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viernes, 16 de junio de 2017

GRACIAS, KARL OVE, TAKK

Cuando leo a Karl Ove es como si volviera de golpe a recuperar la fe perdida.
Me transporta a la época de las primeras y más grandes aperturas, ese lugar en el que creí hibernar para siempre y al que suelo recurrir últimamente como si ya hubiera cerrado la compuerta.
Entonces todo era nuevo y esponjoso y yo anhelaba esa sabiduría por encima de todas las cosas. Ellas, las chicas,  quedarían en un rincón, apartadas en espera de mi abrupta y deslumbrante aparición. Así de iluso era yo.
En el fondo sigo pensando como entonces, solo que ahora todo ha cambiado; esta máxima encierra una verdad tan atronadora que ha de tenerse en cuenta sí o sí. No puedo obviarlo, y eso es algo que mi testigo de boda no alcanza a entender. En contradicción con mi yo social -que no familiar-, son muchos los días en que no salgo para acallar las voces ni el runrún, y lo mejor es que no me importa una mierda. No necesito que me vean como soy en realidad.
Lo que me asusta es saber que yo soy así. Bueno, que puedo llegar a serlo. La cuestión es el cuándo, la única cuestión, infatti (de hecho). El mientras tanto, pues, se convierte en una pesadilla interminable, en un culebrón donde casi todo es baladí (lo que podríamos denominar existencia, vamos). Equilibrismo puro, cuando yo solo querría leer libros y criar a mis hijos un poco a lo Capitán Fantástico.
Luego está el hecho de mi amistad con Kristian, compatriota de K. O., y los lugares comunes. Me veo en las veces que he estado allá arriba con ese puto frío, emborrachándome, siguiendo las huellas de un mundo ya no tan extraño. Yo podría, joder. Y tanto. 
Qué hacía Kevin Durant celebrando el anillo, qué esperábamos, yo no iba a celebrarlo. Sentí el picorcito, lo reconozco, pero no fue suficiente para aliviar el tema galáctico del acaparar y no dejar ni las migajas.
Son estos putos últimos días, tan calurosos ya, en que todo me molesta. La compuerta se resiste a agrietarse. Suerte de Karl Ove y mi cantantessa, a la que pronto voy a conocer. Y mis islas... ah, las muy jodidas, ¡no se me fueran a mover!

P. S.: Un recuerdo especial para nuestro amigo Chris Cornell, que nos dejó en estas fechas y todavía seguimos traspuestos. Una voz para el estremecimiento. DEP.

domingo, 31 de julio de 2016

UN PRETEXTO PARA LAS RAZIAS VIKINGAS


¿Habéis oído hablar sobre las andanzas de los vikingos? ¿Sobre la fiereza de sus incursiones, los pillajes?
Os voy a dar una exclusiva: es todo real. Creo que incluso llegaron incluso hasta América, fíjate.
{...}
Nosotros tenemos al Capitán Trueno, y aquí en el vídeo de más arriba lo vemos luchando con Sigrid de Thule...
Ya sabéis de mi predilección por Noruega, los asiduos a este blog, y estos días asistimos a una nueva entrega de los encuentros interculturales que vienen sucediéndose desde hace 19 años, esta vez en mi casa, en mi territorio.
Es un privilegio ser amigo de K. Y ver crecer a sus hijos mezclándose con los míos en el idioma universal, todo un orgullo.
Nuestros encuentros son dichosos y divertidos, aunque esta vez había el riesgo de que A., con casi 2 años, podría ser un bicho de mucho cuidado; mi hijo, L., tan desafiante que no ha habido más remedio que empezar a poner límites en su educación, no le iba a ir a la zaga: mi casa iba a ser un jodido campo de batalla, y así ha acabado siendo. Días después, todavía hoy he encontrado una foto enmarcada mía y de Laura ¡en una rejilla detrás de un calefactor! en la buhardilla, manchas en el suelo de la escalera de la entrada que no se van con ningún producto de limpieza conocido y la sensación de que una horda de salvajes vikingos había arrasado con todo cuanto había hallado a su paso...
No, en serio, les adoro. Escribo esto con una gran sonrisa. Me gusta ese caos tan auténtico que les caracteriza -y les produce 0 preocupaciones por cierto- y me siguen sorprendiendo esas 'pequeñas diferencias' culturales respecto a nosotros; el tema horarios, por ejemplo, incluso con la chicharra que ha caído estos días. Ese 'dejar hacer, dejar pasar' me tiene alucinado, porque luego cuando hay que ponerse en plan poli malo lo hacen sin dudar ni un segundo.
Verles juntos de aquí 10 o 12 años en plena adolescencia (en 2026 o 2027, hay que joderse), relacionándose, siendo amigos, me emociona. Porque sus padres establecieron un vínculo que se perpetua en el tiempo y la distancia y, al final, la vida no es mucho más que eso. K. y yo lo sabemos y por eso precisamente seguimos ahí, en la brecha. Aunque luego esté pendiente de sus meetings por roaming (¿cómo lo harían antes?) para 'tratar unos precios' cuando nuestras preocupaciones son mucho más terrenales y haya esos momentos en que se pueda compartir un silencio que no huela a desaire o a una convicción excluyente sobre la familia y la existencia en general.

martes, 2 de junio de 2015

BARNEHAGE* SIN BANDERAS



Cuando veo a mi amigo K., noruego de Oslo, hijo de exiliado republicano barcelonés, siento una ternura casi familiar.
En los últimos 18 años nos habremos encontrado no más de 10 o 12 veces. Al despedirnos en la flor de nuestra juventud más bizarra, nos dijimos: amigos para siempre, eh, no lo olvides.
Éramos inseparables. Nos unen lazos difíciles de explicar; aunque por sus venas corra sangre española, él es un puto vikingo, un hijo de Ragnar Lodbrok. Y allí arriba son fríos, hace un frío del carajo, y beben como putos cosacos. 
Lo primero que aprendí en noruego fue drekka mer (bebe más). Luego deseé fervientemente ser noruego al entender las motivaciones del jodido Edvard Munch mientras paseaba ensimismado por el parque de Vigeland a menos 18 putos grados. 'Allí he tenido muchas citas', recuerdo que me dijo una vez. Voy a obviar lo de las 8 semanas de permiso de paternidad y otras bondades del sistema escandinavo para centrarme en la épica sentimental sin más.
Hemos bebido mucho juntos. Borracheras de calidad, espaciadas en el tiempo. Cada nuevo encuentro era como si lo retomáramos de la vez anterior, como si no hubiera pasado el tiempo. ¿Hay acaso mejor sensación? En una relación, eso es algo impagable.
K. me vio en mis épocas afligidas y, desde la distancia, supo entenderme. Recuerdo una comida en casa de mi madre, en la que ella le mostraba su preocupación ante mi futuro mientras él le decía que no se preocupara, que yo saldría adelante porque era inteligente y capaz. Ese día comimos arroz blanco con tomate y un huevo frito.
No era un problema de idioma. A la mística pertenece ya la pregunta que le hizo un profesor, sobre si había aprendido alguna cosa en su estancia en Manresa, sobre todo porque no solo dominó el castellano, si no que también chapurreó y utilizó con cierta soltura el catalán.
Aquello me ofendió. Yo siempre iba con él, me estaban tildando como una bad influence. Él siempre lo recuerda con rencor. Nuestra imagen de borrachuzos, por aquel entonces, era ya legendaria, y eso no gustaba demasiado en el instituto.
Han pasado 18 años desde entonces. K. ha perdido toda su cabellera pero mantiene la misma actitud física. Tiene dos hijos, una Sigrid de Thule de casi 3 años, C., y un pequeño troll balbuceante de 10 meses, A. Con niños era la segunda vez que quedábamos, allá en el apartamento familiar en Platja d'Aro (Girona). Yo, que siempre estoy atento a lo que acontece en su tierra, esperaba ansioso el momento. Quería sacarle a Knausgård, el tema de la inmigración y el petimetre de Ødegaard. Quería beber codo a codo con él y volver a oír aquel brindis una vez más: skål! 
Al final del día, todo se traduce en vitamina para el alma, acaba desembocando en una inmensa plenitud. El esfuerzo de hablar inglés con C., la madre de sus hijos, y la espina por no hacerlo mejor, son el único pero en unas jornadas breves pero magníficas; siempre nos quedamos con ganas de más mientras observamos a nuestra progenie relacionarse libremente pese a la diferencia cultural. Cada uno con su idioma, L. le decía a C., 'vine, vine' (ven, ven) , y le hacía gestos con la mano. C. acudía rauda y veloz y luego se ponían a correr riéndose uno detrás del otro. Yo pensé: mierda, esto es plenitud. Fue un momento de esos que recuerdas.
No critico a mi tierra, no pienso en emigrar. No es mejor el norte que el sur, ni nuestro modo de vida mediterráneo, sin apenas ayudas y con el sueldo congelado. Es un tema de educación, como no; ¿no es mejor incluir y no excluir? Cuando veo a dos niños entenderse así vuelvo a aquello de l'home és un llop per l'home. El hombre está sometido y no hay herramientas para superar semejante obstáculo, al menos no a grande escala. En nuestro microcosmos, miro hacia afuera con orgullo por una vida no limitada a las pequeñas enclosures, aceptando concesiones a la tradición como La Patum de estos días y sonrío al pensar en la etiqueta #bolquersoff y me digo ¡mierda!, como para cohibirse con las putas miradas ajenas.
Cada vez que veo a mi amigo K. pienso: que se jodan. No tengo por que ser de aquí si esto sigue así**.

*jardín de infancia

**si entras en el enlace, verás un canal de Youtube ('saber y potar') donde se retrata  a la juventud actual.

lunes, 9 de septiembre de 2013

LISTAS (III): DIEZ LUGARES PARA EL RECUERDO

Una noche menos, una lista más. E iban ocho -¡semana trágica!- por fin (después del ridículo de Madrid 2020 y la gran cadena de la Via Catalana).

Esta vez me adentro en aquellos lugares mágicos que me dejaron huella -aun a sabiendas de que queda mucho por descubrir- aprovechando, de paso, los ajustes que un recorrido sentimental por los recovecos de la memoria provocan gracias a la perspectiva y el alcázar construidos.

Alegría, tristeza, miedo. Muchas veces lo asociamos a sitios concretos o a nuestro tiempo libre. Las vacaciones. ¿Quién no recuerda una playa paradisíaca? ¿Quién no las afronta con la mayor de las ilusiones? No obstante, a veces puedes toparte con algo que te impresione sobre manera de repente (cosa que tiene gran mérito), como por casualidad.

El deseo, objeto de estudio -por incomprensión y desconocimiento- tempranero en este blog, una sensación escurridiza que con los años ha tendido ha evaporarse, juega aquí un papel fundamental; junto a la capacidad de emocionar -o su probabilidad- existe el efecto de la compañía -no la solitudine- como acicate para destruir o crear una imagen distorsionada que posiblemente te acompañe el resto de tus días.

AVISO: De todos es sabido que siento cierta predilección por el país transalpino de Leonardo, así que no te sorprendas si hay espaguetis de más en el bufé. 

Por orden inverso, de menor a mayor:

10.- LA ALHAMBRA (Granada, España). Una fortaleza que parece sacada de un cuento de hadas. Preciosa, culmen del arte andalusí y del antiguo reino nazarí. Te tele transporta fácilmente. Poesía. Llegué a la ciudad por sorpresa y me fui encantado. Sus tapas y comida también nos encandilaron.

9.- PLAÇA SANT FELIP NERI DE BARCELONA (España). Un rincón de poder. Un espacio en que las paredes de piedra parecen susurrarte al oído. Bombas insurrectas, en nuestra guerra civil, dejaron marcada la iglesia para siempre, y con ella sus muertos y una sensación de extraño sosiego flotando en el aire (por no hablar de que fue un cementerio en época medieval). Visita obligada cada vez que bajo a la city. Refugio.

8.- LA CIUDAD AMURALLADA DE DUBROVNIK (Croacia). De moda otra vez gracias a Game of Thrones, mi recuerdo de la antigua Ragusa gira más en cómo la descubrí volviendo de Zadar y Split en coche: tuve que apearme del mismo súbitamente, anonadado ante tanta belleza; aquella maravilla medieval, la perla del Adriático, hizo que me planteara agenciarme una cota de mallas y todo. Emocionante.

7.- BASTIONE DE SAINT-REMY Y CAGLIARI (Cerdeña, Italia). El bastión en sí, reminiscencia tardía del dominio francés, no es gran cosa. Su ubicación privilegiada, en lo alto de mi ciudad de adopción en 2006-2007, le otorga un cariz de dominio y bienestar propio de las azoteas de los grandes edificios. Cagliari significa paseos y su barrio de Marina y el Zio Franco y el Castello e il Poetto también. Melancolía.

6.- BURG ELTZ. Flanqueado por el río Elzbach, afluente del Mosel, este castillo cercano a Koblenz (Renania-Palatinado, Alemania) fue como una revelación para mi. Frío, niebla y varias referencias mentales desde Sleepy Hollow a Gladiator. Fantasmagórico (ver vídeo de la nada surge el burg), gótico.

5.- SCALA DEI TURCHI. Otro descubrimiento que cambió nuestro humor al otearlo. Está en Realmonte, al sur de Agrigento (Sicilia, Italia). Su pared de tiza blanca le da un toque exótico a este enclave maravilloso, único. Playa especial, espacio de paz y desembarcos ensoñados.

4.- PIAZZA DELL'ANFITEATRO DE LUCCA Y LA TOSCANA (Italia). Otro lugar con una magia y fuerza propias. Construida sobre los restos del teatro del siglo II d.c., su forma ovalada la caracteriza y distingue sobre manera. Llegué borracho y creo que por eso magnifico la influencia que ha tenido su descubrimiento en mi. Sobre la Toscana, que tanto adoro, Firenze y su Duomo destacan, así como sus pueblos renacentistas encaramados en colinas recorridas por carreteras secundarias.

3.- PANTEÓN DE AGRIPPA Y ROMA (Italia). El edificio histórico que más me ha impresionado junto al Colosseo. La ciudad en sí es un jodido museo entero. En cuanto al Pantheon, recuerdo tomarme un refresco sentado en los bares de enfrente mirándolo fijamente. Recuerdo que pude abstraerme por completo y disfrutar de la belleza del templo en todo su esplendor, sintiéndome cercano a Augusto e interiorizando el Imperio como tuvo que ser algún día.


2.- VIGELANDSPARKEN (PARQUE DE VIGELAND, Oslo-Noruega). El parque público más bonito que he visto jamás. Rodeado por estatuas que muestran a la raza humana en todas sus vertientes, está coronado por un monolito hecho de cuerpos entrelazados que hacen pensar en dólmenes y estructuras del tipo prehistórico. Oslo es Vigeland y Munch, pleitesía eterna. Evocador.


1.- MACHU PICCHU Y LAS LÍNEAS DE NAZCA (Perú). La montaña vieja. Grandes secretos incaicos oculta. Pese a verla mil veces en fotos o la TV, el placer que se siente al adentrarse en ella es indescriptible. Y desde lo alto del Huayna ni te cuento. Número uno de este ránquing de calle. Conquistadores, Pizarro. Alucinante.
En cuanto a las líneas, simplemente espectacular. Hay algo atávico e indescifrable en ellas que me paraliza. Mi vuelo más raro (en avioneta) y peligroso. Misterio puro.

Me dejo muchos lugares y reconozco que ha sido harto difícil crear una lista tan personal y definirla aislando lugares y rincones. ¿Cómo podría olvidarme de Córcega y de Corti (Pepe Botella's house) y de Calvi? O de las islas en general. Cerdeña, mi isla, o Mallorca (Valldemossa y la súper playa de Es Trenc), mi primer refugio. Ya hablé sobre la insularidad en algún post, sobre cómo identifico ese aspecto en mi.


Soy injusto. Lisboa me encantó. Los barrios del Chiado y Alfama, con la sombra grandilocuente de Fernando Pessoa.


Poco he cruzado el charco. Sicilia merecería un aparte. Vulcano y sus humeantes volcanes y su aire decadente. El otro planeta que es el Etna... y me dejo todo lo romano (Agrigento). Palermo y su mercado de la Vuccirìa en ebullición, como Nápoles y su quartiere spagnolo. Ischia, ya citada. Pompeya... ¿conoces algún lugar más aterrador? 


Soy un enamorado del Mezzogiorno italiano. No puedo negarlo. Me arden las posaderas sólo de pensar en mi próximo viaje hacia mi amado sur.


¿Y qué me dices de pasear borracho de noche por Siena o Venecia? ¿Esconderse por los muros de Carcassonne*


Brujas, centro Europa y la Costa Brava (Cadaqués, Calella de Palafrugell y las calas del Parc Natural del Cap de Creus, mucho más cercano) y el interior (ancha es Castilla) y norte de España con Santiago y San Sebastián... Son tantos los lugares inolvidables e imperecederos que siento lástima por todo aquello que no podré visitar, así como por todos aquellos momentos vividos que jamás nadie me podrá arrebatar.


Una lista más. Ésta, la más personal. ¿Qué opinas? ¿Harías tu una con tus lugares mágicos?


* (diciembre 2007)


jueves, 11 de julio de 2013

EL VALHALLA


El destierro.
Cuando se confirma, un halo de luz acude a ti con estruendosa claridad y las puertas del Valhalla se abren de par en par; mi mundo se estaba desmoronando, ya no aguantaba más. Los motivos surgen como churros, por doquier: estaba al límite de mi capacidad de aguante, no había por donde cogerme.
Necesito urgentemente un cambio.
¿Te suena familiar?
Súmale un par de fiestas con drogas y desfases horarios y estarás listo; hay que mantenerse dentro de la luz, aunque por cierto lo nuevo de Standstill no me apasione (excepto 'Adiós, Madre, Cuídate' y 'Tocar El Cielo'). Al cargarte de energía negativa, los días no pasan, son eternas condenas a galeras. Torturas poco piadosas que te minan lentamente y destruyen tu capacidad de regeneración en un contexto de supervivencia como el actual, que para algunos es una losa de peor digestión (por ficticia, se entiende). Los cambios siempre vienen bien, pero algún día hay que parar (¿al encontrar tu salón ideal?) y no dinamitar constantemente lo construido como excusa o modus operandi cíclico. Si te vas, que sea porque puedes, no con una mano delante y otra detrás, como suele decirse. Ya tendrás tiempo para volver y decidir si nunca es tarde o si la vida es demasiado breve.
Así solía ser yo; hoy, en mi garita, siento que 'Vikings' colma mis necesidades mientras -como diría Alaska- miro la vida pasar y disfruto del momento. Tengo quebraderos pendientes, nada grave, si bien no dejo de pensar en el drakkar de Oseberg que me deslumbró en Oslo y en las buenas nuevas de este esplendoroso julio. Con mi amigo noruego por la zona, me pregunto de dónde sacaron esa fiereza que les permitió asolar y aterrorizar a media Europa (para luego desaparecer en apenas tres siglos). K., medio vikingo, me fue devuelto como reverberación del camarada del Capitán Trueno, el leal Gunnar, tierna obsesión que nunca me abandonó (incluso quise llamar así a mi hijo). Desde entonces, siempre miro hacia allá arriba con interés y cierta nostalgia, sobre todo con los casos de Breivik y la baja maternal de 9 meses de su compañera, C. No me olvido de Vigeland ni de Munch (la aplicación de TV3 para Apple reza,'no es un sueño, son tus vacaciones', o algo así), al que fui respetuosamente a saludar, ni de esa capacidad guerrera -escondida, hoy- para afrontar los problemas de la vida; el Valhalla es el Paraíso de los vikingos, pero allí no hay ningún vergel ni una felicidad bucólica que se preste a una versión dionisiana del más allá (frívola, digo). El Valhalla es un salón donde los guerreros caídos elegidos por Odín se preparan para la lucha final y el inexorable apocalipsis, el Ragnarök.
Cosas de la paciencia y los descontentos propios de nuestra era: no todos nos conformamos y luego pasa lo que pasa. A. debe de ser un soldado de los dioses, ya que ha decidido no detenerse y probar suerte. No es un destierro, es una huída hacia adelante. Hasta cierto punto, tú haces tu propio destino. De momento vive con el nervio y la adrenalina de la antesala, veremos qué opinan los hijos de Utah; 
por lo pronto, en este jodido calor de julio ahora sí (¿qué hago yo aquí en estas fechas?), los paseos con los cochecitos son de lo más agradable y no hay sombra de lamento en mi corazón cuando se estremece al observar la sonrisa desdentada de mi retoño mientras busco cómo convertirla en carcajada y me deshago entre promesas de un futuro bañado por el amor y las travesuras del príncipe de mi Valhalla -en vida, dentro de la luz- particular.*
* Felicidades, Junior!

viernes, 31 de diciembre de 2010

CLAUSURA 2010

ANTOLOGÍA VISUAL
2010 ha sido un año para no olvidar.
Empiezo así, a saco, la difícil tarea de resumir en un puñado de fotos y vídeos un año entero de mi vida, el de mi trigésimo aniversario.

ENERO
Enero es mi mes. Y este año, además y como decía, he llegado a la simbólica cifra de los 30. Lo hice en tierras vikingas otra vez (como en mis 28), disfrutando de la compañía de mi amigo Kristian y sus secuaces Edvard y Gustav en Oslo, Noruega.
Es un mes de angustioso frío, pero para mi es el mes del final del invierno; psicológicamente después de mi cumpleaños se abre febrero, y es como si la primavera estuviese llamando a esa misma puerta entreabierta.

FEBRERO
En febrero se palpaba el cambio. Recuerdo haber estado muy agobiado y creer que volvía a toparme contra un muro (el de turno), pero me equivocaba; en realidad, estaba llegando a un punto de lo más saneado. Todavía no era muy consciente del todo cuando bajé a Valencia a ver a mi amiga Isalén (antigua Amélie).
Aún hacía frío.
MARZO
El mes de las avalanchas. Atolondramiento (positivo).
Muchas salidas, cenas y buena salud. Con los alacenos a tope, aunque la cosa empezaría a menguar pronto (justo como Standstill y su nuevo disco). Y una nueva y breve historia que tuve que cerrar antes de la llegada de abril debido a la irrupción del huracán Laura (categoría 5).
Ha sido un mes para recordar.


ABRIL
En abril besos mil. Primavera total: conciertos, borracheras como prórroga y de aúpa, excursiones varias (incluido el interior catalán) y risas por doquier.
Primeros pasitos. Alegría

MAYO
Mayo es el mes de la consolidación definitiva. El guaje Villa ficha por el Barça mientras vuelvo a recaer de mis putas anginas. Empiezo a pasar mis días entre Manresa y Gironella, y yo encantado de la vida. También empiezo a plantearme otro tipo de vida, descartando sueños absurdos y centrándome en la construcción de cimientos sólidos.
Terracita aquí y cervecita allí entre medias (bandera orgullosa).
Plenitud.

JUNIO
Junio es el mes del Mundial. Combinando faena y partidos en el piso vía Internet con Beppe, mi compañero de piso y amigo. Ilusionado como un niño y disfrutándolo como nunca (no me lo tomaba así desde el Mundial de EEUU’94). Mi amigo Ace (antiguo Teddy KGB), aunque desdeñe velocidades, bien lo sabe: este año todo se paralizaría hasta llegar a Sudáfrica.
La noche de San Juan (un clásico), en Cal Ribalta, un enclave sagrado.
Por el interior a toda vela, viento en popa. Disfrutando de los pequeños placeres (y de los grandes).

JULIO
Mi puto mes preferido, y además este año de verdad: al undécimo día, España se proclamó Campeona del Mundo de Fútbol por primera vez en su historia. Derrotó a Holanda en la prórroga de la final de Johhanesburgo por 1 a 0. Para los anales.
Vacaciones en mi Cerdeña desconocida: una semana en el paraíso. Cuartos de final alquilando el coche y semis en un camping de Palau, al norte de la isla. Cabezazo de Puyol en nuestra intimidad foránea, entre plato y uñas: qué gran momento… Y una de las mejores cenas que recuerdo haber tomado (Linguine all'astice, tercera foto).
También vino Arthur un fin de semana largo, lo pasamos en grande y escalamos por Montserrat y todo.
Como suelo decir: verano total.

AGOSTO
Encierro laboral. Como de costumbre.
Agosto dice: septiembre se huele, cerdo, ¡espabila!
Sorpresas positivas: visita de Kristian, alguna excursión y buena mesa.
Poco más.

SEPTIEMBRE
En septiembre continuamos con la misma tónica de trabajo y depresión otoñal, con la excepción de la escapada a Madrid para ver a mi amigo Tognâo, recién mudado.

OCTUBRE
En octubre ya estaba muy metido en el pueblo y hubo el cambio de oficina en Urgencias. Ha sido muy sonado, casi tanto como las partidos de tenis con mi suegro.
Primeros fríos… y ya sabes cómo odio esa puta sensación que se te cala por estas lares.
Continuamos con la buena mesa y una figura que languidece y protesta por el poco caso (y yo pagando un puto gimnasio).
Se confirma que los intereses propios pesan mucho, opción vital tan lógica como el curso de un río, que es el morir (como diría aquél).

NOVIEMBRE
Frío total. Con la mochila a cuestas todo el día, intentando no enfermar.
Trabajo. Mucho trabajo.
(Y buena cocina también).

DICIEMBRE
El fin de mis 30 y del inolvidable 2010.
Escapada a Bélgica por el cumpleaños de Laura y para recargar pilas de cara a la dura recta final.
Y lo que es mejor: esperanza. Algo que, obviamente, no se tiene que perder, pero que si (además) existe a ciencia cierta y tiene una base real y palpable,
es totalmente embriagador. Lo mejor de lo mejor.


el equilibrio

El vídeo del año sería el del gol de Iniesta en la final, pero no lo cuelgo porque no encuentro uno que me guste. A cambio, os dejo mi breve visión de ese gran acontecimiento. No pude cambiarme el día: si el partido llegaba a la prórroga, iba a perderme el desenlace. Y así fue, y además no tenía batería en el teléfono, pero la sensación de felicidad era tan grande, que, en esa noche, ya nada tendría ningún tipo de sentido ni valor excepto esa sensación (y alguna cosilla más).

En cuanto a música, no soy muy fan de hacer listas como mis amigos Albert y Xavi (más que nada porque el tipo de música que me gusta no suele estar en boga), pero sí que diría que el disco del año es el Adelante, Bonaparte, de Standstill. No colmó todas mis expectativas pero sí que fue muy llamativo y destacado.
Por lo demás, desear mucha salud para todos y una buena entrada de año, que el 2011 seguro que presenta retos verdaderamente apasionantes…
arrivederci!

domingo, 31 de enero de 2010

GRIETAS EN LAS COMISURAS DE MIS LABIOS





Las comisuras de mis labios se agrietan si aprieto fuerte los dientes mientras miro por la ventana como nieva; fuera, el frío recuerda que son treinta las veces que estuve aquí arriba esperando enrolarme en un drakkar sin remero, buscando un remedio para la tos sorbito a sorbito, calada a calada.

Y el humo del vaho de mi halo será testigo de mis horas postreras en este mundo con este dígito, justo cuando deje de preguntarme cuántos años quedarán después,
justo cuando exhale mi último aliento.



30SLO

lunes, 29 de diciembre de 2008

CLAUSURA '08

MOMENTOS 2008

ENERO
Años. Sobre las cuatro y media de la tarde, perdido por el Parque de Vigeland, en Oslo. Sin ruidos ni gente, cual salvaje explorador a dos minutos del centro,
uno de mis mejores momentos de soledad agradecida.

FEBRERO
Primeros rayos de sol vivos. Paseando por la playa en un mar alguerés de ensueño y pequeñez asumida, en mi primer regreso a Cerdeña, con ese català embutido en una botella añeja.

MARZO
Elecciones. Razzmatazz, Barcelona. The Mars Volta, 2h y 40 minutos de éxtasis. Uno de los conciertos más sentidos de mi vida.

ABRIL
Sant Jordi. In rainbows: último renacimiento y la primavera llamando a las puertas de la alegría mientras esperaba el autobús.

MAYO
Alegría, chaqueta ligera. Había vuelto a la ciudad, y recuerdo bien esta pausa entre las lluvias de todo el mes, bajando por la calle Talleres.

JUNIO
75% Verano. Cadaqués era un sueño tan recurrente, que me asustaba que no cumpliera las expectativas. Pero resultó genial, rompiendo la tendencia, y se me escapa una sonrisa si me acuerdo de una bicicleta.

JULIO

Verano total, viajes. Dos momentos imprescindibles: los barrios de Palermo con su miedo (esa sensación tardaré en sacudírmela) y la mejor playa del mundo, la Scala dei Turchi. Ambos en Sicilia, una de las islas que adoro y siento como mías ("el lugar en que la mentira es más fuerte que la verdad", según Joan Queralt).

AGOSTO
Inestabilidad climática y el principio del fin del verano. Otra deuda pendiente, pero no diré que me rondara Portugal en general, aunque me sorprendiera gratamente (tal es el grado de desconocimiento del vecino), ni Lisboa en sí misma (bella sin reparos); Fernando Pessoa, alma de mi alma. En su busca fui y para el último renacimiento disfruté.

SEPTIEMBRE
Depresión. Manresa. Quizá no sea ese momento concreto, pero la hora ya avisa de lo jodidamente mal que me sentó la vuelta al mundo real. Mucho trabajo en todos los sentidos, un agujero negro en sanidad y los primeros síntomas del advenimiento del frío.

OCTUBRE
Últimos rayos de luz. La escapada a la Costa Brava y el reencuentro con el kongen. El apartamento. La noche, el baño de autoestima, viejas -que no anticuadas- palabras.

NOVIEMBRE
Frío, ansiedad. Y de entre el ataque de los pingüinos, el concierto de Standstill en casa; partes de mi cuerpo justo delante, alacenas, silencios y oleadas de pasos adelante en reinas del caos ordenado.

DICIEMBRE
Navidad, clausura con usura y probabilidad de riesgo alto. Santiago y cierra España, caralho. Dinámicas abrumadoras, mucho trabajo otra vez, cumpleaños 5 y 7, recta final. Pero me quedo con esa mañana en compañía del apóstol.

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P. S. : Es triste resumir un año de mi vida en unas pocas fotos que ilustren unos pocos momentos de entre todo lo vivido, pero más triste es aún estar cerca de la tristeza -en la falsedad que me devora-, y sigo sintiendo la necesidad de recordarme; las hazañas institucionales las dejo para que adornen las paredes.
Un toque de humor, que me sigue ahuyentando el muy ruin, es el vídeo del zapatazo; no creo que sea la imagen del año, ya que hay muchas, pero sí que es la que más me ha hecho reír, si no lo pienso mucho y me deslizo entre Obama y la Selección Nacional de Fútbol.

Atento/a a los reflejos de Bush y su cara.
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Es difícil despedir un año. Hacer balance. Unas pinceladas para recordar hacia dónde se puede ir y dónde he estado me purgan casi del todo. He avanzado mucho, pero me sigo negando a considerarlo una suma de experiencias; creo más en los arcanos (la Rueda de la Fortuna se sale) y en los días de lluvia sin frío, en mi lentitud segura, consciente, y en mi desorientación orientada (hacia la gran oscilación, que diría Pessoa), que en el virtualismo de opereta y esa falsedad referida anteriormente. Me sigo negando a llevar guantes, y no quiero volver a sacar el tema del paraguas...
El miedo y otras sensaciones jodidamente interiorizadas y de sobra conocidas se han convertido en quehaceres domésticos de alto nivel; no es queja ni premura ni tampoco travesura. Es, simplemente, pura simbología a pie de césped y hábito controlado también. Lo otro ya no depende de mí, porque como diría Samuel L. en la Jungla III, ni siquiera Dios sabe lo que hace...
El Poema nº8 se encargará del resto.
Feliz año nuevo,
allende los mares,
y con las seis copas para brindar por un futuro mejor.

lunes, 4 de febrero de 2008

TEMPORALES TRAS MUNCH Y VIGELAND

OSLO EN 28


No es tarea fácil admitir que los 30 están tan cerca ya.
El hecho de viajar, en este caso, adquirió un cariz desbloqueador importante: se trataba de torpedear una circunstancia como esa. Cumplir años lejos -lo más al norte que pueda visitar jamás- era una gran medicina para esta maldita enfermedad incurable; sabiendo que la vida será una sucesión de años similares, basada en el contacto que puedas llegar a desarrollar con otros seres humanos -la eterna dicha, que no por eterna menos dolorosamente real- como único acicate o novedad, o los sitios que puedas ver, mezclarme entre los fiordos en estas fechas ha sido una experiencia única.
He estado en Oslo también para ver acabar el invierno, para finiquitarlo. Días después, y con ese espíritu un tanto lejano, hoy vuelvo a sentir el frío de mis manos congeladas al querer hacer una jodida foto.