jueves, 27 de enero de 2011

CORONA AVIZOR

A cuatro días de cumplir 31 años y tras cortarme el pelo la semana pasada, ha empezado a asomar por mi desamparada cocorota la coronilla de Zizou.
Recuerdo haber tenido las mismas entradas casi desde que pasé a la edad adulta, pero esta situación, tan definida como repelente, le supera de cuajo.
Lo curioso del tema es que nunca me había parado a pensar en estas cosas. No es que no fuera presumido ni cuidara mi aspecto, no. Es que, con el tipo de pelo que tengo, jamás le di importancia a nada en concreto porque tarde o temprano sabía que tendría que aflorar cierta calvicie.
En estos días de frío intenso y posibles alertas por nieve, dos personas diferentes del trabajo han sacado el tema a colación. Hablaban de eso, delante mía, respecto a mi. Meses antes, uno de los míos se alarmó de repente y delante de todos casi del mismo modo (al estilo Nelson de los Simpson).
Al principio te puedes ruborizar, pero hasta cierto punto: lo único que hay que tratar de asumir es algo que tú ya sabes. Sólo te lo recuerdan, lo confirman. De alguna manera, se hace público. Lo hacen público.
Esa sensación no debería ser tan tremenda como para hacerte sentir mal. A mi no me sienta mal, pero reconozco que, por mucho que moje el agua, no deja de sorprenderme el hecho de que moje en sí. Quiero decir que siempre jode que la gente saque a relucir tus vergüenzas, tus cosas internas, tu autoestima. Y no es que yo la tenga baja, no. Puedo escribir sin tembleque alguno que me encuentro en el mejor momento de mi vida y seguir hablando de esta mierda sin ningún pudor.
Lo que me revienta, digo, es que la gente interprete algunos procesos vitales como señales de una decadencia que todavía está por llegar (o por demostrar). O como algo horrible; como si hubiese dejado a mi pobre perro cojo encadenado y a merced de los elementos y no le diera de comer durante varios días o semanas incluso.
Oirías un ya te vale. Como si descubrieran algo tuyo muy profundo. Y tú pensarías: ¿acaso soy menos hombre? ¿Qué diablos significa ser hombre? ¿Cuáles son los valores por los que me rijo? Y volvería a enviar a todos y cada uno de ellos a tomar por el culo, aunque reconozco que me dolería. Sobre todo respecto a mi entorno, respecto a la gente a la que me he equiparado siempre.
Estos días pensaba en eso, puede que demasiado. Y hoy tenía ganas de pasearme por la ciudad, parando a todo ser conocido para explicarle la buena nueva, quitándome así esta desagradable desazón más ajena que propia.
En cuatro días cumplo 31 años. Nunca fui ni muy sociable ni demasiado fan de Zizou, pero éste al menos llevaba el 10 y nunca tuvo mucho problema al respecto.

2 comentarios:

  1. Tío, yo desde que asumí mi incipiente coronilla y me rapé el pelo soy totalmente feliz.

    Veo ciertos paralelísmos en tu vida y la mía, a parte de coincidir un tiempo en Cerdeña. Mi confirmación como calvo oficial coincide con mi mejor momento vital.

    Yo personalmente me veo mejor que nunca. Será la felicidad.

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  2. No esta tan mal..hay calvos con encanto...y mira Guardiola...es un sex symbol del futbol y calvo...quizá es el comienzo de algo!!!=) espero que te psases por mi blog y que te guste tanto como a mi el tuyo...!!!!

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