domingo, 10 de octubre de 2010

10

Símbolo de totalidad o perfección, el número 10 nos traslada desde la Rueda de la Fortuna hacia una nueva esperanza constantemente, siendo '1' el Dios Supremo, y el '0' la Nada.
Es un número con una largo recorrido en las diferentes tradiciones religiosas, pero, ¿a quién coño le importa?
Lo que pretendo hoy, en este día señalado, es homenajear a una raza de jugadores de fútbol, una que está prácticamente extinta: la del Diez. Y cuando hablamos de Dieces, automáticamente aparece el máximo exponente de esta especie en declive, Diego Armando Maradona. Mis primeros recuerdos para con D10S son de cuando fichó por el Sevilla, junto con alguna imagen bastante difusa del Mundial de Italia {¡hijosdeputa!}.
Los Dieces son raras avis dentro del deporte de equipo que es el calcio. Suelen tener un talento excepcional, fuera de lo común. A menudo se les ha echado en cara su excesivo individualismo que, unido a una más que demostrada actitud anárquica, les ha hecho acarrear reacciones y sanciones de todo tipo. Y es que a los Dieces, o les amas mil, o les odias hasta la muerte...
A algunos entrenadores no les entran tembleques a la hora de sentar en el banco a estos fantasistas -dado que no aportan mucho al sentido del juego colectivo-, pese al grave peligro que eso supone, mientras que otros no han ni pestañeado a la hora de otorgarles todos los galones: no es nada raro que a estos elementos diferenciadores se les acabe otorgando el brazal de capitán y el timón de la escuadra en el campo. Fuera de él, por su carácter acentuado les conocerás, y de su personalidad mucho se hablará. Para entendernos: hablo de Mark Lenders, no de Oliver Aton. 
Tácticamente, sigo hablando de esos Dieces que aparecen como un rayo fulminador y desaparecen con la misma frecuencia que un último bostezo (el del asco). Mediapuntas que acaban jugando de segundas puntas y que, hoy en día -con estos esquemas ultradefensivos de un solo punta-, apenas se ven.
Ahora, tú debes elegir con qué clase de Diez te quedas: con el partícipe del juego, con clase y llegada pero uno más del montón, o con el tío ese que camina casi deambulando por la hierba y parece que vaya borracho...
Para no cansar más, os dejo aquí una serie de jugadores con los que siempre me he sentido identificado por representar esos valores y poseer esas características (aunque algunos hayan jugado en posiciones más retrasadas, otros estén todavía en activo y no todos cumplan a rajatabla con esos mandamientos).
Porque una vez, y puede que esa vez no me haya abandonado nunca, yo fui un Diez, y ese es y será siempre mi jodido número y emblema. Y con ese espíritu encaré mi vida y expresaba en qué clase de persona me estaba convirtiendo.








Pinturicchio os desea un feliz día del 10.

miércoles, 6 de octubre de 2010

MORDIDA

Octubre.
Vuelven las mantas demasiado pronto.
Me veo envuelto en un cuadrado perfecto, de color naranja como en el Bloque B, justo el mismo día que me entero del regreso de A Perfect Circle. Ya era hora de que Maynard dejase un poco de banda sus putos viñedos, joder. Habré escuchado el Mer de Noms un millar de veces mínimo.
No me han puesto la mampara de los cojones, pero no puedo dejar de darle vueltas a eso ni rebajar el nivel de tensión. Me jode mucho no poder hacerlo. Lo intento con todas mis fuerzas, pero cuesta trabajar a este nivel de desamparo.
Pienso que no debería dejar pasar tanto tiempo, estamos en octubre (repito), y se me va a hacer tarde. Tengo demasiadas cosas que hacer, pero me ahogo en un vaso de agua, casi tanto como J. J. entre sus fuentes y las piedras de Ica
Estoy cerca.
Pronto, tarde. Siempre calculando.
Nueva vida, vida anterior. No, mejor 'vida pasada'. O vidas vividas. Sea como fuere, no creo haber dejado de ser 'yo'. Un 'Yo' pulido y maleado por esas vidas vividas y ese 'Tiempo' transcurrido. Un 'Yo' mejor. El pasado perfecciona. Sólo pienso en él en cuanto a falso. Falso por pasajero. Falso porque siempre está en movimiento.

Como ves, no tengo mucho que decir. Sólo quería colgar esta foto y dejar claro que todavía sigo aquí. Estoy engordando, lo noto. Peso 72 quilos. Cuando vine de Cagliari bordeaba los 66, pero de eso hace ya más de tres años.
Ah, y sigo buscando series de TV. Estoy bastante apartado del cine. Fringe y Breaking Bad. También The Clon Wars, aunque parece que estoy consiguiendo escapar del universo galáctico por fin, y eso que estos días dicen haber encontrado un nuevo sistema parecido al solar ('habitable'). Pronto hablaremos de marcianos sin que nos miren mal, si bien yo nunca he visto un OVNI. Me gustaría ver uno antes de que se haga 'oficial' (Íker e amiguetes así lo creen).
Qué curioso... pensaba en lo falso que es el pasado y en la gente que va desfilando en general (como norma vital global impepinable), y, de repente, ya estoy pensando en colonizar el espacio, cuando para mi la gente que está fuera de mi núcleo o alcance no existe.
Pese a estas pequeñas contrariedades internas, todo lo demás brilla como el sol de la mañana junto a la mordida de mi vida. Como no quiero ser cutre ni clarividente a estas alturas, no voy a dar más detalles, que pese a que estemos en octubre, todavía amanece demasiado pronto, y yo ya noto como quiere traspasarme el frío.


viernes, 24 de septiembre de 2010

TURISTAS ACCIDENTALES


¿Dónde estaba Wally?
He perdido la quintaesencia del sacrificio y el miedo al delirio, pero eso no me convierte en un ser convencional.
Fui un turista de la soledad apelmazado al que le inocularon un peligroso virus, y he tardado treinta años en encontrar el antídoto. Treinta que nunca son muchos, si la dicha es buena.
Me veía paseando entre las multitudes de la capital de turno evitando el roce y el aliento ajenos analizando cada paso, cada mirada y cada segundo transcurrido con mi Casio F-91W ese feo -recuperado por el 'fashionvictimismo' actual-, renegando del dichoso teléfono {de la misma manera que el que reniega hoy del facebook y de las múltiples posibilidades que ofrece el mundo virtual} y del agradable placer de la compañía humana.
Sin embargo, mi cámara de fotos siempre estaba en estado de espera y no gozaba de una auténtica libertad de movimientos, por lo que la naturaleza cíclica de las cosas jugaba a rebelarse a través del citado germen.
No es que no quisiera ser convencional, ya que en realidad ansiaba todos estos placeres que parecían escabullírseme siempre, y yo, como decía, lo achacaba a los defectos de la Gran Obra. Pero todo depende de cómo se lea el guión, de cómo se interprete el hecho de buscar la Piedra Filosofal.
No juzgando los caprichos del destino y por más que buscase y viajase, he llegado a concretar la visita sin antecedentes de interés, de modo que la pérdida, en este viaje, ha resultado ser de lo más banal (ya que no era real). En cuanto se me reveló la verdad, supe que era eso lo que daba y daría sentido a mi existencia. Había hallado el enclave exacto: todo lo demás se explicaría a partir de ese punto {incluyendo ese pasado que cito y las recetas mal entendidas y peor ejecutadas}. De la concepción del Tiempo es difícil librarse, así que tampoco vale la pena incidir en lo de la treintena, pero sí en querer continuar cerca de ciertos postulados herméticos tras la espectacular eclosión que tuvo lugar hace casi seis meses.
Volveré a hacer turismo y a visitar todos aquellos lugares que circunden nuestro mundo, pero esta vez no estaré solo y no será demasiado difícil reconocerme en ellos.

lunes, 30 de agosto de 2010

PSICOPATOLOGÍA

Tengo unas ganas enormes de matar a alguien.




Matar a algún hijo de puta, a uno de esos cabrones que te putean cuando tú no puedes responder. Jodidas ratas.


Me quedan casi tres horas. Estoy tan cansado de esperar a que pase algo que creo que me va a estallar la puta cabeza.


Qué ganas tengo de matar a alguien. Todo me molesta. Todos me molestan. ¿Quién me alivia esta psicopatología hecha brote?


Se las saben todas. Haz que me lleven a casa, me dice el hijo de la gran puta. Que te jodan, gilipollas de mierda, pienso. Miro alevosamente y con el máximo desdén posible. Puto parias. Suelto tres o cuatro palabras clave en voz alta, para que quede bien claro. Pero la razón escapa a aquél que sólo busca trampear por sistema. Te he pillado, pedazo de mierda. Reconozco tu mascarada a kilómetros de distancia, pero tú insistes igual. No te importa lo más mínimo. Patético. ¿A eso lo llamas ‘necesidad’?


Qué ganas tengo de matar a alguien. Tú y yo funcionamos diferente. Mi mujer dice que, a veces, le entran unas ganas locas de apuntar con una pistola a alguien. A alguien que se lo merezca, naturalmente. Apuntar y disparar, debo precisar. Arrancar la vida de cuajo. Jugar a ser Dios.


Qué hijo de puta. Te las das de listo y eres un puto tirado. Joder, si por mi fuera te rajaba el cuello de oreja a oreja. Puta mierda. La gente es estúpida. Como diría Casillas, yo lo flipo. Dan ganas de agarrarte por el pescuezo y sacarte toda tu estupidez a hostias.


La incultura engendra violencia, pero la violencia cultivada es mucho peor. Siempre que la razón escape al intelecto. Lamentablemente ocurre en demasiadas ocasiones, en demasiados grupos de gente. Lo más inteligente no es quedarse parado, Mahatma. A tomar por el culo. Aquellos putos cabrones que demuestren semejante desfachatez deberán rendir cuentas. Alguien tiene que abrirles los ojos. Juez y verdugo. Jodida chusma de mierda. ¿De qué tú eres mejor que yo? No me hagas reír, caraculo, que te reviento la cabeza. Tu demostración pública no funciona para conmigo. Estás haciendo el ridículo. Mírame a la cara. ¿A que te resulta incómodo?


Estás pintao.


Ya me queda poco.


Pero me muero de ganas de matar a alguien, joder.


sábado, 28 de agosto de 2010

HORAS DEL DESIERTO

Las horas están contadas.
El verano muere matando en lo alto de una duna dibujada a cuatro manos con el teclado habitual.
Sólo dos días para finiquitar aquellas largas travesías por el desierto en las que no tuve más remedio que quedar a merced de los elementos, aunque de pequeño aprendiera que un saludo cordial no tiene porque trasladarme a un oasis. Instalado en el vergel del elíseo {en los extramuros}, nunca he mirado directamente a los ojos, y espero que siga así.
La fuente de la que brotó aquél generoso licor permanece inalterada. Alta graduación en una añada sin precedentes. No es un espejismo. Puro fuego abrasador en un terreno yermo en apariencia.
La Naturaleza es eterna debido a que carece de conciencia de sí misma. Ella no necesita mucho para entenderlo todo y saber de lo que hablo. Parece que camina un pasito por delante de toda la comitiva; es una suerte no tener que asaltar el convoy para impresionarla ni liberar a los esclavos, ya que se desenvuelve maravillosamente bien en cualquier terreno {por abrupto o impío que sea}. La suerte está echada: nunca hubo noticias de un enclave similar.
Pese a la falta de honra, espero no abusar de las mismas atenciones que exige un éxodo a campo abierto o un destierro involuntario: sentido común, disciplina y mucho celo. Un precio nada desorbitado teniendo en cuenta los atenuantes, mientras cuento los segundos que paso esperando a que llegue la lotería de los viernes.
Pero las horas están contadas.
Y ya sólo me quedan dos días en el extrarradio del Tao.

domingo, 15 de agosto de 2010

DEMASIADAS NOCHES (DE MOMENTO, ONCE DE CATORCE)

La noche es para dormir. O, si se tercia, para emborracharse.

A estas alturas, me hago cruces con la misma inercia con la que tecleo una visita, respondo a la siguiente llamada o intento solucionar cualquier problema de mierda (a cada cual más estúpido e inoportuno).

He perdido la cuenta, no puedo pensar con claridad. Cuando lo hago, un río de billetes verdes inunda mi sistema límbico. Sólo sé que ya llevo demasiado tiempo aquí.

Y ya no me quedan más muecas en mi disfraz.