lunes, 31 de diciembre de 2012

CLAUSURA 2012: ESTIRPES

Repaso fotográfico anual a lo acontecido en este 2012, año del fin del mundo maya y puerta de inicio a una nueva era:
ENERO


En enero traté de ser paciente mientras mi familia se debatía entre la constatación de un desastre y la esperanza de una mejor calidad de vida.
FEBRERO

En febrero cayó una nevada guapa y me embutí el vestido del compromiso tras boxes triplicados y mis helados 32 años recién cumplidos.
MARZO
En marzo celebramos dos años en Granada -una ciudad con un encanto especial- y comenzamos a explotar al máximo la moda de correr.
ABRIL
En abril nos empapamos del espíritu primaveral y empezamos a disfrutar de los placeres de la naturaleza, entre ellos el Camp Nou y la vall d'Àger -reductos ambos astronómicos-, resultado de una visión del cosmos que se ha ido ampliando con el pasos de los meses y las excursiones de alta montaña. 
MAYO

En mayo sólo hubo una noticia y no hay foto que pueda expresar nuestra alegría aquí; en mayo se confirmó que no estamos solos y todo cambió. Mes del cambio, mes del futuro inmediato (con permiso de la pequeña Aura).
JUNIO-JULIO
En junio de este año hubo Eurocopa y lo bordamos mientras yo me iba preparando mentalmente para las buenas nuevas y recorríamos el sur de nuestro amado Belpaese hasta julio. También nació el primogénito de mi amigo T. (día 11) y fuimos de boda familiar (recuerdo de la anterior de mi amigo Dani). Un 4-0 para el recuerdo en Maiori, così fa male decían...



AGOSTO
En agosto por poco nos desquiciamos de tanto trabajo -muy a pesar de la eterna crisis- mientras cuidaba del huerto familiar al volver por las mañanas ya con un sol de espanto. El 19 hizo un año sin mi mentor T., que seguro estaría muy contento por las buenas nuevas.
SEPTIEMBRE
 
En septiembre disfrutamos más del verano y subimos al Pedraforca por el Verdet al grito de '¡esto es muy peligroso!', 'tu i jo no hauríem d'estar aquí, que jo he de ser pare i tu avi!'. Calor y buenos alimentos.
OCTUBRE
Octubre es el principio de la vuelta a la normalidad; de las clases de inglés, de la madre mafia y del principio de asunción de los nuevos desafíos.
NOVIEMBRE
Noviembre y los maravillosos bolets del Berguedà (el de la foto es Alberto, el primo de Laura, frontman del grupo 'Fuggo'). Unas cuantas salidas por el bosque respirando aire puro y una rápida preparación para los meses del duro invierno. Alguna escapada y clases de preparto para seguir aprendiendo y preparándonos.
DICIEMBRE

Diciembre y Gandalf contando cuentos descontando los días de anticipo. El fin de una época -no sin mi maya-, el saludo a un nuevo año -y una nueva era- cargado de ilusión y buenos deseos. Toda mi vida en espera de ser cambiada radicalmente, y yo ansioso perdido.

Por mi apego a Italia, el vídeo del año es el de Schettino y la llamada en pleno naufragio del Costa Concordia, pero como ya lo puse por aquí me quedo con el del fin del mundo de la NASA ('The world didn't end yesterday'), el que tranquilizó a las masas. Por que, sí, ganamos la Eurocopa, la crisis se acentúo con los recortes de mierda, hubo JJOO en Londres (magnífico Bolt, el baloncesto me apasionó y adoro la atmósfera general de unos JJOO), un austríaco se tiró desde la estratosfera, llegamos a Marte por Curiosity y otro puto huracán con nombre de mujer, entre otros desastres, siguió poniéndonos a prueba... pero Italia, como el misterio del cosmos, significa amar, y yo amo con todas mis fuerzas (sobre todo a los míos y lo que está por llegar).
2012 también fue el año de la boda del Dani y los nacimientos de varios hijos de mis amigos más íntimos: C. de Kristian, A. de Gnöit, T. de Tognâo y J. de Txema, por lo que nuestras relaciones para con ellos están invariablemente cambiando y yo trato de no lamentarme y adaptarme por la cuenta que me trae. 
Este año mi amigo Ace también encontró el amor en Alemania, un poco lejos, y su futuro inmediato parece querer ser volteado de la misma manera que este país busca su camino (o  pretende encontrarlo). No comparo el caso de Catalunya y España con el de mi amigo, pero sí que ambos nos van a mantener en vilo en los próximos meses, de eso no hay duda. 
Por lo demás, un sólo término, una sola palabra: estirpe. 
Todo lo que haga de ahora en adelante será para él; todo lo que siempre anhelé va a poderse construir, toda la huella que pretendí dejar va a poder permanecer.
Feliz año 2013, 
principio de una nueva era y un nuevo camino.

Hasta pronto.



martes, 25 de diciembre de 2012

ATAQUE DE ENTRENADOR

Hoy es Navidad. Lo escribo mientras escucho mi vieja lista de Spotify 'Lullarocks' en el trabajo, pendiente de las visitas y las cenas de Nochebuena. Muchos huelen a marisco y vino rancio.
Pienso y recuerdo mientras ojeo las canciones de toda una vida y rescato ideas olvidadas que me secuestran momentáneamente de mi lograda felicidad. Si fuera mi culpa, pienso entre fogonazos, aceptaría la reválida sin duda y me batiría en buena lid. Pero no es el caso: ninguna dicha debería dar vía libre para tomarse ciertas licencias que ni se entienden ni se toleran. Es un poco tarde para ataques de entrenador; hoy, una aparición repentina suena más a espectro residual que a bocadillo de jamón pata negra, ya que el poder de la sugestión no es tan fuerte como para replantearse el tipo de vida que se dejó atrás así porque se le ilumine a alguien en este día señalado. La indiferencia sigue siendo la mejor respuesta a la pregunta de la educación inconsciente y la maldita llamada fraternal de estos días de fiesta y comilonas por doquier.
Recuerdo cuando Cruyff puso a Goikoetxea, extremo derecho con gran centro y ambidiestro, de lateral izquierdo. Siendo tan temprano, un hombre de aspecto descuidado y barba de tres días vino a verme con un terrible dolor de pecho. Sus vestiduras no eran de marca y parecían ser de segunda o tercera mano. Sin llegar a ser un mendigo al uso –no arrastraba carrito alguno ni actuaba como tal-, su dolor no fue tanto como para aguardar largas horas en la sala de espera ni como para salir al cabo de cinco días con los pies por delante. Con la cabeza erguida y un porte señorial de otrora, manifestó preocupación por haber perdido el último tren y nos informaba de que pretendía pasar la noche en la misma saleta-justo delante de mí-, ya que al día siguiente tenía una comida familiar en Sabadell y no podía faltar. Me levanté de la silla y le ofrecí un polvorón de nuestra cena de Navidad que aceptó como postre y no como limosna, faltaría más. Me felicitó las fiestas con el nombre de mi uniforme, como si quisiera saber a quién dirigirse. Al darle la espalda y volver a mis menesteres, la cara de Goiko se había desvanecido entre el humo de un cigarro y la niebla de los primeros rayos de sol como si hubiese lanzado una bomba de humo. Quédate en tu agujero maldito ingrato, no se te ocurra levantar la puta cabeza.
Preciosa. Cinco minutos antes una llamada me alertaba. Y cinco minutos antes nacía la pequeña Júlia. Justo entre el decimotercer y decimocuarto episodio de la sexta temporada de The Sopranos, entre el gran salto del nacimiento de la hija de Chris Moltisanti, la muerte de John Sacrimoni y el estreno de Clever. Es algo inexplicable, como dice el tópico. Unos mueren y se van, otros nacen y llegan. Algunos se resisten a hacer alguna de las dos cosas y se mantienen en el limbo de los márgenes aceptados. El puto ciclo de la vida, el minutero y toda una gran jodienda mordiéndote el trasero, aunque seguro que el tiempo se detuvo en los brazos de mi amigo Txema. Sin ataques de entrenador ni iluminados de última hora.*
* DEDICADO A LA BUENA NUEVA DE LA PEQUEÑA JÚLIA (4.20/26.12.12).

jueves, 20 de diciembre de 2012

LA TRASTIENDA

Las piedras son como billetes desgastados.
El elenco no se hace esperar y surge de los asientos reservados para embarazadas y población de riesgo al gruñir mi estómago durante el primer segundo:
-A mi hija le encanta la historia.
-Mira, yo me licencié en historia, qué casualidad.
-Pues sí, le encanta, le gusta mucho el tema de la historia.
Luego hay un fundido en blanco y la maquinaria se pone en marcha. No me siento demasiado observado y el elenco parece disfrutar con su retahíla de nombres, lugares obviados aposta y salivazos del actor principal a contraluz. Deus ex machina, ingenio tras ingenio me intento meter en la historia y dejarme llevar, pienso. Luego hay un aviso de bomba y todos a desalojar... El caos inunda la sala y hay hostias para salir por la angosta y vetusta puerta principal. Nosotros permanecemos sentados porque no nos creemos la advertencia y aprovecho para tirarme un pedo insonoro vacío de comida pero tremendamente fétido. Albert me mira disimuladamente y le reconozco la autoría con la misma frugalidad al tiempo que constato, no sin cierto resquemor, que el actor principal se ha sentado a mi lado y ha encendido un cigarrillo.
Todo cambió cuando encontramos la manera de hacernos con un bocadillo de guerrilla, pero ya era tarde. Me sentía inseguro y rodeado por gentes de procedencias dispares y extrañas fauces. ¿Había vivido yo en esa ciudad? Tenía prisa por marcharme. Dicen que cuando encuentras la paz ya no quieres saber nada de la guerra, si bien yo sólo pretendía volver al palomar y dejar de escudriñarles a todos como si creyesen poseer el elemento principal de la Piedra Filosofal.
Son como billetes, tío, dime que no.
Sería como una paloma sin mensaje; el hijo del narcolépsico del barrio no se fía y reaparece cuando menos se le espera. Está sentado en su silla de siempre contando los días que le quedan para convertirse en papá. Mirarlo evocaba ineludiblemente al viejo Gene, todo un cascarrabias. Es curioso, me decía, fui hijo, primo y sobrino de alguien; he sido universitario, irrespetuoso, astronauta y hasta futbolista, pero ahora me voy a convertir en PADRE, voy a ser PADRE de alguien. ¿Sabes lo que significa eso?
En aquella esquina, su aire distraído le hacía parecer estar en comunión con las impetuosas fuerzas del cosmos pero su discurso trascendía más allá de lo meramente filosófico.
Ya nada volverá a ser igual, amigo mío, aprovecha ahora para dormir. Mis primeras palabras sonaron tan absurdas como el arrepentimiento espontáneo que las siguieron. Luego me percaté de que evidentemente todas sus actividades extracurriculares iban a ser sacrificadas en beneficio de un bien mayor como aquél, estaba claro.
Me preguntaba si Txema pensaría en estas cosas, si bien no era capaz de encontrarle parecido al descarado actor de vodevil del otro día. En mi caso, pensar en la inducción tras cuarenta y una semanas y seis días era un mal menor que asumiría si despúes del jueves 21 este tinglado lograba mantenerse en pie. La pequeña Júlia, inocente nonata -objeto de deseo de sus ansiosos padres-, apuraría sus últimos tragos de líquido amniótico ajena al jaleo de las voces y ruidos de fuera, lejos del monte de Bugarach y las teorías de Sitchin sobre el exoplaneta que debería orbitarnos estos días.
Fíjate bien. Parecen billetes como aquellos verdes de mil pelas. Da gusto venir al santuario de Queralt a observar el infinito en paz, sin guerras ni incendios que sofocar.
Luego hay un fundido en negro y alguien susurra ‘avi’ para subsanar tanto chisme y tantas trastiendas obviadas aposta.

domingo, 9 de diciembre de 2012

LO QUE IMPORTA

No me importa que se acabe.
Que el cielo se nos caiga encima. Que el suelo ceda y pierda el eje.
No me importa.
Que haya guerras. Que la nueva sangre fluya. Que los políticos mientan y sean corruptos. Que mi hijo hable castellano.
No me importa y es más, me da igual. Que me miren si no sonrío. Que no encaje.
No me importa una puta mierda. Que aumente el paro, la crisis y haya hambrunas que nos degraden más aún. Que los niños disparen con el sol del perpetuo verano.
No me importa, es más, me la suda. Que la monarquía siga haciendo equilibrios y la plebe muera de vergüenza ajena. Que el aletargado siga de siesta. Que la televisión me maree.
Me la trae floja, no me importa. Que bajen los astronautas del futuro y saluden de paso a los del pasado. Que nos bombardeen y nos quiten de las manos el planeta que creímos nuestro. Que nos aplasten como las hormigas que no descubrimos al caminar, que borren nuestras huellas.
No me importa, qué cojones iba yo a hacer al respecto. Me importa una puta mierda, es más, me preocupa cero.
Que me hagan sonrojar. Que se mueran los míos y se vaya todo a tomar por el culo.
No me importa.
Qué coño me iba a importar a mi.

viernes, 30 de noviembre de 2012

EL VAIVÉN, EL REHÉN


Desgracias sobre la oscilación del globo en este vasto universo que nos contempla, la maldita casuística al acecho, dijo mi vecino. Uno sobre diez mil, no tiene porque tocarte. Es un porcentaje lo suficientemente amplio como para seguir con una sonrisa mañana al despertar.
La subida a los Estanys de l’Angonella no tuvo nada de casual. Fue un acto premeditado, bien organizado. Yo sólo iba de acompañante, ajeno al doloroso sentimentalismo de mi familia política. Creí intuir que me necesitaban para sumar piernas y presencia física y, de paso, aumentar los lazos de unión entre nosotros a dos meses del nacimiento de mi primogénito L.
De eso ya hace días. El No me ha bloqueado tanto que apenas he podido levantar el bolígrafo y, cuando lo he hecho, he acabado teniendo agujetas. Y justo ha llegado el frío polar. Así de repente, sin avisar, en plena luna llena; demasiadas cosas a las puertas de las últimas fiestas navideñas. Me compré un ukelele para ajustar cuentas y en las clases de preparto ya ni siquiera me río.
Mi último pitillo en el balcón del descansillo fue como una revelación: pude apreciar toda mi vida social desde la vieja chimenea. Ésta, como si resurgiera de las cenizas de un pasado esplendoroso, aparentaba un uso reciente que resultaba casi tan fantasmal como el abandono al que sus propietarios sometieron a la vieja finca, ocupada por una figura más propia de la mente de un sociópata que de un futuro padre de 32 años que retrocede a través del humo confundido del tabaco y los primeros síntomas de congelación (sigo demasiado atento a las aventuras del Curiosity y muy poco comprometido con el mundo que nos rodea).

Me gustaría compartir más tiempo con todos ellos y dejar de pensar en preferir no hacerlo, pero no queda ni un mes y medio, desgracias a parte -sonrisas matutinas en busca y captura-, pero yo sólo soy el maldito acompañante.



miércoles, 31 de octubre de 2012

LA MADRE DE TONY SOPRANO


Eran otros tiempos.
Por suerte, la relación entre cónyuges ha cambiado a lo largo de los años, tan arcaica como era. La igualdad entre sexos parece una simpleza torpe propia del medievo, tan cultivada desde siempre; algunas civilizaciones han convertido en excepciones tendencias que difuminaban el papel del macho en la manada, equiparando a la hembra hasta trasladarla a la rueda del desarrollo, implacable mástil de nuestro tiempo veloz y perecedero.
No hace falta retroceder demasiado para calcular el daño. Las reclamaciones feministas de mediados del siglo XX y la propuesta de asunción del riesgo físico calaron entre los derechos más básicos de esta nuestra joven y denostada democracia, pero no siempre fue así.
Eran otros tiempos.
Yo nací en los ochenta y viví en mi propia casa la barbarie de una educación y cultura deficientes. Le echo la culpa a este imberbe país. Mi madre responde a un estereotipo: el de mujer luchadora contra corriente; contra la corriente devastadora que había en casa remaba, y contra las facturas, tres hijos y un trabajo agotador. La madre de Tony Soprano, en cambio, sólo responde ante la frialdad calculadora de esposa de un capo mafioso.
Está el caso de Salvatore Vitro, el jardinero. Más de 25 años trabajando en los mismos barrios por libre, sin pagar el pizzo (impuesto mafioso). Un hombre honesto al que se le cruza por casualidad una vieja gloria, Feech La Manna. Éste, ávido por recuperar el terreno perdido tras un montón de años a la sombra, huele el dinero fácil y mediante la coacción y la violencia pone tierra de por medio. El pobre jardinero acaba en el hospital, con lo que no puede ocuparse de sus tareas, incluyendo el jardín de la tía de Paulie Gualtieri, capo de la familia Soprano. Éste, curiosamente, observa al visitarla que su jardín está algo descuidado. Tras la explicación pertinente, el buitre, como ave carroña que es, se abalanza sobre su presa casi sin pestañear; el pobre Sal Vitro, que hasta ese momento vivía una vida tranquila sin contacto alguno con mafia alguna, se ve obligado a pagarle un ‘detalle’ a Paulie (un 2% del negocio), por/para ‘protección’. Al estallar el conflicto entre éste y La Manna, que reclama su parte del pastel (como dos rapiñas disputándose su presa), Tony intercede repartiendo las zonas de influencia entre el jardinero de La Manna y el desgraciado de Sal (con una compensación de uno de los grandes para Paulie, de los que 500 son para Sal por ‘daños morales’), que no puede más que acabar perdiendo en todos los casos: un brazo roto y varias magulladuras, un porcentaje de sus ganancias perdido, su trabajo reducido a la mitad, por lo que tiene que despedir a su compañero y sacar a su hijo de la universidad para ayudarle y, lo que es peor, el convertirse en un ser dependiente y casi asalariado de la mafia del norte de Jersey. Y toda por una puta casualidad.
Eran otros tiempos.
Las madres y las mujeres de la mafia tienen dos opciones: o se someten o intentan sacar tajada de su privilegiada situación. La vida de un soldado o un capo de la mafia suele ser breve, pero no la de sus mujeres. Ellas casi nunca mueren o son asesinadas. De facto, ellas son las que dirigen el negocio; como garante de una ficción peligrosa pero ventajosa al jugar con las cartas adecuadas, la madre de Tony Soprano aprovecha al máximo su poder emocional sobre el boss. Incapaz éste de escapar a su brutal yugo, se tambalea entre su moral italiana impostada pero necesaria para seguir sustentando esos valores que definen estas sociedades paralela -tan estadounidense él-, hasta el punto de verse en la encrucijada de su vida: una contradicción tras otra que le puede costar la caída del alambre que le ampara.
Carmela sabía perfectamente donde se metía. Por suerte, para mi consorte sólo son rumores, como los truenos de una tormenta lejana allá afuera. Son otros tiempos, lapsos en los que la psique ha irrumpido con la fuerza necesaria para enterrar parte de esa mierda prehistórica. El azar non c’entra niente, no tiene nada que ver. Las mujeres de hoy en día, si les cerrasen la puerta en las narices como a la esposa del joven Vito en El Padrino II o a la mismísima Kay, reaccionarían con disparidad respecto al margen de los andenes: los trabajos y los días se convierten, así, en algo más que meros intérpretes del devenir de mi impaciencia.
Las madres se instalan en el fondo del intelecto, cerca de los máximos niveles de consciencia, ocultas a la luz del quehacer hasta que emergen teniendo a bien torturar y no conmutar el salvaje abuso que supone haber parido, pero esto mi hijo tardará bastante en averiguarlo. O eso al menos espero: no es cosa casual si la causa inverna las consecuencias y sale a flote en noches de luna llena como la de hoy, que dirige y rige el futuro próximo con mano firme y me ve sin artificios, tal y como soy.
El jardinero va a tener que hacer un par o tres de jardines más gratis como parte del acuerdo. Pobre cabrón.
Son otros tiempos. Por suerte...

martes, 23 de octubre de 2012

BUCEABA...

... en un mar ajeno a la tranquilidad.
Buceaba...
... y una brutal tormenta se desató.
Buceaba...
... entre los bosques de llanegas y la maldad.
Buceaba...
... ¡y el señor rovellón apareció!
Buceaba entre lágrimas de paredes aparentemente grises y sus interminables pliegues goteando cansancio y apariencia hostil.
Buceaba al tiempo que escudriñaba las losas del tejado de mármol en mi oscuro pasajero del pasado, hasta que oí que me decían: todo lo demás es historia muerta. Pero yo, hasta crearme este nuevo estadio con mi nuevo disfraz de aprendiz, sudé tanta sangre como espinas pude haberme tragado, y nunca he asociado la historia con la muerte.
Buceaba... y toneladas de líquido amniótico tragaba. El 18 de octubre celebramos su primera onomástica según Bartleby. La duda ofende: ¿qué tengo yo de escritor del 'No'? Si lo único que hice fue hipotecar mi creatividad al primer diablo que se presentó sin oponer resistencia, exclamaría, pero para eso ya tengo a mi amigo @sercontingente. Con la llegada de la felicidad empeñé la pluma, ahora sólo me dedico a dejar constancia.
Buceaba...
... con los auriculares en la panza de su majestad.
Buceaba...
... ¡y sentí por momentos al enano burlón!
Buceaba...
... sentado en el copiloto de la vieja caridad.
Buceaba...
... ¡y la muy cabrona empezó a protestar!
Buceaba entre el tráfico del domingo mientras ese jodido loco austríaco planeaba tirarse desde la puta estratosfera. El atasco de las piedras milenarias se oyó desde allá arriba, desde Sallent a Manresa pasando por el hospital al que nunca acababa de llegar. Y cuando decidí volver a pasearme, en el gimnasio semi derruído del pueblo, la compañía del silencio nocturno pasaba a ser mi máxima prioridad. Un día por otro, retumbaron las campanas. El dolor de brazos era insportable, allí donde empieza el músculo, allí donde Ralf Cifaretto no alcanza.
Buceaba en un mar ajeno a la intranquilidad del futuro próximo. Serán las clases de inglés.
Buceaba...
... y una brutal calma me invadió.