lunes, 26 de marzo de 2012

HOY HACE DOS AÑOS

Hoy hace dos años empezó una historia de amor sin final.

Hoy hace dos años me acosté tarde, recuerdo, pasado mediodía. La emoción era tanta que no cabía en mi. Estaba sobrepasado, me sentía completamente embriagado; venía de un desayuno insólito y revelador. Cuando finalmente concilié el sueño, creí no haber descansado ni gota, pero no importaba: tenía el tiempo dominado, el inconcebible poder de malearlo a mi antojo y, lo más importante, me sentía capaz de todo. El resto de la noche me dedicaría a gozarlo activando los sentidos y el ímpetu al máximo.

Hoy hace dos años, quién lo diría, empecé a enterrar los mitos de mi eterna juventud; cerré la puerta de mi vida anterior de un golpetazo, utilizando las mismas vías que lo cimentaron, mostrando mis dulces garras. Pese a lo atropellado de la situación –el cortejo se gestó en un torrente-, no había lugar para la confusión: todo se debía a ella, ella era el patrón.

Hoy hace dos años vislumbramos la ventana más grande jamás abierta y nos situamos ante momentos parecidos, libres de culpa y pecado. Agotados por pesadas cargas concebibles en seres que bordean la treintena, alejados de las teorías más rocambolescas. El amor, la vida, nuestra miserable existencia humana… dejan de tener sentido si no estoy con ella. Sin ella, todo me parece vacuo e inútil. Mi antiguo yo ha mutado hasta parecer una sombra de lo que una vez equivocadamente sospeché me reconocía por doquier.

Hoy, desde hace dos años y como cada día, celebro con entusiasmo intacto el haberla conocido. Venero el suelo que pisa -como futura madre de mis hijos, a parte- sin sofocos ni dramas inocuos, observando cada uno de sus movimientos con reverencial pleitesía.

Hoy es un día especial. Hoy renovamos nuestros votos, hoy te escribo estas líneas sólo para decirte que te quiero, sólo para mostrarte mi alegría.

Hoy, mañana y siempre a tu lado, princesa. Porque el tiempo vive entre nosotros sin influencia ni deterioro, porque sé que sabes de lo que hablo y porque, juntos… ¡poremos!

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