lunes, 6 de febrero de 2012

CUMPLÍ 32

El martes cumplí 32 años.

No fue la casualidad la que me alejó del foco y la tensión, ni tampoco la desesperación.

Un resorte natural de última hora, como dos niños agasajados en el sofá de improviso, un destello en el salón.

Cacareamos canciones que nos distinguen, no tomamos nada a cambio. Esta vez no fue necesario. Qué hay del humo, me preguntaron. El justo y el necesario, respondí, no lo voy a negar, no hace falta que se santigüen.

El día era gris, el frío de los gulags estaba al caer. Oímos la burbuja poco antes de caer, una razia, algo rápido, todo sin pensar en la hora de comer. Y el brindis… ¡ay, el brindis! El sol caía y no quería merendar, sacrílego impío, pero tampoco nos importunó.
¿Qué íbamos a hacer?

Estuvimos en Florencia dando una vuelta, no fue un rumor de babor ni estribor, ni del este o el salvaje oeste nos llegó la confirmación del mástil; mi vida entera lejos de tener sentido hasta entonces, pensé, esto es lo que enumera una existencia breve y cruel. Al día siguiente teníamos un vuelo a New Jersey.

Y luego...  oleadas de pasión y desenfreno, comida para perros, del destino hacia el faro que da nombre al rumbo entre dos mares, vida mía...
todo junto a ti, nada siempre contigo. ¿Qué más se puede pedir?

El martes cumplí 32 años. ¿Quieres preguntarme cómo pasé el día?


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