Mostrando entradas con la etiqueta Bajo Desgarro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Bajo Desgarro. Mostrar todas las entradas

viernes, 12 de diciembre de 2008

HOY HE SEGUIDO SIN NADIE MÁS QUE CONMIGO


Hoy he seguido sin nadie más que conmigo
al abrigo de cualquier mediador externo.

(en el cielo, la luna llena brilla y llama como un queso cheddar y alguna nube cerquita tipo Batman)

Me he perdido no muy lejos,
aquí dentro_ señalando el tercer ojo,
reflejado entre sucios espejos.

Si los días pasaran podría llegar a ser eterno
pero todo es más grave de lo que parece si no existe, si es que existe
en esta triste soledad encadenada a un mísero teléfono.

No puedo salir, ni siquiera veo la comprada luz de los éforos;
Negra aspiración del Yo que aspiraba a un trato tierno.
No es lo que parece No es lo que parece Nada es lo que parece y menos aquéllo que trajiste.
Toreo los mareos con la poca fuerza mental que me queda,
me digo: no te está pasando a tí, no vaya a desmayarse, duerma, ¡no ceda!

No escucho, estoy bloqueado_ sólo soy Yo y nadie más Yo conmigo y sin mi si me levanto, amarrado, desesperado, alunado.
La vena hinchada de mi frente ataca al ritmo de mi corazón de lado a lado
y de ahí hacia el costado
ladeado;

Coloco las manos entre mi pecho y el estómago para contastar un hecho;
son mis incapacidades que explotan mi ansiedad de Peter Pan,
y eso significa que, bajo desgarro, el diablo interior volvió al tran-tran.

Hoy, a estas horas de la noche, sigo sin nadie más que conmigo.

(a no ser que tenga una enfermedad secreta)

martes, 11 de diciembre de 2007

BAJO DESGARRO 4.2

CAPÍTULO CUATRO PUNTO DOS
NON COMPOS MENTIS


Eran tres o cuatro cosas las que le molestaban. Eran muy jodidas, porque ya se había recuperado, seguían ahí y no había manera. Algunos signos a favor: había más gente que sufría su mismo mal, cosa que diversificaba la cuestión y los lloriqueos maniqueos. Los mareos estaban casi en China. Más tarde, días después, volvió aquella sensación de mirar y no ver nada. De pensar en el cansancio antes mismo de que llegara. Preveer la muerte volvía a ser peor que la propia muerte, joder.
Lo del punto es porque el mal principal sí que se fue. El problema es que si no escucha, no descansa, lo pasa mal. Como ahora.
Ningún castillo podía atenuar eso, ningún viaje; eran sólo soluciones temporales, el auténtico desgarro no tenía cura. "Si ahora vivo así, con privaciones, ¿cómo lo haré dentro de 10 o 20 años?". Si es que llegas.
El cuerpo está condenado, sólo el alma puede salvarse. Dale placer al cuerpo indiscriminadamente pero no descuides los affari del espíritu. Un desequilibrio en ese campo atenúa desgracias, catástrofes y otros problemas de corazón.
A ese ritmo, solamente había un par de cosas que podían cambiar aquellas dinámicas: un trabajo auténtico y alejado de presiones sociales o públicas y una mujer. Indistintamente. Respecto a lo primero no pintaba muy bien, almenos de momento. Debía seguir en esa oficina, como mínimo, un año más. En cuanto a lo segundo tampoco se salvaría -tampoco "le salvarían"-, almenos no de momento. Los principales síntomas detectados y, sin embargo, nada podía hacer, ninguna cura prevista.
Menudo montón de mierda. Veía, seguía viendo, su oscura inmediatez a meses luz.
Cuando sabes, cuando ves. No hay medicina peor. La certeza, la claridad. Ahuyenta, el factor sorpresa se difumina, resulta menos atractiva en general; eso, para la gente como él es fundamental (ser tonto, en resumidas cuentas).
Así pasaban los segundos, los minutos, las horas. Los días, los meses. Los Mundiales de fútbol, las Eurocopas. Los años.
28 años cual hoja al viento, como un auténtico 'benay'.

jueves, 6 de diciembre de 2007

BAJO DESGARRO 4.1

CAPÍTULO CUARTO PUNTO UNO
LOS ECOS DE LA CRUZADA

Se preguntaba dónde estaba, o dónde había ido a parar. Es cierto, lo tenía de la mano, superado, aniquilado. Pero ese poso amargo volvía en pesadillas, como aquella que tuvo el caballero en plena cruzada;
"En plena noche, aun bajo el candor de una fogata brillante y azarosa, sentí un escalofrío intenso que recorrió mi cuerpo entero, de pies a cabeza. Me desperté en el acto, sobresaltado. Miré a mi alrededor con reservas, pero allí no había nadie, solamente yo. En las estancias contiguas todo seguía en orden: el silencio lo cubría todo."
Sintió pavor, pensaba que había descuidado sus deberes o que quizá ya no rezaba tanto, pero no estaba limpio, era un impuro, se merecía la hoguera. Cual hereje en tiempos peores, no tenía ningún derecho a reaccionar así, estaba totalmente podrido;
- Llegas tarde. Hace días que te espero.
- Aún no era tu hora.
- Y ahora sí...
- He venido a proponerte un viaje.
con nervios de acero todavía
- ¿Un viaje?
- Cierra los ojos.
El caballero obedece. La conversación no da para más, pero él ya no tiene nada que perder.
Al abrir los ojos, el caballero no da crédito a lo que ve.
- ¿Qué diablos es esto? ¿Dónde estamos?
- Este es el mundo que tu conoces, 2,000 años en el futuro.
- ¿Cómo?
El panorama era desolador. El caballero andó unos metros y cayó rendido al suelo, de rodillas. Con la cota de mallas medio rota, la mano derecha en la vaina y su escudo demasiado pesado cargando su maltrecha espalda, no tenía fuerzas para más. Su cabeza no pudo procesarlo. Abatido, se giró y miró a la Muerte, que blandía su resplandeciente guadaña:
como un eco atronador
- Yo no he tenido nada que ver.
exhalando los últimos suspiros de aquella vida
- Hu-bbbiese... pre-fe-rido... una parti-da d-e ajjjjj-e-drez...

sábado, 1 de diciembre de 2007

BAJO DESGARRO 4.0

CAPÍTULO CUARTO
EVASIÓN Y VICTORIA MOMENTÁNEA

Se encontraba entre los bosques tupidos y húmedos de niebla, aquellos lares dónde una vez trataron de detener a Máximo. Qué sabrían los bárbaros, si todavía seguían viviendo de la misma manera.
Seguía viendo las cosas igual, como los germanos. A orillas del Rhein viviría sueños de otro tiempo y olores gélidos de ultratumba. No había espacio para nada más, entre casas de tejados negros hechos con pedazos de volcán y vinos calientes para amedrentar fantasmas y monstruos de peor calaña.
Dudó en un par de ocasiones, es cierto, pero se decía -en los momentos delicados- una y otra vez que no rompería ningún plato, que masticaría con la boca cerrada hasta que pudiera aguantarlo.
Como todas las veces que se largaba, esta, aunque breve y sin el mismo significado -prácticamente era una escapada como las que hacía todo el mundo que conseguía un par de días libres- adquiría unos tintes oscuros como esos tejados y demostraba su capacidad de aguante; viaje de guerrillas, fuego de su fuego congelado, cogió su macuto con un frío del carajo -y él sin abrigar- y se adentró en aquellos bosques desconocidos, en aquella jerga inusual, escudriñando aquellas duras facciones ciudad por ciudad nel oeste rheiniano.
Todo le era extraño, "es como estar en Japón", gótico alemán, costumbres afanadas y un montón de referencias en la cabeza.
Por el Mosel, en el Lorelay, hay un valle o una depresión donde antaño hubo un río, dónde anida la rubia aún, aquella que hizo perder la cabeza a los marineros, en tiempos de aguas agitadas, y esfondaron todos los bajeles, algunos proyectos de drakkar, otros simples de medio fondo, Oigo el cuerno la llamada, como las sirenas de Homero, 'no te acerques que te embaucan', arrecifes para la nada.
No podría haberlo hecho solo. Para él, como ya he dicho, todo le era jodidamente extraño, y también fascinador, en la medida que lo es todo aquello que te atenaza e inmoviliza sobremanera.
- Sai, ho visto uccelli piangendo stasera.
Se ha demostrado que es la mejor receta, sin duda alguna. Viajar es sinónimo de éxito. Y el billete para la gloria reside cerquita de la mente y adopta formas de lo más inusuales una y otra vez: una pequeñita pastilla te puede llegar a ofrecer todo lo que la vida quiere arrebatarte. Demasiada poca serotonina hace que las sinapsis vagueen y se olviden de atar cabos entre neuronas, y eso no puede ser.
Para nadar hace falta saber nadar, pero puede que si te tiras al agua tu propia capacidad de supervivencia llegue a sorprenderte, como colofón final.

Busco en vano esto que siento
De por qué estoy tan triste y apenado;
Una historia me ha dejado sin aliento
sin descanso en éxtasis he quedado.


Fresco está el aire y oscurece
calmo está el Rin en su mover;
La cima acantilada luz parece
es el último brillar del sol atardecer.


Las más pura de las doncellas sentada
allá arriba lleva a maravillar.
Su dorado tesoro se mostraba;
su dorado cabello ella al peinar.


Con un peine de oro ella al usar
canta una canción ensoñadora
su melodía extraña al sonar
es intensamente abrumadora.


El pescador en su pequeña barca
apresado es en su anhelo y suspirar.
No ve las rocas no las abarca
Sólo allá arriba se pierde en su mirar.


Creo que el oleaje pronto arrojará
a ambos, a su fin a la barca y al ser;
Eso es lo que esa canción logrará
La Lorelei en hechizante atardecer.

"Die Lore-ley",
Heinrich Heine
*


*in tedesco è troppo complicato

martes, 27 de noviembre de 2007

BAJO DESGARRO 3.0

CAPÍTULO TERCERO
LAS RUINAS DE MIS RITOS SE MUEVEN


En el combate recrudecido de los últimos tiempos, Enzo halló un hueco para escapar de aquél lugar.
Parecía que el dolor se estaba largando por momentos, aunque siempre volviera, así que decidió coger el camino hacia adelante y no pararse más de lo necesario. Era la única posibilidad, en aquél estado, se decía, "todo este dolor es una ilusión"; y con sus bártulos y un gorro para el frío empezó a pensar en las 2 horas de viaje que tenía por delante. Intentaría dormir -iba falto de horas de sueño- pero claro, sin estraños ni turbulencias mucho mejor. Ya llegaría.
- Esa canción fue uno de los culpables, tío. Estamos locos, pero cuando tengamos 40 seremos sanísimos, ya lo verás.
La música no pertenece a nadie. La música es arte en movimiento para invocar, nunca para denostar. Es la categoría más alta a la que podemos aspirar.
Era probable que no se entendiera, pero fue sobre la marcha y sin previo aviso, como cuando llega la muerte. Había decidido actuar como lo hace la mismísima portadora de la guadaña sagrada: de ahora en adelante eran iguales. Seguía el miedo, cierto, pero éste mutaba y mutaba y no paraba de mutar. No acertaba, se decía,
- "¿Qué forma quieres adoptar hoy?"
- Tenemos una deuda pendiente.
- Tú no eres mi hermano, mi hermano no atraviesa paredes.
Por ahora así debía ser, digamos, con una base clara a la que agarrarse, una clara sintonía en su cabeza.
- Lo voy a arreglar todo cuando vuelva, pero ahora no puedo. No puedo pararme aquí.
- Dicen que si cierras fuertes los ojos acabas viéndola, y que te plantas ya fuera del jodido invierno; lejos, muy lejos de aquí.
- Sólo quiero que pase rápido diciembre y celebrar el año nuevo.
"Coger mi cámara", me dijo anteayer, "y salir por ahí sin nada que hacer más que millones de fotos". Pero hipotecando su vida, sus meses, no tenía muchas opciones. Le salió cómo debió salirle, de cualquier manera, corriendo, no te duermas, mantente vivo, coge aire y respira.
- Es la única manera.
- No lo soportarán; además no estás seguro del todo, a largo plazo.
- Claro, pero ahora lo que cuenta es el presente, y no mirar atrás.
El cuerpo es sabio, él sabe qué hacer cuando la mente no responde. Al final, cuando no sabes el remedio, se puede dejar todo en manos de la cara B del ser. Los valores de la carne, los flujos que corren y regeneran tu organismo.
Y mientras no haya avisos graves, crucemos los dedos. Se puede seguir así, coge la directa y no la dejes. Dale la bienvenida a cualquier cambio, amigo mío, y ya te llegará la hora.

domingo, 25 de noviembre de 2007

BAJO DESGARRO 2.0

CAPÍTULO SEGUNDO
UN COMBATE DESIGUAL: ALMA vs LA MENTE TRAICIONERA


Empezó a acostumbrarse a vivir bajo los efectos de aquella droga letal.
Desde sus tiempos de adicto -no tan lejanos por otra parte-, nada le había hecho pensar en una recaída, o volver a ellas. Como todas estas cosas inescrutables que dirige la mente humana, no había otro remedio y no le parecía del todo mal.
Ceder una parte de su poder a un ente superior, para el bien de todos (incluído el mismo). No sufriría por pensar que su vida se le escapaba de las manos: esas batallas estaban ya muy perdidas y no había ya que temer. Si tenía que morir que no fuera porque él no delegó en las milagrosas pastillas...
Era la maldición de su tiempo. Jóvenes con proyección, con toda una vida por delante, bloqueados, absortos, e inutilizados para la causa máxima del ser humano: la búsqueda de la felicidad. Estaba marcado por esa maldición, una enfermedad de difícil cura, una tara, un defecto de fábrica;
-¿Quantos hay como yo?
- De momento estoy separando las características propias de los originarios, para después aíslarlas y encontrar la raiz de las ramas del genoma que difieren en cuestión. Esto me permitirá hallar a otros como tú y será más fácil diferenciarles...
-¿Para meterlos a todos en un campo de concentración?
- Sé que has estado en Alemania últimamente, pero no es para tanto...
- ¿Y qué pasa si Sylar los encuentra antes?
Deseaba ser jodidamente especial, siempre se sintió así. Nunca pudo absorber los poderes de los otros, pero se decía que ya tenía bastante con lo suyo:
- ¿Porqué no me habías dicho nada?
- No podía, de hecho me cuesta... estoy como... no sé, bloqueado, joder. No puedo pensar, ni actuar ni tomar decisiones. Me estoy dejando llevar, pero siempre pensando en mi beneficio, sin forzarme a nada.
- O sea, que te has convertido en un abuelo prematuro...
risas
- Sí, algo así.
- Todo lo que haga no tiene ningún sentido. Yo sé lo que es verdadero, y lo verdadero eres tú. Y yo quiero lo verdadero en mi vida, ¿entiendes?
Todo lo demás me da igual, menos lo que no tiene sentido.
- Sólo quiero escuchar y dejarme en paz.Necesitaba una válvula de escape y la halló justo a tiempo. Tanto cuesta, se repite, "tanto cuesta luego ríes y la suma te desajusta", qué terrible ironía.
De verdad que podía vivir en aquél estado de puertas abiertas de nuevo cuño, drogado, abismado y confundido. Que desfalleciera o no: eso lo dejaba para gente más docta, y ese era el principal problema;
vivía en un mundo, un planeta, una sociedad, tenía congéneres, había ADN y seguían unos avances de la hostia en el tema. Y a eso nunca se adaptaría.
Como tantas veces -cual animal incomprendido- callaba la boca, bajaba la cabeza y seguía a lo suyo.
Era una especie en extinción luchando contra otra del mismo calado.
El samurái contra el dinosaurio.
El alma contra la mente traicionera.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

BAJO DESGARRO

CAPÍTULO PRIMERO
SOSPECHA DE UN APOCADO BOTARATE

Notaba que le quedaba poco tiempo ya.
Estaba cerca de exhalar su último suspiro y, en esas condiciones, no podía dejar de pensar en lo que todavía le faltaba por hacer; tenía tantas deudas pendientes que las palpitaciones, localizadas en la parte izquierda del cuello con un agudo pitido en momento de ataque o presíncope, se multiplicaban y amenazaban con echarlo todo por la borda.
"Aún no ha llegado tu hora", se decía, pero el trabajo que estaba desarrollando en esa época no le ayudaba demasiado. Lo veía todo oscuro: que si un chico de 25 años que de la nada padece un derrame cerebral, el hermano de un amigo -un chiquillo también- con un tumor cerca del corazón, etc. La muerte asomaba, andaba cerca, y no había escapatoria. ¿Cómo afrontaría aquél momento?
Pensaba que de todas formas, esos días, nadie parecía estar cerca y había poca disponibilidad. Lo sabía porque tenía demasiado tiempo para él, para pensar, para olisquear la muerte. Y eso era lo que le causaba más dolor y le atemorizaba por completo.
Volvía a no poder dormir. Cuando por fin lo conseguía, después de horas de lucha por no desfallecer y orientar pensamientos en la cama, temía no volver a levantarse tanto como una puta losa de esas que te marcan, por lo que el tema se alargaba indefinidamente. La última esperanza dormía en un latido tenue en forma de caso clínico, simple y llanamente, pero se lo decía con voz baja en un arranque -de lo poco que le quedaba- de delirium artisct.
Le costaba aceptarlo, ya que significaría estar loco y no tener ninguna enfermedad secreta, y esa opción le disgustaba demasiado; o, en caso de estar enfermo, padecer las mil singularidades de un proceso semejante, por no mencionar la posible reacción-desastre de su familia. Y era, también, demasiado cobarde para aceptarlo: se vendría abajo y eso provocaría un deslizamiento de su mente a cotas extremas, la enfermedad mental que comentaba antes.
Como su vida, todo era un círculo vicioso, un pez que se muerde la cola, una sucesión de hechos que ya había vivido, Vértigo, Nietzsche y el puto Forrest Gump. Odiaba darse cuenta de que el miedo a permanecer en los anales había sido sustituído por uno más terrenal, más físico. Íba a palmar, desaparecer, tenía que dejarse ya de tonterías de aspecto literario teñidas por artificios tan manidos. Estaba aterrorizado.
Había dejado innumerables vicios para no encontrarse en ese lugar como el que reza a un Dios para salvar su alma, pero no era suficiente. El tabaco y la falta de deporte, al final seguramente los dos más importantes, retumbaban como ecos molestos que avisaban y avisaban... hasta que fuera demasiado tarde.
Sólo quería intentar no sufrir, pero nunca había tenido demasiada suerte y no creía que fuera a cambiar ahora. Era demasiado tarde joder, y se odiaba por ello, ¿qué diablos hizo mal?
Estaba y seguía completamente perdido.
Notaba que le quedaba poco tiempo ya.