21,37 del 31 de octubre. Acabo de salir del Coliseum de ver El Orfanato, en el día de los muertos. De las prisas a todos los lugares, ahora desde el Viena comiéndome mi bocata preferido, he saldado una deuda pendiente. Me venía rondando después de ver la clase magistral que hicieron los jóvenes realizadores del film en Sitges. No las tenía todas, a los amiguetes de elfuegoestáencendido ya les posteé algunas dudas y un dinerillo como mal menor. Pero no, me equivoqué. Cierto es, como decía su director J. A. Bayona, que su proyecto viene de mucho antes que Los Otros (la eterna dificultad de los que quieren llegar), pero le apesta demasiado y, en consecuencia, denota cierta incapacidad para adaptarse y crear algo diferente teniendo en cuenta eso. La peli no tiene ritmo y es previsible, está descompensada y los personajes están muy desdibujados. Mención especial al marido de Belén Rueda, que pinta cuadros. Da la sensación de que le quieren echar de la peli, sobretodo la misma Belén, porque no se entera de nada. ¡Y además tiene la desfachatez de cerrar la peli! Ah, de la Chaplin ni hablo, che schifo... y sí, Belén está mayor ya, pero sigue...s igue... ahí, sí.
Deberían explotarse más los recursos musicales, el sonido, los silencios... poco miedo he pasado, aunque mi partenaire ha tenido un par de sobresaltos y dice que le ha gustado.
- Será la cerveza. Joder, esta es la segunda y voy morao. Y el marido,
riéndose a carcajada suelta ¡que coño hace, que diga algo, mira qué caras pone todo el rato!
- Shhhhttttttttttttttt, no chilles...
Pero no rajaré más. Está claro que el instinto crítico está cerquita, pero a veces también hay que dejar espacio libre para valorar otras cosas. Como por ejemplo la técnica: está realmente bien hecha. Tiene unos planos cojonudos, impropios de novatos. Y la sensación de aire fresco que nos traen esta gente, así que habrá que estar atentos a sus próximos movimientos.
- La próxima vez elijo yo.
Sí, será la cerveza, tampoco he comido mucho. Me mareo mirando las luces de la ciudad y todo me baila, aunque puedo controlarlo, he estado en sitios peores mientras pienso en Johnny Depp por segunda vez hoy, ahora cuando entra al hotel y habla con la recepcionista en Miedo y Asco.
Estoy sentado en el asiento de justo detrás del chófer, delante de todo. He pensado que sería el más cómodo, pero me he equivocado: ya me están doliendo las rodillas.
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