Cada cierto tiempo y en consonancia con el cambio de estación, se establecen una serie de líneas -unas veces imaginarias, otras más palpables- que separan lo cercano para convertirlo súbitamente en lejano.
Como si no quedara más remedio que poner tierra de por medio, en una extraña tendencia que afecta peligrosamente a personas y actitudes. Es un riesgo que algunos asumen y otros no. Por lo que respecta a la finalidad y a la causalidad, una nube borrosa suele envolverlo todo.
Y todo para acabar en tierra de nadie, sin nada que hacer.
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