domingo, 19 de marzo de 2023

CUIDADOS DESCUIDADOS EN PLENA FLOR EXPLOSIVA DE AMBICIONES Y PASIONES DELIRANTES

Una abuela que baja al pueblo a hacer la compra da un mal paso y se pega de bruces contra el suelo. El chichón es considerable, pero más allá de la evidente humillación y la contusión en sí, hay un hecho objetivo e irreparable: no se puede levantar. 

Pasan los minutos y también los coches, sin duda vecinos ellos, hasta cuatro. Y la acera continúa fría, yerma e impasible como la luna. Parece imposible no verla, y la casualidad es tan mala que el quinto coche que pasa es el de su nieta, que frena spaventata y corre a auxiliarla. Àvia, què ha passat? Quanta estona portes així?, le pregunta con agitación.

Resulta que una niña de Sexto que cumplirá doce años este 2023 es un encanto: siempre está pendiente de mis hijos y Luca, que acaba de llegar a la decena, curiosea aquí y allá sin saber muy bien cómo operar (lo que resulta divertido a la par que interesante). Nos saluda cándidamente cuando nos cruzamos y, estos días en los que había feria por san José y yo sufría por tener que rascarme los bolsillos con las malditas atracciones, había un extraño aparatejo con forma de bañera o redonda loca, no sabría cómo llamarla, que era la absoluta estrella del lugar. 

Pues allí estaban las niñas, ésta incluida, esperando para subirse, haciendo sus tiktoks, pegándose sus bailoteos con su móvil mientras de fondo sonaba la típica música de feria chirriante. Y Luca y yo, que en ese momento estábamos sentados juntos en las gradas del parque con M., amigo de su clase que tiene más calle que un ceda el paso, las observábamos divertidos. De repente, la niña nos mira y, con otra de su grupo, señala a Luca y grita: en aquesta cançó surt el teu nom! 

En el devenir de miradas, pantallas, localizaciones exactas y padres ociosos que todavía me preguntan de dónde coño he salido yo, M. mira ojiplático a Luca, con quien se escurre entre confidencias que me alejan y desconciertan por igual. Me vuelvo loco buscando la puta canción. Mi segunda reacción es ponerme las manos en la puta cabeza.

Luego pienso, tras calmarme, que independientemente de las pequeñas miles de bombas incendiarias emocionales semanales que se desactivan en los trabajos como el mío e incluso en las almas menos atribuladas, hay entre el gentío un sentimiento generalizado de que “la sociedad se está yendo a la mierda”. Sobre todo después del Covid.

El tipo que me contaba lo de la abuela es el propietario del colmado del pueblo con más solera, y lo hacía con una vehemencia impropia de su posición desahogada: estaba indignado (cuando normalmente todo aparentemente le resbala). Fue el viernes mientras hacía recados con los niños, paseando por la avenida principal, entrando en este negocio y aquel, con los almendros en flor ya. Fue después del tema del parque, de las niñas y M., el amigo de Luca, que también tiene móvil y lo lleva mimetizado con su patinete de manera tan despreocupada como confiada (tan seguro de sí mismo está el majete), y después de que dos coches tuneados aceleraran a toda hostia causando estruendos y miradas de hastío entre els vilatans; con los detenidos de hace una semana volviendo a ocupar sus esquinas de siempre como si nada, como si estuviéramos en el barrio napolitano de Scampia o en las calles de Baltimore o no importase ser Ja Morant estos días en los que la estrella de la NBA, como según comentó, va a empeñar todo su ánimo y esfuerzo en mostrarle a todo el mundo la clase de persona que es en realidad.

Miedo me da. Y es que ni siquiera estamos en Barcelona o en mi Manresa natal, tan denostada los últimos tiempos, tan degenerada: estamos en Gironella, somos de Gironella, un pueblo del Berguedà de poco más de cinco mil habitantes del interior catalán. Un lugar que creíamos a salvo de la deriva y que me ha atrapado entre polos como a un quinceañero.

De las muchas preguntas que surgirían de estas líneas, sólo suelto un par a los cuatro vientos, por si hay alguien ahí afuera: 

¿Qué cojones está pasando? ¿O es que, simplemente, no está pasando nada?

martes, 28 de febrero de 2023

LA SÚBITA DECAÍDA Y EL INNATO E INDOLENTE BOTE SALVAVIDAS

 

Como no alcanzo el bote salvavidas, como lo olvidé, como no pensé en traérmelo y justo solo después de un mes, qué cojones, dos ya, y como siempre voy lento en esto que llamamos vida, devenir, existencia, día a día or whatever, he caído en el maldito influjo emocional de creer algo que podría ser y no es. Y eso es porque nadie está dispuesto a ceder ni un puto centímetro y porque el hype es muy difícil de gestionar incluso si el puto salvavidas lo llevas incorporado de serie y ni siquiera te habías dado cuenta.

No todo lo que reluce se relame. Seguiré mi camino y si encuentro el momento para hablar con un maestro zen, todo el mundo se comportará como toca y no habrá que maldecir heridas ni herramientas que no encajen en una parte de la sociedad que no pretendo salvar (como la gota de agua de una chica que casi me hizo llorar de emoción).

Estos días posteriores a San Remo escucho a Le Endrigo en bucle (y añado a favoritos las que me van diciendo las mías) mientras trato de encajar todas las piezas del puzzle, que son muchas y todo el que me conoce ya sabe cómo odio los putos puzzles... Y todo por no preguntar, por no querer parecer idiota o, simplemente, por no querer ceder ni un centímetro de lo que soy y hacia donde estoy yendo aunque haya cosas más grandes que yo mismo (como dice esta canción).



martes, 31 de enero de 2023

BREVÍSIMA VISIÓN JERARQUICOCATÁRTICA SOBRE LA IGNOMINIA DESENTERRADA


APERTURA, ANNO DOMINI XIX 


... es el 31, no el 30.

Aparte de eso, algo recurrente y que antes no me molestaba y ahora cada vez más, c'è sole comunque, de todas formas hay sol.

Yo no iría por ahí preguntándolo. Sorry, ¿es el 30 o el 31? Es que nunca me acuerdo... ¿No es mejor no decir nada? Dejarlo pasar como tantas cosas que transcurren ante nuestros ojos sin intervenir ni decir ni pío porque preferimos no involucrarnos... Sí, eso sí mola. La indiferencia total y absoluta. Que se jodan todos. Si fueras mi smígol seguro que no dudarías.

No obstante, no me tengo por un infame (en el sentido más mediterráneo del término): he decidido no ser indiferente. Cada año que pasa pulo aspectos de mi carácter en busca de una mejoría que me permita estar y sentirme en consonancia con el cosmos, y es que no quiero ser de los que pasen de puntillas por la existencia (algo que creo querer demostrar de sobras en estos posts, tantos años después). Y he descubierto una nueva manera de intervenir y sentirme útil al respecto: guiando a la chavalería (o inténtandolo, más bien).

En alguna parte de mi ser había una extraña reticencia enterrada bajo un peso atávico que me impedía tomar ese paso natural en mi educación, en mi existencia. Pero eso se acabó con el nuevo año y con la oportunidad que esta vez sí se me presentó. No dudé. Había llegado la hora.

Siempre he llegado tarde a los sitios, pero cada vez más estoy seguro de que las cosas pasan cuando tienen que pasar. Menuda montaña de mierda para un neoestoico como yo, lo sé. De lo que puedo controlar, empiezo a saber cuándo descartar lo que puedo permitir que ocupe un espacio precioso en cuanto a tiempo y en cuanto a recursos y a elegir mejor lo que no.

Aparte de eso y de algunas estupideces que me siguen molestando y que no hay más cojones que tolerar como las conversaciones de ascensor y un Google Worspace desorbitadamente diabólico, no tengo jefe físico al que rendir cuentas por primera vez en mi vida y me siento jodidamente ultramotivado.

C'è sole, sí señor. Un sol que empieza a coger fuerza.

viernes, 2 de diciembre de 2022

EL ARBITRIO


Oh, un Mundial en pleno invierno, justo cuando ha cambiado la temperatura aquí y empieza a hacer un frío de mil demonios mientras desde el sofá ves a los de allí sudando la gota gorda con los vientos y aires del desierto con problemas del primer mundo tipo jolines, el aire acondicionado está a tope, y luego resulta que han muerto 6.500 trabajadores en la construcción de las infraestructuras que lo albergan, así que oh, joder, pues vaya, menuda movida.

Que quieres que te diga: no me mucho apetecía este Mundial. Lo hablábamos con mi amigo Xavi. Como que no entraba bien esto aquí y ahora. Luego hemos visto los campos vacíos, e incluso se dice que abren las puertas de los estadios en las segundas partes.

A los que viven en Catar, reino absolutista, no les ha servido para cambiar de régimen político, ni para mejorar sus condiciones de vida; tampoco necesitan ser más ricos de lo que ya son por las reservas de petrolio y gas que tienen (una minoría, claro), ni sabemos seguro si la ley que suposo el fin del kafala, un sistema de trabajo muy parecido al vasallaje de la Edad Media y ya que hablábamos de absolutismos que de facto, esclaviza, ya no se aplica, por no hablar del tutelaje marital, un eufemismo nascosto entre las cloacas y los recodos de lo socialmente invisible.

No sabemos una mierda porque, en esta era pendenciera de la información e hiperconectividad —sé que detestas este tema, lo sé , lo que realmente importa se vive entre pantallas y "smartchismes". Así que hablemos de calcio, que esto no es serio.

¿Se puede ser estoico en esta era, pues? Claro que sí, como diría Luis Enrique, nuestro coach sobrepasado anoche, traspuesto por un "colapso" una especie de trance momentáneo y no inducido, según entiendo por sus declaraciones post partido que casi nos deja fuera de los octavos de final del torneo. Debemos serlo, no hay más remedio; ¿qué puedo controlar, pues? La sensación irreparable de equipo destruido de ayer. Estamos en octavos, ¿no? No está todo perdido, carajo, de hecho todo está por perder, y todo está por ganar también. ¿Y si revifamos ahora en plan locura total-ave fénix y arrasamos a nuestros hermanos marroquíes y luego la chusta que llegue a cuartos, que sería Ghana follándose a Portugal en plan random, nos elimina con una actuación estelar del Al-Ghandour de turno manipulando el VAR, el ojo humano y todo lo que existe y es real pero si alguien se afana en decir que no lo es pues no lo es y santas pascuas?

Eso sería épico, joder. Sea como fuere, está siendo un Mundial de contrastes como ninguno que recuerde. Intentando combinar y encajar trabajo, extraescolares de los niños, tardes de estudio en la biblioteca y los quehaceres de la vida diaria y la casa con un evento que, otra vez de mayor, me apasiona sin tener casi nada que ver con el fútbol en sí (o sí, pero más como experimento sociológico, de descubrir jugadores, el colorido de las aficiones, los audios con mi viejo camarada Bati, el arbitrio del VAR o todo lo que rodea un acontecimiento colosal semejante), intento tomármelo con auténtico estoicismo. Porque solo soy un maldito boomer, como diría mi amigo duelista Ace. 

Asúmelo, sin arbitrios.

A refugio de la intimidad de tu alma, como diría el viejo emperador.

jueves, 3 de noviembre de 2022

EL CONCIERTO


Luciano '22
El concierto de hace unas noches de Luciano Ligabue en Razzmatazz, la mítica sala de Barcelona, tras dos años y medio de espera, parecía venir algo gafado. Y no lo digo por el virus.

En su momento, fue un regalo de los Reyes Magos de Oriente largamente celebrado. Y es que casi puedo decir que yo aprendí italiano con él, joder. Solo que dejé de necesitarlo

Apenas lo escuchábamos en casa y ni siquiera sé si había sacado algo nuevo decente. Con Ho perso le parole Certe Notti en una playlist tenía mi cuota de Ligabue más que cubierta, así que, evidentemente y llegado el día del concierto, no nos sabíamos ni una puta letra de ninguna puta canción porque todo eran greatest hits antiquísimos. Fue muy divertido.

La sala estaba llena de italianos. Si tuviera que apostar, diría un 90-10. Y es que Barcelona es una de las ciudades donde la comunidad italiana es más prolífica: 41.759 censados según datos del año pasado (una cifra que, prácticamente, dobla a la siguiente nacionalidad presente en la Ciudad Condal). Es agotador.

También fue muy rápido, no sé, enseguida tuve la sensación de que sería muy rápido. Se comportaron, o quizá yo estaba cómodo, como cuando te pinchan y para distraerte lanzan la cuenta atrás y antes de llegar al número acordado te clavan la banderilla.

Decía que Razz era un lugar mítico para mi. Pero también para Elisa, la amiga lombarda de Laura con la que habíamos quedado en un bar cercano. Me cayó bien de inmediato, con su pose despreocupada y su camisa de cuadros abierta. Miraba enderredor con la tranquilidad de alguien que no tiene ideaciones autolíticas; además, uno diría (en otro tiempo) que sus tatuajes le añadían un toque canallesco muy de querer andar a su lado. También me fijé en un pendiente que le perforaba el lóbulo de lado a lado con un alfiler grueso, pero no en sus zapatillas (si tuviera que apostar, diría que llevaba unas Vans). Venía con otra Laura, una robusta y parlanchina friuliana fanática de la cerveza y la montaña que amenazaba con babearme la oreja a cada segundo. 

¡La de veces que tú y yo nos habremos cruzado por aquí!, me dijo sin acento alguno. Y es que por lo visto ambos pasamos gran parte de nuestros años mozos con los pies enganchándose a cada paso, aguantando columnas de hormigón (casi le hago una foto a la segunda de la entrada por la emoción) y recorriendo las calles depauperadas de alrededor con la borrachera, cantando al cielo, a Dios y a la virgen.

Hice un montón de viajes al baño. Siempre me pasa en los conciertos (creo que es algo mental), aunque recordaba que durante las 2:45 de The Mars Volta sólo sudaba. Nos reímos mucho con mi Laura tarareando las canciones entre sorbos; Elisa nos decía el estribillo y cuándo gritarlo (Marlon Brando è sempre lui), mientras que a la friuliana los ojos le hacían chirivitas y era incapaz de fijar la mirada. En cuanto a Luciano... era semplicemente lui. Con chaleco y todo (recuérdame que si llegamos a viejos no me ponga uno de esos).

Aunque el otrora conocido como nuevo Vasco Rossi (razonablemente viejoven) no cantara Ho perso le parole, la única canción que esperábamos de verdad y que nos sabíamos (porque nos habíamos hartado de cantarla en el coche con los niños).

Aunque fuera miércoles noche y el concierto se pospusiera dos veces.

martes, 4 de octubre de 2022

LA OPORTUNIDAD

¿Y si no necesito una oportunidad, y el otoño no es más que un estadio en el que se me alejan todas las opciones y entro en barbecho y de ahí no consigo salir e indefectiblemente acabo conformándome como he hecho toda la vida?

Per tenir bona vellesa, un s'ha de morir jove.

Es un mundo precario, y es en él en el que hay que desenvolver una crisis perenne, haciendo como que no se ve pero sin ocultarla del todo, como diría el hilo musical. 

Qué buena frase soltó el anciano. Me dejó hecho polvo. Casi tanto como cuando, a más de dos mil metros de altura, en los Pirineos, no podía respirar bien y recordamos nuestro viaje al Perú y toda la coca legal que pude meterme entre pecho y espalda. Al cabo de unos días otro señor me dijo: val més aprendre vell que morir tonto. No echo de menos la ciudad.

Y si no llego a viejo, a tener estas conversaciones con la juventud. Y si no merezco una oportunidad, a mis cuarenta y dos años. Mis amigos siempre me han tildado de cabezón enfurruñao, qué cosas (mi verdad solía ser la verdad). Pero yo no quiero morir en vida, eso seguro. 

Puto otoño. Si todavía me salen tomates, joder. Lo cierto es que son demasiados los días en que cogería una escopeta recortada y atajaría, pero luego me dejo ir y no consigo tener esa constancia que marca la diferencia. Es lo que tiene la mediocridad: a tiempo corrido te convierte en uraño.

A estas alturas, y aunque me considero un ser afortunado, necesito que las cosas sean sencillas. No hacerme preguntas. Que no haya saltos temporales inexplicables, que el Barça cambie de esquema de vez en cuando, que empiece la NBA y que la cuenta atrás para el Mundial de fútbol no signifique el fin de un modelo de juego y de una era. Que los Mars Volta no saquen un disco que no me encaje ahora, en este momento en el que hay calabazas por doquier (¡y eso que todavía faltan unos días!). Que no me agiten las conversaciones intrascendentes.

Que no tenga que forzar la máquina para sobrevivir al día a día ahora que tengo un objetivo, con un horizonte claro y meridiano como el cielo de estos días.

Que pueda tener una oportunidad. 

viernes, 9 de septiembre de 2022

EL RISCO

 Crónica viajera publicada en el blog de mi amigo @muchohache. 

Échale un ojo, no tiene desperdicio (al proyecto de mi amigo y a mi crónica, por supuesto).

Y aquí el momento emocionante en el risco blanco:


Así fue hace catorce años:


No sé si sería de recibo decir que mucho ha llovido, pero es imposible no sentir el apego al lugar (como diría Yi-Fu Tuan). El tiempo se va...