domingo, 15 de agosto de 2010

DEMASIADAS NOCHES (DE MOMENTO, ONCE DE CATORCE)

La noche es para dormir. O, si se tercia, para emborracharse.

A estas alturas, me hago cruces con la misma inercia con la que tecleo una visita, respondo a la siguiente llamada o intento solucionar cualquier problema de mierda (a cada cual más estúpido e inoportuno).

He perdido la cuenta, no puedo pensar con claridad. Cuando lo hago, un río de billetes verdes inunda mi sistema límbico. Sólo sé que ya llevo demasiado tiempo aquí.

Y ya no me quedan más muecas en mi disfraz.


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