viernes, 14 de abril de 2023

CONTRA LAMPEDUSA Y LOS AMBAGES DE UNA VIDA DE TABLERO FÁCIL


¿He hablado ya aquí, en este viejo diario, sobre lo difícil que es intentar llevar una vita facile?

Define "vita facile", me diríais. Creo, y es muy duro darse cuenta de eso, joder, que todo depende del otro.

Y es que, cuando toca relacionarse, cuesta tanto hacerlo sin el peso que arrastramos, sin el bagaje que acumulamos, que somos incapaces de hacerlo con naturalidad. Es como si fuera imposible no hacerlo sin nuestras pretensiones, sin nuestra idea de vida o lo que esperamos de ella.

En una partida de ajedrez existe el enroque, que es un movimiento defensivo. Una diría: he llegado a una edad en que todo me resbala. No es cierto: siempre tratamos de relacionarnos en base a lo que somos. Hay muy poca gente que es capaz de estar y vivir por encima de esta ley no escrita, fuera del tablero; esa gente es la que flota por encima de nuestras cabezas (deslizándose por la existencia), más allá del bien y del mal. Libre de prejuicios y expectativas, como los abuelos que caminan con las manos detrás de la espalda o los locos que juegan sin estrategia alguna.

Y yo quiero estar cerca de esa gente, respirar el aire que respiran. Salirme del tablero de juego. ¿Es importante pensar que los asuntos de verdad, los que cuentan, no son los que nos ponen en bandeja de plata? ¿Los que arrastra la corriente? También importan, oiríamos. Todo importa. Pero es difícil hablar libremente, sin ambages. Nadie pone un pie si ve que al poner el otro después hay un puto precipio delante.

La seguridad en los tiempos del "no tengas miedo al cambio", en los tiempos de este desarrollo exacerbado y molesto de la psicología más intervencionista, provoca un cruce de cables antológico en nuestras cabezas: cambia, pero no cambies. Te doy las herramientas, pero no están a tu alcance (un Lampedusa de toda la vida, vamos): hoy en día, "la seguridad" no deja de ser un término militar de trinchera anclado en un papel digno de Oscar.

No sé qué es la vida "fácil". Los seres humanos tendemos a complicárnosla. Hoy trabajo a 38 minutos en coche de casa y domani chi lo sa, quién cojones sabe qué.

Cuando la sencillez no sea posible en este mundo de paso, pues, la indiferencia deberá tomar las riendas y seguir sin mirar atrás; por suerte, mi cabeza y yo vamos de la mano esta vez. Como los abuelos que caminan con las manos detrás de la espalda o esos benditos y necesarios locos que juegan a otro deporte.

Tramontos al trote cochinero again