miércoles, 2 de junio de 2010

DÍA A DÍA*


'Tienes que superar tus miedos y dejar de dejar espacio para toda esta ridiculez, que parece que lo hagas aposta', le dijo una voz. Luego anotó en un papel todo aquello:

1.- Una inquietante espera que nace un día cerca de los
altares de la memoria y muere en proyectos que se quedan en sombras.

2.- La necesidad de atar cabos sueltos con firmeza y comprobar diariamente que todo empeño acaba cayendo en saco roto, porque ya no tenía ni puta idea de cuál era el punto de partida.

3.- Estar atrapado por el futuro y visualizar el final con demasiada claridad, hasta que alguien se derrumbe y quiera resguardarse un día de lluvia que acabe en tormenta.

4.- Tener los bolsillos rotos y tan vacíos como la suerte prefiera, no hallando nunca el modo de cambiar esa inseguridad que me consume día tras día.

5.- Quejarse, odiar a todo el mundo y amargar a mis seres queridos un día sí y otro también, porque soñar es gratis pero sale caro, aunque ellos no tengan la culpa.

6.- Sufrir un extraño tic nervioso en la base del dedo pulgar, en la parte interior de la mano, cerca de la línea de la vida, síntoma de una enfermedad no manifestada aún.

7.- Dormir de día, cerrar los libros. No sonreír. Llegar a recelar.

Al octavo día, si es que esto valiera para una semana, sólo le vendría a la cabeza una frase: ¿Cómo vivirás, Johnny?*, pero a día de hoy e incomprensiblemente para muchos, en ese momento no tenía sitio para nada más.

'{...} Y verás reflejada tu estupidez en el espejo del cuarto de baño al despertar cuando compruebes que no importó lo que perdiste, si no cuánto tiempo malgastaste en pensarlo {...}'. Aquella puta voz tenía toda la razón del mundo.

miércoles, 26 de mayo de 2010

A CUERPO DE REY MUERTO

REY PUESTO

MARTES

A las 9,34 suena Bandoliers en mi móvil y me despierto. Parece otro grupo de esos de pegote, no le acabo de encontrar el punto. Recuerdo haberme despertado a las 6 y algo y preguntarle a Arbeloa por qué había elegido el 17 en vez del 2 (pobre Pedrito), el muy capullo. No espero a la segunda alarma (la de las 9,41), que psicológicamente está más cerca de las 10 que de las 9. Cojo el ordenador y me tiro un par de pedos camino de la cocina. Hoy acababa el antibiótico y me duele la cabeza desde ayer. Estuve toda la tarde en Barcelona, y eso siempre me cansa, pero siento como un agujero en el pecho. Lo noto al fumar. No lo entiendo: de tres semanas, dos las he pasado con medicación. Qué putada.
Tengo que limpiar. Descargo y cargo la cafetera, me bebo un vaso de agua sin vaso o sea a morro -mi madre insiste en que el agua de buena mañana va bien para cagar-, busco un par de galletas para desayunar. Había comprado unas con chocolate-sabor fresa que una vez eligió ella. Abro la nevera, hay medio melón. Corto unos daditos y oigo que se despierta. Joder, es muy pronto aún.
Enciendo el ordenador, hay que estar al día, pero más que nada me entretengo en el facebook. Me pregunto por qué toda la peña de La Salle se ha puesto de acuerdo esta semana para agregarme, ¿lo habrán hablado? Pero tengo la mosca detrás de la oreja y escribo el No parpadees. Lo acabo en el cagadero. El paracetamol no ayuda, y no me queda Frenadol. Cuando salgo de la ducha ya son las 11,19 (siempre según mi móvil), tengo que ir al Pryca. Hago unos abdominales y pongo una frase de aviso en el facebook: 'hoy no estoy para nadie', y cojo la puerta con una mano mientras utilizo la otra para sostener mis Emporio de 'segunda mano'.
Mejor no te cuento lo que compro, pero me gasto más de 50€ sin bajar del autobús. Debería haber ido al gimnasio. No me encuentro nada bien. Bajando ya estoy pensando en comerme los restos de la paella del domingo y en la posterior siesta. Le hago una foto a mi árbol, será la portada de este escrito. Son las 14,01 cuando vuelvo a mirar el reloj. Y después de la siesta, con todas las ventanas abiertas y el placer de vivir en una zona sin coches ni circulación y apenas ruido, son las 18,38. Vaya palo. Encuentro una paja fácil y sin comerlo ni beberlo me dan las 21,24. Escucho Snoop Dogg por el Spotify, pero buscaba la BSO de Training Day no sé por qué. Me ducho y me pongo una pinza suya en el pelo, voy a tener que pensar en cenar. De Snoopy Doggy llego a un especial de la MTV sobre Metallica por el Youtube, pero me resulta curioso ver a Avril Lavigne cantar Fuel. Va justita. Joder, son las 22,07...
A cuerpo de rey, pienso que es así como vivo y se me repite todo el día (la idea), aunque sea pobre. Le añado el 'muerto' y me hago el gracioso con el 'puesto', pero a estas horas resulta ridículo pensar en la corona. No creo que tarde mucho en volver a la cama, toca la revisión anual de La Roca y ya voy tarde. Seguro que me acabaré sintiendo mejor, aunque al final no haya fregado el piso. Una auténtica guadaña.
Ceno una nectarina, un plátano y me hago una infusión de hierbajos y un cola cao con galletas de esas.
{...} -Yo me identifico más con Arquímedes.
-¿Quién?
-Arquímedes. Fue hecho prisionero por su rey en la antigua Grecia. Como sir Walter Raleigh, el mismo destino...
-Jaime I...
-Hasta alguien tan brillante como usted debería caer en la cuenta de que aquí aparece cierta pauta común.
Alexander... Solschenitzin.
-Sí, me suena... ¿No jugaba al hockey con los malditos Red Wings?
-El mismo {...}
¿No había rastro de ella?
1,33, empiezo a ver borroso.
Buenas noches. Mañana será otro día, no creo que vaya a abdicar hoy.

martes, 25 de mayo de 2010

NO PARPADEES


No parpadees, que te apuñalan.
Creí haber aclarado suficientemente el panorama, pero por lo visto parece que no hay manera.
Odio que lo parezca, pero yo no soy aquél disgraziato cuyo nombre casi ni recordamos.
¿Aprovechado? No me jodas, o mejor aún, no me hagas reír.
¿Qué pasa con el binomio maravilla? ¿Es que tengo que desenfundar mi espada otra vez? Porque no les va a gustar, sabes. ¿De verdad crees que no me he dado cuenta? Me ofendes. Y lo que es peor, ofendes a mi inteligencia.
Si yo digo que el cielo es negro, pues es negro. Ni azul, ni blanco: oscuro total. Tampoco hay nubes con la forma de Son Goku. El cielo es negro como el carbón, por más sol que haga y nos ubique en verano estos días. Negro como mi otro amigo, ese que tiene carta blanca total.
No parpadees, que te arraso a tí y al suelo que pises.
No quiero enfadarme, pero no puedo sacarles la verdad sin hacerlo. Es su modus vivendi, la confrontación directa de los cojones, y ya cansa. No quiero vivir siempre pendiente de una guadaña.
¿Es así como debe evolucionar el trato? ¿Tanto marca una pareja? Si el color de heno vuelve a mirarme así, juro que le salto a la puta yugular a alguien. Y no discuto la amistad en sí eh, que conste.
Hoy me he despertado mal, me duele la azotea, y me siento como un jodido torbellino de una potencia devastadora atroz, así que espero que no me llame nadie, porque no pienso contestar.
Porque si lo hago, antes de que parpadees te extermino a tí y a toda tu raza.
Aviso.

domingo, 23 de mayo de 2010

DORMIR ACOMPAÑADO

No había bebido ni gota de alcohol y el día había sido de lo más extenuante. Tras una copiosa cena, quinientos cigarrillos y un chupito como digestivo, se acercaba la hora de acostarse: empezaba la odisea.
En estos casos, la mente no se relaja y pide ayudas que el cuerpo no debería aceptar (aunque no haya más remedio). Literatura aparte, tampoco es por falta de querencia ni nada parecido, y ni siquiera es debido a una obligación (excepto la laboral) o por forzar una situación que ninguno quisiera. Estás a gusto, empezando a vivir, creando algo guay, entonces... ¿por qué cuesta tanto dormir con otra persona al lado?
Mi amigo Ventura dice que sólo desde la Revolución Industrial dormimos acompañados. Que el hacinamiento del trabajo desenfrenado tuvo la culpa, que lo ha leído en un estudio reciente. Demasiados pocos años pues.
Cualquier gesto, ruido imperceptible, pedo o respiración cambiante, entra directamente (sin filtrar) por la jodida cocotera. Estás más pendiente de eso que de dormirte, y no sabes por qué, pero no puedes cambiarlo. Y podría ser un problema, créeme, incluso si con la otra persona lo hablas todo, o como mínimo crees hacerlo.
Reconozco que tradicionalmente me ha costado dormir en casa ajena. No al nivel de cagar en un cagadero que no fuera el mío, pero casi. Tampoco soy la voz más autorizada en estos temas, ya que a ese nivel, la experiencia no ha sido mi fuerte ni mi verdadera lid.
Es difícil traspasar la frontera de la confianza desde el subsuelo. Desde lo más bajo de nuestra condición humana. Y aceptar esas pequeñas mierdas que te dan puntos para subir de categoría y acercarte a la escala más alta. No hablo de sexo ni de amor, no dudes de que estos dos elementos comen aparte, aunque puede que sobre el amor no esté tan seguro. Es, simplemente, que no estoy acostumbrado.
¿Volvemos al Tiempo y a la necesidad de costumbre, pues? No hace mucho, alguien también me dijo yo nunca encontré mi lugar en esa cama, textualmente. No me gusta la idea, a mi no me va a pasar. En una cosa de dos como esta, vuelven las teorías del Right in Two que antaño tanto discutimos: ¿la vida está hecha para vivirla con otra persona? ¿Qué pasa con la individualidad, pero no la mal entendida o vilipendiada por el término soledad? Suena limitado, pero sólo creo en lo que ven mis estrábicos ojos y en los espacios que voy dejando a un lado y otro de la cama.
Estos días, esas ayudas de las que hablaba un poco más arriba, han sido vías de escape bastante patéticas, pero necesarias. Al menos uno de los dos tenía que relajarse. Pero no voy a volver a recurrir a ellas siempre. Paso.
¿Podría ser un problema? Podría, ciertamente, pero el podría este podrío, es condicional, lo que significa que puede condicionar, pero no ser tan decisivo como Diego Milito anoche. Creo que la culpa de todo la tienen la Revolución Industrial de los cojones y el puto Henry Ford, como decía mi colega. Pero en este fantástico principio, empiezo a tirarme pedos y a pensar que todo es pasajero, como este amanecer desde mis gafas de sol nuevas en la tumbona de su terraza, tan tempranero como bonito y deseable es seguir a la expectativa y disfrutar con ello.

martes, 18 de mayo de 2010

PRISAS


Estos días tengo la sensación de que el Tiempo no tiene tanta prisa como de costumbre.
Una de las cosas que más ocupa a ese Tiempo casi congelado, para otorgarle méritos al hecho alterable y concretando, tiene nombre y apellidos; en cierto modo, es un violento sinvivir, tanto que hasta ha podido llegar a embaucar al mismísimo Juez Supremo (uno que nunca se casa con nadie).
Haber podido llegar a identificar tan excepcional elemento ha traído consigo cierta desazón difícil de controlar. El nervio y los desajustes aparecen cuando pienso en el calendario como tal, y, sobre todo, en lo precisamante maleable y volátil (otro matrimonio inviable). Sí, porque a estas alturas no voy a pensar que soy el ombligo del mundo, desde luego que no. No obstante, para sufragar los gastos ocasionados por el desasosiego habitual y la desconfianza, mi autoestima no ha parado de hacerse preguntas (a un ritmo de casi mil por segundo), y eso que dicen que las prisas no son buenas consejeras.
Si la ansiedad volviera, creo que tendría que pelear duro con este otro parásito que recorre mis venas y gobierna como regente. No es que campe a sus anchas impunemente, pero sí que ha invadido la joya de la corona en una razia a traición, y no piensa en largarse de la misma manera (igual de rápido).
Por poco olvido que no estaba solo; estas segundas placas de pus dan buena fe de mi mala suerte y reabren viejas sospechas, pero no creo que juegue en mi contra (otro elemento que ocupa mi Tiempo), al menos no más allá de las inevitables prisas por permanecer y dejar de soñar despierto.

martes, 11 de mayo de 2010

UN SEGUNDO ATRÁS

Me hallaba yo haciendo footing por la campiña bergadana -en el interior de Catalunya-, esquivando vacas y otros animales inespecíficos que andaban al acecho entre los arbustos y otros tipos de follaje, pensando en mis cosas y disfrutando de uno de mis momentos de libertad inusual. Pero notaba que mis piernas no respondían y que no llegaría muy lejos; me sentía cargado y no entendía el por qué, así que me detuve un instante para hacer una foto que inmortalizase el paisaje que aparecía ante mí, a ver si sacaba algo en claro y de paso relajaba la mente un rato. Siempre es más bonito el que dejas tras de tí, pensaría, pero qué le vamos a hacer, no siempre debería ser así.
Resoplando como un especimen abatido en espera del golpe de gracia, me senté en un pequeño saliente coronado por una singular roca que resultó ser perfectamente adaptable a mis posaderas. Logré calmar mi respiración acelerada con más apuro que pena, y me prometí a mi mismo que, pese a desconocer las cuatro reglas básicas de lo que comúnmente viene tratado como inusual, aprendería a volver por el mismo sendero con fuerzas renovadas y voluntad para encontrar la orientación adecuada, no podía ser tan difícil.

jueves, 22 de abril de 2010

INVERTIR TENDENCIAS TENDENCIOSAS



Son tantas las veces que la desfachatez de un nombre ha importunado y tentado al ánimo que, tras condecorar al perverso azar con la placa dorada, el hecho de poder invertir tendencias se postula con/como una bonita hazaña a tener muy en cuenta.
La capacidad de maniobra, limitada por agentes externos más de lo apetecible y supeditada a cierta salud mental como veíamos*, ve aquí empañado el inmenso poder que poseyó otrora; pese a todo y eligiendo o no (vete tú a saber), la inclinación que esta variable asume no dista mucho de su punto más perpendicular. Digamos que, una vez conquistado el trofeo en buena lid y después de abrir los brazos*, surgen nuevas y apasionantes piezas a codiciar.
Salir victorioso de un combate, en una guerra tan larga y de tanto desgaste como esta, proporciona el aire o el margen necesarios para dejar de obedecer a los primeros miedos. Ahora, una emoción tan abandonada como olvidada inunda palabras y horas a compartir, y se mezcla con la razonable duda sobre la posibilidad de perder algo por el camino. Ojalá fuese algo de peso (soltar lastre), pero me temo que eso no es posible hoy día, y el desafío que resulta le supera con creces: lo verdaderamente complicado empieza ahora.
La sinceridad, celebérrima amiga del perdedor, se convierte en un instrumento fundamental para avanzar o destacar. Como arma de doble filo, ese mismo término puede llegar a provocar un vértigo de la hostia, ya que nunca nadie es franco al cien por cien. Desde el principio de los tiempos hasta el propio desarrollo de la trama en cuestión, existen un millón de sandeces que lo pueden mandar todo al carajo, y esa in/certidumbre es difícilmente regulable: es complicado pensar en confiar en alguien que no sea de tu entorno más cercano. Quizá el tiempo ayude, o puede que éste sólo destape fisuras, cómo saberlo... ¿Se encargará la costumbre, pues? O la mala costumbre, o la poca costumbre. ¿Tal vez la espera de un acontecimiento fatal que provoque más putas pesadillas de mierda? Dicen que el hábito hace al monje, pero... ¿y si éste nunca lo fue por pura vocación? Aunque la mona se vista de seda, mona se queda (y así hasta liquidar el refranero de los cojones).
Hay que coger el momento, como diría mi álter ego favorito. O aprovechar el momento, como plasmó Horacio (lo he buscado en la Wikipedia). Pero... ¿quién puede hacerlo con los ojos cerrados? Será por temor a la caída (de lo dura que solía ser), pero en algún momento hay que soltar amarras e intentar invertir tendencias. En los anales mora la moraleja para invertir en el respeto hacia el otro y hacia tí mismo como principio al que agarrarse (ya en alta mar); en días de vino y rosas como los que vivimos, no me atrevería a visualizar otro panorama, incluso con un bagaje de tal calibre (no va a hacer falta aferrarse al camino mediante un disfrazºº).
Ser cauto no debería impedir vivir ojo avizor y no voy a perder ni un segundo en escuchar a aquellas malditas voces que me siguen atormentando. ¿Por qué no podemos pensar que todo puede salir rodado? Debería constar un susurro enmudecido o un lamento padecido, sólo eso y nada más. Lo que vaya a pasar no se puede controlar, vuelvo a insistir y si es que alguna vez he llegado a controlar algo. ¿Por qué iba a perder otro segundo más en eso? Aunque la velocidad adquirida sea distinta o, digamos, no igual, puedo asegurar que la comprensión sustituye cualquier desequilibrio, y que la empatía de mis manos frías jamás deja de tener fe, amiga mía, puedes creerme (pese a que siga haciendo frío por las noches).
Hubo un tiempo en que las páginas quemaban las yemas de mis dedos y el humo que anegaba la habitación, con el zurrón repleto de milongas, corría raudo y veloz dispuesto a contaminar a propios y extraños. ¿Qué se siente al volver a tener un referente? Sólo confío en que la poca audacia del silencio no lo engorre todo (es aún pronto para marginar a las palabras) y en relajar esos instantes extracorpóreos, porque después de la placa dorada ya sólo queda el paraíso. Un paraíso invertido, bullicioso y algo tendencioso también, pero para nada ingrato ni pesado, de veras lo pienso (si es que eso encaja en alguna puta definición de paraíso).

ºº idea sobre In the Flesh?, la canción de Pink Floyd (The Wall, 1979) que encabeza el texto.