martes, 24 de mayo de 2011

UNA PRESUNTA VISIÓN SESGADA


La verdad está en casa mientras la mentira trata de envolver lo que queda de ella desde fuera, desde el viciado exterior; nunca es azote suficiente el autoinflingido si no hallas el modo de pasar inadvertido, si no encuentras la manera de pasar por encima de convencionalismos y falsas proezas que aspiran a ponerte a prueba y demandan constante atención.
No era mi intención llamarla al orden ni urdir una estratagema clara. Sin embargo, una desconexión prolongada suele provocar estragos:
- (…) Como los trípticos de los hospitales, con falsas de ortografía por todas partes. Es increíble, ¿verdad?
- Total, para el que lo tiene que leer…
No debería haberse girado hacia mi. ¿Qué esperaba? Todos me miraron. Llevaba una media hora sin decir ni una palabra. Ya no cabían más pensamientos en mi aturdida cabeza. Hubo un estertor de estupefacción generalizada seguida de un silencio sobrecogedor. Mi novia me miraba con los ojos más grandes que le había visto hasta entonces, noté. De hecho, no creía posible que pudiera abrirlos tanto.
Puede que la culpa sea del ukelele de Eddie Vedder. Sea como fuere, el verano avanza implacable tras dar portazo a la inacabable temporada futbolística –y eso que no hay Mundial ni Eurocopa-, con los Clásicos muy lejos de amparar a progenitores enajenados con sus irritantes quehaceres autosuficientes, que impiden apartar preocupaciones como era costumbre, pero no permiten admitirlas sin responsabilizarse tampoco; sin paciencia para cocinar a fuego lento, cada vez que me planto en el descansillo en espera de aquel viejo ascensor Thyssen, millones de aguerridos pensamientos pelean por agolparse en el mejor rincón de mi cabeza, cerca del lóbulo frontal. Sigo sin poder detenerlos, cosa que oprime mi capacidad ejecutora y logra poner de manifiesto un miedo que supera cualquier vínculo afectivo natal.
La corrupción del malvado mundo exterior se ha rebelado por fin. Pero todavía resulta execrable a ojos del vecino, que asiste impertérrito al ilusorio final del mundo que ayudó a alimentar, cimentando la supresión del individuo y el injusto estado del bienestar. No sé hacia dónde nos llevarán desde Sol, pero que no lo hagan a lomos de un viejo timón, por favor.  Las tres ‘Españas’ tendrán cabida en el cajón de los desastres del siglo XXI, justo antes de que lo malo y lo bueno se distingan con dificultad entre el caballo alado y el hidalgo más chiflado.
Cuestiones domésticas aparte –por solucionadas o perfectamente encauzadas- un celo agudo ha vuelto a apergaminar mi paladar. La última vez que sentí un halo parecido acabó en hecatombe, por lo que suelo presentarme lo más lejos posible de mi mismo y avanzar despacio siempre desde casa, desde mi creíble y duradera coartada; como no es mi estilo dejar las cosas a merced de nadie que no sea yo, sé que la culpa o el engaño seguirán atentas a los artificios que aspiren a sorprendernos desde fuera, 
desde lo corrupto y lo ajeno.*
*Fotos de finales de marzo
(The Wall según Roger Waters y Collioure).

3 comentarios:

No seas indiferente.