No podéis ni imaginar lo que siento por vosotros.
No tengo palabras para explicar el torbellino de emociones que recorren mi cuerpo cuando os miro desde aquí, apenas unos metros atrás.
Mis días son los vuestros, mi sudor es mi alegría.
Nadie os querrá tanto como yo, que estaré siempre cerca; os proporcionaré calor y cobijo durante las tempestades, y también cuando el mar esté calmo.
Sois mi don más preciado, mi aportación a la vida. Yo os lanzaré al espacio exterior, a recorrer los vastos caminos que surjan en vuestro sino (incluso si no hay más remedio).
El aire me resulta pesado, soy incapaz de fijar la mirada.
Aquí sigo, sentada. Ojalá el tiempo no pasara.
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