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viernes, 6 de marzo de 2015

MI CANTANTESSA



Carmen Consoli es mi cantantessa.

La descubrí buscando música para mi exilio italiano en 2006, año en que publicó Eva contro Eva. Su voz y sus melodías eran claramente diferentes al pastel italiano típico según la Pausini o lo folclórico de la Carrà y, en un año de decepciones tras las esperas de Tool y Deftones, Carmen encajó en mi mundo a la perfección.
Antes de nada debo reconocer algo: las buenas voces femeninas, a ser posible con pocos instrumentos (léase, guitarra o piano), me ponen. Me llegan a los adentros como pocas cosas. Por eso tengo en un altar a la Pérez Cruz también.
Mi relación con la Consoli empezó con buen pie, pues. Escuché ese disco hasta la saciedad y luego conseguí los otros; Confusa e Felice, Mediamente Isterica, Stato di Necessità L'Eccezione. El primero no lo tengo y al que vino después en 2009 (Elettra), apenas le presté atención.
La sensación de cercanía para con ella era debido a una mezcla de su folkpoprockero con su aire de señorita frágil y muñeca de porcelana. Evidentemente, el eco mediático que me llega aquí no es ni un cuarto del que hay en el Belpaese pese a la globalización y la cercanía de las redes sociales; pienso en el festival de San Remo, en el sentido de que hay años que me llegan muchas cosas y otros en los que apenas me entero aunque intente seguirlo de alguna manera. Me refiero a que aquí pongo la radio o la tele y te amorran las novedades del panorama musical español. No tengo una vida social virtual tan activa como para saber lo que se cuece en Italia a cada instante porque me gusta tocar de pies en el suelo y es algo que suelo reservar para cuando visitamos el país transalpino y nos empapamos del momento en el lugar (y Radio Italia no es fiable porque aburre con sus clásicos). Vamos, que no es lo mismo que estar allí.
Carmen es siciliana, de Trapani. Recuerdo cuando estuve en Palermo haber mantenido una conversación en un café con un nativo sobre ella, sobre como cultivaba una imagen de diva sexualmente ambigua. Según él, era una estrategia puramente comercial. Yo le replicaba que era lo que se llevaba (en España se había aprobado recientemente el matrimonio homosexual) y que no me parecía mal si su objetivo era ampliar su público, respondiendo a criterios artísticos. Al final de todo, una cantautora o grupo puede dedicarse  a sacar un disco cada 2 años siguiendo una línea recta sin salirse del patrón; la catanesa en ese sentido es más una artista, ya que cada nuevo trabajo refleja unas ideas o estados de ánimo, englobándolos en un bien mayor: un bloque temático único, muy al estilo del rock progresivo de los 70.
Yo lo veo así y así entiendo también el proceso de creación artística. La vida son ciclos, etapas que se van quemando irremediablemente.
Diría que la cantantessa mezcla estilos, música popular con rock, pero que sobretodo es esa cotidianidad lo que la hace diferente, lo que le define. Como decía antes, la imagen que yo me he creado de ella puede estar alterada o sujeta a arbitrariedades, lo asumo. Y, justo ahora que presenta su octavo disco, L'Abitudine di Tornare, vuelvo a ella entregándome a su dulce voz, escrutando cada uno de sus movimientos cuando, por ejemplo, acude a la redacción de La Repubblica en Florencia y las veintipico personas que la reciben (periodistas, supongo) la observan igual de atentos que yo.
Carmen ha sido recientemente madre y eso se nota. La maternidad te cambia y parece que la canción Questa Piccola Magia es la que homenajea ese vaivén vital aunque todo el disco tenga ese aroma. Los años pasan y sus cuarenta son como mis 35 y mi pequeño príncipe: la llegada de la jodida madurez. Cuando la veo llegar con sus pantalones entallados de pinzas, sus taconazos y su camiseta de marinera con el pelo recogido no puedo más que sentir un puto escalofrío que me revuelve las entrañas mientras pienso, 'mierda, sé de alguien que está pasando por un momento similar, fijísimo'. Y es esa identificación, esa asimilación, lo que te da cuerda y anima y hace el camino más llevadero (el comprobar que no andas solo). Puede que definiera el arte o la creación artística externa así. La interna tiene que ver más con el vómito o con el boxeo.
No es que los discos sean muy diferentes entre ellos pero, si tuviera que elegir uno, sería el directo de L'Amfiteatro e la Bambina Impertinente, un greatest hits grabado en Taormina en 2001. Puedo sentir la magia de esa noche, me traspasa cada vez que lo escucho.

Carmen Consoli, mi cantantessa... nueve años después (versión 2015).

martes, 14 de octubre de 2008

AMARRAS

Volvía a casa por la ciudad dormida en una noche calurosa de otoño. No corría nada de aire,
no podía creer que la chaqueta sobrara.
Era luna llena. Los edificios se pavoneaban bajo su luz inmensa y la claridad de un cielo totalmente despejado.
Me quito el walkman y miro alrededor relajadamente: no había nadie a la vista ni se oía nada por la calle. Ni tan siquiera los semáforos, pero los de nuevo cuño no emiten ningún tipo de ruido al cambiar su estado. Los viejos, sí. Era como un cambio de casilla, un sonido seco y corto. Ámbar. Clack. Rojo. Clack. Verde. Clack, peatón: avanti...
Ya no quedan muchos de esos.
Eran casi las 3 de la mañana.

Mi arcano del día aconsejaba buscar la respuesta en mi interior; la sacerdotisa podía ser caprichosa, en su pasividad, pero no había ningua duda acerca de su sabiduría en cuanto a madre y dominadora de las pasiones más mundanas.
Tuve que despertarme pronto ese día; el gran misterio que supone la mujer, la atracción de lo desconocido, andaba cerca. Teníamos que hacer algo. No era de recibo ver pasar las horas, los días y las semanas en balde. Me agobiaba no poder hacer nada, hasta que empezamos a asumir que el frío acabaría por llegar, junto a alguna que otra visita.
Y llegaron. Llegaron del norte, prometiendo que nadie se libraría, y también del sur. En mi primera semana sin mareos y desde que, casi por omisión, decidí volver a mi medicación, hice voto de obediencia ciega y me entregué a su voluntad por completo. Los resultados no podían ser más satisfactorios. Estaba recuperando pedacitos de autoestima repartidos entre la inmensidad de los siete mares.
Volví al mar, como digo, pero ahora ya no soy yo el que viaja; todo va tan deprisa que ni siquiera me ha dado tiempo a desenterrar mis viejos devaneos.
Pero... ¿qué pasaba con lo de casa?
No hay quien suelte amarras; temida disciplina ceñida, un sofá y muy poca voluntad de movimiento. Había que encontrar el equilibrio entre querer descansar, en tu paria comodidad, y ver a la gente que quieres. Había que ceder, buscar espacios comunes.
- Tío, para mí no es ninguna obligación.
- No lo digo en ese tono, joder, es como las amas de casa de las pelis que hacen clubs de lectura; quedar un día a la semana para hacer la quiniela, obligarnos de alguna manera, poner una fecha, decir: este día es nuestro y nos vemos sea lo que sea, pase lo que pase. Porqué si no, los días pasan y no nos vemos nunca...
Un estado ideal, sabiendo que cosa difícil es, podía existir entre una obligación un tanto ufana y un falso desdén;
mensaje original, una vez aceptada la amistad virtual
- Holaa! Me ha echo muxa ilusión encontrarte por akí! Cuanto tiempo! Como estas? Donde vives ahora, q es d tu vida?? He visto las fotos, estás muy delgado, dónde estuviste?? Un beso!
respuesta
- Hola, sí, mucho tiempo; es lo que tiene esto del facebook, nunca sabes quién te va encontrar. Oye, nosotros hablábamos en catalán o castellano? Porqué ya no me acuerdo. Todo bien, normal, como siempre, trabajando y tal, aquí, en Manresa. Y a no ser que tenga una enfermedad secreta, siempre he sido así de flaco: vino con lo de hacerme mayor cuando di el estirón. ¿Qué tal tú? Espero que bien, ¡un saludo!
Justo antes de las náuseas y del riesgo a los temidos mareos. Extraños conocidos.
Así pues, no habría nada malo si se forzaban las situaciones, después de todo y teniendo claro que siempre sería para mejor, ya que no queremos que los cánones que dicta facebook sean los que nos guíen;
embutido en ese espíritu y tras los recientes éxitos, la noche se abría en conjunción para estas nuevas citas. Había que adaptarse a lo que había, convertir lo viejo en nuevo otra vez, y ser cauto, pero con una alegría no disimulada, para ir bien. Nada hacía sospechar lo contrario, ni tan siquiera el frío, que ofrecía una generosa tregua para esa tarea en cuestión. Al fin y al cabo, si estás, estás. Si no estás...
Nunca un camino de retorno fue tan agradable. Se habían matado muchos pájaros de un sólo tiro.

Hacía una noche espléndida. Me entretuve un rato ante un extraño especimen, en cuya flor roja destacaba un brillante y peludo acabado blanco. Acostumbro a caminar mirando al suelo, y éste lloraba las miserias del melancólico árbol, que es bien consciente de su desdichado destino. Había pasado cientos de veces por allí, y sin embargo nunca lo había visto.
- ¿Qué viene de visita o a visitarse?
- Vengo de visitarme.
Siempre había sido así. Había que soltar amarras, pues, y dejar a un lado el jodido peso que, como una corona de negatividad, lo inflaba todo hasta llegar a no lamentar el hecho de no poder prescindir de mis pastillas salvadoras.
Navegar.
Abrir los ojos para ver de una jodida vez y dejar de estar exhaustos.

martes, 1 de abril de 2008

EXTRAÑOS CONOCIDOS

AVISO A LOS CAMINANTES
Prepárense para girar la cabeza y hacerse el "longuis".

Hay ciertos comportamientos que, por más que resulten habituales, no dejan de sorprender. Al estar fuera de mi ciudad natal por un tiempo supongo que se magnifica todo, incluso el mismo hecho de estar fuera, ya que siempre regreso y nunca acabo de irme del todo, como los Donnelly. O puede que, simplemente, se agudicen los sentidos por una extraña pócima llena de experiencia y otros ingredientes sin catalogar.
Comunque, y si has tenido una vida plena, conoces a bastante gente en general. Si hiciste el EGB en un sitio y el instituto en otro, si jugaste en 4 equipos de fútbol diferentes o tal vez te apuntaron al conservatori de pequeño. Amigos de amigos que podrán convertirse en conocidos o no, novias perdidas. En una ciudad pequeña en que nos conocemos muchos -sin tener en cuenta la espectacular inmigración de los últimos años- es difícil andar por la calle sin saludar a alguien, incluso para alguien tan antisocial como yo.
Con el paso del tiempo y los cambios de residencia, algunos siguen ahí y otros... pues perdidos por el camino.
A los 28 años, edad en que uno ya sabe con quién contar y con quién no, quién estará en el momento del juicio final y quién no, o los que llorarán y dirán "era muy introvertido, nunca supo bien bien que hacer con su talento, una pena, era un gran chico", dar un paseo por Manresa puede resultar una experiencia muy curiosa.
Te cruzas con un tío de la época del instituto con el que compartiste varios momentos, incluída alguna borrachera; los ves de lejos ya. No volviste a tener noticias suyas desde que te fuiste a la facoltà y a vivir a la gran ciudad. Se acortan las distancias, 5 pasos largos más y te lo encontrarás de frente. Si haces ademán de saludar puede que eso implique que tengas que pararte e iniciar una charla que, aunque probablemente corta, será totalmente absurda. Tú lo sabes, y él también. Así que pasamos de largo con una ligera expresión de sorpresa dibujada en ambos rostros, justo al cruzarnos. Si le has saludado levemente con la cabeza o ha salido algún sonido gutural de lo más profundo de tu gola, prepárate para, tarde o temprano, perder 5 minutos de tu tiempo. Porque no volverás a recuperar la vida que ya se fue; apenas unas cuantas batallitas del pasado para ilustrar semejante guadaña, y una sensación de agobio brutal. Y reza para que no sientas el goteo del sudor frío deslizarse por tu frente...
En cuanto al ignore total, la mejor opción como vemos, te libera de tan siquiera tener que mirarlo en un hipotético segundo encuentro. Sale de lo más barato hacerse el "longuis", lo recomiendo, humanos amigos míos. Enterrar la vida pasada para que no moleste en la actual, aunque ésta sea una porquería. Es como eliminar de tanto en cuanto direcciones del messenger, hacer limpieza. De vez en cuando conviene hacerlo, porque es muy triste ver a la gente que una vez conociste conectada y no decirles nada -no abrirles una conversación en ventana- porque te da un palo de la hostia preguntarle como está, ya que en realidad no sabes nada de él desde hace tanto que este mínimo acto puede convertirse en un terrible esfuerzo...
Bloquea a tantos como puedas, y el que se sienta agraviado -al final descubres que es un acto mútuo no declarado por ninguno, pero tú lo sabes, y esa persona también, como hemos comprobado antes también- que entre en esta dirección y exclame: "lo sabía, era un/a falso/a, maledizione!!".
Todo se resume en una palabra: comodidad. El mundo que conocemos y que nos muestran no está hecho para sufrir grandes sobresaltos. Esta sociedad del bienestar ha olvidado conceptos básicos como "supervivencia", "honor" y me atrevería decir que hasta "amor". Este último merece un aparte, ya que su significado es todo un misterio, pero ni el que otros le dieron en el pasado hoy en día encuentra parecidos, dolorosa evidencia de mierda. La capacidad de concentración puede escasear todo lo que quiera;
el respeto a la inteligencia y la cultura como método para crecer, el hecho de que vivimos en un planeta que se muere y está lleno de personas, la soledad para escucharse a uno mismo para aplicarlo después al conjunto, un paisaje mediterráneo bañado por el agradable aroma del mirto.
Un beso sentido.
Un abrazo sincero, de oso si se precia.
Carmen Consoli.
Una caricia largamente suspirada,
páginas llenas de palabras que te transportan si consigues trascender tu propio ser.
La piel de gallina...
Si alguna vez has sentido esta sensación sabes de lo que hablo. Junto a una explosión adrenalítica no hay nada mejor.
Pones el cuerpo, la carne, al límite. Llevas al extremo tu mente;
me pregunto quien no osaría hacerlo, y quién me puede devolver un poquito de esa poción mágica.