En una vida cruel y llena de gente sólo es esperable -y casi deseable- pasar de puntillas levemente, cual hoja de otoño mareada por el viento que acaba besando el suelo sin hacer mucho ruido, y acarrear con la contradicción que supone la sustancia de la que estamos hechos seres como tú y como yo, cargados de grilletes y con los pies varados como el albatros moribundo que lucha por sobrevivir en un mar de alquitrán...
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