viernes, 18 de febrero de 2011

LAS VECES

Yo cuando me meto en la cama pienso: un día más, un día menos. Bueno, ya me entiendes, oigo que grazna, aunque haciéndolo, puede que inconscientemente, capture de lleno gran parte de la esencia de esta inexplicable existencia.

A veces me enfado por cosas estúpidas que luego hacen que me avergüence de mi mismo, no puedo evitarlo.
Otras veces pienso que pierdo el tiempo demasiado fácilmente, y lo pienso sobre todo a posteriori; para no torturarme, acabo decidiendo que ese tiempo es una victoria para el descanso, la cabeza o algún que otro autoengaño. Para cuando no sea así, en estas noches de hastío y aceleración de procesos irrevocables, el astronauta recurrente se encargará de regresar a la Luna bandera en mano.
El pensamiento hace las veces de ángel exterminador y el sueño no amortigua la caída; ayer soñaba con ser el único superviviente de un accidente aéreo, y hoy me he despertado con una noticia descorazonadora: otro conocido caído en desgracia, otra vida sesgada por el infortunio. Incluso he estado a punto de llamar a un antiguo compañero de clase para cerciorarme.
Cada noche tengo que levantarme al menos una vez para orinar, por lo que la ensoñación paladinesca varía más que mi humor diario, pero menos que mi filiación futbolística. Sobre mi vida en pareja, pero, sólo puedo decir cosas buenas, nada que me haga pensar en querer volarme la tapa de los sesos mañana antes de ir a jugar a tenis.
A veces fantaseo con irme. Me digo que estoy fingiendo y me conmino a dejar de hacerlo antes de que alguien salga malparado. Reviso las fotos y mi última aportación a esta bitácora, que data del 27 de enero, pero en realidad no hace ninguna puta falta: una noche de insomnio más leyendo a Vila - Matas y tendré que acabar enfrentándome a esta nostalgia inventada.
He deseado muchas veces que Rubicon no se acabara nunca, descifrar la férrea disciplina de mi amada, mantenerme para siempre en esta nube. Y forzar la resistencia de mi Opel Corsa rojo, renunciar a vivir eternamente concentrado, dejar de jugar a ser normal.

Yo, la mayoría de las veces, cuando me meto en la cama pienso: no le des más vueltas, trata de dormirte.
Bueno, ya me entiendes…