jueves, 9 de abril de 2009

TREINTA Y SIETE MADRID (PRIMERA PARTE)

19h.
Me hallaba en la gran ciudad marítima, azotado por sus multitudes en sábado; agobiado, profundamente asqueado, sabiéndome mal amigo y oliendo peor agüero, desde luego.

No tenía muchas ganas de ir a ningún lado, pues, y no veía posibilidades reales de moverme hasta el verano, de modo que ya me sentía cansado antes de empezar el viaje.
No pensé mucho en ello porque no era seguro y, llegado el caso, estaba dispuesto a dejarme llevar por las alas de la improvisación. Se trataba de eso, y de dejar las losas del pensamiento libres (o aflojadas) al menos por un día.

Cuatro tíos de verde y dos señoritas se molestaban por mi billete, pero mi barba no era lo suficientemente frondosa como para llamar la atención. Así no íbamos a ningún lado. ¿De dónde iba a sacar yo el ánimo para una razia como esa?

No llevaba equipaje. Siempre me ha molestado cargar con maletas, limitan la capacidad de movimiento sobremanera. Una vez dentro, busqué mi litera en el octavo departamento, pero los números andaban escondidos, agazapados, mientras se me cruzaba un pensamiento tipo Auschwitz; seis camas apiladas, como sardinas envasadas al vacío en previsión. Los pasajeros son plenamente conscientes y por lo tanto permisivos, así que suele reinar la camaradería. En cuanto a los olores ya es otra cosa, situación en la que sólo sirve el 'de tripas corazón', y tal vez rezar para que no te toque un puto apestoso cabrón.

Poco a poco me iba animando: Hong Kong bien vale un visado, uno bello, imberbe y poco utilizado. Pero debía dormir, así que fui directo al grano entre la estupefacción más absoluta y el constante balanceo, para librarme de estúpidas convenciones y otras connotaciones más débiles aún. Después de todo, me esperaba un día duro de cojones y, gracias a la emoción del momento, pude recurrir a la pastilla amarilla que me sumiría silenciosamente en dulces tinieblas, sin ni siquiera quitarme los calcetines.
Había arrasado con el botiquín de sorpresas en apenas veinticuatro horas de capital regia, de modo que para la vuelta sólo disponía de varios teléfonos y un persistente dolor de cabeza. Esta vez me toparía con gentes del norte, hombres recios, hechos y derechos, que glorifican el arte del embuste con absurdas conversaciones cuyo propósito no es otro que el de cumplir como pasatiempo, que como toda palabra que empieza por 'pasa' (aunque deliberadamente de mutuo propio), pasajera deviene:

- Tengo una casa en Villasumil.
- No me digas... ¡¿En Villasumil?!
- Sí, ¿lo conoce?
- Claro hombre, yo soy de ..., el pueblo ...
- ¡De al lado, claro!
- Sí sí, vaya vaya. Esa vieja carretera... ¿Y de qué casa eres?
- De la de Paco. Soy sobrino de ...
- ¡Esther!
- ¡Exacto!
- Vaya vaya, pues yo soy tío segundo de ... ¡Qué cosas!
- ¡Tío segundo de ...! ¡Yo iba a su huerto cada mañana a echarles una mano!
- ¿Su huerto? Ah bueno bueno, no tenían huerto, pero estaba Angelita, la peluquera, que...
- Claro claro...

Y así hasta el infinito, como si fuera una cadena que no tuviera problemas en retroalimentarse. Lo curioso y divertido es que, al entrar en detalles la conversación de dos desconocidos, se descubre al asesino fácilmente (dicen que se coge antes a un mentiroso que a un cojo), pero eso no les inquieta ni molesta lo más mínimo, haya o no espectadores. ¡Demonios! Tengo mi cámara demasiado oxidada...

Dejo escapar un leve gruñido y me retiro a mis austeros aposentos, repasando mentalmente todo lo que había hecho y lo que me había perdido durante la larga jornada dominical, en ese extraño convoy de ida y vuelta, penurias y muerte aparte. Volví a intentar dormirme entre varios episodios, a cada cual más peculiar, pendiente de que no me robaran nada; ¿Cuánto tiempo he estado dormido? Creo que me he dejado algo en algún sitio. ¿Es Hong Kong china o tal vez británica? Pero... ¿Es una ciudad, un protectorado o qué cojones es? ¿Estará llena de luces como esas atiborradas urbes asiáticas? A todo esto... ¿dónde coño está Hong Kong? ¿Es Jackie Chan hongkoniano? Se debe haber roto la crisma rodando o algo, hace mucho que no llega una peli suya...

Era ya muy tarde y Barcelona no quedaría muy lejos. La mirada del revisor decía que el tren estaría dispuesto a despedirse con el reloj de Madrid, mientras yo me sacaba de la chistera un último lingotazo de whisky y la gran ciudad marítima, dormida por sus multitudes domingueras, dejaría así de ser una amenaza,
como en esas diecinueve horas de vaivén por el extraviado bajel (del Ser).

sábado, 21 de marzo de 2009

MAÑANAS OBLIGADAS BAÑADAS CON VINO AGRIO


No acabo de acostumbrarme al hecho de tener que estar aquí, aguantando con la cara para no desfallecer.
Desde el momento en que, al inicio de todo, decides y visualizas unos objetivos, todo deviene en ingratas obligaciones. Y no hay nada peor que atar al ser humano en corto. Volvería al tema de la rapidez en las decisiones, o mejor dicho, al de su lentitud (esa tensa espera hasta que cumples lo acordado o te acercas mínimamente, que viene a ser lo mismo). Habrá días en los que pienses: casi mejor no hacer nada y no sentir ese maldito yugo, joder.
Ves, por ejemplo, ahora estoy en una jodida conferencia. Es el final de una larga cadena que me ha tenido en galeras todo este frío. No me estoy durmiendo, no. Es el precipicio de la salud mental lo que me preocupa, que los mareos no andan lejos. Puedo sentirlo. A estas cosas que normalmente se montan por las mañanas, mi habitual falta de sueño (por llamarlo de alguna manera, ya que insomnio no sería la palabra) puede convertirse en un arma de doble filo; podría dar lo mejor de mí bajo presión, o podría derrumbarme miserablemente como un castillo de naipes. Aderezado con un mal uso del sagrado exilir, noto como mi ser y todo Yo soy como una alma que me abandona… Això no es pot aguantar.
Corro el peligro de que se me vaya la cabeza pues. Y todo por una mierda de obligación que ni siquiera sé si me va a salvar la existencia. Estamos aquí apilados, pasando calor, y al escribir esto mismo, percibo un aumento súbito de mi temperatura corporal, me arde la testa y se me suben los colores sin remedio. Pienso en que es demasiado pronto para abandonar el barco, puede que haya que firmar al final: toca aguantar hasta el último segundo.
Es sólo un ejemplo sobre cómo van las cosas, ¡maldigo el momento en que me apunté a danza clásica! Con el tiempo me he dado cuenta de que no puedo hacer más de dos cosas a la vez. “Cosas” en cuanto a actividades de la vida, ya me entiendes. ¿Respondo, pues, al cánon del típico hombre? Las clases de alemán, danza, aquél cursillo oficial, la guitarra de CEAC y entrenar los lunes, miércoles y viernes. Y claro, trabajar. La solución es montárselo para dejar sentenciadas en invierno todo lo que puedas, que ahora en primavera va a ir a alemán (30 minutos ir y volver 3 días a la semana) Kung Fu, por decir algo concreto. No sé si esto significa que me estoy apalancando, sé que alguien podría llegar a decirlo. ¿Comporta eso, del mismo modo, una menor inquietud con la vejez? ¿Acaso ya no me quiero comer el mundo? ¿Alguna vez quise comérmelo?
No es sedentarismo, de eso puedo dar fe. Es lo falso que es todo, lo falso que resulta todo. ¿Para qué voy a hacer tal curso si después no entraré a trabajar en esa empresa, ya que pondrán al hijo, hermano o primo de alguien? Hoy (y ayer y siempre) todo funciona con enchufe. Odio recurrir a tópicos para apuntalarme, pero es lo que hay. Suena tan vulgar como es en realidad, ¿verdad? És una realidad apabullante de la que no reniego, sólo me hago eco de la mentira diaria que tenemos que soportar. En estas me sobrevienen ciertas náuseas por ser parte de ese puto circo de tres pistas…
Y éste ya lleva hablando una hora sin ton ni son; le da igual que la gente se duerma, que vayan saliendo de clase, ahora entran… con tal de soltar su discurso, que llegada la hora convenida, fijo que se larga escopeteado. Cazzo, acaba de poner cara de “… mierda, no le he enviado un mensaje a María para ver que hacía de comer, espero que hoy toque paella, ¡joder!”. Pero tiene tan interiorizado el rollo que le importa tres cojones lo demás. A una pregunta responde con evasivas, corta y continúa hablando. No le culpo, cada uno se las apaña como puede, pero a eso mismo me refiero. Si abres un poco los ojos, no se aguanta por ningún lado.
Hay unos límites de soportabilidad, y los míos están bajo mínimos. Desgraciadamente, hoy en día toca "mentalizarse" más de lo normal, y eso es una auténtica guadaña.
No pienses tanto, o estás muy depresivo, ¿no?, me dicen mis vecinos de aula. Sigo teniendo la necesidad de mostrarme como el gran voyeur que soy (todo es analizable y no te preocupes, que tendrá su correspondiente palabra o frase), buscando aliados allá por dónde me mueva. Lo que al principio parecía una elección, se ha acabado transformando en una forma de ser y ver el mundo. ¡Ojalá pudiese cambiarlo! Aunque no soy sincero del todo, no conozco otro mundo. Yo no vivo aquí a tiempo parcial, como la mayoría de personas que han manifestado algún "desequilibrio" y se han topado conmigo; camino por esa delgada línea roja a tiempo total. He llegado a tal punto (antes de los 30, y sin querer ser pedante), que la única forma en que podría alcanzar la felicidad sería teniendo una pequeña choza, cerca del mar. Con un pequeño viñedo y una vespa para bajar al pueblo a comprar el pan recién hecho, y montañas de libros y hojas y libretas con sus bolis, lápices y sus plumas respectivas… Fíjate que ni hablo del amor, porque esto es, en sí mismo, un grandísimo acto de amor, solitario y consciente.
Ya estoy preparado para esa vida. Todo lo demás me parece hueco y una pérdida de tiempo lamentable. ¡La palabra "responsabilidad" está más sobrevalorada que Karim Benzema! Pero claro, ese no es el mundo que condivido, así que aquí sigo, desgastándome, teniendo que engañarme día tras día para tener una razón para levantarme cada mañana (compartido por tantos esto), intentando que no se note mucho que en realidad, me he separado del ganado ya casi abiertamente (conscientemente), creando y desarrollando mi inútil currículum, volviendo a perder más tiempo y a preguntarme: ¿Para qué cojones sirve esta mierda? ¿Qué cojones se supone que estoy haciendo aquí?
Joder, levanto la cabeza y no veo nadie conocido a mi alrededor, me he vuelto a equivocar de clase.
Las semanas vuelan (hoy ya es sábado implacable), y yo ni siquiera debería haber estado aquí hoy. ¿Alguien sabe cómo demonios estamos llegando tan pronto a los 30 ya? Haré lo que se supone que debo hacer, como una maldita obligación del carajo, buscando alicientes, aliados, enemigos (créeme, más necesarios que los propios amigos), chicas, canciones y toda la parafernalia; en espera de la vendimia, justo mientras me acostumbro a vivir sin tener que llegar a pensar que puedo desfallecer en cualquier momento,
en cualquier lugar...

sábado, 14 de marzo de 2009

¿Y SI YA NO SUPIERA ANDAR YO SOLO LOS CAMINOS?


¿Y si ya no supiera andar yo solo los caminos?
Me preguntaba -en esta noche de luna llena- dónde habían ido a parar esas ganas de descubrir los misterios del mundo, pero olvidaba que, en sí mismo, ya hay bastante misterio en pensar en el mundo como tal.
En esos casos siempre aparece Fernando Pessoa [ª] para cortar mis ansias expansionistas y hacerme las veces de padre. Si fuera realista (por segunda vez y sin que sirva de precedente), abandonaría cualquier pretexto para exiliarme en mi púlpito local. No está el horno para bollos, que diría la jodida mujer sensata, vecina y vieja compañera de andanzas, querida mía. Si me quedara aquí podría dedicarme mejor a mis guerras de la conciencia, a mis desagravios mentales, pero perdería el miedo a no saber dónde voy a dormir esta noche y la posibilidad tan adrenalítica que supone cualquier riesgo. No sé si la edad desentona o sedentariza, pero eso es lo que dicen todos...¿Y si ya no supiera andar yo solo los caminos?
Me preguntaba -en esta noche de luna llena- cuándo dejé de lado al amor verdadero, aquél que una vez me hizo temblar de placer y dolor y también perder la puta cabeza. Puede que, en realidad, nunca lo tuviera y fuera por mis sueños (fiel reflejo de un mundo vivido, y no de uno por vivir), aquellos que me traicionaban mientras yo trataba de dormir. Pero ya no pienso tanto en esos términos, simplemente dejo la puerta entreabierta y espero que las cosas vuelvan a superarme, para que tú me mires,
y yo pueda derretirme aún.¿Y si ya no supiera andar yo solo los caminos?
Me preguntaba -en esta noche de luna llena- porqué seguía empeñado en complicarme la existencia, si mi camarada repetía que de cuatro que son la vida (tantos como fotos ves aquí), uno ya ha pasado. Frenar y volver para asquearme y descubrir que perdí el derecho a ser feliz desde el primer momento en que me planteé el mero hecho de poder llegar a serlo. Escribir, pensar salir de casa. Actuar, ver salir el sol (por fin), mendigar, quedar al descubierto, repetirme. Así resumo el paso de mis días, semanas, meses y hasta años.¿Y si ya no supiera andar yo solo los caminos?
Me preguntaba -todavía en esta noche de luna llena- cómo es posible que se negara la vía del 'contrato de amor' (qui il sentimento non c'entra per niente, no tiene nada que ver con eso), proyecto fútil (¿senil?),
y qué caminos quedarían despejados para que pudiese andar yo solo, sin temor ni tener que llegar a preguntarme tantas veces el dónde, el cuándo o el porqué (al cómo ya lo desterré tanto tempo fa),
¡no me obliguen a desempolvar mi fusil!

[ª] [EL AMOR ES UNA COMPAÑÍA]

El amor es una compañía.
Ya no sé andar yo solo los caminos
porque ya no puedo andar yo solo.
Un pensamiento visible me hace andar más aprisa
y ver menos, mas gustar más tiempo el verlo todo.
Hasta la ausencia de ella es una cosa que está conmigo.
Y tanto ella me gusta que ya no sé cómo desearla.
Cuando no la veo la imagino, y soy fuerte como los árboles altos,
mas si la veo tiemblo y no sé dónde está lo sentido en su ausencia.
Todo yo soy una fuerza que me abandona.
Toda la realidad me mira como un girasol con su rostro en el centro.

viernes, 6 de marzo de 2009

A OJOS AJENOS *

Conozco a Enzo de la whiskería, es un buen tipo, sincero.
Dice que tiene 29 años, pero no lo parece. Al ir tratándolo, lo que más me llamaba la atención era que no paraba de hablar de él.
Hablaba como una metralleta, al estilo Tarantino, y todo lo llevaba a su terreno. Nunca había visto nada igual, al menos no algo que yo hubiese conocido antes. Me gustó desde el primer momento en que lo vi, desde el primer día. Mientras yo me hacía cruces, el seguía hablando sin parar... ¡ni debajo del agua se callaba!
Más tarde descubrí que era una especie de táctica, siempre a la defensiva, como su modo de resguardarse.
Parece demasiado inquieto para lo que podría llegar a ser. Un tío que reconoce sus incapacidades abiertamente pero que pretende aspirar a dominar el mundo... resulta un poco patético. Creo que por eso bebe tanto; cada vez que lo encuentro aguanta una copa en una mano y en la otra un pitillo de esos de liar, en la barra de algún bar, rodeado por una extraña áurea cubierta de humo. No sé si llamarlo “carisma”, “personalidad” o, simplemente, "farsa". No acabo de estar segura.
Aúna a ese deje decadente medio Nacho Vegas, medio Ray Loriga, una cierta sensación de estar derrotado de antemano, antes de empezar cualquier cosa de las que tenga que llevar a cabo. Creo que le encanta cultivar ese aire misterioso, cuando en verdad no engaña a nadie, es demasiado visceral. No tiene ningún brillo en unos ojos ya de por sí algo estrábicos, inexpresivos. Y no te digo nada sobre su caminar, pesado como una obligación cruel, o peor aún, como si andar fuese una obligación (que te legitima del todo a usar joroba).
No tardé mucho en follármelo. En la cama resultaba tímido al principio, y a la pregunta de si con la luz apagada o encendida, te respondo que con luz tenue. Para la segunda ocasión, compré velas que ayudaron a crear un ambiente propicio y relajado. Me da que le da demasiado al tarro, no sé hasta que punto es bueno esto (almenos no mucho para esas "ocasiones", tú ya me entiendes). En esa misma segunda ocasión, me sorprendí al verle sacar un par de cedés de su mochila; la música para él es imprescindible, me contaba en uno de sus eternos discursos contradictorios (lo curioso es que al final los acaba cuadrando, y si te despistas un momento ya estás perdida) cierta teoría sobre su uso: resulta que había una música para cada momento y cada lugar, pero eso sí, ésta no pertenece a nadie, y sólo respondía ante un sentimiento universal…
No quiero cansarte con detalles, pero también es muy maniático y “ceremonial” (en eso me recuerda un poco a tí); sólo para que te hagas una idea, el otro día, en su casa, le pillé ordenando sus zapatillas en fila y según la estima que les tenga en esa época concreta…
Casi desde el inicio, fue directo conmigo, soltándome el típico rollo que no entiendo como aún os montáis los tíos, sobre la libertad (no, Fromm no), nada de ataduras y demás, pero sonaba más bien a pataleta de niño que otra cosa.
Cumplía, pues, todos los requisitos para enviarle a la mierda al cabo de un mes, ya que podría llegar a ser insoportable, ¿no crees?
Un tío con el síndrome de Peter Pan, rarito, con pánico a comprometerse, sin coche ni casa ni proyecto de ningún tipo, parlanchín como pocos (por citar sólo sus principales características), era como para abrir la tapa después de un par de polvos y tirar de la cadena sin pasar por la casilla de salida. Tu te reirás, pero precisamente eso era lo que le convertía en un ser entrañable y totalmente arrebatador. ¿Cómo podía quedar gente así aún?
Una, como buena Acuario y que tiene algo de María Auxiliadora (como bien sabes), busca y se pregunta e intenta salvar siempre al prójimo (o sea, que soy más tonta que Picio). Hace que (quiera o no) escarbe en mi interior y me enfrente a mis demonios, pero debo decirte que en esta historia él juega a caballo ganador. No tengo ni idea de cómo me ve a mi, pero está claro que el as lo lleva él. Es imposible no ir a remolque con alguien así, no me importa reconocerlo. Trato con un tío que no creo que haya escuchado a nadie más de 5 minutos seguidos en su vida y que parece vivir en otro planeta; de todas maneras, parece haber desarrollado ciertas estrategias para que eso no se note lo más mínimo,
es increíble…
Como no puedo renunciar a todo eso, he decidido seguir y vivir al día, cuando se acabe… pues se acabó. Así tiene que ser, con éste no puedo hacer las mismas cosas que hice con otros (ya descarté cualquier grabado con la doble “E”), ni seguir los mismos pasos. Un tratamiento convencional no funcionaría, sería totalmente inviable, avanzar como pareja y esas cosas…
¿Resignada? Puede ser, pero… ¿qué le voy a hacer? Es superior a mi. Lo único que me molesta es que mis amigas tengan relaciones con cara y ojos, mientras yo, a estas alturas, casi no tengo ni dónde agarrarme… Bueno, sobretodo es la influencia del entorno lo que me ralla, pero claro, que te voy a contar a tí que tú no sepas y no hayas vivido en tus propias carnes...
Ellas me preguntan que para cuándo nos iremos a vivir juntos y cosas del género. Yo respondo con un “ahora estamos muy liados, no es el momento pero todo llegará”, por los dos, engañándome vilmente. Pronto me descubrirán, pero aún no estoy preparada para afrontarlo. Primero tengo que aclarar ideas, aunque procese lentamente y a veces esté demasiado tiempo transitando por callejones sin salida y no vea ningún futuro con él, sé que esto es lo que necesito ahora (y si me engaño un poquito más, me digo que, como mínimo, esto es lo que tengo ahora), lo que quiero hoy. ¿Pan para hoy y hambre para mañana? El tiempo dirá...
Vale, hazme un favor, no seas muy duro conmigo…
Te dejo que voy al cine a ver la última de Clint, que he quedado a las cuatro. Uy, un domingo, y al cine cogiditos de la mano… ¿Es posible que me haya vendido la moto y yo haya caído como una tonta?
Ya te diré si es de los que comen palomitas y eso, je, je, je.
Por lo demás, todo en orden, viento en popa a toda vela.
Sin otro particular, espero noticias tuyas (¿qué pasó con aquél alumno al final, te lo follaste?),
te quiere
Esther.

P. S. : Si te estás preguntando como es, vas a tener que esperar. No tengo ninguna foto en este ordenador, estoy esperando que me pase las suyas (va todo el día con una Réflex en plan pesado). En cuanto lo haga, las cuelgo en el Facebook y me dices qué te parece, aunque miedo me das…


* El destinatario de este mail cometió el error de reenviármelo, inmiscuyéndose (pudiendo provocar un cambio de rumbo), haciéndome acreedor de un poder que puede que no acabe de gustarme demasiado y me esté haciendo pensar ya en ahuecar el ala…

martes, 3 de marzo de 2009

EL FIN DE LOS FINES


He estado mucho tiempo preguntándome el sentido de la vida.
Preguntándome porqué estamos aquí; qué mecanismos regulan el hecho de haber nacido, el hecho de crecer y, en última instancia, el hecho de dejar de respirar (¿el fin de los fines?).
Si no hay que preguntárselo por resultar estúpido u obvio, saber al menos el porqué de la consciencia, eso sí que estaría bien; el sufrimiento de ‘pensar’, el don del conocimiento que unos rechazan (puede que sin darse cuenta), y otros combaten día tras día. Heredado o producto de un contexto más amplio (¿educación?), es la panacea de toda una especie y la piedra angular de todo halo de vida (¿aún es pronto?).
Hasta que nadie demuestre lo contrario, aquí sólo estamos de paso. Reconocer esta gran verdad ha supuesto para diferentes generaciones, a lo largo de la Historia, un enorme peso o una frágil levedad. De terribles dictaduras en el nombre de algún dios al ‘carpe diem’ más disoluto, pero, hasta lo que yo sé, mañana podríamos estar todos muertos. Entre la causalidad y la casualidad apenas hay una ‘u’ corrida, porque nunca sabes cuando puede interrumpirse el ciclo.
¿De qué sirve, pues, una existencia llena de problemas, guerras, rompecabezas y otras veleidades como el amor no correspondido? He llegado a pensar que era debido al aburrimiento. Sí, al aburrimiento de estar vivo, más que a la diversión que provoca el cerrar el libro (de la vida). Debe de ser algo inherente a nuestra condición humana, aunque no por ello deja de ser menos asqueroso. Ya no sé si es que todo vale o si, simplemente, nuestra civilización ha llegado a tal nivel de desarrollo que se dan por sabidos elementos básicos que alguno tacharía de vetustos y hacer que otros corrieran el riesgo de quedarse (que no permanecer) ‘fuera de onda’.
Personalmente, me importa todo una puta mierda. Ver las cosas nunca ha sido de gran ayuda (hoy en día no se valora mucho), pero no por ello voy a dejar de proponer algo al respecto.
Si la verdadera batalla se halla en la mente (para el que quiera) y todo lo demás no depende de uno (grácil como el caminar de una musa, respiro que se agota en un suspiro), abogo por saborear un sorbo y por un ‘back to school’, un regreso a los lugares comunes, sobretodo para con la gente que te importa de verdad; hazles sentir que para ti son especiales, únicos e irrepetibles.
El fin de los fines debería ser cada instante vivido a pulmón fuera de las quejas y lamentos absurdos que la maldita Sociedad de la Información hace llegar a nuestros hogares día sí, día también.
El Ser Individual no puede ser desterrado ni sus gritos ahogados, ya que en él se encuentran las claves de la verdadera naturaleza humana y el devenir de toda una especie.
Sé positivo en general y disfruta de los pequeños placeres de la vida (como diría aquél), pero no porque mañana una ola gigante podría arrasarlo todo, si no porque esos serán los momentos que darán sentido a tu vida (los que recordarás).
Recicla, planta un árbol, ayuda a nuestro herido planeta. Búscate un hobby, pero uno que te guste de verdad; si siempre te apasionó la Historia, es hora de matricularse en la facultad. Duerme mucho (no te olvides de lavarte los dientes antes pero), folla todo lo que puedas (pero aleja la cabeza de ahí, eh?!). Prueba los platos típicos de todos los lugares que visites y sus vinos. Sin crisis no hay gloria. Haz fotos para asegurarte de todo y dejar constancia. Tira tu ordenador a la basura y deshazte del móvil (bueno, esto último lo dejo a elección). Lee. Cómprate una túnica y átale un áspero cordel a la cintura, recita en las plazas. Se me está yendo. Escucha a todo aquél que hable, calla. Aprende a tocar la guitarra, vuelve al gimnasio, que el fútbol ya no es lo que era. Aprovecha y abraza al silencio, no reniegues de la soledad.
En cuanto a mí, ni siquiera sé lo que digo (me repito más que Willy), ni porqué cojones lo publico. Hoy no he intentado darle forma -marginando a mis intentos literarios-, diría que es más bien un chorreo incontrolable el que guía mis dedos a estas horas de la noche. Conozco la teoría y seguiré jugando a ver doble, así que coge lo que puedas, si es que has aguantado hasta aquí.
No creo que deje de preguntarme nunca el verdadero sentido de la vida (al final me compré una moleskine), pero créeme, no voy a quedarme parado mucho más tiempo esperando a ver qué cojones pasa.

sábado, 28 de febrero de 2009

SIEMPRE ES MENOS DE LO QUE PARECE


Siempre es menos de lo que parece.
A poco más de 24 horas del estreno y partiendo de esa premisa -tras un largo silencio concedido por el gran inquisidor-, se dirime la actual disyuntiva que nos ocupa y preocupa.
Noches de luna nueva, pero no hay nada de novedoso en la eterna maldición que supone afrontar los retos de la vida. En verdad diría que nunca he sabido cuando he estado preparado, ni cuando se supone que debo dejar de maldecir obviedades que la edad proclama a los cuatro vientos.
Siempre es menos de lo que parece, sí, pero el impasse que aparece desde el momento en que me veo obligado a tomar una decisión, hasta el preciso instante en que noto que de repente me tiemblan las piernas y una gota de sudor frío cae por mi frente -en la hora de la verdad-, resulta insoportable de cojones. El preludio ya es de por sí jodido; la semana anterior no duermo bien, sueño cosas extrañas que no vienen al caso y que me hacen pensar en graves desequilibrios, pero la sangre y las placas no han arrojado ninguna luz al respecto, por lo que si me quedara con la duda sería para justificar un rayo repentino o un desmayo sin colores claros.
Siempre es menos de lo que parece, desde luego, pero no por ello dejaría de pedir que fuera todo un poco más rápido. En un costoso gasto energético, alargar la agonía produce miedo escénico, aunque como buen pedigüeño, jamás aconsejaría quedar a merced de la mente traicionera. El tiempo estancado hace que la imaginación vuele como un caballo desbocado -mientras todo lo demás deja de tener importancia- y airea sin piedad ninguna los demonios interiores que te atenazan. Si todo fuera más rápido... viviría con los ojos cerrados, y eso tampoco quisiera, si es que esto pudiese elegirse.
Si siempre es menos de lo que parece, ya que al acabar la tarea en cuestión esa es la sensación que permanece e individualizo, ¿a qué viene tamaño escándalo?

P. S. : Piensa en su cara cuando caga o se masturba, y verás cuán pronto regresas a tu refugio...

lunes, 29 de diciembre de 2008

CLAUSURA '08

MOMENTOS 2008

ENERO
Años. Sobre las cuatro y media de la tarde, perdido por el Parque de Vigeland, en Oslo. Sin ruidos ni gente, cual salvaje explorador a dos minutos del centro,
uno de mis mejores momentos de soledad agradecida.

FEBRERO
Primeros rayos de sol vivos. Paseando por la playa en un mar alguerés de ensueño y pequeñez asumida, en mi primer regreso a Cerdeña, con ese català embutido en una botella añeja.

MARZO
Elecciones. Razzmatazz, Barcelona. The Mars Volta, 2h y 40 minutos de éxtasis. Uno de los conciertos más sentidos de mi vida.

ABRIL
Sant Jordi. In rainbows: último renacimiento y la primavera llamando a las puertas de la alegría mientras esperaba el autobús.

MAYO
Alegría, chaqueta ligera. Había vuelto a la ciudad, y recuerdo bien esta pausa entre las lluvias de todo el mes, bajando por la calle Talleres.

JUNIO
75% Verano. Cadaqués era un sueño tan recurrente, que me asustaba que no cumpliera las expectativas. Pero resultó genial, rompiendo la tendencia, y se me escapa una sonrisa si me acuerdo de una bicicleta.

JULIO

Verano total, viajes. Dos momentos imprescindibles: los barrios de Palermo con su miedo (esa sensación tardaré en sacudírmela) y la mejor playa del mundo, la Scala dei Turchi. Ambos en Sicilia, una de las islas que adoro y siento como mías ("el lugar en que la mentira es más fuerte que la verdad", según Joan Queralt).

AGOSTO
Inestabilidad climática y el principio del fin del verano. Otra deuda pendiente, pero no diré que me rondara Portugal en general, aunque me sorprendiera gratamente (tal es el grado de desconocimiento del vecino), ni Lisboa en sí misma (bella sin reparos); Fernando Pessoa, alma de mi alma. En su busca fui y para el último renacimiento disfruté.

SEPTIEMBRE
Depresión. Manresa. Quizá no sea ese momento concreto, pero la hora ya avisa de lo jodidamente mal que me sentó la vuelta al mundo real. Mucho trabajo en todos los sentidos, un agujero negro en sanidad y los primeros síntomas del advenimiento del frío.

OCTUBRE
Últimos rayos de luz. La escapada a la Costa Brava y el reencuentro con el kongen. El apartamento. La noche, el baño de autoestima, viejas -que no anticuadas- palabras.

NOVIEMBRE
Frío, ansiedad. Y de entre el ataque de los pingüinos, el concierto de Standstill en casa; partes de mi cuerpo justo delante, alacenas, silencios y oleadas de pasos adelante en reinas del caos ordenado.

DICIEMBRE
Navidad, clausura con usura y probabilidad de riesgo alto. Santiago y cierra España, caralho. Dinámicas abrumadoras, mucho trabajo otra vez, cumpleaños 5 y 7, recta final. Pero me quedo con esa mañana en compañía del apóstol.

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P. S. : Es triste resumir un año de mi vida en unas pocas fotos que ilustren unos pocos momentos de entre todo lo vivido, pero más triste es aún estar cerca de la tristeza -en la falsedad que me devora-, y sigo sintiendo la necesidad de recordarme; las hazañas institucionales las dejo para que adornen las paredes.
Un toque de humor, que me sigue ahuyentando el muy ruin, es el vídeo del zapatazo; no creo que sea la imagen del año, ya que hay muchas, pero sí que es la que más me ha hecho reír, si no lo pienso mucho y me deslizo entre Obama y la Selección Nacional de Fútbol.

Atento/a a los reflejos de Bush y su cara.
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Es difícil despedir un año. Hacer balance. Unas pinceladas para recordar hacia dónde se puede ir y dónde he estado me purgan casi del todo. He avanzado mucho, pero me sigo negando a considerarlo una suma de experiencias; creo más en los arcanos (la Rueda de la Fortuna se sale) y en los días de lluvia sin frío, en mi lentitud segura, consciente, y en mi desorientación orientada (hacia la gran oscilación, que diría Pessoa), que en el virtualismo de opereta y esa falsedad referida anteriormente. Me sigo negando a llevar guantes, y no quiero volver a sacar el tema del paraguas...
El miedo y otras sensaciones jodidamente interiorizadas y de sobra conocidas se han convertido en quehaceres domésticos de alto nivel; no es queja ni premura ni tampoco travesura. Es, simplemente, pura simbología a pie de césped y hábito controlado también. Lo otro ya no depende de mí, porque como diría Samuel L. en la Jungla III, ni siquiera Dios sabe lo que hace...
El Poema nº8 se encargará del resto.
Feliz año nuevo,
allende los mares,
y con las seis copas para brindar por un futuro mejor.