viernes, 12 de diciembre de 2014

HONDURAS PRE NAVIDEÑAS SIN IMPORTANCIA


Deambulando yo por el aeropuerto de Pisa esperando el vuelo de regreso a Cagliari, me topé con los integrantes del primer equipo de la città. Recuerdo que habían habido incidentes y la competición se suspendió por unos días tras la muerte de un policía en Sicilia;

- Hola, David, ¿me firmas un autógrafo?
- Hola chico vaya,¿ hablas español?
- Sí, bueno, soy español.
Tras un instante de silencio y con todos los trajes sentados en las frías sillas grises de espera, me agaché con disimulo intentando empezar una breve charla con la estrella del calcio:
- Se dice que el Sevilla te quiere, ¿no te vendrías para España?
- ¡Chico! Si por mi fuera iría nadando...

Esta 'exclusiva' se dio en febrero de 2007, poco después de mi vigésimo séptimo aniversario. Al final, David (Suazo, se entiende) firmó por el Inter al año siguiente, año en que empezó su decadencia. 
Hasta ahí mi única relación con Honduras, el país. Mi tan manida aerofobia, por aquel entonces, había pasado a formar parte de la historia mientras se abría un nuevo camino de regreso a mi tierra y empezaba a luchar por encarrilar una existencia acorde con mi nuevo estado mental.

¿Qué sabía yo de Honduras, hasta entonces? ¿Que su capital es Tegucigalpa y que seguramente muchos de los suyos son bastante oscuros de piel? ¿Que no me puedo quitar de la cabeza aquello de ¡Viva Honduras! del ministro Trillo? ¿Que la conquistamos a base de sangre y fuego como toda América Latina, quizás?

Seguramente. Siempre me he considerado un historiador de pacotilla. La cuestión es que he tenido que vaciar y remover mis baúles y cajas de recuerdos para dar cabida a nuestra nueva supervisora, madre de tres hijos. C., que llegó a la entrevista con aire decidido y aparentando nada que esconder, hizo que nos decantáramos por ella casi sin dudarlo. Pensamos que su frescura aportaría mucho a la causa, y en esas estamos.

Diciembre pasa rápido. La liturgia se amplía este año y no me importa reconocer que lo voy a disfrutar. Fue imposible no quedarme ensimismado repasando aquellos viejos recuerdos, al igual que un imposible es no tele transportarse por un instante. 
Dios... la de mierda que guardo. Durante años. Un día tengo que poner toda mi roba* en orden, me digo de vez en cuando. Podría hacer un museo de mi propio devenir y dejarle algo curioso a mi descendencia.

Aquel invierno viajé por toda Italia deambulando por pintorescas calles sosteniendo una botella de alcohol barato, intentando hacer fotos decentes y frecuentando compañías de lo más raras. Iba por los aeropuertos como Pedro por mi casa; pensaba que nada ni nadie podía hacerme daño y recuerdo emocionarme con muchos lugares, por ejemplo con el Duomo de Florencia. Fue como un redescubrimiento de lo sublime y lo bello en genérico y casi sin drogas. It was a very good year...


*cosas

P. S. : Por si queda alguna duda tras mirar las fotos, SÍ, trabajé en Telepizza, unos pocos meses de 2003 (en Barcelona).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No seas indiferente.