La selección española ha ganado esta noche la Copa del Mundo de Fútbol en Sudáfrica. Lo escribo desde el trabajo aún con la piel de gallina, una emoción muy poco disimulada y un cansancio más que latente.
Ha sido el triunfo del fútbol y la confirmación definitiva del salto/cambio generacional del deporte español (simbolizado por el mayor éxito posible en nuestro deporte rey), que vive una época dorada sin parangón.
Se acabó con el victimismo tradicional, los 'ay, ay...' y el 'y si...', tal y como me decía ayer un buen amigo mío. Hemos entrado en la élite del balompié mundial por la puerta grande con un memorable doblete: primero con la victoria en la Eurocopa de Austria y Suiza en 2008 y ahora tras esta magnífica hazaña, que restará en los anales por los tiempos de los tiempos.
Memoria viva.
Por la primera estrella en el cielo de nuestro escudo (politiqueos y basura aparte).
Porque los sueños pueden cumplirse y la realidad, ser mejor que cualquier sueño cumplido .
(Por el amor verdadero, pues).
Por la ilusión del deseo mantenido y no evaporado y por nosotros, alacenos, sufridores penitentes (respiros de Mauro Tassotti y Ahmed Al-Ghandour).
Recuerda. Somos eternos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No seas indiferente.