Es un número con una largo recorrido en las diferentes tradiciones religiosas, pero, ¿a quién coño le importa?
Lo que pretendo hoy, en este día señalado, es homenajear a una raza de jugadores de fútbol, una que está prácticamente extinta: la del Diez. Y cuando hablamos de Dieces, automáticamente aparece el máximo exponente de esta especie en declive, Diego Armando Maradona. Mis primeros recuerdos para con D10S son de cuando fichó por el Sevilla, junto con alguna imagen bastante difusa del Mundial de Italia {¡hijosdeputa!}.
Los Dieces son raras avis dentro del deporte de equipo que es el calcio. Suelen tener un talento excepcional, fuera de lo común. A menudo se les ha echado en cara su excesivo individualismo que, unido a una más que demostrada actitud anárquica, les ha hecho acarrear reacciones y sanciones de todo tipo. Y es que a los Dieces, o les amas mil, o les odias hasta la muerte...
A algunos entrenadores no les entran tembleques a la hora de sentar en el banco a estos fantasistas -dado que no aportan mucho al sentido del juego colectivo-, pese al grave peligro que eso supone, mientras que otros no han ni pestañeado a la hora de otorgarles todos los galones: no es nada raro que a estos elementos diferenciadores se les acabe otorgando el brazal de capitán y el timón de la escuadra en el campo. Fuera de él, por su carácter acentuado les conocerás, y de su personalidad mucho se hablará. Para entendernos: hablo de Mark Lenders, no de Oliver Aton.

Ahora, tú debes elegir con qué clase de Diez te quedas: con el partícipe del juego, con clase y llegada pero uno más del montón, o con el tío ese que camina casi deambulando por la hierba y parece que vaya borracho...
Para no cansar más, os dejo aquí una serie de jugadores con los que siempre me he sentido identificado por representar esos valores y poseer esas características (aunque algunos hayan jugado en posiciones más retrasadas, otros estén todavía en activo y no todos cumplan a rajatabla con esos mandamientos).
Porque una vez, y puede que esa vez no me haya abandonado nunca, yo fui un Diez, y ese es y será siempre mi jodido número y emblema. Y con ese espíritu encaré mi vida y expresaba en qué clase de persona me estaba convirtiendo.
Pinturicchio os desea un feliz día del 10.