jueves, 20 de noviembre de 2014

EL DERECHO A DECIDIR


¿Quién decidió que mi hijo chutara con la zurda?
¿Qué derecho tengo yo como padre a definir su futuro psicológico?
¿Cómo puedo orientarle en su devenir sin temor a perjudicarle, algo que, según todas las corrientes filosófico religiosas conocidas, va indefectiblemente ligado a nuestra naturaleza autodestructiva?
¿Por qué 'guardería' es sinónimo de malattia?
¿Por qué el sufrimiento transcurre en paralelo al aumento y el desarrollo de sus capacidades?
¿A quién puedo culpar por que mi retoño no hable en el idioma que yo quiero, siendo quizás demasiado pronto para preocuparse por sutilezas que señalan mis debilidades y quejas más obvias?
¿Cómo puedo no preocuparme por el país que pretendo para mi hijo y no por el que tratan de vendernos?
Y, sobre el invierno, ¿quién ha de darnos cobijo? ¿Quién nos abastecerá de leña y rica cebada cuando la vieja matrona nos abandone?
¿Es Josep Maria Bachs, fallecido esta semana, lo único que nos retraía a un oasis de suerte y felicidad momentánea allá en nuestro viejo pasado hacinado? ¿39 años son nada?
¿Existe realmente el derecho a decidir?

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