domingo, 28 de julio de 2013

ALGÚN DÍA TE HABLARÉ DE...


 ... cómo me cuesta levantarme por las mañanas.
Algún día te hablaré de lo que estaba haciendo cuando tú, pequeño adalid de mis alegrías tempraneras, cumpliste seis meses...




Algún día te hablaré del accidente de tren de Santiago (24.07.13), una tragedia atroz que ha conmocionado al mundo en vísperas de la festividad del apóstol (el horror en su máximo esplendor).
Algún día te hablaré de la Alacena y me taparé la cara en su presencia (por vergüenza, se entiende).
Algún día, espero que no muy tarde, te hablaré de este mes de julio que se cierra y sus tormentas encerradas en la garita de la mala salud y la peor educación.
Algún día, y puede que ese día no llegue nunca, acudiré a ti para cobrarme el favor, y ese día tendrás que responder y dar la talla.
Algún día te hablaré de mi amiga Isalén, que hoy precisamente y después de mucho me ha escrito unas líneas. Pincha en su nombre y leerás un relato con ella.
Algún día te hablaré de lo que tanto para mi como para tu madre significa 'Italia' en general, y cómo la echamos de menos sobre manera y planificamos nuestro primer viaje juntos hacia casi seguro el mezzogiorno (pero no este año).
Algún día te hablaré bien de mi amigo K. y de mis viajes por Europa mientras leemos juntos a Julio Verne.
Algún día te hablaré de Sigrid de Thule, el capitán Haddock y el druida Panoramix. Recuerda estos nombres, te los susurraré en sueños.
Algún día te hablaré de cuando viví en Barcelona y de los dos veranos que pasé en Mallorca, así como de las motivaciones y desazones que me empujaron al exilio que estos días comparten dos de mis mejores amigos (A. y V.). Fuga de talentos, hijo mío, la Crisis de 2008 es ya un sistema de vida.
Algún día te hablaré de ello. Y del hospital. Y de la Font, mi barrio. Y del fútbol, pasado que se resiste, y del tenis, futuro que nos asiste. Sabes, viví la gran época del mejor tenista español de la historia.
Algún día te hablaré de tu madre. Te lo contaré todo, incluso sobre la suerte que hemos tenido y el ángel que nos acompaña.
Algún día te hablaré de Toni. Tuvo muchos enemigos que hoy le adulan, y en agosto o septiembre de este año hubiera sido abuelo.
Algún día te hablaré de las drogas.
Algún día te hablaré de mi música. De la música.
Algún día te hablaré de tu abuela Angie.
Algún día te hablare de tu abuelo R.
Algún día te hablaré de tu abuela L., espero que a tiempo (me sonrío);
Algún día te hablaré de política.
Algún día te hablaré de sexo.
Algún día te hablaré de astronomía, astrología y el New Age.
Algún día te hablaré de Cosa Nostra, la mafia de Sicilia. Y de las otras mafias.
Y de 'El Padrino';
de Edward Norton,
'Los Soprano', SOA, BB y la nueva televisión;
el mar,
el vino,
los días soleados,
Chloe,
la cerveza que pensamos en beber siempre con K.,
el mirto,
los árboles,
el deporte en general,
los falsos mitos y el fast food y la globalización y el auge de las redes sociales y el postmodernismo;
Michael Knight, Son Goku y el Pequeño Saltamontes;
Munch,
Fabián Estay, Lionel Andrés Messi, Gianfranco Zola y todos los grandes 'dieces' de la historia;
el olor a albahaca y la canela,
Gengis Kahn,
Alejandro, el Imperio Romano de Occidente, Akhenatón (el hereje) y Aleister Crowley.

Del sentido de la vida.

Fernando Pessoa.

Algún día...

jueves, 11 de julio de 2013

EL VALHALLA


El destierro.
Cuando se confirma, un halo de luz acude a ti con estruendosa claridad y las puertas del Valhalla se abren de par en par; mi mundo se estaba desmoronando, ya no aguantaba más. Los motivos surgen como churros, por doquier: estaba al límite de mi capacidad de aguante, no había por donde cogerme.
Necesito urgentemente un cambio.
¿Te suena familiar?
Súmale un par de fiestas con drogas y desfases horarios y estarás listo; hay que mantenerse dentro de la luz, aunque por cierto lo nuevo de Standstill no me apasione (excepto 'Adiós, Madre, Cuídate' y 'Tocar El Cielo'). Al cargarte de energía negativa, los días no pasan, son eternas condenas a galeras. Torturas poco piadosas que te minan lentamente y destruyen tu capacidad de regeneración en un contexto de supervivencia como el actual, que para algunos es una losa de peor digestión (por ficticia, se entiende). Los cambios siempre vienen bien, pero algún día hay que parar (¿al encontrar tu salón ideal?) y no dinamitar constantemente lo construido como excusa o modus operandi cíclico. Si te vas, que sea porque puedes, no con una mano delante y otra detrás, como suele decirse. Ya tendrás tiempo para volver y decidir si nunca es tarde o si la vida es demasiado breve.
Así solía ser yo; hoy, en mi garita, siento que 'Vikings' colma mis necesidades mientras -como diría Alaska- miro la vida pasar y disfruto del momento. Tengo quebraderos pendientes, nada grave, si bien no dejo de pensar en el drakkar de Oseberg que me deslumbró en Oslo y en las buenas nuevas de este esplendoroso julio. Con mi amigo noruego por la zona, me pregunto de dónde sacaron esa fiereza que les permitió asolar y aterrorizar a media Europa (para luego desaparecer en apenas tres siglos). K., medio vikingo, me fue devuelto como reverberación del camarada del Capitán Trueno, el leal Gunnar, tierna obsesión que nunca me abandonó (incluso quise llamar así a mi hijo). Desde entonces, siempre miro hacia allá arriba con interés y cierta nostalgia, sobre todo con los casos de Breivik y la baja maternal de 9 meses de su compañera, C. No me olvido de Vigeland ni de Munch (la aplicación de TV3 para Apple reza,'no es un sueño, son tus vacaciones', o algo así), al que fui respetuosamente a saludar, ni de esa capacidad guerrera -escondida, hoy- para afrontar los problemas de la vida; el Valhalla es el Paraíso de los vikingos, pero allí no hay ningún vergel ni una felicidad bucólica que se preste a una versión dionisiana del más allá (frívola, digo). El Valhalla es un salón donde los guerreros caídos elegidos por Odín se preparan para la lucha final y el inexorable apocalipsis, el Ragnarök.
Cosas de la paciencia y los descontentos propios de nuestra era: no todos nos conformamos y luego pasa lo que pasa. A. debe de ser un soldado de los dioses, ya que ha decidido no detenerse y probar suerte. No es un destierro, es una huída hacia adelante. Hasta cierto punto, tú haces tu propio destino. De momento vive con el nervio y la adrenalina de la antesala, veremos qué opinan los hijos de Utah; 
por lo pronto, en este jodido calor de julio ahora sí (¿qué hago yo aquí en estas fechas?), los paseos con los cochecitos son de lo más agradable y no hay sombra de lamento en mi corazón cuando se estremece al observar la sonrisa desdentada de mi retoño mientras busco cómo convertirla en carcajada y me deshago entre promesas de un futuro bañado por el amor y las travesuras del príncipe de mi Valhalla -en vida, dentro de la luz- particular.*
* Felicidades, Junior!

viernes, 31 de mayo de 2013

UN BUEN DÍA


Hoy ha sido un buen día.
Conseguí el nuevo de Daft Punk y me sentí bailongo mientras cambiaba a mi niño, temprano. Es un disco muy de Laura. Yo he vuelto a preguntar por el Dentro de la Luz de Standstill, pero nada. Seguía nublado y con amenaza clara de lluvia. Hay que prestar atención a las señales.
Fui a correr ocho quilómetros y casi bajé de los cuarenta y seis minutos, cosa que me hace feliz, y luego me dediqué en cuerpo y alma a limpiar el baño. Parecía que iba colocado debido a la pasión con la que me aplicaba, si bien la dormidera permanecía bajo llave en la espera crepuscular de la jornada. Raúl cumplía treinta y dos años y yo lo consideraba mi amigo.
Como no he trabajado, he seguido con lo mío -como estos días, un tanto vacíos- y mi amada ha hecho bacalao con tomate y huevo y pasas. Estaba tremendo, tremendo. Esto me recuerda a que ayer de madrugada no pude acabar de ver Silver Linings Playbook ('El Lado Bueno de las Cosas'). Bradley Cooper me gusta y no lo noté muy forzado en ese bipolar con concesiones, y hasta encontré a De Niro creíble y todo; he hallado la serie Hannibal que vi anunciada en Londres e intentaremos verla junto con The Following en espera de las mejores nuevas temporadas de nuestras series y mientras el niño se porte y según cómo.
La Patum es estos días y hay que organizarse y ser sociable. 'Excelsior', a saber cuántos matices me he perdido por obviar la versión original... pero en serio, hoy ha sido un muy buen día. He tenido buen feeling, ¡he visto a mi hijo de mayor! Y mi padre ni siquiera molestaba. El único 'pero' era la sospechosa caída de mi hermano en las oposiciones aquellas (aunque se pueda remediar).
A las 16,35 circa el pediatra nos ha dicho 'aquest nen està perfecte' y me ha tranquilizado al instante. Espero hasta ver el preciso segundo en que la enfermera le pincha la vacuna en su piernecita y su carita se retuerce de dolor y estalla en llanto sincero y amargo; me detengo un instante en que todo se para conmigo y recuerdo pensar: 'qué frágiles somos'.
Volví sólo en el coche escuchando a toda mierda Change (In The House Of Flies) de los Deftones, motivándome y cavilando, y luego me imaginé la comida de A. del fin de semana pasado. Recogí a Chloe y paseamos por 'Cal Puntas' con el miedo a que se nos cayera el cielo encima; ella, primavera que aleja -la pobre-, volvió a correr y a disfrutar como antaño, y yo me sentí genial. Miré dos segundos hacia arriba y se me ocurrió: Take Shelter!, y no vi a nadie al menos en una hora mientras hablaba con mi perra y los pucheros de mi retoño.
Ya en casa, esperé con un Martini bianco en la terraza y decidí volver a bajar con Chloe a tomarme una cerveza con mis suegros y parte de la familia. El más que fresco mestral no me había despejado y puede que notaran algo raro pero apenas importó porque, aunque no soy nada productivo y hasta pienso que soy vago, hoy ha sido un buen día y me siento realmente bien. Quería darle gracias a la vida y que me notaran resplandeciente.
Cené cuscús preguntándome porque no renovaban a Abidal y mi hijo y su madre ya dormían a las 23h. Escuché el mensaje de Zio Franco en el buzón de voz: Savier, sono Zio Franco da Cagliari, un bacione grande-grande a te... al... al tuo fenomeno di bambino e alla tua dolce metà. Ciao-ciao!, palideciendo. La película acabó hace escasos minutos y me emocioné con la escena del padre y el hijo al final y hasta la vi en dos idiomas diferentes para comprobar si surgía el mismo efecto. Me instalé en la melancolía y volví a dar gracias y a pensar en la suerte que tengo y en el amor que comparto porque leí los signos y no llueve eternamente y hoy era un jodido buen día de la hostia.

martes, 28 de mayo de 2013

DISTRÁIGASE


Distráigase, por favor.*
Nos dieron los novios, y si alguna canción tuvo que sonar sería de HDS. Ya lo sabía, y que rondarían las tres de la mañana también (2:35 no cuadraban con las fotos de la carnicería), si bien yo no iba a ceder ni un centímetro.
Los nervios de un pasado que se aleja irremediablemente, perdida su belleza en vano, apestaban y convertían el aire en pociones demoníacas a no aspirar; distráigase un poco y está listo, no se contentarán con pasarle la mano por la cara. Esa humillación pelea por subir a bordo del sagrado corcel del bagaje juvenil que, insensatamente, se resiste a abandonar puerto sin su amada Beatriz... ¡ya nadie le trata de usted!
Había gente que pretendía saludarme durante los años que jugué a distraerme, anteayer no (y como no, una negativa consciente e implacable): en el último segundo giraba la cara con el mentón levantado, blandiendo un buen habano. Uno no puede despistarse ni un segundo (luego las cosas no cuadran y acabas sacando un 76). Haga como que no me ve y sigamos como hasta entonces, por favor: inconscientemente, siempre pienso en dejarme algo para la vuelta (pude esquivarla al final).
Con Neymar, la gran distracción. Estábamos nosotros y una mesa redonda. Pudimos mirarnos a los ojos. La despedida me escupió todo el viento frío impropio de esta época mientras se tornaba T. tratando de encender su puro, lidiando con un presente demasiado ajeno y los ecos de antiguas batallas ganadas. Vi como se iba, como caminaba con desdén y lejanía.
El enlace me hizo especial pero yo andaba distraído, algo desapegado quizá. Un tiempo cruel me hacía hilvanar hacia dónde nos encaminaríamos y, si buscaba testigos, a mi lado sólo hallaba oscuridad y alevosía. Sé quién tiene la culpa, apunto, y trato de enterrar los nervios propios de un momento que no es el mío y que me pervierte en demasía. Digo, que cese semejante crueldad, por favor, usted que ya no es vos. 
Distráigase todo lo que pueda y aléjese de la primavera.

*Dedicado a Mireia y Xevi. Felicidad para siempre. Cent'anni!

viernes, 17 de mayo de 2013

EL PRÍNCIPE Y LA ESCAFANDRA


No entendía como un tipo como yo nunca había estado allí.
Quizá era, si me devanaba mucho los sesos, porque ese tipo no era yo. Mi vida, entonces, debió vivirla otro. Pregunté al viejo literato si conocía al fulano que ocupaba mi cuerpo, poco se acercó: él no había notado nada raro a mi alrededor (si es que ese que me creía era finalmente yo).
Tras demasiadas tribulaciones, concluí, de ese petimetre algo hubo de mi, supuse. Me avergüenzo del mínimo rubor que asomaba, de mi yo cercenado. Si aquel era yo, menudo desengaño me hubiera llevado hoy. Luego llegué a la conclusión de que abarcábamos un espectro más amplio de difícil encaje (si no estás acostumbrado a sufrir lejos de tu yo).
Qué desastre... No me temblaría la mano. Incluso habiendo perdido mi don de dandi seguiría siendo letal. Aunque nunca estuviera allí seguiría sintiendo esa rabia asesina, ese yo implacable que sobrevive dentro de mi yo más dúctil actual. ¿Le reconocía Durant a Marc su valía al final del 4-1? ¿Por qué le hacía especial de aquella manera? ¿Qué cabía del Marc de la playa de hace casi diez años en este que defendía a uno de los mejores jugadores del mundo?
No entiendo cómo se reparten las porciones de cada uno al otear su yo originario, siempre que no se deba a un error de percepción achacable a la humareda que durante años gobernara y consumiera las últimas horas de estancia en aquel desconocido lugar. Para algunos Constantino es Clint y para otros sólo Darth Vader; el don más preciado es al mismo tiempo el enemigo más despiadado, el mismo que oscurece tu yo y pone en duda todo tu legado.
Todavía aquí, repartiendo de miedos semejantes, desde la decadencia al extremo del fusil de la paciencia y el minutero voraz. ¿Qué yo conocerá mi primogénito? De los treinta a los cuarenta (supongo) me estoy fabricando otro traje a medida, feliz y dichoso como solo yo. Con responsabilidad y cercanía, con borracheras caseras y olor a marihuana en la ropa tendida, Dios... ancora qui?
Mi yo sobre la escafandra y debajo de ella escondiéndome de los peligros de la vida sin el palomar -del destino más atroz, se supone-, cara a cara con el rencor de antaño sin cansarme, príncipe (mini yo). ¿Cuántos años faltan para moldear y definir al auténtico y definitivo yo? Siendo feliz, me refiero.
En un tipo como yo volviendo de allí,
del futuro donde me escondí para no explicar ni entender cómo pude llegar a mentir y sufrir así.
(Que nadie se apiade de mi).

lunes, 6 de mayo de 2013

LONDRES EN LAS DE ANTES

Londres, en las de antes, hubiera hecho temblar los cimientos de cualquier desazón mal desatascada.
Vi sus lágrimas, pude sentirlas. Estaba muy cansado pero noté un chasquido en mi fuero interno desde aquel pub de Camden Town, con sus calles remozando jolgorio y algarabía. Hacía frío y el suelo peligraba en un rumor, una antigua mastaba, cuando el tiempo de golpe se paró. Dejó de correr y, con él, nuestra alma quedó fuera.
De Londres, de sus calles, ¿que sabía yo? ¿Qué tengo yo de británico? Los pies ya no andaban, la zona lumbar temblaba.
Londres, en la noche, me tenía reservado algo de familiar y cercano. Son esas lágrimas apátridas. En las de antes, Londres habría recorrido nuestro sino sin extrañeza, como una profunda calada de cal; el humo, entre sus casas adosadas de estilo victoriano, disfrazaría las intenciones reales repercutiendo directamente la flema entre el carácter raro y amanerado de los nuevos amores, viejos rencores.
Londres, en las de antes y en las de ahora, hizo que transportáramos todo el tinglado hacia orillas del Támesis. Era de noche en los mayos del norte, aunque el inglés de S'Arenal, tatuado y de un rojo gamba histriónico, no pondría reparos en pasearse en manga corta. Nuestros hijos esperaban en casa mientras nosotros regatearíamos una mísera libra para cuadrar las cuentas y apurar un último lap dance agotados y con la actitud (y la cara) del que es difícilmente impresionable después de darlo todo.
Era Londres, una de antes, y éramos nosotros, muchos de antes. Uno se casaría y sería necesario llamar al deshollinador y revolotear por Picadilly Circus y el maldito Big Ben (recuerda, recuerda... el parlamento no se lamenta).
Y me tumbé con ropa y todo en la incómoda letrina de muelles chirriantes, de boca supino. Había un cementerio detrás, el Saint Mary. No seríamos los únicos moradores y los cimientos temblaron de verdad al oírme platicar el inglés con cincuenta copas de más y me giré a un lado y vi a T. escupiendo al griterío vivo. Con él estaban G. y P, expectantes, a flor de piel. Y X. ocupando espacio, aguantando una cerveza.
Y, aunque sin prisa, diría que el reloj parecía que volvía a a correr de nuevo.
Nuestra alma volvería a estar dentro.
Como en las de antes.

lunes, 22 de abril de 2013

EL PÚBLICO DEL LIBRO Y LA ROSA DE TRES MESES

Mañana es Sant Jordi y es un Sant Jordi muy especial.

Huelga decir que adoro este día -uno de los pocos que celebro con entusiasmo-, día en el que aparco mi lado más sardónico y deshago el nudo del estómago.
Por desgracia no lo pasaremos en Barcelona -algo que suelo asociar-, así que Albert y Xavi no podrán ver a su sobrino y éste no podrá conocer la ciudad de las mil caras.
Mis preferencias no han cambiado, si bien ya tengo preparada una novela de Javier Sierra para el verano (si es que la playa y los nuevos utensilios dejan algo de espacio y tiempo, que ya tenía ganas de encontrarme él).
Espero que sea un buen día soleado y feliz rodeado de gente que adoro y gente que públicamente compre y lea libros y rosas sin descifrar.

Barcelona podrá esperar un poco más.

Que lo disfrutes con buen humor y alegría. Regala amor.