martes, 3 de marzo de 2009

EL FIN DE LOS FINES


He estado mucho tiempo preguntándome el sentido de la vida.
Preguntándome porqué estamos aquí; qué mecanismos regulan el hecho de haber nacido, el hecho de crecer y, en última instancia, el hecho de dejar de respirar (¿el fin de los fines?).
Si no hay que preguntárselo por resultar estúpido u obvio, saber al menos el porqué de la consciencia, eso sí que estaría bien; el sufrimiento de ‘pensar’, el don del conocimiento que unos rechazan (puede que sin darse cuenta), y otros combaten día tras día. Heredado o producto de un contexto más amplio (¿educación?), es la panacea de toda una especie y la piedra angular de todo halo de vida (¿aún es pronto?).
Hasta que nadie demuestre lo contrario, aquí sólo estamos de paso. Reconocer esta gran verdad ha supuesto para diferentes generaciones, a lo largo de la Historia, un enorme peso o una frágil levedad. De terribles dictaduras en el nombre de algún dios al ‘carpe diem’ más disoluto, pero, hasta lo que yo sé, mañana podríamos estar todos muertos. Entre la causalidad y la casualidad apenas hay una ‘u’ corrida, porque nunca sabes cuando puede interrumpirse el ciclo.
¿De qué sirve, pues, una existencia llena de problemas, guerras, rompecabezas y otras veleidades como el amor no correspondido? He llegado a pensar que era debido al aburrimiento. Sí, al aburrimiento de estar vivo, más que a la diversión que provoca el cerrar el libro (de la vida). Debe de ser algo inherente a nuestra condición humana, aunque no por ello deja de ser menos asqueroso. Ya no sé si es que todo vale o si, simplemente, nuestra civilización ha llegado a tal nivel de desarrollo que se dan por sabidos elementos básicos que alguno tacharía de vetustos y hacer que otros corrieran el riesgo de quedarse (que no permanecer) ‘fuera de onda’.
Personalmente, me importa todo una puta mierda. Ver las cosas nunca ha sido de gran ayuda (hoy en día no se valora mucho), pero no por ello voy a dejar de proponer algo al respecto.
Si la verdadera batalla se halla en la mente (para el que quiera) y todo lo demás no depende de uno (grácil como el caminar de una musa, respiro que se agota en un suspiro), abogo por saborear un sorbo y por un ‘back to school’, un regreso a los lugares comunes, sobretodo para con la gente que te importa de verdad; hazles sentir que para ti son especiales, únicos e irrepetibles.
El fin de los fines debería ser cada instante vivido a pulmón fuera de las quejas y lamentos absurdos que la maldita Sociedad de la Información hace llegar a nuestros hogares día sí, día también.
El Ser Individual no puede ser desterrado ni sus gritos ahogados, ya que en él se encuentran las claves de la verdadera naturaleza humana y el devenir de toda una especie.
Sé positivo en general y disfruta de los pequeños placeres de la vida (como diría aquél), pero no porque mañana una ola gigante podría arrasarlo todo, si no porque esos serán los momentos que darán sentido a tu vida (los que recordarás).
Recicla, planta un árbol, ayuda a nuestro herido planeta. Búscate un hobby, pero uno que te guste de verdad; si siempre te apasionó la Historia, es hora de matricularse en la facultad. Duerme mucho (no te olvides de lavarte los dientes antes pero), folla todo lo que puedas (pero aleja la cabeza de ahí, eh?!). Prueba los platos típicos de todos los lugares que visites y sus vinos. Sin crisis no hay gloria. Haz fotos para asegurarte de todo y dejar constancia. Tira tu ordenador a la basura y deshazte del móvil (bueno, esto último lo dejo a elección). Lee. Cómprate una túnica y átale un áspero cordel a la cintura, recita en las plazas. Se me está yendo. Escucha a todo aquél que hable, calla. Aprende a tocar la guitarra, vuelve al gimnasio, que el fútbol ya no es lo que era. Aprovecha y abraza al silencio, no reniegues de la soledad.
En cuanto a mí, ni siquiera sé lo que digo (me repito más que Willy), ni porqué cojones lo publico. Hoy no he intentado darle forma -marginando a mis intentos literarios-, diría que es más bien un chorreo incontrolable el que guía mis dedos a estas horas de la noche. Conozco la teoría y seguiré jugando a ver doble, así que coge lo que puedas, si es que has aguantado hasta aquí.
No creo que deje de preguntarme nunca el verdadero sentido de la vida (al final me compré una moleskine), pero créeme, no voy a quedarme parado mucho más tiempo esperando a ver qué cojones pasa.

2 comentarios:

No seas indiferente.