sábado, 8 de agosto de 2009

SI MIRO ATRÁS


Si te soy sincero, no sé por qué miro atrás.
Atrás donde hubo algo inexorable pero pasado, a fin de cuentas. ¿Es el recuerdo de una vida que fue, tal vez, o la posibilidad de algo que siempre he pensado que debería ser? Pregunta fuera de lugar, puede que sea el mundo que imagino, uno donde los astros no se quejen más. No es ese tipo de mirada, dame un segundo.
Tampoco es debido a mi situación actual. Nunca lo ha sido. Haga lo que haga no se va, no parece querer irse. Así de simple. Implícitamente, está por todas partes. En el aire que respiro, en los sitios que visito, en los labios que beso y hasta en este mismo lugar, ahora, en este puto teclado. Nadie pidió ser agasajada de semejante manera ni la actual añada lo merece, desde luego. Reconozco la injusticia. Achácalo a mi cabeza, y tírame a las arañas si quieres.
No hay nada que reservar pero, las cifras hablan y los sentimientos se distraen. La idea de una sombra de este calado no implica quedarse atrás, anclado en esa percepción (de altura debo decir). No impide vivir con otra cara, desde otro flanco.

No fue en espera de una vida mejor, pero admito que me vi obligado a caminar mirando para otro lado, aún a sabiendas de lo que había encontrado; de los desaires (¿cuántas veces me apartó de su vera?) hasta el punto de reconocer vagamente una imagen en mis pensamientos, una especie de espectro apaivagado, reactivado después por obra y causa de las nuevas tecnologías, herejías tan implacables como impagables. Encontrar... ¿tan subjetivo y dañino resulta, algo que debería ser jodidamente obvio? Una negación humillante bastaría, si no me diera por enterado mejor.
Por lo demás, el magnánimo juez de turno ya dictó sentencia (las estadísticas no se callan). En realidad ya no diviso nuevas dichas desde mi atalaya de cristal, ni viejos nichos tampoco; siempre supe toda la verdad, e pur si muove, como si cualquiera pudiese decir que "es un desastre con todas las letras impresas, mentecato". Uno a uno desfilan todos esos fotogramas, todas aquellas cosas que me convirtieron en el ser más descreído y honrado de este mundo por igual, y cuando pude decidir de veras (durante el segundo renacimiento), no dudé ni un instante; términos como amor, obsesión y miedo se entremezclan en una orgía de dictámenes que el equilibrio desdeña sin remisión, pero que nunca han dejado seca esta pluma, al igual que un gran colocón. Pese a que en realidad no te atañe y cierre los ojos cada vez, creo que este sería un buen resumen, así que no te preguntes "por qué". O abandona esta tierra quemada a viva voz, que se entere todo el mundo (y yo mismo de paso).
Creo que yo ya sé por qué miro atrás. ¿Es totalmente inadecuada la pregunta inicial, pues? Redefinir los parámetros que me vieron nacer de este modo, hoy en día, alejan y profanan torres y sepulcros que omitir, pero no la vista que de ellos resulta.
¿Y si lo reduzco a un recuerdo, en vez de este fútil intento desarraigado, senil y demasiado espaciado? No es ese tipo de mirada la que dirige mis dedos esta noche, pero tampoco estoy muy seguro, ya que ansío un último intento, dame otro segundo (pasado y futuro se confunden); anoche, desalmadamente borracho en mi esquina solitaria (durante los festejos del gran inquisidor), viéndoles danzar embriagadoramente alrededor de una hoguera, hice una ofrenda para aquello que no tuvo nombre, y pude pasar la noche viendo, sin espacio, la figura de ella. (*)
Han empezado los Juegos Olímpicos.

Hoy era siempre todavía.
Ya hemos llegado.
Si miro atrás, veo.
(*) He pasado toda la noche sin dormir, viendo...
Fernando Pessoa.

1 comentario:

No seas indiferente.