miércoles, 6 de junio de 2007
EL CANTO DEL FLAMENCO
En esta última semana recibió un par de visitas, por lo que no tuvo mucho tiempo. Hoy se levantó y tras su recién y momentánea adquirida libertad, no supo que hacer.
Igual que ayer. Sin objetivos a la vista, ya sólo le quedan 4 noches en el balcón. Siguió ensimismidado al toparse con esta luna radiante, llena de vida. Y se sentó a esperar a los flamencos, albatros y demás golondrinas del lugar, con sus alegres melodías su dormir placentero. Sin tubos de escape ni ruidos, soltanto intuyendo el mar. Qué cercana es y cuán bella...
Salió a compartir ese momento con alguien, pero no había nadie en el pasillo y los teléfonos estaban apagados o fuera de cobertura. No pudo concentrarse ni leer un carajo en espera de partir de nuevo, mientras recordaba porque nadie le decía lo mal que había jugado esa tarde.
Deseaba un encontronazo o un beso, pero sólo halló un diván, un trozo de papel y un viejo pilot rojo. Con los pitillos de antaño y este cielo despejadísimo, un nuevo mes y una nueva sensación. Un poco tarde (casi una semana después) pero le pareció digno de ser recordado, porque no habría muchos más instantes así, y sonrío tras captar la belleza del momento mientras apagaba las luces y recogía sus bártulos...
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