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RIP |
miércoles, 30 de abril de 2025
ABRIL: FUEGOS DE ALPECHÍN (DOS PEAJES)
ABRIL: FUEGOS FATUOS (UN PEAJE)
Son las 16:34 y todavía no ha vuelto la luz. Estaba en clase, en Terrassa, cuando ha saltado. Eran poco más de las 12:30 e intentaba explicar algo de prehistoria a mis alumnos. "Seguimos, ya volverá", he dicho, confiado.
Al acabar sobre las 13:30, la escuela estaba casi desierta. Un alumno me ha dicho, móvil en mano: "Ha sido en toda Europa, es general". Lo tenía que haber cargado. Tengo un 27% de batería. Corro a la sala de profes a cargarlo en el portátil y me dispongo a comer el arroz frío, las sobras de ayer domingo. Me pongo la radio online y la cabeza empieza a elucubrar y a disparar en todas direcciones, contemplando todos los escenarios posibles. ¿Debería coger el coche? A Laura y los míos les salta el buzón, pero el Whatsapp funciona. Sólo tengo dos mensajes; del grupo de mis amigos: "El día 0" (...), "Empieza el Club de la Lucha por fin", (...), "Qué ha paxao", y un audio de Txema flipándolo en plan conspiranoia.
Mientras chateo y me echo unas risas, oigo que la carretera hacia arriba está descongestionada, por lo que no espero más, recojo a toda prisa y bajo las escaleras hacia el vestíbulo. Los de Fomento están escuchando el transistor a oscuras. Les pregunto sobre el cancelo, pero solo sueltan risas entre nerviosas y preocupadas y casi como de "qué me está contando éste", en esta situación, right now. Me quedo a ciegas, he perdido la cobertura yendo por la autopista. Apenas hay coches y solo me queda la radio mientras conduzco, camino a casa, dejando la ciudad atrás. I drive, pienso.
Nos han apagado. ¿Cuándo empezarán los saqueos? Pienso en el Covid y en todo lo que podría estar pasando, en todo lo que nos podrían ocultar. ¿O es porque no sé, porque no estamos acostumbrados a estar sin información? ¡Es sólo un maldito apagón!
Por cierto, ya estoy en el supermercado del pueblo. Hemos visto que la gente está cargando el móvil, y a la que había un sitio libre, hemos puesto los nuestros; el Bonpreu está abierto y tienen luz, eso sí, no parece muy estable... ¿cuánto durará el generador? Hacemos coña con el kit del fin del mundo mientras esperamos que sea la hora de recoger a los niños y yo miro a todas y cada una de las personas del lugar. Me quedo solo: Laura se va al cole a buscar a los niños. Mis sentidos se agudizan. ¿Cómo será en las ciudades? En la radio hablaban de evitar los desplazamientos estricamente innecesarios; fuera, nubes amenazantes avanzan y tiñen de oscuridad aún más este extraño día. Temo a los griegos hasta cuando traen regalos.
Dos chicas hablan en voz alta. Se han quedado tiradas. Son de Jerez pero viven en Madrid. Han venido a dar una charla sobre machismo al instituto, mañana van a Berga y se alojan aquí. Han comprado agua, chuches, patatas, frutos secos, una linterna y velas. Lo llevan bien. Me explican que a medio monólogo se ha ido la luz, pero que ellas han seguido igual. Como yo, les digo. Un hombre vocifera justo al lado. Yo soy un tío tranquilo, pero si las cosas se complican tengo una barra de hierro. Un bate, sabes. Dice en un catalán ininteligible y que me niego a reproducir aquí. El super empieza a ser un hervidero, como un centro de operaciones en plena crisis. 78% de batería, me voy. Mucha suerte. Mejor aquí que en la ciudad, digo. Si necesitáis algo, solo salid al parque.
19:36 en casa. Empezamos a encencender velas y a pensar que no tendremos luz esta noche. En la radio han dicho que pueden pasar hasta 10 horas. Llevamos 7 offline. Sigo con el transistor. El cónclave será el 7 de mayo. Pedro Sánchez ha utilizado un tecnicismo para explicar el fenómeno que ha causado el apagón, suena a meme. No tienen ni puta idea de lo que ha pasado. Descorro la cortina y observo a pequeños grupos de vecinos hablando, como reunidos. La temperatura ha bajado hasta los 13 grados después del chapuzón que ha caído.
20:37, un minuto después de que comparezca Yilla, President de la Generalitat, se oye un "vamos" y gritos de alegría en casa: ha vuelto la luz. Un 41% de la red eléctrica está restablecida. 0 peninsular, 1 transistor, nada que lamentar.
Seguimos, pienso, confiado.
lunes, 31 de marzo de 2025
MARZO: CRESTA DE CAUDALES (A LAS RICAS)
He oído que en Madrid van a trabajar en canoa y que los pantanos y la conversación están al máximo de su capacidad y que se acabaron las restricciones. Evviva.
Nadie recuerda un mes de marzo tan lluvioso, el que más desde que se tienen datos, ni con tanta ansia por quitarle protagonismo a las idas y venidas de Donald Trompeta. Por no hablar de lo largo y frío que ha sido, incluso si en sus idus celebramos el aniversario de nuestro pequeño y peregrino hijo y se empieza a ver por entre los márgenes el amarillo chillón de la árgoma.
viernes, 28 de febrero de 2025
FEBRERO: SUEÑOS LÚCIDOS (LOS CABEZONES TRAVESTIDOS)
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THE 4ht |
La gente está muriendo. Aviso a mis hijos de la situación, nervioso perdido. Mi hijo mayor está hablando con sus amigos y no me hace ni caso. Me dice: sí, sí, papa. Ahora voy. Pero pasa de mí. Así que me vuelvo al pequeño, que es un poco como yo, y se alerta sobremanera. Corre, papi, vamos, me dice. Y yo me afano en romper la ventana desde la que había visto el desastre. Lo hago, y saltamos del vagón en marcha, dando varias vueltas entre el polvo y la tierra hasta que nos detenemos. El lugar parece sacado del Far West americano. Compruebo que estamos de una pieza y nos alegramos, mi hijo pequeño y yo. Pero hay que ir corriendo hacia el punto fatídico. Tenemos que llegar rápido. ¿Qué habrá sido de mi primogénito? ¿Y del resto de pasajeros?
Voy a ahorraros el intríngulis. No hubo ningún muerto. Ni heridos siquiera. De hecho, no pasó absolutamente nada. Cuando llegamos a la estación, que resulta que era el sitio donde en principio estaba la curva mortal, estaban todos los pasajeros sanos y salvos. Y mi hijo mayor, por supuesto. Todos nos miraban a nosotros, que veníamos zarrapastrosos, sudando y con la ropa hecha jirones, sin aliento. Por fin, papi, veo que me dice mi hijo. Y percibo que la gente hace esfuerzos por aguantarse la risa.
Febrero ha sido un mes accidentado, frío todavía, con los almendros y los cerezos debatiéndose entre brotar como un manantial o guardar un poco más las formas. De hecho, el segundo frame que no me puedo sacar de la cabeza, pertenece a otra historia inverosímil;
Estábamos en una comitiva de rancheras, como los temporeros en plan Yellowstone y todo el universo Taylor Sheridan. En la de delante, azul como aquel antiguo Ford Raptor teledirigido que tenían mis hijos, había un grupo de niños vestidos con pijamas de rayas. También había otros que estaban desnudos. Mi sensación era que estaban esclavizados o que se dirigían a la esclavitud.
Llegamos a una ciudad que me recuerda a Delhi (a la imagen que tengo de ella) + la ciudad de Blade Runner + Angkor (los templos). De repente estoy en un local con más gente y, en la barra del bar, tengo la certeza de que mi padre es el cabecilla de la operación. Entablo una conversación con él, que lo niega todo. Mi actitud es agresiva, la suya es de echar pelotas fuera. Yo no sé nada, no tengo nada que ver, jamás estuve implicado, no sé de qué me hablas, y mierdas por el estilo. Le empujo y le reviento la cabeza con un canto mientras todos me miran. Y percibo claramente que van a ir a por mí.
jueves, 30 de enero de 2025
ENERO: LA ANTICIPACIÓN (LOS AÑOS BUENOS)
APERTURA ANNO DOMINI XXV
Voy a acabar con una reverencia en batín, aviso.
En la serie, Óscar dice («supone») que vive entre la anticipación y el mal fiarse «para protegerse», o algo así. Figura que, si no cedes espacio, no sufres. Y así te ahorras el mal trago porque, ¿quién quiere aprender a base de hostias?
Teorías sobre el origen de la vida y lo que debería ser la existencia las hay a patadas, si es que estamos aquí para aprender, ¿o para qué nos caemos, Bruce?
En verdad, cuesta mucho superar los contratiempos, muchos de ellos convertidos en traumas con los años. A este respecto, la ex de Óscar dice (en la misma serie): «Yo paso de la gente traumada, eh. No salgo con nadie que no vaya a terapia», y se queda tan ancha. O algo así. Recientemente, incluso Deadpool hizo mención a la manera de enfrentarnos a los desafíos del vivir: «(…) La generación Z, con sus traumas mal gestionados, qué pesados. ¿Por qué no los convertís en cáncer o hacéis de tripas corazón como hacemos el resto?», o algo parecido.
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los años buenos |
En resumen, hay que lanzarse, no podemos vivir en la anticipación. Pensar en cómo van a ser las cosas antes de que sucedan sólo puede ser bueno para los bolsillos de los terapeutas, en ningún otro caso. Una serie irregular, atrevida en su idea original, con espacio para el espectador —se agradece que, de tanto en cuanto, no nos traten de tontos, para variar—, y que tiene en su título lo mejor: LOS AÑOS BUENOS*. (Laura diría que la BSO, por supuesto).
En otra lectura, son los años en que te conviertes en adulto de verdad; años en que la muerte te rodea —el padre de Ana—, en los que orientas tu camino profesional —Ana pasa de una discográfica a tener su propio negocio de comida—, en los que investigas y experimentas; años en los que tienes relaciones sentimentales que te marcan, en los que la enfermedad ronda —el mejor amigo de Óscar, Guille—, etc. Son los acontecimientos de vida, como me gusta llamarlos, o preguntaros en esto: ¿cuántas cosas dirías que te han marcado de por vida?
Suele ser aquello relacionado con el amor, la enfermedad y la muerte. El futuro, con su eterna promesa incumplida —cómo tener la certeza si la misma palabra conlleva una incomodidad abrumadora y un modus vivendi que implícitamente lleva tatuado «descontento» en la frente—, pertenece a otra categoría, no se rige por las mismas leyes. Si anticipamos los riesgos, las consecuencias, de absolutamente todas nuestras acciones, corremos el riesgo de convertirnos en infelices perennes o en lo que en otros círculos se suele tildar comúnmente como «amargados» (o mal follados, con lo mal que suena). Con todo, son acontecimientos que se pueden contar con los dedos de una mano.
Si perdemos la capacidad de sorprendernos, aunque sea en entornos «controlados», perdemos lo que, a mi juicio, conlleva toda esta mierda que nos ocupa estos días.
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La Anticipación |
Es muy difícil vivir sin tratar de controlarlo todo en un mundo en el que todo está medido al milímetro: relojes que te avisan si sedentarizas en exceso, las kilocalorías o experiencias a la carta («personalizadas», dicen sobre nuestros datos en estos barrios digitales), por citar algunos ejemplos.
No obstante, el tiempo grita estabilidad, según mi versión light de lo que significa envejecer. Desconfiar, en esas lides, entra dentro de todas las quinielas. Como los dolores de espalda y el sueño interrumpido.
Hay otro momento en la serie en que, cuando Óscar recoge al nano de Valencia, en que este le suelta: ¿qué ha pasado?, al preguntarle por su edad. Y Óscar responde: pues ha pasado… ¡Lo que tenía que pasar! Que la sociedad machaca al minutero no hay Dios que lo discuta, pero tampoco es nada nuevo; ahora mismo, mientras escribo la vigilia de mi cumpleaños, solo oigo el tic tac del reloj de pared y mañana estrenan La Sustancia en streaming.
Si intentas mostrar que la edad es sólo un número, prepárate para ocupar tu casilla entre los escombros del desaire, el ghosting y la burla pública que supone una mirada atenta a lo diferente (deseosa de carnaza, evidentemente).
El amor, la muerte y la enfermedad. ¿Quién no ha buscado en Google un diagnóstico basado en un problema de salud «x»? Taquicardia=infarto de miocardio. Y la juventud. Sobre todo para un adulto que se anticipa constantemente y vive en una rendija con la ilusión y el ansia de un pirata que sólo quiere seguir saqueando pese a tener una patente de corso.
Y termino con una reverencia en batín y me quedo tan ancho.
* No es broma, buscando una foto para colgar, he visto que el título de la serie es LOS AÑOS NUEVOS... I was wrong! Cómo es la testa...
martes, 31 de diciembre de 2024
DIFUMINANDO SATURNALES
Siempre he imaginado las Saturnales, la fiesta romana del solsticio de invierno y el maravilloso Sol Invicto —sobre el cual pasé de puntillas—, como un festival de carne y fluidos varios, muy probablemente porque rima con bacanales, o quizás porque cuando vi la serie «Roma», de HBO —hoy MAX—, pude por fin ponerle frames a lo que mi cabeza era incapaz de hacer por sí sola.
Es más propio, en esta época, sentir una difuminada niebla que nada tiene que ver con el humo de antaño, sino con la pérdida borrosa y poco clara de una alegría desbordante que no es que nunca me caracterizara del todo —ni mucho menos—, pero que, en su momento, se me prometió y arrebató con la misma decisión.
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Los blancos no la saben meter (2024) |
Todavía resuenan entre bambalinas aquellas hermosas palabras: «por eso nunca te saco», pronunciadas jocosamente y en tono festivo. Sin embargo, no es una elección mía, esta pérdida de lustre. A veces creo que doy un paso al lado para no molestar. Otras veces, no obstante, no entiendo cómo sigo cayendo en los mismos agujeros una y otra vez. Pero qué te voy a contar, fiel seguidora de esta bitácora, que no hayas leído una y mil veces antes, ya; quizás que cada vez tengo más frío, o que lo que vienen siendo buenamente las fiestas, no van mucho más allá de lo que son los ciclos agrícolas y del sueño y descanso.
Hoy veo que hay algo de generacional: la culpa de todo es de los padres, más hermosas palabras, dichas en el mismo ambiente. Yo no callé del todo, ¿pero qué podía decir? Escuchaba una canción que me diluía, una que me había pasado desapercibida hasta entonces y que te he dejado colgada al principio de este escrito.
Quizá llegue un día en que un hombre viejo y sabio, con su larga barba blanca, tenga a bien instruirme en esto que llamamos vida. Y vuelvan las Saturnales sin Vichy ni Aquarius ni sueño pendiente y con todo el maldito esplendor del Sol Invicto y las energías renovadas.
ADDIO, 2024. ¡ATRÁS TE QUEDAS!
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the end of the road |
martes, 24 de diciembre de 2024
DISTRITO DISTRUTTO
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La Casa Batlló |
En pleno solsticio de invierno, casi es hora de hacer balance. Que los días sean más largos y el Sol Invicto renazca con toda su energía, poco a poco, es como una alegoría de un mundo que promete llegar para jolgorio de la humanidad con las curvas de Carlos Sainz: horquilla tras horquilla. El preteenagerismo, doctrina que se nos viene encima con el mismo vigor que las saturnales y toda esta mierda ancestral,
hace que el huerto que reclama su cota de protagonismo y atención, entre de lleno y por derecho propio en un dosmil veinticinco en el que los coches todavía no van a volar, pero en una tierra que sí hay que cuidar.
(Efectivamente, todo está ya más que escrito)
¡FELIZ NAVIDAD!