Estar predispuesto... ¿cómo se decide eso? ¿Cuándo eliminas toda tu mierda y te abres a nuevas posibilidades?
Que cómo se hace, si es que se trata de eliminar mierda y es posible hacerlo. Que cómo uno puede llegar a estar seguro sobre estos asuntos. ¿Es necesario un proceso de duelo? ¿Por cuáles niveles de subconsciencia estamos buceando? ¿O es algo completamente consciente? ¿Las chicas maduran antes que los chicos?
Es curioso observar algunas pautas de comportamiento respecto al complicado y maravilloso mundo de las relaciones humanas y sus tonterías varias. La aparición de un determinado ser puede darle portazo a muchas cosas, de eso no hay duda, pero es necesario que pesen amargos posos; teniendo en cuenta el amor como movimiento embriagador devastador, no es descabellado pensar que, aunque sólo pueda mostrarse tres o cuatro veces a lo largo de una vida subjetiva, nos constriña a seguir deseando estar encerrados en banda y provoque cierta confusión al principio (una vez haya decidido 'exhibirse' de nuevo).
La soledad se convierte en un elemento importante en esa ecuación, el miedo será el colofón final a este escrito. ¿Puede el anhelo de compañía ser tan intenso como para hacernos nublar la razón? De acuerdo, sé que la razón no pinta nada en estos temas, pero... ¿acaso es tan jodido estar solo? Yo ya no sé si la sociedad actual, en esta desenfrenada era tecnológica y global, beneficia o perjudica al individuo, pero sí puedo asegurar que el recogimiento interior es casi tan necesario como un buen amigo a nuestro lado, o como el comer si prefieres. No ya como modo de vida o para buscar el imposible de la objetividad, si no más bien para pausar los desatinos de la aceleración cronológica a la que indiscutiblemente estamos sometidos: estilos de vida que conllevan estrés, una mala alimentación, decisiones erróneas que llevan al arrepentimiento... pero, al fin y al cabo y tras mil variables más, no es nada que asuste demasiado a nuestro propio reloj vital (al menos no debería serlo).
Uno tiene que pararse un momento y plantarse y dar un puñetazo encima de la mesa y decir: hasta aquí hemos llegado. No en plan Morgan-Mandela 'soy el amo de mi propio destino', no. Sería un 'vamos a ver, vamos a ver... ¿qué cojones está pasando? ¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Es así como quiero vivir? ¿Qué clase de persona soy? ¿Qué clase de persona quiero ser?', y actuar en consecuencia. Tres décadas bastan (por si falla la educación) para abrir los ojos y empezar a dejarse de hostias. Como dice el refrán, la experiencia es un grado. Hay que comenzar a ser prácticos. Esto no tendría que trasladarnos a la sensación de que se nos está pasando el arroz, amigo mío, no va por ahí: este río desemboca directamente en el mar de la capacidad de elección (consensuada con la gente apropiada en su máxima expresión) que, al final de todo y para diferenciarnos del resto de especies del planeta, tiene que estar por encima de toda esa mierda. Al menos respecto a tu propia mierda, que aunque normalmente implique a dos o más entes en una situación irrenunciable o de fuerza mayor, debe ser suficiente para llevarte hacia la puerta de entrada: tú haz tu trabajo y lo demás ya no será cosa tuya, pero ten por seguro que de esta manera no podrás reprocharte nada nunca (daños colaterales aparte).
A partir de ahí y tras conceder un par de días a la confusión y un desayuno que deje en evidencia lo que tú ya sabías pero te negabas a afrontar, ya podremos abrir los brazos y darle la bienvenida a los nuevos retos -Dios mediante y sin esperar nada a cambio-, incluídos los más temidos (dentro del extenso catálogo de los excesos): la soledad y la falta de cariño, respeto y atención*, el miedo a no permanecer y la vacuidad de la vida, los déficits de autoestima y el hecho de confiar en sí y como arte sobre todo, y, como guinda, el descreimiento o la búsqueda de la sinceridad desinteresada y el amor incondicional inicial de la chica de los mil besos.
*El Resplandor, del disco triple de Standstill Adelante Bonaparte, una fábula circular (EP II: B. pasa de querer comerse el mundo a esconderse en una pequeña parcela), marzo de 2010. No obstante, Ayer soñé contigo (EP III: El corazón de B. despierta) y el tercer EP del disco en general, reflejan mejor mis intenciones y este momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No seas indiferente.