sábado, 14 de mayo de 2011

UN INSÓLITO CASO DE DESTINO INGRATO Y CRUEL

Un insólito caso de destino ingrato y cruel sería aquel que fuera en contra de la naturaleza racional del ser humano. La otra naturaleza, la que hace referencia a nuestro sino indefectiblemente polvoriento y volátil, no se discute ni se tilda de desagradecida; como todo material orgánico, aquello que conocemos y nos define acabará -esperemos más tarde que temprano- reducido a poco más que jodidos escombros. Pero no siempre funciona así.
Un insólito caso de destino ingrato y cruel que no entiende de injusticias ni de preguntas sin respuestas, que no espera ni lamenta haber llegado más pronto que tarde, es aquel que sonríe abiertamente afilando sus garras, mostrando su amarillenta dentadura. Sobre los llantos y súplicas que va dejando a cada lado del camino, como pedazos de piezas de un puzzle inacabado, no flotan restos de clemencia ni de virtud.
Un insólito caso de destino ingrato y cruel impide que muchos -quizá no todos- sean plenamente conscientes de nuestra primigenia circunstancialidad. Como término psiquiátrico, ilustra a la perfección el deseo de permanecer contra viento y marea, y señala la verdadera y eterna batalla que nos concierne a todos cómo género racionalmente estúpido. Pero la gran pregunta nunca dejará de ser: ¿por qué? ¿Por qué nos han otorgado ese maldito don sobre el resto de las especies? ¿Por qué seguimos buscando el escalón perdido? ¿Por qué se nos permite observar universos infinitos y luego echarnos una siesta el domingo por la tarde después de una gran comilona?
Un insólito caso de destino ingrato y cruel, el del jodido homo sapiens. Si la bóveda celeste no responde a nuestras expectativas y emociones, alejándonos del viejo y trasnochador ombligo, a merced de la naturaleza más salvaje y de la más artificial también, es que no hace falta perder el tiempo, el elemento más relativo y voraz que existe (si es que existe fuera de una visión lineal y/o espacial). Soportar semejante tensión, acumulada por millones de partículas y milenios de historia, es nuestro verdadero y fatal destino.
Un insólito caso de destino ingrato y cruel puede apartarte de tus seres queridos en un santiamén, y tu sin darte cuenta. Una obra inacabada que ya no se podría modelar nunca más. Ahora que leo Los Enamoramientos, de Javier Marías, y que pienso casi a cada instante en la oscuridad del no-ser, es ahora, que me asomo al vacío silencioso y para nada rencoroso que ofrece la eternidad (alejada de los desvaríos de la conciencia). Imponer cordura en un acto tan irreflexivo y egoísta, en estos tiempos de catátrofes que corren, es apenas una ilusión. Desarraigarse es la única alternativa para evitar el profundo dolor que arrastra la pérdida. Honrar y recordar a los caídos, el único consuelo que nos queda a los vivos. Aliviar la carga y la flojera de espíritu será para poetas y los principales desviados lo que un pañuelo a una lágrima.
Se trata sólo de un insólito caso de destino ingrato y cruel, aunque atente contra todos los principios de nuestra naturaleza racional (social), y amenace con eliminar de un plumazo todo lo que hemos conseguido.

2 comentarios:

  1. muy chulo tu blog, te sigo si me sigues

    blackroseme.blogspot.com
    :D

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  2. ¡Ay esa maldita época de exámenes! Yo ya ni me acuerdo... Te seguiré. Ciao!

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