ¡La fatiga de, en todo caso, tener forzosamente que sentir, tener forzosamente, aunque sin reciprocidad, que amar también un poco!".
Demasiada responsabilidad. Y si se eligiera -si elegir fuera cosa propia o digna o libre- andarías un ligero trecho con un aviso "sin salida" al final. Vivir el momento, sí. Pero, y no saliendo nunca de la conciencia, te toparías por el camino con un grave desequilibrio.
Desde que el alma es alma que tenemos un problema, como vemos...
266
"La vida puede ser sentida como una náusea en el estómago; la existencia de la propia alma, como una molestia muscular. La desolación del espíritu, cuando se la siente agudamente, produce mareas, desde lejos, en el cuerpo, y duele por delegación.
Soy consciente de mí en un día en que el dolor de ser consciente es, como dice el poeta,[*]
languidez, mareo
y angustioso afán".
[*] El estudiante de Salamanca, José de Espronceda.
Saudade de un país que ni siquiera es el mío y que nunca visitaré... llevaré mi cámara de fotos en el equipaje por si acaso.
domingo, 27 de julio de 2008
LA IDIOSINCRASIA DE LA DESDICHA
[*]
OTRA HISTORIA DE LA NOCHE
Verano. Los niños están todo el día en la calle. Los viejos esperan cualquier cosa, sentados delante de sus casas, tomando el fresco.
La gente está de más buen humor. Muchos hacemos planes pensando en ir a la playa, no sea que se pase la temporada del moreno. La gente está de vacaciones u ocupada pensando en hacerlas.
Los hospitales ven reducidas las visitas considerablemente.
Todo parece jauja y alegría, pero el servicio de urgencias nocturno es otra cosa.
La noche es diferente. De noche sale Batman, el Hombre Lobo en luna llena y los psiquiátricos pendientes de brote también.
No hay tregua, aunque esa noche, en el Hospital de la Vírgen de Santa Lecina, no había ni sombra de sospecha, nada que se asemejara al habitual caos del servicio.
Las eternas y empinadas escaleras de la entrada, muy transitadas normalmente, eran la viva imagen de la desolación,
totalmente despobladas.
Algunos/as enfermeras/os, auxiliares y médicos/doctoras hablaban despreocupadamente fuera, fumando sin parar.
"Me voy a morir de asco, se me va a hacer la noche eterna", le comenta al admisionista el único camillero de la asistencia, Valentín.
mientras buscan vídeos de palizas y agresiones de policías en Youtube, matando el tiempo.
suena el teléfono de admisiones, acto seguido
- Hay una chica nueva en planta, una enfermera. Me ha llamado Inés -enfermera veterana-, y dice que
hay que hacerle una broma...
- ¿Una broma?
- Sí, asustarla o algo tío, además hoy es perfecto, no hay nada de curro.
En el diálogo entre el admisionista y el camillero se interpone el segurata, Conde, un personaje con dotes de actor y muy dado a estas lides
- ¿Qué dices?
¿A ver a ver que no he escuchado bien?
entre risas
- Chica nueva. STOP. Broma. STOP. ¿Púa?
- Vale vale... yo llamo. Yo me encargo.
llamando a la planta de la chica nueva, Lorena
- Si hola, ¿que eres Lorena? A ver, es que tengo un hombre aquí abajo que pregunta por tí. Ehem... tiene barba, pelo largo... Dice que es tu primo.
de fondo se oyen gritos y golpes en el vidrio de la garita
- Lorenaaa, baja ya, que soy Marcos. ¡Baja!
el segurata, Conde, sigue a lo suyo, mientras Valentín y el admisionista ponen las voces y se encargan de que continúe la función
- ¡Baja! ¡O subo yo a buscarte!
Lorena es gallega y apenas lleva una semana en Catalunya. Encontró trabajo en el Hospital de la Vírgen de Santa Lecina y no dudó en mudarse, ya que nada le ataba y tenía ganas de probar cosas nuevas. En toda esa semana, sus compañeras ya se habían encargado de darle la "bienvenida", asustándola convenientemente -entre las que Inés, ya mencionada anteriormente, tenía un papel predominante-;
que si hay voces, fantasmas, ruidos por la noche... cosas así. De modo que estaba "predispuesta" a un sustillo.
Lorena niega conocer al susodicho con voz tremolosa, mientras que Conde insiste y ella cuelga el teléfono.
- Ha colgado, ¡está acojonada!
- Espera, espera...
entre medio de las risas, el admisionista llama a la planta en cuestión, y avisa de que el "sospechoso" parece ser que ha subido a hospitalización hecho una furia.
Tres segundos después, Lorena llama a admisiones para que llamen a la Policía, completamante aterrorizada.
- Ya he llamado, están viniendo, ¡tranquilaaaa!
- Que no puedo, pero, ¿¿quién era?? ¿Sube de verdad? ¡Yo me voy a casa!
se corta la comunicación
A los dos minutos baja Lorena, corriendo, con su bolso.
El segurata, que parecía que había subido a planta a seguir maquinando con el resto de las enfermeras, íba en realidad a poner fin a la broma, que se les estaba escapando de las manos ya.
Mientras Valentín el camillero asiste impertérrito al espectáculo, al admisionista le corroe la culpa. Ha visto a la chica salir llorando a toda prisa, y sale detrás de ella.
- Esperaaa... ¡no te vayas! ¡Que es una broma! ¡Una broma!
Logra alcanzarla. La coge por los brazos, y busca su cara encogida, asustado también
- Tíaaa, ¡que es una puta broma, joder!
Ella se gira de golpe, dejando al descubierto una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡¡Que es bromaaaaa!! ja ja j...
En mitad de la carcajada -incluyendo la de Conde, escondido en una esquina de la entrada-, Lorena, zafándose de los brazos del admisionista a plena risa, pierde el equilibrio en un mal gesto y cae de espaldas,
escaleras abajo.
Las mil escaleras empinadas de la entrada.
El admisionista -cuyo nombre no recuerdo- mira aterrorizado como, lentamente, Lorena va cayendo. El tiempo parece haberse detenido. Un segundo antes, al descubrir como se le había girado la broma en su contra, pensaba en lo pardillo que era. De la desesperación y la culpabilidad a la máxima incredulidad tenebrosa en un instante.
No puede ser verdad. ¿Qué macabro ser o ente superior juega así con el destino?
Lo que viene después es una sucesión de gritos, lamentos y gente corriendo escaleras abajo para socorrer a la desdichada enfermera.
- No se puede hacer nada por ella.
Al oir estas palabras de un médico, el admisionista cae al suelo como fulminado por un rayo. La misma gente que corría por Lorena lo hace ahora por éste.
El segurata y el camillero no dejaban de hacerse cruces. No entendían nada de nada,
mientras la apesadumbrez se adueñaba de sus almas.
- Dios... ¡era una jodida broma!
Al admisionista le había dado un ataque al corazón.
Había fallecido 10 minutos después que Lorena, la enfermera nueva. Ambos tenían 25 años,
y toda una vida por delante.
Era una noche tranquila. No había trabajo.
No había ningún paciente en urgencias. Las escaleras de la entrada seguían vacías, pero con un oscuro y aparatoso rastro de sangre.
Era verano. Los niños volverían al día siguiente a corretear por las calles. Los viejos, a ver la vida pasar, sentados, buscando una bocanada de aire fresco.
La gente seguiría de buen humor y algunos/as enfermeros/as, auxiliares y médicos/doctoras volverían a fumar tediosamente un cigarrillo tras otro,
haya o no trabajo,
pensando en playas a las que acudir para mantener el bronceado antes de que acabe el verano...
[*] La foto del principio es una curiosa alfombra que andaba por la red.
OTRA HISTORIA DE LA NOCHE
Verano. Los niños están todo el día en la calle. Los viejos esperan cualquier cosa, sentados delante de sus casas, tomando el fresco.
La gente está de más buen humor. Muchos hacemos planes pensando en ir a la playa, no sea que se pase la temporada del moreno. La gente está de vacaciones u ocupada pensando en hacerlas.
Los hospitales ven reducidas las visitas considerablemente.
Todo parece jauja y alegría, pero el servicio de urgencias nocturno es otra cosa.
La noche es diferente. De noche sale Batman, el Hombre Lobo en luna llena y los psiquiátricos pendientes de brote también.
No hay tregua, aunque esa noche, en el Hospital de la Vírgen de Santa Lecina, no había ni sombra de sospecha, nada que se asemejara al habitual caos del servicio.
Las eternas y empinadas escaleras de la entrada, muy transitadas normalmente, eran la viva imagen de la desolación,
totalmente despobladas.
Algunos/as enfermeras/os, auxiliares y médicos/doctoras hablaban despreocupadamente fuera, fumando sin parar.
"Me voy a morir de asco, se me va a hacer la noche eterna", le comenta al admisionista el único camillero de la asistencia, Valentín.
mientras buscan vídeos de palizas y agresiones de policías en Youtube, matando el tiempo.
suena el teléfono de admisiones, acto seguido
- Hay una chica nueva en planta, una enfermera. Me ha llamado Inés -enfermera veterana-, y dice que
hay que hacerle una broma...
- ¿Una broma?
- Sí, asustarla o algo tío, además hoy es perfecto, no hay nada de curro.
En el diálogo entre el admisionista y el camillero se interpone el segurata, Conde, un personaje con dotes de actor y muy dado a estas lides
- ¿Qué dices?
¿A ver a ver que no he escuchado bien?
entre risas
- Chica nueva. STOP. Broma. STOP. ¿Púa?
- Vale vale... yo llamo. Yo me encargo.
llamando a la planta de la chica nueva, Lorena
- Si hola, ¿que eres Lorena? A ver, es que tengo un hombre aquí abajo que pregunta por tí. Ehem... tiene barba, pelo largo... Dice que es tu primo.
de fondo se oyen gritos y golpes en el vidrio de la garita
- Lorenaaa, baja ya, que soy Marcos. ¡Baja!
el segurata, Conde, sigue a lo suyo, mientras Valentín y el admisionista ponen las voces y se encargan de que continúe la función
- ¡Baja! ¡O subo yo a buscarte!
Lorena es gallega y apenas lleva una semana en Catalunya. Encontró trabajo en el Hospital de la Vírgen de Santa Lecina y no dudó en mudarse, ya que nada le ataba y tenía ganas de probar cosas nuevas. En toda esa semana, sus compañeras ya se habían encargado de darle la "bienvenida", asustándola convenientemente -entre las que Inés, ya mencionada anteriormente, tenía un papel predominante-;
que si hay voces, fantasmas, ruidos por la noche... cosas así. De modo que estaba "predispuesta" a un sustillo.
Lorena niega conocer al susodicho con voz tremolosa, mientras que Conde insiste y ella cuelga el teléfono.
- Ha colgado, ¡está acojonada!
- Espera, espera...
entre medio de las risas, el admisionista llama a la planta en cuestión, y avisa de que el "sospechoso" parece ser que ha subido a hospitalización hecho una furia.
Tres segundos después, Lorena llama a admisiones para que llamen a la Policía, completamante aterrorizada.
- Ya he llamado, están viniendo, ¡tranquilaaaa!
- Que no puedo, pero, ¿¿quién era?? ¿Sube de verdad? ¡Yo me voy a casa!
se corta la comunicación
A los dos minutos baja Lorena, corriendo, con su bolso.
El segurata, que parecía que había subido a planta a seguir maquinando con el resto de las enfermeras, íba en realidad a poner fin a la broma, que se les estaba escapando de las manos ya.
Mientras Valentín el camillero asiste impertérrito al espectáculo, al admisionista le corroe la culpa. Ha visto a la chica salir llorando a toda prisa, y sale detrás de ella.
- Esperaaa... ¡no te vayas! ¡Que es una broma! ¡Una broma!
Logra alcanzarla. La coge por los brazos, y busca su cara encogida, asustado también
- Tíaaa, ¡que es una puta broma, joder!
Ella se gira de golpe, dejando al descubierto una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡¡Que es bromaaaaa!! ja ja j...
En mitad de la carcajada -incluyendo la de Conde, escondido en una esquina de la entrada-, Lorena, zafándose de los brazos del admisionista a plena risa, pierde el equilibrio en un mal gesto y cae de espaldas,
escaleras abajo.
Las mil escaleras empinadas de la entrada.
El admisionista -cuyo nombre no recuerdo- mira aterrorizado como, lentamente, Lorena va cayendo. El tiempo parece haberse detenido. Un segundo antes, al descubrir como se le había girado la broma en su contra, pensaba en lo pardillo que era. De la desesperación y la culpabilidad a la máxima incredulidad tenebrosa en un instante.
No puede ser verdad. ¿Qué macabro ser o ente superior juega así con el destino?
Lo que viene después es una sucesión de gritos, lamentos y gente corriendo escaleras abajo para socorrer a la desdichada enfermera.
- No se puede hacer nada por ella.
Al oir estas palabras de un médico, el admisionista cae al suelo como fulminado por un rayo. La misma gente que corría por Lorena lo hace ahora por éste.
El segurata y el camillero no dejaban de hacerse cruces. No entendían nada de nada,
mientras la apesadumbrez se adueñaba de sus almas.
- Dios... ¡era una jodida broma!
Al admisionista le había dado un ataque al corazón.
Había fallecido 10 minutos después que Lorena, la enfermera nueva. Ambos tenían 25 años,
y toda una vida por delante.
Era una noche tranquila. No había trabajo.
No había ningún paciente en urgencias. Las escaleras de la entrada seguían vacías, pero con un oscuro y aparatoso rastro de sangre.
Era verano. Los niños volverían al día siguiente a corretear por las calles. Los viejos, a ver la vida pasar, sentados, buscando una bocanada de aire fresco.
La gente seguiría de buen humor y algunos/as enfermeros/as, auxiliares y médicos/doctoras volverían a fumar tediosamente un cigarrillo tras otro,
haya o no trabajo,
pensando en playas a las que acudir para mantener el bronceado antes de que acabe el verano...
[*] La foto del principio es una curiosa alfombra que andaba por la red.
miércoles, 23 de julio de 2008
HOY DESDE AYER
¿Por qué regresamos al pasado tan fácil y convenientemente?
¿Qué hay de atractivo en la vida vivida que merezca un rescate para la actualidad?
La impaciencia del mundo de hoy, la insatisfacción por los pasos que das, sin fruto ni recompensa de ningún tipo. Echar un vistazo atrás comporta eso y más.
Delimita temporalmente tu ser, te recuerda cuantos años tienes, y cuantos tendrás mañana.
Hasta que punto es normal o adecuado cosa discutible es. Para muchos es sospechoso, "¿qué querrá este ahora después de tanto tiempo?". Para otros es una especie de búsqueda;
de búsqueda de una verdad, una muy subjetiva. La realidad, en estos casos, suele presentarse bajo una máscara deformada, grotesca hasta extremos avergonzantes.
Porque hay capítulos que cerrar y otros que se pueden reabrir, aunque remover ciertos hechos pueda ser doloroso y hasta peligroso, si es que andas al acecho de una identidad perdida, lejana o pordiosera.
Voy a ahorrarte la intriga: nada de eso puede decirte quién eres. Un ejercicio de tal calibre no es muy aconsejable para aquellos mentalmente débiles o influenciables,
ya que descubrir que la mayoría siguió su camino implica que tú te quedaste atrás.
Pero tranquilo, en cuanto vuelvas a tu vida diaria y normal, rutinaria, te darás cuenta de que el acto de mirar atrás en sí es tan folclórico como el que se pregunta porqué lo haces,
porqué después de tanto tiempo.
jueves, 17 de julio de 2008
TERCER ACTO: LA MEDIDA DE CADA UNO
Della bellezza barocca di Noto al inferno schifoso di Cavarra, y tiro porque me toca.
La vision de un mundo deseado, fuera de lujos y bondades, sigue negandose a los ojos de los sin techo. Ojos que cuando vuelvan a abrirse nos habran transportado de nuevo a nuestra rutinas, y a maldecir nuestra mala suerte de nuevo.
El tormento de no evitar pensamientos de sufrimiento, junto a este cansancio que parece cronico, descartan el maximo disfrute en situaciones asi. Rodeados de moscas y pseudo-hippies sicilianos, bajo el unico amparo de una roida morera, el mundo deseado -en esta mattina de domingo- se reduce al instante de una mirada rubia nortegna. Era aquello tan cercano que no se debio abandonar tan pronto, joder, que el riesgo de un vuelo convertido en un pallaso con sonrisa maléfica estaba demasiado presente, como astro inalcanzable por majestuoso.
El paraiso en un segundo evaporado...
Los tiempos se acortan y las caras protestan ya. Un acontecimiento de este calado salvaria un "ya no nos aguantamos, mec", pero voy a dejarme llevar. Porqué sé que lamentaré el haberme lamentado y me diré: "Marcellus Wallace tenia razon". Miraré las fotos para recordar el recorrido, antes de morir en Palermo, para que quede constancia y apoyen futuros desastres.
Siendo consciente, si dicen que se puede elegir, que la vida es eleccion, eligo salir de aqui ya, y que me esperen un par de besos.
Cumpli la mision, volvi a curtirme. Dejad regresar a los chicos, que lo que aqui acontecio no fue real,
y si lo fue,
ya no esta.
La vision de un mundo deseado, fuera de lujos y bondades, sigue negandose a los ojos de los sin techo. Ojos que cuando vuelvan a abrirse nos habran transportado de nuevo a nuestra rutinas, y a maldecir nuestra mala suerte de nuevo.
El tormento de no evitar pensamientos de sufrimiento, junto a este cansancio que parece cronico, descartan el maximo disfrute en situaciones asi. Rodeados de moscas y pseudo-hippies sicilianos, bajo el unico amparo de una roida morera, el mundo deseado -en esta mattina de domingo- se reduce al instante de una mirada rubia nortegna. Era aquello tan cercano que no se debio abandonar tan pronto, joder, que el riesgo de un vuelo convertido en un pallaso con sonrisa maléfica estaba demasiado presente, como astro inalcanzable por majestuoso.
El paraiso en un segundo evaporado...
Los tiempos se acortan y las caras protestan ya. Un acontecimiento de este calado salvaria un "ya no nos aguantamos, mec", pero voy a dejarme llevar. Porqué sé que lamentaré el haberme lamentado y me diré: "Marcellus Wallace tenia razon". Miraré las fotos para recordar el recorrido, antes de morir en Palermo, para que quede constancia y apoyen futuros desastres.
Siendo consciente, si dicen que se puede elegir, que la vida es eleccion, eligo salir de aqui ya, y que me esperen un par de besos.
Cumpli la mision, volvi a curtirme. Dejad regresar a los chicos, que lo que aqui acontecio no fue real,
y si lo fue,
ya no esta.
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