... diez años completos nos contemplan ya. He amenazado tantas veces con dejarlo que mejor paso esta vez. Me gusta dejar constancia, a mi manera, de las cosas que hago. Como si esperara algún tipo de recompensa.
¿Quedará esto para siempre, en los anales? ¿Qué significará, en nuestra historia?
Continuará...
jueves, 31 de diciembre de 2015
martes, 29 de diciembre de 2015
CLAUSURA 2015: EL SEGUNDO YO
Llegamos a final de año y esto vuelve a acabarse. El año de la consolidación del terror a nivel internacional y de la locura (ISIS, Germanwings).
La lucha entre el tiempo ocioso y el tiempo fuera de mi ha sido la nota predominante en la primera parte del año y, cuando la primavera asomó y mi retoño empezó a volar, el cuerpo dijo basta y tuvieron que pincharme para asegurar un verano italiano a pleno rendimiento. Entre medias hubo el cambio laboral tan sonado que hizo que me destacara por fin entre los murciélagos y las sombras de la noche, no sin antes detonar una bomba relojera que hizo tambalear los cimientos de la parte vieja. La ira ha sido la lamentable protagonista demasiadas veces y esto es algo que he de cambiar.
En verano volví al Sur, y ya sabes cómo me gusta eso. Recuperar cierta normalidad a estos niveles es el reto, sabiendo que jamás aspiraré a recuperar la osadía del dolce far niente de antaño, ¡ni lo pretendo siquiera! La gran noticia es todavía una incógnita. Surgen ideas sobre el segundo advenimiento del que debe completar el círculo, pero menos porque la experiencia es un grado. Imaginar su faz y su personalidad todavía no puedo aunque solo sienta un amor desmesurado que soy incapaz de controlar.
Construyen al ladito nuestro mientras yo lo único que pienso es en preparar un caldero con aceite hirviendo.
Lo que saco de este 2015 que cierro aquí son las ganas de hacer cosas con mi familia al completo. Quiero ver el mundo entero con las ocurrencias de mi primogénito y los primeros aullidos del pequeño bribón que espera entre bambalinas. Mi prole, con mi compañera de viaje, mi amor después de un lustro juntos ya. Y p'alante y hacernos viejos y todo.
Culturalmente, dos nombres: Camilleri y Knausgård. En música hace tiempo que me dejé ir -si bien volvieron dos musas como la Consoli y Florence-, y este año no disfruté en cine ni descubrí nada nuevo en televisión.
Poco más que añadir. De ahora en adelante, no pido nada más que salud para poder despertarme cada día con alegría y ilusión. Y os deseo lo mismo para todos.
Salud y paz. Y que le den a la política.
¡Feliz año nuevo 2016!
La lucha entre el tiempo ocioso y el tiempo fuera de mi ha sido la nota predominante en la primera parte del año y, cuando la primavera asomó y mi retoño empezó a volar, el cuerpo dijo basta y tuvieron que pincharme para asegurar un verano italiano a pleno rendimiento. Entre medias hubo el cambio laboral tan sonado que hizo que me destacara por fin entre los murciélagos y las sombras de la noche, no sin antes detonar una bomba relojera que hizo tambalear los cimientos de la parte vieja. La ira ha sido la lamentable protagonista demasiadas veces y esto es algo que he de cambiar.
En verano volví al Sur, y ya sabes cómo me gusta eso. Recuperar cierta normalidad a estos niveles es el reto, sabiendo que jamás aspiraré a recuperar la osadía del dolce far niente de antaño, ¡ni lo pretendo siquiera! La gran noticia es todavía una incógnita. Surgen ideas sobre el segundo advenimiento del que debe completar el círculo, pero menos porque la experiencia es un grado. Imaginar su faz y su personalidad todavía no puedo aunque solo sienta un amor desmesurado que soy incapaz de controlar.
Construyen al ladito nuestro mientras yo lo único que pienso es en preparar un caldero con aceite hirviendo.
Lo que saco de este 2015 que cierro aquí son las ganas de hacer cosas con mi familia al completo. Quiero ver el mundo entero con las ocurrencias de mi primogénito y los primeros aullidos del pequeño bribón que espera entre bambalinas. Mi prole, con mi compañera de viaje, mi amor después de un lustro juntos ya. Y p'alante y hacernos viejos y todo.
Culturalmente, dos nombres: Camilleri y Knausgård. En música hace tiempo que me dejé ir -si bien volvieron dos musas como la Consoli y Florence-, y este año no disfruté en cine ni descubrí nada nuevo en televisión.
Poco más que añadir. De ahora en adelante, no pido nada más que salud para poder despertarme cada día con alegría y ilusión. Y os deseo lo mismo para todos.
Salud y paz. Y que le den a la política.
¡Feliz año nuevo 2016!
lunes, 21 de diciembre de 2015
AGUANTAR AL 'YO' SOCIAL
Es difícil lidiar con el 'yo' social como una oda al dios Jano ahora que está apunto de abrirse una nueva puerta y las dos caras de una misma moneda son tan fáciles de confundir.
Empezaré con un ejemplo sencillo: no puede ser que tildes de enferma mental a una compañera de trabajo, criticándola y discutiendo sus capacidades, para luego hacer bromas con ella, haciéndola partícipe de una conversación banal de grupo.
No me gusta la hipocresía. En mi trabajo hay un tipo que no me habla y tiene buenos motivos para ello. Respeto su silencio -conviviendo con el mismo silencio atronador- sin evitar encenderme por dentro cada día un poco más, deseando explotar para revelarle los verdaderos motivos por los que le destripé en público (no estando él presente).
Hay una razón de fondo: no puedes decidir cómo tiene que ser la gente. Aunque haya cosas que consideres obvias, he aprendido que tener opinión hoy en día es insoportable.
Muchas veces me siento como si estuviera en una encrucijada constante, reservando mis verdaderos pensamientos para no aumentar la tensión y esperar que el sentido común acabe imponiéndose en un simple diálogo entre hermanos. El problema es que bullo por dentro, ardo, y se me nota; soy incapaz de dejar salir victorioso al que cree tener la razón sin herramientas para ello, al que falsea y contamina, al que juzga y contempla a otros seres humanos desde arriba por su mera condición o porque es guay reírse con los compis de turno. Lo fuerte es que creo que algún día yo fui así.
Lo peor es que te conviertes en alguien molesto si decides actuar en consecuencia. En un gruñón o un amargado. Y todo por no reírse de las mismas mierdas por las que todos se ríen, por no ir a las cenas donde gente con un sentido del humor deleznable se juntan para jactarse de su puto modus vivendi. Otro ejemplo: De copas, siendo 5 o 6 personas, hace unos años, una chica decía: ... Y te levantas por la mañana con cuidado para no horrorizarte según con quién hayas acabado en la cama... Y lo que tenía que ser un lugar común se convierte en una pesadilla tras, entre carcajadas generales, dirigirse a mi preguntándome: A quién no le ha pasado, verdad? Y yo decir: pues a mi no me ha pasado, yo suelo saber con quién me acuesto, cortando el rollo y la excitación general.
Algunos no saben hacer la O con un canuto y creen poseer la verdad universal, otros pueden tildar a ésos mismos de ser 'cortos' o de tener pocas luces; unos por no tener los medios y otros por no saber cómo gestionar esa superioridad intelectual... Resulta jodidamente inaguantable, como los resultados del 20D y lo que vendrá después: un galimatías de mucho cuidado y la imposibilidad de ver las noticias hasta finales de enero.
Alguien dirá: no puedes llevarte bien con todo el mundo y no hay más remedio que relacionarte con todos en el trabajo. Y yo digo, ya, OK, pero hazlo con menos aspavientos, ten un poco de dignidad contigo mismo.
Hay que saber estar, joder. Sé un poco consecuente, no te pongas a dormir con tu enemigo si solo persigue tu mal.
Y yo me pregunto: dónde están los valores?
Por qué se premia la estupidez de la inmediatez, hoy en día?
Por qué no puedo pasar de toda esta mierda, simplemente, y vivir tranquilamente a mi bola, con los míos?
Cada x tiempo me entra una reválida del tipo, algún choque que me recuerda que he tirado demasiado del hilo y que toca apartarse antes de salir mal parado. Por suerte no vuelvo al trabajo hasta el 28, ya pasada Nochebuena, así que no voy a tener problemas para soportar a mi tarado 'yo' social, pero sí que me revienta soportar cada vez menos a mis semejantes y no te diré que me costará dar la puta espalda a todo aquel que venga a por mi.
sábado, 19 de diciembre de 2015
VENTANA AL MAÑANA
Es duro hablar sobre todo aquello que cambió. Y cómo cambió, debo decir.Nunca nos acostumbramos a crecer sin estar demasiado lejos los unos de los otros. A la que empezamos a tener hijos, un halo de desconfianza recorrió nuestros habituales senderos.Llegó la hora de dejar de llorar y asumir que hay que madurar.
A las puertas de la Navidad y el tió, reconozco una ilusión desmesurada puede que ligada al despertar de la Fuerza y ese mundillo mágico que mi progenie tanto disfruta. Sus emociones son tan auténticas que me conmueven profundamente. Hacen que encuentre el verdadero sentido de la vida, que me desviva por sus intereses hasta que respire mi último aliento y que me aparte un poquito de mi mismo, que ya toca.
Es cierto, todo cambió. Llegó la hora de asumirlo. ¡Y qué!
jueves, 10 de diciembre de 2015
EL ADVENIMIENTO
Con algo más de dos semanas de invierno el frío es mortífero de cojones. Odio el frío, com o odio trabajar y saber que no voy a tener todo el día para tumbarme a la bartola.
Eso es lo que más echo de menos: pasar el día sin hacer nada.
Es difícil no tener la sensación de estar perdiéndose algo. Va a épocas, desde luego, pero hay días en que sobrevivir psíquicamente sin sentirte como una mierda cuesta lo suyo.
Ya no sé si es el hecho de trabajar de cara al público o si es el público en sí el origen de mis males sociales: la gente, las personas, tú. Como una auténtica guadaña.
No sé cómo me convertí en semejante monstruo. Hoy (por ayer 8) cuando me levante montaremos el árbol de Navidad. Habré olvidado toda la mierda que me como y los apósitos habituales para esta época del año. El bailarín de los Warriors, el virtuoso Curry, seguirá jugando contra niños y mis estudios, esos pequeños pinchazos que me atormentan, pasarán a un dulce y consentido segundo plano.
De la escapada a la montaña, tras horas de curvas y una almohada para olvidar, un sincero pensiero: amo a mi familia. Y ese filete... mmmh... a joderse OMS (qué ganas tenía de escribirlo).
De la escapada a la montaña, tras horas de curvas y una almohada para olvidar, un sincero pensiero: amo a mi familia. Y ese filete... mmmh... a joderse OMS (qué ganas tenía de escribirlo).
viernes, 27 de noviembre de 2015
EL ÚLTIMO BASTIÓN
El último bastión que permanecerá irreductible ante el horror de continuar viendo como nos matamos entre nosotros mismos costará que no esté delimitado por cuatro paredes, únicas bridas a las que aferrarse en estos tiempos de tempestades y tribulaciones varias.
Entonces me dejo bigote y fortalezco mi musculatura como Tom Hardy por si hay que defender el fuerte. Lo mejor es vivir en el campo, dijo en su italiano en desuso mi amigo Le Art. Él, que es francés un tanto apátrida, sabedor de lo que se cuece en la sala de máquinas del país vecino, ni se inmuta. Yo, que asisto asqueado al confronte político de mi tierra y que ansío una respuesta de más allá del cielo, le respondo: como tú y como yo. Luego me envía fotos de unos parajes abandonados, desérticos, en los que el ISIS jamás se atrevería a enviar a uno de sus suicidas (de hecho, en mi calle no llega ni internet).
Me acordé después de mi amiga Isalen. Me enfadé con ella. Se ha mudado a Barcelona, hace un mes ya. Busco un hueco para pasar un día con ella y hacer lo que solíamos hacer hace ocho años pero claro, ha llovido demasiado. Al final, como siempre, solo pude cabrearme, y todo porque me revienta aceptar que cada uno tiene sus prioridades y que somos hijos de nuestras circunstancias.
Tardo como una hora en reaccionar por las mañanas. ¿Cuál es nuestra guerra? Me preocupa cómo criar a mi prole. Cómo los voy a enviar a ahí fuera. En el bastión de nuestra casa, en la agradable campiña bergadana, no siento la presión del aislamiento social que me pide el cuerpo. Pienso, muy a menudo además, en que se jodan todos. Es el último bastión que nos queda, nuestro auténtico experimento mientras envejezco y trato de no incomodarme demasiado cuando me visto para ir de caza.
martes, 10 de noviembre de 2015
FÁBULAS RELATIVAS
Al final, lo que de verdad importa es medible solo cuando llegas a casa. La vida se rige por el momento en que abandonas tu 'yo' social y metes la llave en la cerradura.
La ciudad suele recogerse entonces y, con ella, sus atribulados ciudadanos.
Si te encuentras contigo mismo y, en la soledad de una ducha relajante, en el silencio de la nocturnidad de tus cuatro paredes en las que eres tú al cien por cien, actúas como eres en realidad sin costuras ni máscaras de ningún tipo, pues cojonudo. Eso sí... cuánto tiempo podrías aguantar así? Está hecho el ser humano para vivir en soledad? Si excluimos a los sociópatas de la ecuación, la respuesta está clara.
Si llegas a casa después de un día agobiante y nadie te espera, puedes suspirar, respirar profundamente y servirte un escocés apoyando los pies en el cheslong. Ver una buena peli, seguir con tu serie o buscar porno del malo. En cambio si llegas a casa y dos animales que no levantan un palmo del suelo se abalanzan sin compasión sobre ti, tirándote y recordando que tu espalda ya no está para muchos trotes, arrancándote una sonrisa que parece más una mueca de dolor que otra cosa, pues entonces diría que sí, que eso sí que es vida. Qué puedo decir?
Antes no tenía a nadie que se preocupara por mi, ahora tengo a tres personas y un perro que seguro que no solo se preocupan sino que además me quieren y, en parte, dependen de mi y de que yo esté ahí para ellos.
Al final, lo que de verdad importa es la cantidad de besos y abrazos que das al día. Las personas necesitan cariño, todos necesitamos cariño. Somos seres de carne y hueso, las conexiones de nuestro cerebro que llevan el tema de las emociones son las más importantes: tú no respondes igual si al cabo del día no te han dado ni un beso.
Ser una jodida oveja es tan agotador como impersonal; la vida, qué cojones, era muy triste sin besos ni abrazos, por eso empalago a los míos todo el día. Creo un vínculo que espero alargar en el tiempo, y no solo basado en la sangre o en las compañías. El trabajo, el día a día, tu jodida vida espiritual y la carrera laboral... son apenas las costuras de lo que subyace a la herida de la consciencia de saber que uno está vivo. Porque cuando menos te lo esperes volverás al hoyo y, cuando le veas las orejas al lobo y eches la vista atrás, lo único que querrás saber es si fuiste capaz de amar, y de si lograste ser correspondido en algo tan relativo como el tiempo y el espacio.
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