viernes, 19 de agosto de 2011

Para él todo empezó dónde estoy yo hoy.
Mis primeros recuerdos para con él se remontan a mis primeros años, cuando yo estaba allí y él estaba aún aquí.
Era frecuente verle llegar con su Ford Fiesta XR2 a toda mecha y su lozana hiperactividad. La primera impresión, con sus patillas y peinado a lo Elvis, era completamente arrebatadora; siendo yo un chiquillo, no podía más que admirar desde un principio a aquél tipo al que todos miraban y hacía parecer idiotas.
Era un puto torbellino de energía al que nada se le resistía y para el que diríase que jamás tendría problemas para que se le abriesen todas las puertas que quisiera. Con una autoconfianza que rozaba el cielo y un atractivo premiado por las féminas y odiado por algunos varones, era un ejemplo de vitalidad y ambición sin parangón, no exento de una honestidad y franqueza máxima. Esto último imposibilitaba un caminar sinuoso y una compañía desleal.
Por todo esto, de él siempre se ha dicho que, o lo odiabas, o lo amabas sin remedio. Como a Mou, su último gran referente. Fue un madridista de relumbrón, y no puedo obviar su reciente visita al Bernabéu, en la que tuvo ocasión de conocer a la Saeta Rubia. Emocionado, me reconoció sin complejos que lloró como un niño ante su presencia y al estrechar su mano. Pero eso fue mucho después de que me entronizara en el hospital. Retengo tantas anécdotas que ni en diez posts cabrían. Me dijo ayer Marc que recuerda perfectamente cómo me puteaba. Vamos a hacer un examen, va, mientras el se iba a Urgencias más de una hora dejándome sólo, anticipándose a su futuro menos inmediato.
Siempre le he tratado como a un mentor. Como a una especie de tío o hermano mayor, con el máximo respeto. Si él decía una cosa, yo callaba. Escuchaba. Con el tiempo, me largué de Manresa y dejé de tratarlo tan asiduamente durante casi medio lustro. Él estudió Enfermería y acabó instalándose en Manresa. Ambos, todos, seguimos adelante. Yo me hice mayor y al regresar, él era ya una persona influyente en el ámbito hospitalario. Subió escalafones como la espuma y trabajaba con una ansia propia del nervio que lo identificaba. Recuperamos un poco el hilo al tiempo que percibía un trato diferente, un trato de tú a tú: me había reservado un rincón cercano en el que trataríamos todos los temas abiertamente. Me escuchaba, notaba que me respetaba y me apreciaba tanto como yo a él: ambos habíamos crecido.
Pero se chungó. Los efectos de un trasplante precoz regresaron amenazando todo lo que había construido, incluyendo una maravillosa familia con tres hermosas niñas. Llegué muy tarde al progresivo deterioro de sus órganos, demasiado tarde. Fui a verle a casa. Lo vi realmente mal y él tampoco se escondió. Me fui trastornado, en estado de shock: el invencible Mac postrado en un sofá, abatido por la vida. Me escribió: Javi, hoy te he visto compungido. Le respondí con una diatriba sobre la distancia, el olvido y la culpabilidad. Al poco, ingresó una noche, mi novia era la enfermera que lo llevaba. Nos quedamos solos. Me dijo: bueno, Javi, ¿para cuándo un post sobre mi? Se había reído mucho con mi entrada sobre la legendaria alfombra cagliaritana y desde entonces solía navegar por esta bitácora. Yo le dije: ¡pero si ya estás en más de uno!
Quiso hacer un crucero. Hablaron con Ana y pensaron: qué cojones... Había visto mi borsalino en alguna foto del facebook y me lo pidió prestado. Me dijo: ¡que me estoy quedando calvo, Javi! Pero ése no era un signo de debilidad, no necesitaba demostrar nada. Mas al contrario, si algo le define y le ha definido en todo este proceso, es la lucha constante por sobrevivir, la fuerza por seguir adelante y aguantar y volver a seguir con el mismo ímpetu. Se fumó cuatro cigarros en cinco minutos. ¿Quién era yo para negárselos? Me llamó desde Monreale (Palermo). Recordaba que le dije que aquél claustro era un lugar de paz como pocos. ¡Tío, que estoy en Monreale y me hace gracia hablar contigo! La semana pasada volvieron a ingresarlo. Yo entraba a trabajar y apenas tuve diez minutos para charlar con él. Hablamos sobre la mierda de comida del hospital, sobre los Clásicos y el rollo italiano. Se había enamorado de Roma, pensaba en escaparse cuatro o cinco días con Ana.
Ayer intenté verle por última vez. Me llamó Txema terriblemente afectado. Subí antes de cenar desde la campiña, como era ya costumbre entre nosotros tratar ésta su tierra. Se alegraba un montón de que me fuera bien, en una ocasión me escribió: Te veo muy bien con ella, y ESO me alegra. En nuestra última conversación seria mostró preocupación por el dinero y el futuro más cercano. Hay que vivir al día, pero con un ojo en el futuro. Pese a todo. Me quedé con ganas de más. Quise preguntarle un millón de cosas más. Pero en una cama de hospital no hay sitio para tanto. Se reía del Barça y masculló un puto Messi, me dijeron. Ojalá hubiese acabado anteanoche el Madrid con la hegemonía blaugrana, decíamos, ojalá...
Llego a casa después de la media noche y escribo: Cuando bajo el manto negro de la noche venga a buscarte y a reclamar lo que es suyo no te resistas, demuéstrale de qué estás hecho. Ríete de ella y de su anticuado look. Nosotros llegaremos pronto, viejo mentor, no te apures. Cabalga sin miedo.
Vibra el teléfono temprano. Anoche apenas pude dormir. La cabeza me iba a mil por hora. Es un mensaje escueto que confirma la noticia. Llamo a Marc, está hundido. Me tomo un café y saco a pasear a Chloe con aire distraído. Me siento a escribir estas líneas pensando en él. No puedo dejar de pensar en él. Leo al momento todos los homenajes que va dejando la gente en su muro del facebook y se me pone la piel de gallina.
Me quema la silla. Fuera hace un calor de mil demonios. No sé si subir o esperar. Me comentan que en el hospital hay un millón de personas. No quiero hundirme. No quiero verle así. Se ha ido mi puto maestro y me siento asquerosamente culpable.
Mac, aquí tienes tu puto post de mierda. Espero que te guste, mamón.
Nunca he dejado de tenerte en cuenta.
Mantendré vivo tu recuerdo.
Nos veremos al otro lado.
Requiescat in pace.

P. S. : Dedicado a la memoria de mi amigo y a su esposa Ana. A sus niñas, Aida, Marta y Cristina. Y a sus amigos Marc, Txema y mi hermano Quim, la vieja guardia.

3 comentarios:

  1. Muchas gracias de todo corazón Javi, no esperaba menos de tí.
    Isaac y yo te queremos mucho y siempre vamos a estar todos juntos por él.
    Muchos besos y abrazos para tí, Laura i Chloe.

    Aida.

    ResponderEliminar
  2. Eres lo que no hay, escribes cosas sin sentido, que a veces ni tú mismo entiendes... Pero amigo mío, en este lo entiendo todo.
    Raul.

    ResponderEliminar
  3. Está siendo un fin de semana muy triste, de los peores que recuerdo. Pero pienso que lo que la Muerte nos quita, debe hacernos unir de la misma manera.
    Estaré aquí sempre que vulgueu. Ell ho hagués vulgut.
    Molts petons per tots, Aida. Raúl sabes que te aprecio mil. E Isaac... eres el puto amo, tío, el jodido puto amo.
    Arrivederci.

    ResponderEliminar

No seas indiferente.