PLANETA SUR (VERANO '24)
Vuelvo a las palabras de mi esposa. ¿No es una puta maravilla, en un mundo como el de hoy en el que no das un paso sin toparte con hordas de turistas? O prefieres pasear por entre las mismas tiendas, el mismo tipo de calles barridas por un perfume nauseabundo que te rediseña el ADN (sin necesidad de IA), esquivando rostros rosados, desbocados; con sus camisas de lino de manga larga de colores imposibles, sus zapaticos náuticos de que nunca pasan de moda, por no hablar de los especímenes patrios haciéndose notar, los niños sin correa... O las miradas indiferentes (o cualquier otro resto de esta maldita civilización).
Nada de eso hallamos en Calabria.
Había sido un curso muy largo, así que un poco de exceso de decadencia me venía de perlas; no había urgencia allí abajo, laggiù, incluso repetimos playa de en tres ocasiones, cuando lo más normal hubiese sido explorar la zona un poco más. Y es que en Michelino, nombre que comparto y enaltezco sin reparos aquí, había una de esas combinaciones perfectas que raramente se dan.
Escribía:
(...) Su luz diseña combinaciones que enloquecerían al mismísimo Odiseo, que mataría por volver a verse atado al mástil del Argos antes de llegar al actual estrecho de Messina (...)
Pero no hubo ni rastro de los bronces en Riace, ya que el museo —el día que fuimos a Reggio— estaba cerrado y tampoco insistimos en volver. No hacía falta: nos bastaba con bañarnos en el mismo mar que recorrieron los antiguos con tanto esmero, el Jónico: la nueva masa de agua preparada para iluminar un Oriente no tan lejano.
Seguía:
(...) Recorremos con afán las sinuosas carreteras llenas de baches y puestecitos de cebolla roja, muy dulce, y N'duja, un tipo de sobrasada picante que se hace con partes del cerdo y que copa la gastronomía local. Volviendo a casa, una patrulla de carabineros nos recibe en Santa Domenica con una desidia admirable mientras ella blande su brazo derecho por la ventanilla. Sus dedos dibujan formas como si siguieran un patrón musical privado; recostada y con los pies en alto, me fijo en unos pocos rizos que se quieren independizar y brillan al sol de un ocaso que anhela retirarse al otro lado, al oeste, entre la piscina natural que hoy forma el Tirreno, nuestra base de operaciones y mar amigo de este querido planeta Sur (...).
(...) En la única jornada medio nublada en el sur, los baches se han sucedido en la Strada Provinciale 22 con más asiduidad de lo normal, pero gracias a una de esas combinaciones que raramente se dan, nos sentíamos frescos y limpios. He intentado hacer una lista mental de las personas que me importan y mi relación para con ellas a través del tiempo. ¿Cuál es mi rol actual? ¿He sido un capullo?
De repente y después de una curva en forma de "u", una jodida horquilla derecha, el coche ha dado un brinco que nos ha hecho levantar el culo del asiento con la brusquedad de una vieja montaña rusa. Incluso he tenido que frenar, girar el volante hacia el arcén y pedir perdón. Pero no a las miradas indiferentes y a esta puta civilización (...).
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