viernes, 14 de agosto de 2009

VELAR CERTEZAS



En plena temporada alta pero con un ojo en el noveno mes, aparecen los primeros problemas de convivencia con la azotea, los tradicionalmente más angustiosos. Aquellos que te obligan a estar en guardia constantemente, y que, en estos días, no pueden permitirte hacerte flaquear (una vez más). Están tus progresos en juego -como la terapia del boss Soprano, aunque él no esté muy seguro-, y evitar que la salud se tambalee, mientras la gripe de los cojones no debería asomarse a esa ecuación pero podría (paranoia mediante).
Es siempre esta temporada propicia, además, para organizar y desdeñar proyectos, idas y venidas, ideas de vida. El dinero entra, desde luego, a pesar de que no debería pesar como lo hace; jamás pensé que la crisis de los telediarios y la prensa pudiese afectarme tan de cerca, pero es un hecho. Está confirmado que dependemos del puto parné y de que no hay nada que hacer al respecto, mas pensar sobre ello lo suficiente como para no cometer errores y avanzar con paso firme; descartado momentáneamente cualquier éxodo, pues, la historia arranca en este mismo punto: conformista, real, y desequilibradamente obstinado (¿obnubilado?).

La muerte de Jarque el pasado fin de semana abrió la caja de los truenos. Un buen central con un presente brillante y un futuro en la Roja, pero eso es lo de menos. La cuestión es que cayó fulminado al suelo mientras hablaba con su novia por teléfono. Teniendo en cuenta todos los atenuantes (deportista de élite, ningún problema cardiovascular conocido, etc.), perspectivas oscuras intimidaban al actual proceso de enclaustramiento hospitalario.Como resultado, las noches se tornan más largas, si cabe, y la posibilidad de madurar propósitos queda congelada, como desmitificada.
En el caso de la famosa Gripe A, más de lo mismo: mueren dos personas de mi edad en el estado español, y ambas sin un cuadro médico jodido (es decir, sin ninguna otra enfermedad). Con el tiempo he aprendido a que estas cosas no me afecten en mi día a día, pero esta vez es diferente: siento con crudeza el dolor a no poder decidir un futuro que avanza con premura y que advierte a mamporrazos de que ya es pasado; sería fácil recurrir al "mañana podrías estar muerto, vive la vida a tope" y mierdas positivistas así, pero nunca es suficiente.
Esta vez el contexto sí que puede llegar a amedrentar (aunque nadie diga la cantidad de gente que muere al año por una simple gripe), tanto que ver el paso de las horas en ese estadio, mientras me tengan aquí en cadenas, resulta mucho más desalentador e imposibilita cualquier tipo de raciocinio que no sea revelado. Y no te creas que no me jode no salirme del rebaño esta vez (y eso que gozo de información de primera mano sin pánico casi asegurado).
A falta de guías a los que seguir y con los mareos y el jinete pálido al acecho, el choque de trenes que se insinúa a un año vista es totalmente desmoralizador: querer abandonar tu barrio por puro instinto, como si una naturaleza nómada hubiese sido una cicatriz primaria, y sin embargo no poder hacerlo. Hay una barrera artificial de lo más sarcástica, como si a un ciego le hubiesen concedido el don de ver más allá.
Cierta insatisfacción, acrecentada por todo esto que escribo, podría ser la causante de un nuevo brote, pendientes únicamente de medir su virulencia y alcances en una última fase. Es difícil aunar objetivos con el suelo que se pisa, llegar a un acuerdo que no te haga parecer frustrado o peor aún, amargado de cojones. No es solamente por lo que piensen, es por lo que yo sé seguro que no se debe asumir; vivir una vida plena es altamente improbable (siempre es menos de lo que parece), pero no se puede seguir por esos senderos velados con tanta frecuencia, si es que quieres sentir que puedes sacar provecho de toda esta mierda. Y el fruto debería ser, sin duda, lo que comúnmente suele denominarse "experiencia".

El problema aparece cuando te paras a mirar tu reloj biológico; sin treguas ni castigos, el año que viene habrá otro Tour (en el que
Contador probablemente vuelva a ganar), tendrás un año más, un pelo menos... y no servirá de mucho haber aprendido la lección. Creo que si sigo así y llego a viejo, podría llegar a ser un sabio anciano y formar parte del Consejo, quien sabe. Mi mecanismo de autotapado, ocultando certezas pese a conocer la verdad, de tan típico y tópico, apesta, puesto que ya no son quejas simples ni desvaríos ni gritos de socorro ni ramalazos peterpanescos; los límites del ser, conocerse a uno mismo y saber hasta dónde puedes llegar y dónde debes frenarte, es el resultado más palpable al otro lado del dilema. Velar certezas... ¿hasta cuando? ¿Acaso espero ser rescatado? Mis sueños recientes hablan de nada, pero me sorprendo mordisqueándome los labios asiduamente, apretando con fuerza el puño cerrado, mirando el calendario...
En plena temporada alta y en medio de esta asfixiante ola de calor, la azotea parece pedir auxilio mientras la vida real exige lo mejor de mí y asusta a maniobras futuras. Saber de qué pie cojeo no me sirve de mucho, ya que escondo mis cartas y otras siguen debajo de la mesa, y me encanta repetirme. Siempre he buscado desconcertar al pequeño público y ahuyentar al grande. Será porque nada ocurre y no consigo cura y no sé cómo cojones acabar este escrito ni cuál era el propósito para dejar de darle vueltas a esta mierda de ciudad sin mar...

sábado, 8 de agosto de 2009

SI MIRO ATRÁS


Si te soy sincero, no sé por qué miro atrás.
Atrás donde hubo algo inexorable pero pasado, a fin de cuentas. ¿Es el recuerdo de una vida que fue, tal vez, o la posibilidad de algo que siempre he pensado que debería ser? Pregunta fuera de lugar, puede que sea el mundo que imagino, uno donde los astros no se quejen más. No es ese tipo de mirada, dame un segundo.
Tampoco es debido a mi situación actual. Nunca lo ha sido. Haga lo que haga no se va, no parece querer irse. Así de simple. Implícitamente, está por todas partes. En el aire que respiro, en los sitios que visito, en los labios que beso y hasta en este mismo lugar, ahora, en este puto teclado. Nadie pidió ser agasajada de semejante manera ni la actual añada lo merece, desde luego. Reconozco la injusticia. Achácalo a mi cabeza, y tírame a las arañas si quieres.
No hay nada que reservar pero, las cifras hablan y los sentimientos se distraen. La idea de una sombra de este calado no implica quedarse atrás, anclado en esa percepción (de altura debo decir). No impide vivir con otra cara, desde otro flanco.

No fue en espera de una vida mejor, pero admito que me vi obligado a caminar mirando para otro lado, aún a sabiendas de lo que había encontrado; de los desaires (¿cuántas veces me apartó de su vera?) hasta el punto de reconocer vagamente una imagen en mis pensamientos, una especie de espectro apaivagado, reactivado después por obra y causa de las nuevas tecnologías, herejías tan implacables como impagables. Encontrar... ¿tan subjetivo y dañino resulta, algo que debería ser jodidamente obvio? Una negación humillante bastaría, si no me diera por enterado mejor.
Por lo demás, el magnánimo juez de turno ya dictó sentencia (las estadísticas no se callan). En realidad ya no diviso nuevas dichas desde mi atalaya de cristal, ni viejos nichos tampoco; siempre supe toda la verdad, e pur si muove, como si cualquiera pudiese decir que "es un desastre con todas las letras impresas, mentecato". Uno a uno desfilan todos esos fotogramas, todas aquellas cosas que me convirtieron en el ser más descreído y honrado de este mundo por igual, y cuando pude decidir de veras (durante el segundo renacimiento), no dudé ni un instante; términos como amor, obsesión y miedo se entremezclan en una orgía de dictámenes que el equilibrio desdeña sin remisión, pero que nunca han dejado seca esta pluma, al igual que un gran colocón. Pese a que en realidad no te atañe y cierre los ojos cada vez, creo que este sería un buen resumen, así que no te preguntes "por qué". O abandona esta tierra quemada a viva voz, que se entere todo el mundo (y yo mismo de paso).
Creo que yo ya sé por qué miro atrás. ¿Es totalmente inadecuada la pregunta inicial, pues? Redefinir los parámetros que me vieron nacer de este modo, hoy en día, alejan y profanan torres y sepulcros que omitir, pero no la vista que de ellos resulta.
¿Y si lo reduzco a un recuerdo, en vez de este fútil intento desarraigado, senil y demasiado espaciado? No es ese tipo de mirada la que dirige mis dedos esta noche, pero tampoco estoy muy seguro, ya que ansío un último intento, dame otro segundo (pasado y futuro se confunden); anoche, desalmadamente borracho en mi esquina solitaria (durante los festejos del gran inquisidor), viéndoles danzar embriagadoramente alrededor de una hoguera, hice una ofrenda para aquello que no tuvo nombre, y pude pasar la noche viendo, sin espacio, la figura de ella. (*)
Han empezado los Juegos Olímpicos.

Hoy era siempre todavía.
Ya hemos llegado.
Si miro atrás, veo.
(*) He pasado toda la noche sin dormir, viendo...
Fernando Pessoa.

martes, 28 de julio de 2009

JUSTO ENFRENTE MÍA

SERIE B
Justo enfrente mía
y después de medio año,
observo mi actual desdén, mi agonía;

Justo enfrente mía
y viajando, craso error,
¿acaso fueron las palabras medicina tardía?
"No es nada de tu incumbencia", dictando cruel sentencia.

Fuera lo que fuese ya se fue;
una sola cara, cara mia, debo dejar pasar.
¿Tan pronto descubriste mi desaire crepuscular?

Justo enfrente mía
se halla mi enferma flor favorita;
ocultar sin desentonar,
jugar a nada si el tiempo se va.

Justo enfrente mía
apareció el verdugo croata;
"no se apure, no hay corbata,
olvídelo y sonría".

Justo enfrente mía,
no supe como acallar las voces de esa jauría,
y aunque debería,
no pienso ceder mi autoría.

lunes, 27 de julio de 2009

SI EL VOLAR CERCARA

SERIE A
Si el volar cercara el espacio que me separa de tí,
poco quedaría si no me dejasen sufrir.

Si el volar cercara y pusiera coto cerrado, lucha aislada,
jamás encontraríamos la respuesta más acertada;

si el volar cercara y acojonara mi halo más profundo,
ten por seguro que si respiro ya es todo un mundo.

Si el volar cercara a las luces de emergencia y la cabina pierde presión,
recuerda que una cerveza tal vez dos,
no garantizan obviar tal sofocón.

Si el volar cercara y escondiera o pospusiera malos aires, agárrate,
tiembla,
y hazme un favor, ¿quieres?
Deja las quejas para la vuelta.



21.09 del 15 de julio, volando y pactando.

miércoles, 24 de junio de 2009

DOS AÑOS DE TOLERANCIA (EN TRAVESÍAS POR DESIERTOS MOVEDIZOS)


La tolerancia es un bien que escasea en nuestra sociedad moderna actual.
Las migraciones masivas del nuevo milenio (y la Era de Acuario) han destapado una cruenta realidad -aquella que pregonaba Fukuyama y no sé porqué recuerdo hoy- basada en el choque de civilizaciones; en vez de hacer un frente común para darle cierto sentido a la palabra "global", la mayoría de habitantes de este planeta han/hemos decidido barrer hacia nuestro propio territorio sin escrúpulos ni lavarse/lavarnos las manos antes. Cualquier novedad es recibida como una amenaza de lo más temida, justo cuando otro término, el tan manido "cambio" (change mejor), no paraba de invadir los salones de nuestras moradas. ¿Qué elegir, pues?
Que con qué nos quedamos (si decidimos obviar burdas demagogias). Demasiada responsabilidad resulta, si ambas vías siguen por los mismos derroteros y no pretenden ni aspiran a contraer matrimonio (por más que nos sigan intentando vender la moto y no podamos huir de la guerra entre realidad y/o ficción).
La reacción primigenia es el pánico. Tenemos miedo. Miedo al otro y a lo desconocido, miedo a cambiar de verdad y sin gastar su única y originaria acepción (que nos acercaría al movimiento), punto de inflexión necesario cada cierto tiempo y para cada época; miedo a que el Real fiche también a Ribéry pese al triplete, miedo a no poder dejar de mirarnos el ombligo y, en una postrera consumición, miedo a morir. Pero basta ya de cháchara. Sin el individuo no hay gracia ni desgracia, ni flechas, ni Croacia. Ser tolerante en un conjunto como el que versionamos es tarea harto difícil, ya que tendemos a enclaustrarnos; a más de uno lo enviaríamos a la puta mierda sin dudarlo ni un instante, ya que no hay nada como el volcar tus insatisfacciones en una espiral de violencia y agresividad. Asomarse a la azotea es un riesgo que se tendría que asumir sin grandes aspavientos. Añádase la crisis económica más grave desde el crack del 29 (del siglo pasado), y nos toparemos con una auténtica bomba de relojería en las calles día tras día.
Ser condescendiente, pues -tanto como paciente o hijo del ser más elocuente-, es una virtud que, al igual que el resto de sus congéneres, Enzo parecía no poseer. Como buen regente en Acuario, el aire no le traía ni buenos recuerdos ni impulsos altruistas de ningún tipo. Era el único error de su carta astral, pero esto no generaba conflicto alguno para su actual mecenas, perdida la musa de antaño, néctar prohibido del árbol de la vida.
Llevaba dos años en el barrio comprándole sus podridas manzanas a Omar, el hombre de la eterna sonrisa. Sobrevolando las moscas -dura es la vuelta-, acusado por sus más íntimos. ¿Que de qué lo acusaban? De ser intransigente, entre otras cosas. Él siempre respondía a la defensiva -incluso yo misma le advertí cierto desespero-, siguiendo los mismos patrones que aquí escribo. "Tenías que haberme visto hace cinco años, aquello sí que era auténtico canguelo", antes de que empezara a moverse (para certificar lo genuino y pregonar con el ejemplo) y no hubiese ni siquera contemplado el mero hecho de regresar.
Es cierto que a cada persona unas cosas le afectan más que otras, y que, de manera inexorable, esto no se manifiesta de la misma forma con respecto a unos u otros; puedes vivir más de diez vidas al mismo tiempo, no hace falta fortuna alguna, y en todas y cada una de ellas ser un ser distinto. Suele divertir, pero no tanto como para transitar por estos desiertos movedizos durante dos malditos años(sin absolutismos de por medio). Si dos de las personas que más le conocían coincidían en su diagnóstico -él se escuda siempre en que jamás le hicieron pruebas y que resultaba superficial y arbitrario, pero yo lo achacaría más al hecho de haber acudido a las personas equivocadas-, pese a sus múltiples intentos por demostrar o parecer lo contrario, es que algo no andaba bien. Si la actual coyuntura, como decía, no le era muy favorable -si seguimos teniendo en cuenta el inconsciente colectivo de Jung como punto de partida- ni halagüeña, y ya no le quedaban recursos para bucear en su interior más de lo necesario sin autolesionarse ni respirar artificialmente, es que se había metido en un buen aprieto. Y vaya uno para decirle nada, que poco le hace falta para hacerse una montaña e imaginarse enfermedades secretas, menudo negocio...
Él seguía pensando que, en realidad, no tenía nada que cortar. No obstante, no hizo falta demasiado para que de una charla informal saliera una profunda disertación animada; una de las cosas que sin ninguna duda podría asegurar de Enzo es que, si invitas tú y le ofreces un cigarrillo tras otro, te cantará hasta el himno italiano como si fuera el mismísimo Gattuso (el obtuso) crecido, pero me temo que de esto ya dije algo y no quiero apestar.

Lo achacaba todo al tedio, arma sedentaria de doble filo. Si no existe el tiempo y no hay posibilidad de rendición en esta vida, es que no tenía intención/interés en salirse del guión establecido; había echado raíces como siempre había temido, pero no fue conmigo ni cerca de mí.
Creo que detestaba esa dualidad que torturaría a cualquiera al irse a dormir por las noches (sin excepción), albergando inalcanzables deseos que le oscurecerían el rictus y le harían castañear los dientes al mediodía y sin previo aviso -para mí, la última vez que yací con él, como si de un muerto en vida se tratase, asquerosamente apático-. Porque cuando uno cree que lleva dos años navegando por tierras baldías y promesas vacías, cediendo cada pulgada de una boca en situación de leve y poco franca sonrisa, pasito a pasito, y no halla recompensa ni amparo en nada palpable, es que debe volver a la casilla de salida urgentemente.
Creo que él lo sabe y quiere ponerle remedio y un pequeño apósito temporal -como sin duda diría-, porque ni la tolerancia ni la más rancia propuesta que tenga que llevar a cuestas le provoca consuelo, estoy segura.
Sobrevalorar la capacidad individual de transportar pedacitos de tolerancia y miedos infundados implica preguntar y preguntarse, quizá lo mismo que volver a ver a un persona que conociste una vez con la que te llevaste realmente bien. Y cito literalmente, "para mí es muy fácil matar al mensajero, criticar sin piedad o llorar a la mala suerte, pero, que yo sepa, todavía nadie ha encontrado aún la piedra filosofal de los cojones".
Ya no creo que San Juan sea el día perfecto para invadir un país,
al menos no el mío, desde luego.

martes, 19 de mayo de 2009

LA MUERTE DE MICHAEL CORLEONE


Hoy la muerte se acercó para comunicarme personalmente que se llevaba a uno de los míos. Le pregunté el por qué, pero no quiso atender a razones. Por un momento pensé que era un sueño, pero por desgracia la realidad no se escabulle tan bien como yo.

Hoy la muerte ha cerrado un capítulo de mi vida que quedaba pendiente, pero no me ha dado la oportunidad de resarcirme, ni de salvarme, por lo que vuelvo a las andadas otra vez; hoy no he ido a trabajar, me han dado dos días de fiesta. Siento un vacío inmenso mientras pienso en un montón de ideas estúpidas para las próximas horas. Sé cómo va a reaccionar la gente, sé que le desterramos, sé que no debería pensar en toda esta mierda.

El día en sí ha sido muy extraño y no pintaba bien; desde que me he enterado, he caminado en un estado ausente, melancólico y lleno de reproches durante toda la jornada. Reproches contra mí mismo. No tenía ganas de verte, duelo obliga, pero mi mente va mucho más allá de estas líneas. Hubiese hablado por los codos, y ya estoy harto de eso; es difícil olvidar u obviar 18 años de existencia, acicalado con un sentimiento de culpa precoz y casi único con respecto al resto de los míos. Cómo mantener la calma cuando no se sabe salir de un entuerto semejante, flotando sobre el mundo de los vivos, cerca del hambre de unos cancerberos nada halagüeños; aunque haya escuchado la misma canción una y otra vez, esta canción que estarás tú escuchando en este mismo instante, aspirando profundamente las cenizas del viejo ser. Recordaba que tenía
En el Nombre del Padre para acabar de rematarlo, y así finiquitar el jodido día de hoy buceando en mi interior, preguntándome una y otra vez un millón de cosas que no tienen respuesta, cosas que le diría para tratar de arreglarlo todo. Pero ese tren ya pasó, y yo, como siempre, llegué 4 minutos tarde a la estación del silencio.

Decir que la muerte no avisa sería apropiado pero escaso; a estas horas de la noche -no espero dormir-, poco me queda ya. Siento que la palabra "dolor" trasluce el verdadero sentimiento de todas estas almas dolientes que concibo. No hice mucho, nunca hice gran cosa. Triste desgana frotando mi teléfono con una sola raya de batería. Una llamada de mi madre más y estallará. Ese fue mi gran error. Sólo pensé en mí, como hoy. Es como si hubiera muerto yo, Giuseppe o hasta Mario. Todos yo. Todos mis "yo". Para los demás -mis cercanos-, no les ofrecí espacio para tratar, y sentencié a todos aquellos que quisieron joderme, como a mi propio padre.

Esta noche, aquí, en mi cama, la estoy pasando buscando respuestas, buscándole a él, recurriendo a antiguos tópicos que permitan alargar y alcanzar una indiferente realidad que puede que algunos llamen "vida". Esta puta indiferente realidad que no deja aire para que el yugo de todo un planeta deje de aplastarme y señalarme con el dedo. No voy a quejarme más por eso. Asumiré toda mi responsabilidad como nunca he hecho.
Hoy ha sido el detonante final para el ser descreído, desgracia enterrada en un puño, nube que cierra el cielo que empuño.
La soledad ya no es únicamente una opción.

Hoy, esta noche, en mi cama, un último pensamiento me lleva a otro lugar. Me pregunto porqué mi madre seguiría llorando. "Ya queda menos", me digo, mientras me marchito y ni cerrando fuerte los ojos, encuentro jodidas respuestas a tantos malditos "por qués".
Dicen que la vida sigue.
No tengo ni una puta foto suya, pero...
¿a qué es curioso que hoy ya sea martes?


miércoles, 29 de abril de 2009

LA IMAGEN DE LA DISCORDIA


Hoy me he levantado más temprano de lo habitual, sobresaltado por una imagen que no me dejaba respirar.
Sigo sin entender porqué los nervios no me dejan en paz, porqué no se van a otro lugar.
La pregunta más recurrente que me hago esconde un miedo atroz a afrontar la mugrienta realidad. En verdad no sé qué diablos hice para merecer esto, si es que algo así se puede llegar tan siquiera a discutir. ¿Desde cuándo me obligaron a vivir en este asqueroso exilio?
A estas horas, la pandémica duda atañe a la persona que representa al rey de oros, mi despiadado mecenas particular, musa de antaño. ¿Cómo se puede vivir así?
Sé que cualquiera me obligaría a enfrentarme a ello, cualquiera menos yo mismo. No hay nadie al otro lado, nunca lo ha habido. ¿Crees que abandonar el barco serviría para mejorar las cosas?
Podría ir por ahí a crear otro concesionario, en alguna región inhóspita, lejos de la tristeza. Pero esa imagen seguiría persiguiéndome; me he condenado a vivir con una bola en el estómago, justo antes de los 30, y no sé como voy a salir de este maldito entuerto. ¿Cómo voy a aguantar con el mismo traje toda la vida?
Ni el destierro bastaría. Es muy triste descubrir que ya no tengo cojones para irme a ningún lado, y que, sin embargo, no puedo detener el flujo incesante de inquietud que me tortura.
Estoy llegando a un momento clave, pero el desasosiego que me impide dormir por las noches no entiende de esas cosas. No me puedo concentrar en nada demasiado tiempo, cosa que me arrastra hacia el pozo de la ignorancia por los tiempos de los tiempos.
Desearía decirle que lo entiendo, que no hace falta que sigas aquí dentro, que creo que lo mejor es que desaparezcas, por favor. Pero ya hace demasiados años que se mantiene cerca, entre las trincheras del pensamiento -a pocas millas de mi barrio-, y no parece tener intención alguna de irse a ningún lado.
No recuerdo desde cuando soy así. No sé si siempre fue por una chica, por la idea de una chica o por algo mucho más profundo, como digo; en el primer sentido, sé que una vez sufrí mucho, y que, en otra ocasión, me resultó más difícil aún catalogar la especie. Si la vida está hecha para compartirla con otra persona, no sé hasta qué punto poyectaría mis inseguridades en ella. Es como la gota que colma el vaso, el desencadenante que designa a los jueces encargados del proceso. La imagen de la incapacidad contra la experiencia.
Ya sé cómo se nace, pero, ¿es así como se hace?
Siempre he sabido porqué alguien se acercaba a mi. En verdad, no tengo nada más que ofrecer, cosa de lo más injusto para la añada 2008-2009; qué le podría explicar, si a los tres segundos soy como el agua clara y fresca que baja por el riachuelo con el rocío de la mañana. Si sigo resistiéndome de esta manera tan patética, no me imagino porqué alguien podría bordearme tanto tiempo, la verdad.
¿Puede un hijo crecer sin padre?
Una de las cosas que me alegra e ilusiona es la llegada del buen tiempo. Siento cierta responsabilidad asociada a un ligero trance, cosa que no me impediría alcanzar mis propósitos pero. Apenas un pequeño resentimiento y una certera presunción rencorosa, llegado el momento, pero sin tener que llegar a dar explicaciones. No puedo cerrar una puerta si nunca la abrí aunque tuviera las llaves.
No opté por ese camino ante la idea de quedarme solo. Hace mucho que sabía lo que estaba pasando, así que, independientemente, tomé cartas en el asunto. No es que esté solo. Sé que estoy solo.
Todavía echo de menos al mar y sus ofrendas, pero, ¿qué borrachera no purga esta insatisfacción?
¿Que qué voy a hacer? La costumbre dirigirá mis pasos hasta que el fin del verano marque nuevos retos. No lo voy a dejar en manos del destino, aunque pienses que siempre hablo de lo mismo. Voy a vivir al día. Con esa imagen en la mano, día tras día.
Me armaré de valor cada tarde para salir de casa. Seguiré viendo pasar, sin espacio, la botella medio vacía.
Por eso, ahora, en esta fresquita mañana, me he despertado preguntándome varias cosas. Con una jodida imagen que me abandonaba, cayendo por el precipicio, en un fatigoso sueño de lo más revelador. Yo le ofrecía mi mano, pero ella se reía en mi puta cara, prefiriendo caer al vacío.
Los nervios siguen aquí, el médico me recomendó que dejara el café, pero yo no le pienso hacer caso.
Hay que tener tanta fe, que a veces es difícil soportar tamaña falsedad, pero no queda más remedio; ¡qué diablos, tengo que cambiar de representante, pardiez!
Las náuseas de la incertidumbre acaban de sustituir a la dificultad respiratoria, y la jodida bola, en esta preciosa mañana de miércoles primaveral, va a tener que pasar por el aro de la raza blanca.
Me llevo a la imagen de la discordia conmigo.