jueves, 18 de octubre de 2007

EL MENDIGO

UNA HISTORIA DE LA NOCHE
Érase una vez un mendigo harapiento que malvivía en una ciudad cualquiera de tamaño medio.
Llevaba 3 noches apareciendo por el hospital más grande de la misma. El guardia de seguridad y el administrativo -las 2 figuras habituales y casi solitarias del servicio- no tardaron en percatarse.
Las noches son largas en esos sitios y hay muchas horas muertas en las que ni tan siquiera el personal médico (camillero, enfermeros, doctores) se acerca al chiringuito de cristal, que está justo en la entrada. En él, los 2 compañeros cuentan las horas y minutos del turno de guardia que les queda, se entretienen con algún juego online y despachan con el resto del personal nocturno de la ciudad (sanitarios, conductores de ambulancias, policías, etc.) que, tarde o temprano, acaban visitando el hospital.
El segurata se preguntaba qué diablos debería hacer aquél hombre y dónde iba. ¿Tendría algún pariente hospitalizado?
Esa misma tercera noche, el guardia de seguridad decidió seguirlo -esperó no más de dos minutos- al verlo entrar de nuevo. Con la excusa de que iba a hacer la ronda avisaba al administrativo. Eran las 3 de la mañana de una noche inusualmente tranquila y normal (por ser viernes). Nada más llegar a Admisión Central vió una puerta cerrarse y fue tras ella: el mendigo yacía en una silla rojas de esas de espera, como queriendo dormir.
- Hola buenas noches, ¿qué hace usted aquí?
- Brrrr... mascullando algo ininteligible
- ¿Sabe que no puede estar aquí? ¿Lleva tres días viniendo, verdad?
interrumpiendo una batería de preguntas y alzándose
- Sí, ehem... lo siento. Es que no tengo dónde ir.
el segurata se queda un tanto perplejo: aunque está acostumbrado a situaciones parecidas, una nueva de este tipo nunca deja de sorprenderle
ESPACIO PARA UN RECOVECO DE SILENCIO
el mendigo semi-recostado, haciendo esfuerzos para mantener cierto equilibrio
SEGURATA: ¿Ha comido usted hoy?
MENDIGO: No, ehem... llevo tres días sin comer. Mi mujer me ha echado de casa.
El segurata tiene ya muy claro lo que va a hacer, y en un arranque de compañerismo nocturno le dice:
S: De acuerdo. A ver. Espérese aquí que ahora le traigo algo de comida, ¿de acuerdo, caballero?
El mendigo, que había dejado de escuchar, yacía otra vez en una posición que debía de ser muy incómoda... hablamos de esas sillas de espera. Esas putas sillas que te joden la espalda, ¿sabéis?
Mientras bajaba a la cocina y cafetería como maestro de llaves que es, pensaba en la desgracia de aquél hombre y en que, como mínimo, esa noche iba a cenar. Es el "compañerismo nocturno" del que hablaba antes y al principio, y que se manifiesta sobretodo en personajes de la más diversa calaña que habitan y pueblan el mundo cuando el resto duerme. Eso es suficiente para que el guardia de seguridad se entretenga con esmero a buscar alimentos para hacerle 3 bocatas. Fuet, jamón, queso... y algo de fruta también. Unos Drakis que había por allí y un par de Coca-colas.
llegando al lugar del mendigo, vociferando como si no le oyera
- Venga, aquí tiene, para que cene usted.
- Ehem... ¿cómo? No puedo pagarlo eh, yo...
- No se preocupe, usted coma caballero, no tiene que pagar nada.
ya estaba devorando bocadillos antes de que el segurata acabara la frase
Vuelven al silencio típico de estas situaciones mientras el mendigo sigue a lo suyo.
A medio comer le cambia la cara. El segurata se percata y se adelanta:
- Ala, ¿usted fuma? ¿Vamos a fuera a fumarnos un cigarrito?
- El mendigo, con la cara iluminada, asiente con un gesto agradecido y algo temeroso. Se apresura recogiendo toda la comida que el segurata le ha traído.
- No se preocupe que nadie tocará nada.
ya saliendo, fuera, en la entrada del hospital y sacando humo
- Muchas gracias por todo, se está portando muy bien conmigo. Hacía mucho tiempo que nadie me trataba así.
- De nada hombre, no hay nada que agradecer. Bueno qué, ¿mejor, no?
- Buff, sí gracias, joder, hacía 3 días que no comía...
- ¿Y eso, cómo es?
empieza un diálogo de verdad entre los dos hombres en el que el mendigo se dispone a explicar su historia
- Me lo quitaron todo. Todo. Llevo 2 meses en la calle, ya no sé dónde ir. Mi mujer y los abogados me han jodido joder, y no levanto cabeza. Ehem... siento molestarle, no quiero ocupar su tiempo, me iré enseguida eh...
- No se preocupe venga, fúmese otro pitillo.
ofreciéndole otro Marlboro y más conversa. Pequeña pausa, y continua. El mendigo se saca varios papeles de su gruesa y roída chaqueta marrón: fotos y lo que parecen viejos recortes de periódicos.
- ¿Ve a este? ¿Lo conoce?
el segurata niega con la cabeza mientras examina varios papeles
- Era yo.
La cara del guardia de seguridad va asumiendo un matiz perplejo a más no poder. Poco a poco se da cuenta de que ese tío -ese harapiento mendigo del carajo que tenía delante- era un boxeador de cierto renombre en España e incluso de nivel mundial. Mientras le recorren varios flashes de la vida mediática del boxeador (sabía que había ganado un campeonato del mundo y alguna medalla olímpica), observa otros: fotos con un ex-presidente del gobierno, con mil famosos e incluso con el rey. Artículos de prensa general, de prensa especializada... Y lo tenía justo delante. Al hombre, claro, o lo que quedaba de él. El mendigo intentó explicarle cómo llegó arriba, y cómo bajó de golpe y porrazo.
- Cuando estás arriba nada te hace pensar que acabarás así, dice echándose un vistazo
El segurata reacciona después del shock inicial del descubrimiento:
- Qué putada, joder. Ya veo ya... sí, me acuerdo de usted. Ganó hasta una medalla en Atlanta, ¿verdad?
- Sí, tuve que empeñarla.
Y así continúan departiendo largo rato sobre las vicisitudes de ese pobre hombre, hasta llegar a un nivel de conversación igualitario, de tú a tú pero sin tutearse, con el máximo respeto. Como dos animales de la noche que son.
Con las primeras luces de la mañana el mendigo se despide. El segurata vuelve a su redil y le explica la historia al admisionista, que no se ha movido de su campana de cristal en toda la noche. Éste busca por internet lleno de asombro y encuentra mil cosas sobre el boxeador, pero nada sobre el hombre. Él lo recordaba pero vagamente, era aún pequeño en aquellas épocas.
- ¿Por qué no me has llamado? Hubiese querido saludarle...
No hay respuesta por parte del segurata.
Ya son casi las 6. Llega el nuevo guardia de seguridad, el relevo. Al admisionista aún le queda 1 hora y media más. Todo vuelve a empezar y al cabo de unos pocos días sólo será una anécdota más de estas noches locas de trabajo.
Al cabo de 1 mes el mismo segurata y el admisionista repiten guardia, como tantas otras. Se acerca un hombre al mostrador, bien vestido y de buen ver.
dirigiéndose al segurata
- Hola, ¿se acuerda de mí?
- Ehem... no, ¿dígame?
Se levanta de la silla y salen fuera, lejos del meollo de Urgencias.
- Sí, el de los bocatas, los pitillos, el boxeador.
- ¡Vaya, sí! ¿Cómo está? Mientras observa a un hombre completamente nuevo y aseado.
- Bien bien, he vuelto a casa, con mi mujer. Me han devuelto el dinero y estoy volviendo a empezar, pero bueno, no quiero robarle más tiempo. Sólo quería agradecerle cómo se portó conmigo, y a decirle que nunca lo olvidaré.
sacándose del bolsillo un sobre y entregándoselo al guardia de seguridad, que lo recoge escépticamente
- ¿Qué es esto?
- Mi agradecimiento.
Abre el sobre: varios billetes de 50 euros asomaban.
- No no, no puedo aceptarlo hombre... ¡mi ayuda o soporte era gratuíto!
gesticulando y devolviéndole el sobre
- ¡Me está usted ofendiendo!
Se dan la mano, el hombre se guarda el sobre de nuevo y se disculpa, repleto de dignidad.
- Bueno, si alguna vez va por Barcelona, no dude en buscarme, ¿de acuerdo?
- Hecho.
Los dos hombres se despiden. El segurata vuelve flipando a la campana de cristal.
Aún no eran ni las 11 de la noche.
Toda una noche que les quedaba por delante al segurata, al admisionista... y al resto de los animales nocturnos, categoría a la que dejaba de pertenecer el otrora mendigo y ahora hombre.

martes, 9 de octubre de 2007

AULLIDOS DE UN AMOR CONSCIENTE: EL REVERSO DE AMÉLIE

Debe de ser por la pesadumbrez adherida a su ADN y por su mala conciencia, pero no podía dejar de verla, ni de pensar en ella cada día un poquito. Quizás le trajera de nuevo aquella vida que tanto anhelaba y tanto le aportó, visto con la distancia que dan el tiempo y el olvido. O puede que solamente fuera la nostalgia de una vida mejor, más pedigüeña, ya que no podía entender cómo seguía varado aún sin hallar una salida.
Sí, se inclinaba más por esta opción, debería ser por aburrimiento total, por KO. Sin desmerecer a nadie, era un maldito egoísta hijolagranputa, que sólo en tiempos de paz absoluta se acordaba de los otros. También había una corriente que decía que ella seguiría ahí por un largo periodo por otros motivos, que valía realmente la pena y que su encuentro no fue casual. Casual en la medida que lo son todos; básicamente el contacto con otras personas que aspiran a dejarte huella, y a permitirte que lo valores en su justa medida sin tener en cuenta las circunstancias de la vida que estés pasando.
También era una buena opción. Probablemente sería una mezcla de ambas, o quizá haya otras. Lo que es seguro: ni el lugar ni el contexto se repetirán jamás, aunque no le importara demasiado.
Por suerte parece no haber cambiado mucho, aparte de esta última evidencia.
-He visto a casi todos en septiembre.
-¿Todos?
-Todos los que yo quiero ver.
enumerando 4 o 5 nombres
-Pues vaya, será que falto yo...
suspirando
-Jodeeeeeeer...
Se acuerda de aquél día en el Movida. Se dice que sentó las bases para establecer una relación normal-guay que nunca ha podido tener con ninguna otra chica. El sexo está por todas partes incluso cuando no lo practicas con asiduidad. Consiguió superar esa barrera y llegar a un espacio de máxima libertad y disfrute para los sentidos, cerquita de la nada y el todo. No impresionar ni querer impresionar; no es importante nada de lo que has hecho antes hasta el momento de ir a buscarla, no hay nadie más. La vida empezaba en esos huecos, esos impasses que ambos se sabían recovecos de pura realidad.
Autenticidad, tranquilidad... y una cámara de fotos.
-Pues vente y si no llueve salimos a hacer unas fotos.
-Bueno, y si llueve también, ¿no? Salen fotos guays también.
-¿Tú has visto la que está cayendo por aquí? Me da miedo salir de casa.
-Tranqui, que para cuando llegue yo ya no lloverá...
-¿Me lo prometes?
Para alguien que no puede escapar de su pasado esto es una bendición. Seguían sin darle cuartelillo, le ahogaban con sus pretensiones, pero Amélie no; ella nunca le pidió nada. En un breve intervalo se hicieron inseparables.
-¿Cuál es tu canción favorita?
-Y yo que sé...
En Alemania bien lo saben. Dicen que si dejas de buscar acabas encontrando. Que hay gente ahí para tí en el mundo.
La gente dice un montón de chorradas. No hay nada que pueda explicar nada, nada de nada. Las palabras suelen desmerecer a quién más lo merece, son injustas. Esto les creó alguna que otra comidilla entre la muchedumbre; pero, ¿qué sabrán ellos? ¿Acaso alguien puede ponerle nombre, letras y demás mierdas a algo así?
"La palabra destruye, separa; cuando es lo único que queda entre un hombre y una mujer, justo es concluir que la relación ha terminado. Cuando, por el contrario, la palabra viene acompañada, suaviza y en cierto modo santificada por las caricias, puede cobrar un sentido diferente, menos dramático pero más profundo, el de un contrapunto intelectual despreocupado, sin un desafío inmediato, libre".
En realidad es lo bonito del asunto, aunque para Houellebecq seamos sólo cuerpos, sobretodo, principal y casi únicamente.
Para hacerle justicia a alguien no hace falta mucho. La verdad es que nada.
Eso lo aprendió de ella.
Así que se acabó este escrito. Por miedo al agotamiento y por esto último: a la mierda con las definiciones.
Tengo entendido que le gusta que hablen de ella, verse reflejada por ahí a ver si alguien se enamora de ella o algo por el estilo. Enzo me dijo que le había preguntado estos días incluso por la foto que encabeza este texto:
-¿Qué te ha dicho la gente?
-Que estás buena. Bueno, me decían: "joder, está buena, ¿no?"
-¿Y tú que les respondías?
-Que sí bueno, que suponía que sí pero que la foto te hacía mucho, mucho bien...
-Qué cabrón que eres... Pues a mí no me gusta, salgo de puntillas como una korky.
-No sé, parecen dos personas distintas, bueno, como 2 caras de tí, es una foto rara, ¿no crees?
Ya es lo que se oye, romper un silencio así no tiene perdón, digan lo que digan y aunque le cuelgue esta semana que viene por estas últimas líneas...

domingo, 30 de septiembre de 2007

LA POSIBILIDAD DE UN ISLOTE


...Y DESCANSÓ AL SEXTO DÍA.
No es una mala opción.
La vida que se te concedido puede llegar a presentar multitud de variantes. No es muy frecuente, pero hay casos en los que vale realmente la pena pararse un momento.
Un momento es como un islote perdido en la inmensidad de un océano.
Dopo di che, presentar batalla y seguir hacia delante no es para nada contradictorio. Se convierte en algo reconfortante. Amable, necesario, intrínseco a la persona. Visceral si llegas a saborearlo en todo su esplendor, algo altamente deseable. Sin atascos ni premuras.
Tener y tomar conciencia de eso, ver a la gente hacer muecas y observar al niño sonreir.
Reconocerlo primero para olvidarlo inmediatamente después.
Es una posibilidad, y hoy ya es lunes.

lunes, 24 de septiembre de 2007

DOBLE IMPACTO MORTAL*


Pensaba en todos aquellos indómitos "10". Maradona, Scifo, Mostovoi y los italianos Roberto Baggio, Alex y Totti, últimos exponentes de una especie en extinción. Jugadores que sin libertad en el campo se ahogaban y que bajo la rigidez de un sistema veían difuminada su clase y genialidad. Hablo de antiguos mediapuntas reconvertidos a delanteros por perros. Del mismo modo que ellos, Enzo no era un ser capaz de ceñirse a una disciplina que lo organizara y le sacara de las tentaciones terrenales y del espíritu. Estaba más que demostrado y otear la trentena ya no era un simple aviso, piuttosto una jodida realidad irrefutable, como una gran verdad.
Este fin de semana aprendió y confirmó varias cosas que le venían rondando. Una de ellas -quizá la más importante- era que no soportaba comprobar cómo los días no le pertenecían. Otra era que no podía controlar los dictados de su cuerpo, cosa que le ruborizaba y cohibía por igual pese al disfrute.
Que hay que cultivar las amistades ("son los actos los que cuentan"), a riesgo de llegar tarde y de tener horribles sensaciones de deudas apremiantes a la manera que elija.
Que los sueños son propósitos a tener muy en cuenta y que hay que estar atento a todo aquello que te rodea. Que si mantiene pensamientos el tiempo suficiente descubre el funcionamiento de toda esta mierda y se sienta tranquilo a observar nuevas piedras.
Que sin el mar cerca no funciona bien. Que va a hacer todo lo posible para no quedarse solo y que no deben tenérselo en cuenta, ya que va a ser doloroso y está desprovisto de reservas y reparos. Que reírse es la mejor de las terapias pese a Houellebecq, y que de Madre -gran obviedad tan poco valorada- sólo hay una.
Que una ciudad es un mundo cuando no se sabe amar a uno de sus habitantes, y que está dispuesto a escuchar a todo el mundo que tenga algo que decirle.
Imparare e confermare para seguir.
Como para no dormir en luna llena...

*NOTA DEL AUTOR: Ese título que encabeza el escrito rezuma varias dualidades de mi vida y esa falta de pudor tan admirable que tienen los que titulan las pelis en este país (y en Estados Unidos claro), las traducciones libres esas tan divertidas y con tanta fuerza. Te dicen tantas cosas... desde que será una peli chicha y más mala que el dolor ("prepárense para 2 horas sin moverse de la butaca"), hasta que te compres palomitas, chucherías y todo el percal ceremonial característico de los multicines (sobretodo). Como diría mi amigo Gnöit, hasta las Apetinas entran ya en las salas... Por mi parte yo sólo suelo entrar con un par de cervezas para mentalizarme, aunque antes era mucho peor. Pero eso no es todo. Hablando de pudor (quizás no sea la palabra justa), también recuerdo esta semana al presidente de Irán diciendo que no hay homosexuales en su país. No suelo hablar de estas cosas que pasan, pero la cara que puso el tipo me pareció fantástica. Qué bueno... cuando lo suelta la gente estalla a carcajadas. Él, completamente consciente de lo que acababa de decir, tiene la despachatez inmediatamante después, con cara expectante, de soltar una tímida sonrisa consapevole, como "ah, que no os lo creéis? No digo una mentira, eh!". Menudo sinvergüenza...
Me venía a la cabeza también John Rambo, que espero ansiosamente (para cuando llegue el momento, pasar a otra cosa ante la decepción del conseguir lo que se desea), aunque como diría Enzo, los mitos hayan muerto ya. ¿Qué haríamos sin esperar? ¿De qué viviríamos? Siempre hay que esperar algo, y el que no espere que siga sentado frente a la pantalla. Dar y esperar. Así que aprovecho para pedir (o casi mendigar), a toda la gente que se pasea por este blog -algunos conocidos y otros anónimos- que me dejen comentarios, por favor. Necesito leer cosas que me envíe cualquiera, lo que sea. Pónganse abajo al lado del sobrecito, donde pone COMMENTI, y aprieten el botón izquierdo de su ratón!! Estoy desesperado por saber que me leen!!! Necesito saber que hay alguien ahí fuera. Todo el mundo tiene su vida pero amenazo con escribir de los que sé que me leen para poner sus nombres por aquí y rajarlos de arriba abajo. ¿No se piden así las cosas ya?
Gracias por leer y por la paciencia.

martes, 18 de septiembre de 2007

EL ESPEJO DE LA EXTRAÑA PAREJA

EXTRAÑO EN TIERRA EXTRAÑA.
- Ponme un pelotazo anda, que me quiero ir riendo a mi casa...
Despertarse un domingo antes de las 10 ya era de por sí extraño.
¿Jugaría una vez más a ser mitómano? Habían muerto todos ya.
Echaba de menos las series de triples que se marcaba en la pista de la RAI. Consiguó dejar el récord en 14 minutos. En realidad echaba de menos muchas cosas, tantas que se sentía constantemente extraño en tierra extraña, una variante comedida de su amigo el cineasta.
Ya no temblaba ni se emocionaba, ¿dónde demonios habían escondido esas cualidades tan básicas e imprescindibles para sobrevivir?
Enzo llegaba a un punto hasta ahora desconocido para él. Se preguntaba si serían capaces de seguirle y hasta cuando duraría esa sensación. Había perdido el apetito pero ansiaba devorar a alguien.
Era consciente de que agotó toda su credibilidad en aquella partida de cartas clandestina, pero ya no le daba ningún miedo volver a apostar. ¿Qué más le podía pasar? Había sufrido mucho para llegar a aquél espacio (as/esc)éptico inhumano -como si no fuera suficientemente ridículo- y se sentía fuerte para aceptar lo que viniera a cambio. Es cierto que no se puede ir por ahí soltando lastre sin especificar ni esperar nada a cambio, una bofeteda tras el espejo, muchas veces lo más justo. También era cierto que, aunque contra su voluntad, sabía con certeza que no pertenecía a este mundo, ya que en verdad se dedicaba a mirar por la cerradura reflejado a ver qué pasaba. Pero esta cobardía -sabida mal entendida- pretendía molestar más bien poco, y ese era su maldito error en esta historia.
Serían los últimos restos de una incapaz llamada de socorro, una especie de oda a esa especie de calles vacías tantas veces recorridas por la muchedumbre. Podría vivir en ese estado eternamente, pero, ¿cómo podía tener miedo y no temblar? ¿Era así como quería vivir?
Esa seguridad aparente -por desconocida- llena de palabras contradictorias el discurso del que se ve a sí mismo como un discípulo de la experiencia. Seguía hirviéndole la cabeza, pero no era nadie y era irremediable. La respuesta andaba cerca...
Hacía calor aún. Parecía julio. No corría ni una brizna de aire y el tiempo parecía haberse detenido. Distinguió claramente un foco de energía arrebatadora que casi vuelve a sacarle del jodido mundo. Había vuelto y enterrado una existencia llena de relojes y reproches.
¿Se habría ella dado cuenta?

martes, 28 de agosto de 2007

TAEDIUM VITAE

No alcanzaba a saber porque le costaba tanto salir de aquél estado lamentable en el que se encontraba.
Se sentía completamente bloccato, en ese dolce far niente del agosto manresano.
- ¿Cómo pasan los días tan rápido?
- A ver. Vuelves de casi un año fuera, a la casa de tu madre. Aún te queda otro mes del dinero que no te da para volver a salir. Has tenido la mala suerte de encontrarte con un clima de mierda, cosa que ha hecho que pierdas tu bronceado y te veas amarillo ya. Y además te toca volver a empezar en un lugar que siempre detestaste y del que nunca llegaste a formar parte. Es normal que te sientas un poco raro...
- Joder, será porqué no hago nada y veo los días pasar...
- Es lo de siempre tío, olvida esa mierda. Recuerda que volviste para esto. Así debía ser, ¿lo recuerdas? En cuanto empieces a currar todo irá rodado, tranquilo.
Había vuelto la inseguridad. Tenía las maletas a reventar, así que se preguntaba por dónde se le había colado la muy hija de puta. Lo achacaba a la soledad y al reingreso en un sistema completamente establecido que siempre parecía abrirle un hueco cada vez que volvía, pero que en realidad le era totalmente ajeno, como decía su amigo. Él, en ese espacio, no se sentía bien. Cerró todas las puertas y cometió el error de su vida: ahora ya no podía hacer nada, aunque nunca hizo mucho al respecto. Volvió a ganarse nuevas antipatías, el muy cabrón. Tocaba ser consecuente con los actos realizados, sin marcha atrás:
- Sin embargo no estoy muy seguro. ¿Cuando sabes si una decisión es acertada o no?
- Cuando dejas de pensar en ella como tal. No, no, cuando las personas a las que afectaba tales hechos te dejan en paz.
- Joder tío, ¿así de simple y crudo?
- Pregúntame otra cosa.
Una nube de nostalgia planeó sobre su cabeza.
"Tengo un gran agujero dentro mía en el que entra de todo menos lo que debería".
El día que volvió a la gran ciudad se mareó sin remedio. Pasó las horas angustiado por una secreta enfermedad, pensaba, "me falta hierro". Recordaba toda la gente que no paraba de recriminarle su extrema delgadez.
- Si vuelves a largarte te volverá a pasar. Baja la cabeza y ponte a leer, no seas pesado. Antes ni siquiera sabías que íbas a hacer con tu vida, ahora almenos tienes un ligera idea. Sigue ese plan, que no es malo.
Cuando consiguió y tuvo sólo pensaba en lo que dejaba atrás. Era incapaz de borrar las huellas de un pasado que no le hizo feliz pero que nunca le abandonó del todo. Era una constante en su vida. Por sus delirios de grandeza se decía a sí mismo que era la contradictoria naturaleza humana, reflejada en él con todo su esplendor. Y eso le acarreaba problemas. Sobre todo en el día a día y en el trato con la gente.
Era luna llena. Todo volvía a removerse. Deseaba una buena noticia, un punto en el que empezar, algo a lo que agarrarse con fuerza y que le permitiera arrancar. Quería dejar de darle vueltas, había visitado esos lugares tantas veces... y ya no le quedaba gasolina. Se encendió un pitillo y subió el volumen de la televisión. Había empezado la Liga y notó la conocida opresión en su pecho como un hachazo feroz. Se le había adelantado la luz roja del tiempo, una vez más. No permitió que llegara el sudor frío y se sorprendió al tocarse la frente y encontrarla seca y a una temperatura normal. Algo había cambiado, después de casi un mes. Siempre hay algo que cambia, aunque sea una minucia imperceptible a ojos de profanos. Tú lo sabes bien.
Es lo que te permite avanzar y puede adoptar formas diversas.

jueves, 26 de julio de 2007

PASEOS Y CLOACAS SPQR

Manresa, lunedì 27 de agosto de 2007, 16.01."Los amantes no pueden encontrar nada que decirse uno a otro que no se haya dicho y callado mil veces. Los besos se inventaron para traducir en heridas estas nadas", según Durrell.
9.47 del 19 de julio. Bajo un calor sofocante y una noche de insomnio cruzando el mediterráneo, Civitavecchia se aparecía como una primera visión soñada. Hasta cierto punto se esperaba desembarcar ante el emperador filósofo, un repique de campanas y bellos pétalos de flores rojizas caídas con la brisa más dulce. Había dos palabras dentro de sus rebosantes maletas que hacían aumentar el peso un poco más: ansia y temor. Tenía que librarse del lastre inseguro de no conocer a sus mecenas para disfrutar de esta oportunidad única.
15.58. Piazza dei Quiriti. El cansancio que destilaban sus primeras horas romanas no le permitieron impresionarse en demasía. A pesar de eso y aprovechando la disyuntiva apareció por el Vaticano, el estado más pequeño soberano del mundo y uno de los más poderosos. Allí recogía a su amada desterrada y entre turistas y fanáticos mil, se plantó ante San Pedro. Pensó en preguntarle un par de cosas ("quo vadis?"), echarle algo en cara por toda la sangre vertida, pero no tardó en verlo más bien estúpido y ajeno al primer Papa. Imposible encontrar su espiritualidad en un lugar así, un circo de tres pistas con un decorado de primera, francamente espectacular. Esta impactante escena le ayudó a alejarse de la ciudad; había decidido volver a aquellos paisajes toscanos que tanto amaba. Un viaje entendido como reposo tranquilo -antídoto a cualquier descontento y a posteriores devenires- que le llevó por nuevas tierras áridas y grandes extensiones con sus pueblos en las colinas. Hasta Pinzio, ciudad ideal, un pensamiento para Paolo Borsellino (se cumplían 15 años del asesinato del juez) y buscando, saboreando poco a poco todos los rincones de Siena para abajo, caminando sorbo a sorbo aquél vino sfuso de Gallina...
17.14 del 20 de julio. 38 grados marcaba el coche, que comienza a advertirnos:
con cara de "está pasando algo nada bueno"
- Vedi questa luce rossa? sabiendo lo que se palpa en el ambiente
- Non c'è problema. È tecnologia tedesca, vero?
- Si per questo. Questa macchina è fatta per il freddo, non per questo clima...
Abrasador. Le parecía razonable. El temor estaba ahí, pero no tenía nada más que hacer, así que lo vería, en caso de desastre, como un recuerdo más dispuesto a analizar, una prueba más. En ese sentido no podía controlar todo lo que era ajeno a él, así que ya lamentaba el equipo que había formado, aunque en cierto modo fue su culpa y respondía a sus malas artes. Habría de lidiar con eso en fechas venideras y durante todo su periplo mochilero, atento a no infectarse con el virus que amenazaba con echarlo todo a perder, incluso a él mismo.

CETERA DESUNT